Wednesday, February 19, 2025

LA CIVILIZACIÓN DEL ESPECTÁCULO (2)

LA BATALLA CULTURAL

Que el calendario no venga con prisas
Que el diccionario detenga las balas
Joaquín Sabina

“A mediados del siglo XX, el gabinete presidencial tenía una escolaridad promedio que apenas llegaba a la licenciatura. Sin embargo, muchos funcionarios de entonces creían en los libros, en el arte, en la cultura, como algo importantísimo para la vida personal y nacional. Algunos fueron grandes escritores. Ahora hay altos funcionarios con doctorados en el extranjero a los cuales no es fácil explicarles que la cultura sí nos importa.”¹

Una de las obras de literatura bella que he leído y que me inspira es “Confieso que he vivido” de Pablo Neruda. Y yo confieso que esta es la tercera vez que hago del periodismo una forma de vivir en el sur del estado de México, y publicar en Liberal Mexicano mis Cartas Sureñas, en forma de epístolas o ensayos, como antes lo hice en el periódico El Monitor.

Para los propósitos de estas palabras preliminares, me valgo de Alfonso Reyes y Gabriel Zaid, pensadores que me acompañan a lo largo de este ensayo, originarios del estado de Nuevo León y más específicamente  de ese Monte Regio, que da origen al topónimo con que se conoce a la gente nacida en Monterrey.

Así que no está de más repetir la metáfora alfonsina sobre el ensayo, como un género literario al que llamó “centauro”, o concentrarme en el gusto, el gustus, en el estilo de la prueba inaugurado por Michel de Montaigne en el siglo XVI, quien dio este nombre a sus escritos, porque los consideraba el resultado de las experiencias que a lo largo de la vida y sus lecturas habían ido posándose en el fondo de su espíritu, su carácter subjetivo y personal.

Si bien me inicié en el periodismo cultural en las páginas de La Jornada hace 40 años*, comencé a ensayarme como periodista en la región a finales del siglo pasado, con un objetivo eminentemente comercial: hacer publicidad a mis negocios, hasta que en 1994, los crímenes y traiciones entre los políticos PRImates en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, los llevaron a amancebarse con el Partido de Acción Narconal (PAN), para catapultar a un idiota  como Presidente (Fox), robar la elección de 2006 para un asesino (FeCal), y plegarse a Televisa para hacer presidente a un  ignorante, cleptómano y depredador (Peña Nieto).

Porque entonces, me convertí en testigo impávido de la rendición del Estado Mexicano al Amo del norte imperial, y atestiguar la quiebra moral de la nación, hasta “tocar fondo”: Más de 20 años de borrachera desenfrenada, corrupción, vicios y  poder autoritario, mientras se destruía todo lo bueno, noble y republicano que se constituyó en 1917, con el triunfo de la Revolución Mexicana.

El delirium tremends que provocó esta bacanal a cargo del PRIAN y la política neoliberal impuesta a la nación, afectó a todos los mexicanos, tanto como para no ver el “robo en despoblado” (Fobaproa), que convirtió deudas privadas bancarias en deuda pública, por pagar las siguientes tres generaciones de mexicanos; y  pasar desapercibida la desaparición de la isla Bermeja y con ello, la soberanía del mar patrimonial, para ceder los “hoyos” en el Golfo de México, a la exacción petrolífera por las “siete hermanas”: Texaco, Gulf, Shell, BP, Mobil, Exxon, Chevron.

En 2006 decidí la mudanza de los negocios a Tejupilco, y tuve la fortuna de encontrarme con un pueblo despierto, escandaloso y despabilado, con vida política propia: conocí e hice amistad con gente alegre, audaz y valiente, que me abrieron espacios para publicar    nuevamente mi periodismo, como un medio de comunicación socialmente responsable, y  por primera vez ensayar la mayéutica socrática, como una suerte de partera para ayudar a los lectores e interlocutores a parir sus ideas, dar a luz a sus palabras², sin incurrir jamás en la escuela del periodismo mexiquense del “te pago por decir, o te pago por no decir”: nunca he cobrado ni pedido “chayote”, embute, “sobres”, “chamba” o cualquier otra forma de corrupción, a cambio de mi labor educativa, pedagógica y de enseñanza.

Durante más de 15 años, realicé comentarios a la noticia a través del sistema de televisión por cable del Canal28Tv de Pedro Montoya, antes de que existiera YouTube. Capsulas de opinión grabadas semanalmente por Alejandro Jaramillo, que constituyeron un ejercicio de comunicación importante, que demostró a la comunidad regional que se podía hablar de diferentes temas relacionados con la cultura, política y sociedad, sin miedo y de frente.

Al mismo tiempo tuve oportunidad de dirigirme por escrito a la comunidad sureña en El Monitor de Félix García (q.e.p.d.), el periódico decano de la región, donde dos veces por semana llegué a escribir y publicar hasta tres diferentes columnas de opinión: Cartas Sureñas, Su®eña Plural y El Crítico de Temas; seis ensayos semanales, entre 2006 y 2016.

Se dice que la tercera será la vencida: confío que las páginas del Liberal Mexicano se convertirán en el medio que impulse la agenda en el debate público regional, como lo demostró Andrés Manuel López Obrador en “Las mañaneras”. Como lo comprueban “Las mañaneras del pueblo” de la Presidenta Claudia Sheinbaum. Para que la opinión editorial del Liberal Mexicano prime el debate cultural, contra la “Civilización del espectáculo” sureño, pletórico de bufones, travestistas, comediantes y fantoches capaces de valerse de las peores artimañas para ganarse el favor de un público ávido de diversión ³. 

