Lo que esta pasando en México escapa a los nombres comunes y corrientes. El dialogo político ha sido rebasado. Vivimos una forma de gobierno que no por novedosa es de ninguna manera mejor. Todo lo contrario. Hemos llegado en México a enfrentar descarnadamente, los únicos dos modelos de poder posibles, que ya desde el siglo XIV anticipaba el padre de la política moderna, Nicolás Maquiavelo, los que llamo el del Gran Turco y al otro bautizó como el del Rey de Francia.
De 1917 a 1982 el naciente Estado mexicano gobernó mediante un principio monárquico esencial y una forma republicana formal. Gobierno de transición, el gobierno de los ciudadanos armados, el del México Bronco de Reyes Heroles, siempre con la amenaza de que la monarquía puede ser o bien real o tiránica. Fueron Presidentes Reales El gran Tata Lázaro Cárdenas, Manuel Ávila Camacho y los dos Adólfos, el Viejo y el Joven, el segundo, López Mateos, orgullo del estado de México y cima del reconocido “milagro mexicano”; años consecutivos con tasas efectivas de crecimiento en la riqueza nacional por encima del 7%. En tanto los presidentes que han tiranizado a la nación mexicana comienzan con Miguel Alemán, y siguen Díaz Ordaz, López Portillo y el peor de todos, Luis Echeverría Álvarez.
Todo cambia con la llegada de Miguel de la Madrid y las legiones parricidas igualadas. Se inaugura el principio de los gobiernos oligárquicos en esencia, y forma democrática de apariencia, como los gringos. Si la historia nacional hasta 1982 se caracterizo por la dificultad para acceder al poder y la relativa facilidad para conservarlo, ahora, en estos tiempos ocurre lo inverso. La sencillez superlativa para apoderarse de las jefaturas políticas pero la extrema fragilidad y dificultades para poder conservarse en ellas.
El tiempo no alcanza para extenderse y la teoría solo sirve en contraste con la realidad circundante. Más no escapa que únicamente bajo esta última premisa se pudo contemplar a un papanatas como Fox ser presidente de un país como México. Peor aún soportar a una mujer desvergonzada, intentar un galimatías dinástico en aras de ensoñaciones, solo por dar braguetazo presidencial. Lo grave del asunto es que en este modelo maquiavélico de poder, destronada la autoridad real, todos se creen iguales al primer magistrado. El clero, los ricos, las mayorías. Descabezada la presidencia, la que deviene de la autoridad del padre, tan vilipendiado y perseguido y no por casualidad, en el mundo de los dineros y las pobrezas.
Y se extravía el sentido del buen gobierno y se condicionan alianzas vergonzantes. Salinas de Gortari y ahora se sabe mejor que Zedillo y sus posgrados en el extranjero, solo valieron en función de las concertaceciones de abogado gansteril, al estilo del panista Fernández de Cevallos. Así llegan a Gobiernos, alcaldías, cargos legislativos. Sin otro atributo que la negociación mercantil, comercial, convenenciera.
Quizás más grave aún es que este tinglado de empujones y arrebatamientos, sea bendecido por las iglesias y patrocinado por las marcas que se anuncian en la TV comercial.
El caso de la ley Televisa, cuya aprobación significa el certificado de defunción a espacios televisivos como este donde ahora me puedo expresar, y en cambio la manera como TvApezta usa el espacio público de mexicanos, concesionado, para denostrar y calumniar a quienes se oponen a sus deseos. Que si eliminaron a los tramposos del Cruz Azul, que si los senadores de la República no se arrodillan ante este poder.
Como sucede con varios medios de comunicación o empleados echados a la calle, en un pueblo como Tejupilco. Se deschavetan y fantasean con el poder.
De 1917 a 1982 el naciente Estado mexicano gobernó mediante un principio monárquico esencial y una forma republicana formal. Gobierno de transición, el gobierno de los ciudadanos armados, el del México Bronco de Reyes Heroles, siempre con la amenaza de que la monarquía puede ser o bien real o tiránica. Fueron Presidentes Reales El gran Tata Lázaro Cárdenas, Manuel Ávila Camacho y los dos Adólfos, el Viejo y el Joven, el segundo, López Mateos, orgullo del estado de México y cima del reconocido “milagro mexicano”; años consecutivos con tasas efectivas de crecimiento en la riqueza nacional por encima del 7%. En tanto los presidentes que han tiranizado a la nación mexicana comienzan con Miguel Alemán, y siguen Díaz Ordaz, López Portillo y el peor de todos, Luis Echeverría Álvarez.
Todo cambia con la llegada de Miguel de la Madrid y las legiones parricidas igualadas. Se inaugura el principio de los gobiernos oligárquicos en esencia, y forma democrática de apariencia, como los gringos. Si la historia nacional hasta 1982 se caracterizo por la dificultad para acceder al poder y la relativa facilidad para conservarlo, ahora, en estos tiempos ocurre lo inverso. La sencillez superlativa para apoderarse de las jefaturas políticas pero la extrema fragilidad y dificultades para poder conservarse en ellas.
El tiempo no alcanza para extenderse y la teoría solo sirve en contraste con la realidad circundante. Más no escapa que únicamente bajo esta última premisa se pudo contemplar a un papanatas como Fox ser presidente de un país como México. Peor aún soportar a una mujer desvergonzada, intentar un galimatías dinástico en aras de ensoñaciones, solo por dar braguetazo presidencial. Lo grave del asunto es que en este modelo maquiavélico de poder, destronada la autoridad real, todos se creen iguales al primer magistrado. El clero, los ricos, las mayorías. Descabezada la presidencia, la que deviene de la autoridad del padre, tan vilipendiado y perseguido y no por casualidad, en el mundo de los dineros y las pobrezas.
Y se extravía el sentido del buen gobierno y se condicionan alianzas vergonzantes. Salinas de Gortari y ahora se sabe mejor que Zedillo y sus posgrados en el extranjero, solo valieron en función de las concertaceciones de abogado gansteril, al estilo del panista Fernández de Cevallos. Así llegan a Gobiernos, alcaldías, cargos legislativos. Sin otro atributo que la negociación mercantil, comercial, convenenciera.
Quizás más grave aún es que este tinglado de empujones y arrebatamientos, sea bendecido por las iglesias y patrocinado por las marcas que se anuncian en la TV comercial.
El caso de la ley Televisa, cuya aprobación significa el certificado de defunción a espacios televisivos como este donde ahora me puedo expresar, y en cambio la manera como TvApezta usa el espacio público de mexicanos, concesionado, para denostrar y calumniar a quienes se oponen a sus deseos. Que si eliminaron a los tramposos del Cruz Azul, que si los senadores de la República no se arrodillan ante este poder.
Como sucede con varios medios de comunicación o empleados echados a la calle, en un pueblo como Tejupilco. Se deschavetan y fantasean con el poder.