Al
igual y como cuando curse la Preparatoria, en el antiguo Colegio de San
Ildefonso en la Ciudad de México, lo primero que nos percatamos los “perros”,
los alumnos de nuevo ingreso, era que estábamos inscritos en el cuarto (4°)
año, porque la cuenta de la educación media iniciaba en el 1° de secundaria. De
la misma manera hay que entender este año de 2013, que comenzó políticamente el
1 de diciembre del año pasado: se trata del séptimo año de un gobierno que se
instauro a finales de 1982, pero que adquirió formalmente todo el poder, el 1
de diciembre de 1988 y que concluyo parcialmente el sexenio, el último día de
noviembre de 1994.
En
este séptimo año, la Presidencia que encabeza Enrique Peña Nieto ha sido
obediente con los Magos que lo encumbraron, y a delegado las áreas de control
político, financiero, energético, de las comunicaciones, turismo, incluso hasta
los asuntos de cultura (de la que este “muggle” –dícese de los advenedizos que
no son magos en la serie Harry Potter- no sabe ni entiende nada) en las manos del
“innombrable”, el Señor obscuro peloncito y chaparrito.
Carlos
Salinas de Gortari, el Voldemort de esta nueva historia, propia de la Canasta
de Cuentos Mexicanos (Bruno Traven), como alquimista ha conseguido que se lleve
a cabo la transmutación del sistema político mexicano, de Dictadura Perfecta –Mario Vargas Llosa-
hacia la erección de una Perfecta Dictadura
“El
Señor Tenebroso” o “Quien-no-debe-ser-nombrado”
no ha perdido un solo momento, desde el 1 de diciembre de hace un año,
para continuar la obra que su despotismo particular dejo incompleta, cuando
grupos antagónicos, perfectamente identificados, le arrebataron el control de
la sucesión presidencial. Los que creyeron que la entrega del gobierno de
México a los representantes de la clase más conservadora y retardataria
nacional, la que se agrupa en el PAN, haría más expedita y dinámica la anexión del
país a los EUA, con quienes se firmo el TLC (acta matrimonial o esquela de
defunción, que es lo mismo) en el 5° año de la cuenta salinista y que, tras una docena de años, los mismos que le
“bajaron” el candidato y persiguieron hasta Dublín, se han dado cuenta que
fracasaron. Que el periplo Fox-Calderón ha convulsionado al país y ha retardado
el objetivo real del Pacto auténtico y original, con los EUA: para subastar,
enajenar, anexar colonizar, vender México.
Hago
un intermedio para expresar el gusto de estar nuevamente en comunicación con la
gente libre y alegre, de carácter y hermosura, de este sur del estado de México. Un año
sabático puede ser el nombre al espacio que decidí tomar para resolver algunos
pendientes, concluir obras que me necesitaban –he publicado “Cartas mexiquenses
¡tardamos 70 años pero llegamos!”- ensayar nuevas formas de comunicación con
esta región y observar y reflexionar.
He
dedicado el mayor de mis tiempos para leer y creo que encontré en una obra
reciente de Mario Vargas Llosa – ¡siempre el maestro Vargas Llosa!- la idea que
explica el método empleado por Salinas de Gortari para lograr el retorno de del
PRI, el hilo de Ariadna que permita a la nación mexicana salirse del Laberinto,
tras segar la vida del Minotauro
Cretenestadounidense: se llama Civilización del Espectáculo.
¿Qué
quiero decir con civilización del espectáculo? La de un mundo en el que el
primer lugar en la tabla de valores vigente lo ocupa la pasión por el
entretenimiento, en donde divertirse y escapar del aburrimiento. La creciente
disminución del arte y la literatura, el triunfo del amarillismo en la prensa y
la frivolidad de la política son síntomas de un mal mayor que aqueja a la
sociedad contemporánea: la suicida idea de que el único fin de la vida es
pasársela bien.
