EL ANTÍDOTO
1.
La Corrupción del lenguaje
¡Cállate chachalaca! Fue el
banderazo de salida de la 4T, el 16 de marzo de 2006 en Tehuantepec Oaxaca. Antes
de ese grito campirano, con el que Andrés Manuel López Obrador sentenció para
toda la vida al gachupín abajeño Vicente Fox, en México vivíamos sujetos por un
lenguaje en poder del gobierno que, corrupto y además perverso lo fue
desgastando, exprimiendo, ahogando las palabras, repetidas, falsas, fofas,
huecas.
Y aunque ya llevaba muchos años
la degeneración de nuestro idioma (GDO 68), así también se puede considerar al
12 de diciembre de 1997, como la fecha exacta en que inició la ofensiva
literaria retrógrada y conservadora del gobierno en turno (EZ), que ya sin
rubor ni continencia alguna¹, se lanzó con todo el poder para apoderarse del
Estado nacional, entregarlo al capitalismo internacional, adoptar las leyes e
instituciones que convinieran a la plutocracia yanqui (cambios constitucionales
a los artículos 3, 27 y 123 de la Carta Magna) y crear los organismos
indispensables para tener un control absolutista (CNDH, INAI, IFT, CONEVAL,
CFC…) y poder decir como Luis XIV: “El Estado soy Yo”
Ese día se llevó a cabo el 1° Teleton
y para sorpresa de las audiencias cautivadas todavía por Televisa, Lucerito y los
payasitos de la TV, comenzaron a bendecir lloriquear, moquear y repetir como
loros huastecos “gracias a dios” por primera vez en la historia nacional, a
través de un medio de comunicación, concesionado por el estado mexicano laico.
Se había roto el “techo de cristal” dicen ahora los faranduleros, para señalar
un límite o salvaguarda arrasado por el poder de los medios, el tsunami que
abría de par en par las compuertas políticas al lenguaje imaginario y
fantasioso, del miedo y falsedades, de la ignorancia, la culpa y el arrepentimiento:
el retorno de los brujos.
Y es que a finales de los años
80’s, la triada formada por Margaret Tatcher-Juan Pablo II-Ronald Reagan se
habían impuesto al resto del mundo y esa victoria se plasmó en un nuevo
lenguaje hegemónico, específico para programar a la gente en “modo comercial”:
éxito, autoestima, bullying, fe, bendiciones, resiliencia, sociedad civil, inteligencia
emocional, winner, coach, libre mercado, oportunidades, buenas vibras… y todos
los mitos y fantasías necesarias para que
en el terreno de la mercadotecnia y la publicidad, se tradujeran en ventas y
ganancias.
Fue entonces que comenzó el
asalto a la razón y como los incendios en California del cambio climático 2024,
el viejo-nuevo cuento medieval, incineró las diferencias en los medios de
comunicación, programas de estudio, la academia y el discurso político. Ahora se sabía que el renacimiento del
liberalismo –neoliberalismo- no se circunscribía a las prácticas económicas tradicionales,
sino que llegaba recargado-reloaded, con un discurso particular con el que
festejaba la derrota política de la economía socialista: de la caída del Muro
de Berlín en 1989 y la disolución de la URSS en 1991, hasta el segundo “piso”
en la Presidencia del “pacifista” Donald
Trump, este 20 de enero de 2025.