Y es que esta vez resulta de la mayor urgencia imponerse en la batalla cultural, porque lo que se dirime en México y el sur mexiquense, es la consolidación de la revolución de terciopelo encabezada por Andrés Manuel López Obrador, que ha hecho de la palabra el medio para llevar al triunfo, a las mayorías populares de la República Mexicana en 2018. Revolución Gloriosa que en 2024 convocó al voto de más de 36 millones de ciudadanos, para lograr la  victoria aplastante de Claudia Sheinbaum como primera Presidenta de México.

Revolución “Gloriosa” como la que a que derrocó en 1688-89 al monarca Jacobo II y entronizó a mi tocayo Guillermo de la casa de Orange como Rey de Inglaterra, Escocia, Irlanda y Holanda, y cito a G. M. Travelyan, heredero de una estirpe de historiadores ingleses, “La verdadera gloria de la Revolución estriba no en el mínimo de violencia que necesitó para triunfar, sino en el medio para evitar toda violencia que el ordenamiento de la revolución descubrió para las futuras generaciones inglesas… la gloria corresponde a Guillermo (AMLO) que concibió sagaces y complicados planes para llevarlos a efecto hasta el fin…”

Y es que la batalla política emprendida por AMLO se libró fundamentalmente en el ámbito cultural: “por el bien de todos, primero los pobres”, “No mentir, no robar y no traicionar al pueblo”, “un estado de derecho, no de chueco”, “No puede haber gobierno rico con pueblo pobre”, “Abrazos, no balazos”…  Y en seguida  al restablecimiento de la República o el gobierno de las clases medias, estado político frontera entre las oligarquías y las democracias. En la sanación política de instituciones, leyes y costumbres que hizo del periodo 2018-2024, coyuntura higiénica y terapéutica, para recuperar el poder adquisitivo de los salarios y la dignidad de los mexicanos, para el regreso de la obra pública y el empleo de los ciudadanos armados: soldados y marinos dedicados a tareas civiles de ingeniería y construcción. Los ingenieros militares demostraron que además de trincheras y fortines, son constructores de aeropuertos, vías férreas, sucursales bancarias, escuelas, puentes y carreteras como la que se llevará a  cabo en nuestra región, de Toluca a la costa del Pacífico.

Al igual que en las urnas, el segundo piso de la 4T requiere de la victoria absoluta y sin contemplaciones en la batalla cultural contra la civilización del espectáculo, que no es otra cosa que el discurso hegemónico de las oligarquías globalizadas, el del capitalismo salvaje. Discurso torvo de la fe y las creencias, del éxito y de los sueños, de la especulación, individualidad e indiferencia, del miedo y las noticias falsas.

Civilización del espectáculo o la de un mundo, donde el primer lugar de la tabla de valores vigente lo ocupa la diversión y el entretenimiento, para escapar del aburrimiento. Es empobrecer lo humano,  hacer del vivir una representación y del consumidor real, un simple  consumidor de ilusiones. Pero convertir esa natural propensión a pasarla bien, en una pasión universal y en valor supremo, acarrea consecuencias: la banalización de la cultura, la generalización de la frivolidad, y en el campo de la información a que prolifere el periodismo irresponsable, de la  chismografía, el escándalo, el mal gusto, el cinismo encuerado y la ignorancia divina. Cultura dominante que privilegia el ingenio sobre la inteligencia, las imágenes sobre las ideas, el humor sobre la gravedad, la irreverencia sobre lo profundo, la vulgaridad sobre el talento. Cultura que propicia el menor esfuerzo intelectual. 

Por eso, mi conclusión es que: no está en poder del periodismo por sí solo cambiar la civilización del espectáculo, a la que ha contribuido parcialmente a forjar. Esta es una realidad enraizada en nuestro tiempo, la partida de nacimiento de las nuevas generaciones, una manera de ser, de vivir y acaso también de morir del mundo que nos ha tocado, a nosotros, los afortunados ciudadanos a los que la república mexicana, los principios, la libertad, la autoridad de nuestros padres, los valores que heredamos de ellos, los libros, el arte y la literatura nos han deparado el privilegio de convertir al entretenimiento pasajero en parte de la vida humana y la potestad, en cambio, para contemplar con escepticismo, desprecio y realismo todo lo que aburre, preocupa y nos recuerda que la vida no sólo es diversión, también es trabajo, dolor, misterio, paz, familia y alegría simple, simplemente alegría…. 


*La Jornada # 419, 16 nov 1985
¹ Paradojas de la cultura, Gabriel Zaid, Letras Libres, 27 nov 2013
² Platón Diálogos V: Parménides, Teeteto, Sofista, Político, Ed. Gredos

³ Porque la llamada “clase política” sureña,  está formada por ignorantes de su propia ignorancia que denigran el nombre de México, o que publican panfletos escritos como si tuvieran diarrea verbal peyorativa, misógina, de machismo cavernario, sin más argumentos que parapetarse desde atriles y ritos medievales, “grado 33”.

Vaya un recordatorio a nuestra casa editorial: “La Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales protege los símbolos patrios de México. La Secretaría de Gobernación es la encargada de aplicar las sanciones correspondientes. Las sanciones por alterar la bandera de México pueden ser: Multas de hasta diez mil veces el valor de la Unidad de Medida y Actualización (UMA) vigente. Prisión de tres días a un año. Prisión de un año y seis meses. Amonestaciones con apercibimiento. Arrestos de hasta 36 horas”

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