“Este
ideal de vida es perfectamente legítimo, sin duda. Sólo un puritano fanático
podría reprochar a los miembros de una sociedad que quieran dar solaz,
esparcimiento, humor y diversión a unas vidas encuadradas por lo general en
rutinas deprimentes y a veces embrutecedoras”. Pero convertir esa natural
propensión a pasarla bien, en un valor supremo, tiene consecuencias a veces
inesperadas. Entre ellas la banalización de la cultura, la generalización de la
frivolidad, y, en el campo específico de la información, la proliferación
del periodismo irresponsable, el que se alimenta de la chismografía, el
escándalo y la corrupción.... El
bienestar, la libertad de costumbres y el espacio creciente ocupado por el ocio
en el mundo desarrollado constituyó un estímulo notable para que proliferaran
como nunca antes las industrias del entretenimiento, promovidas por la
publicidad, madre y maestra mágica de nuestro tiempo”
Un
factor central en la instauración de la Civilización del espectáculo ha sido lo
que en su tiempo fue para los pueblos sometidos por Roma, el cristianismo; o para los obreros de
mediados del siglo XVIII el marxismo, algo que es susceptible a todas las demagogias
encantadoras y fascinantes, y que se
puede trivializar como la democratización de la cultura. Un fenómeno que parece
positivo pero que con la hegemonía de los medios de comunicación dominantes,
particularmente los electrónicos, ha llevado a la desaparición de la alta
cultura, obligatoriamente minoritaria por la complejidad y a veces hermetismo
de sus claves y códigos, y la masificación de la idea misma de cultura, y en su
lugar ha surgido una forma de cultura
que ha relegado al desván de las cosas pasadas de moda el ejercicio de pensar y
sustituido las ideas por las imágenes. Es así que los productos literarios y
artísticos pasan a ser promovidos, y aceptados o rechazados, por las técnicas
publicitarias y los reflejos condicionados en un público que carece de defensas
intelectuales y sensibles para detectar los contrabandos y las extorsiones de
que es víctima.
Sucede
en el arte, la literatura, en el mundo de las ideas, del sexo, el deporte, las
religiones, el cine, la música y antes que todas o corolario de este proceso
social, en el campo de la Política.
La
cultura democrática es aquella donde todo se desnaturaliza y se deprecia: todo lo que forma parte de
ella se iguala y uniformiza al extremo de que una ópera de Wagner, la filosofía
de Kant, un concierto de los Rolling Stones y una función del Cirque du Soleil
se equivalen a la música de Jenny Rivera, Los Pajaritos de Tacupa, Laura Bozzo,
o que Vicente Fox y el mismo Enrique
Peña Nieto se equiparen con Lázaro Cárdenas.
No
es por eso extraño que la literatura más representativa de nuestra época sea la
literatura light, es decir, leve, ligera, fácil. Los lectores de hoy quieren libros fácilmente
asimilables, que los entretengan y esa demanda ejerce una presión que se vuelve
un poderoso incentivo para los creadores. Sucede lo mismo con la música, e
incluso con las drogas que alguna vez fueron experimentales por Freud o
inspiradoras como el ajenjo y los poetas románticos. Entonces da lo mismo
confundir a Carlos Fuentes con Enrique Krause.
En
la civilización del espectáculo el cómico es el rey, el intelectual sólo
interesa si sigue el juego de moda y se vuelve un bufón, la critica solo existe
si es “positiva” si alienta al consumo, si hace que las cosas se vendan, si el
mercado los recibe y adquiere, si no producen el trabajo de pensar y el dolor
de entender. Civilización del espectáculo construida para que la gente obedezca
y no pregunte, para que ría sin comprender, para dormir con los ojos abiertos,
para soñar lo que le dice el poder.
Concluyo
esta primera entrega, nuevamente en el Periódico decano de Tejupilco y el sur
del estado, alertado con esta sentencia de Vargas Llosa: “En nuestros días, el
intelectual se ha esfumado de los debates públicos, Conscientes de la desairada
situación a que han sido reducidos por la sociedad en la que viven, la mayoría
de los intelectuales han optado por la discreción o la abstención en el debate
público… dan la espalda a lo que hace medio siglo se llamaba el “compromiso”
cívico o moral del escritor ¿Qué ha conducido al empequeñecimiento y
volatilización del intelectual en nuestro tiempo?, la verdadera razón para la
pérdida total del interés de la sociedad en su conjunto por los intelectuales
es consecuencia directa de la ínfima vigencia que tiene el pensamiento en la
civilización del espectáculo”
No
pensar es el sostén de la dictadura. La diversión baladí es el medio. El miedo
y la ignorancia el vehículo que lleva y trae, mantiene y entretiene. Yo asumo
mi compromiso. I’ll be back