Fue arrollador el embate de un
modelo que ya llevaba años probado, siglos de funcionar a la perfección en el
Imperio estadounidense: Escribía a principios del siglo XIX Alexis de
Tocqueville que “En (América) las
democracias, se está muy lejos de que todos los hombres que se ocupan de la
literatura hayan recibido una educación
literaria…(Que) los lleva a buscar solo libros que se consiguen y se entregan
con facilidad, como las prostitutas, que se leen pronto y sin pérdida de tiempo
–el tiempo que poco les falta para transfigurar en dinero del time is money-
literatura más rápida inclusive que la fast food de nuestros días… puesto que
el lector la recibe casi toda digerida… lista para tragarse sin necesidad de
masticarla ni ensalivarla…los
ingredientes ideales… son emociones intensas, efímeras y fuertes; flashes
sorpresivos; pero sobre todo el brillo del oro sin serlo… Se buscará asombrar
antes que complacer y se esforzará enganchar las pasiones antes que encantar el
gusto…”²
Quedaba un cabo suelto: Comenzó la metamorfosis de lo que se entendía por cultura cuando mi generación realizó sus estudios primarios, secundarios y superiores. Se le llamó poscultura, contracultura, posmodernidad. Se hicieron esfuerzos por explicar el fenómeno en ciernes: Freud, T.S. Elliot, Steiner, Lipovetsky, Vargas Llosa: dice Guy Debord “en la sociedad industrial moderna, donde ha triunfado el capitalismo y derrotada la clase obrera (y popular), la alienación (ilusión convertida en verdad) controla la vida social y política de tal suerte que todo lo que es natural, real y humano lo reemplaza por lo artificial y falso: las mercancías han pasado a ser las verdaderas dueñas de la vida: el espectáculo es la dictadura efectiva de la ilusión en la sociedad moderna…”
2. La Civilización del espectáculo
¿Qué quiere decir civilización
del espectáculo? Dice Mario Vargas Llosa: “La de un mundo donde el primer lugar
de la tabla de valores vigente lo ocupa el entretenimiento, y donde divertirse
y escapar del aburrimiento es la pasión universal…” La diferencia entre la
cultura del pasado y el entretenimiento de hoy es, que aquella pretendía
trascender el tiempo presente y seguir viva generaciones futuras, en tanto que
los productos de hoy son fabricados para ser consumidos, desechados y desaparecer
al instante: Herman Hesse, James Joyce o Moliere escribían para derrotar a la
muerte, en tanto que Shakira o las telenovelas no pretenden durar más que el
tiempo de presentación. La distinción entre Precio y Valor se ha eclipsado: lo
que tiene éxito y se vende es bueno, lo que fracasa y no conquista al público es
malo…
Pero convertir esa natural propensión a pasarla bien en un valor supremo, tiene como consecuencias la banalización de la cultura, la generalización de la frivolidad y en el campo de la información, que prolifere el periodismo irresponsable, de la chismografía, el escándalo, el mal gusto, el cinismo encuerado… la ignorancia divina. Que se desnaturalice y prácticamente desaparezca la alta cultura y pasen a ser equivalentes una ópera de Verdi, la Filosofía de Kant, los corridos tumbados de Peso Pluma y la “joterias” del que Ezpol-icía.
3. El Antídoto
Tras escuchar la declaración de
guerra que ha hecho el gobierno de Trump a México, solo haré por ahora un
adelanto del remedio contra el Malestar en la Cultura: un diccionario no es
solamente un catálogo de noticias, de un mismo género, ordenadas en forma
alfabética: Larousse advierte sobre la etimología latina de dictionarium o acción de decir.
Hoy, además de las obras tradicionales, existen diccionarios de todos los géneros y materias: Diccionario Crítico Etimológico Castellano e Hispánico, de Corominas y Pascual. Dos diccionarios desconocidos: Encomio a la estulticia (Elogio de la locura) Erasmo de Rotterdam; y, Diccionario de ideas recibidas –Estupidario- de Gustave Flaubert; el diccionario de Nombres Propios de Gutierre Tibón, además de glosarios, monolingües, multilingües, enciclopédico… hasta el coloquial tumbaburros, puesto que la conseja popular declara que los diccionarios están destinados a desasnar, a quien quiera y pueda desasnarse…
¹ Una vez “cincho” el TLC; las
clases populares arruinadas por los “errores” de diciembre de 1994; los pobres anestesiados con las visitas
del “eunuco blanco” (Juan Pablo II); PRI
y PAN amancebados como Demócratas y Republicanos en EUA; las quiebras y deudas
bancarias convertidas en Fobaproa a pagar por los mexicanos…
² Esta importante obra del parisino
solo adolece de un defecto: porque el título de este profundo análisis debió
ser “La tiranía en América”. Alexis Tocqueville de, La democracia en América,
FCE México 2002