Monday, December 10, 2012

SIN PALABRAS


Circula profusamente en las redes sociales una advertencia: “El pueblo se ha quedado mudo... el gobierno le ha quitado la palabra” Y debería agregarse al gobierno apoderado de la voz, los agentes que son parte del Estado, a los privilegiados beneficiarios del nuevo orden otra vez reestablecido. Desde el 1 de septiembre no ha habido día en que a través de la prensa, la radio y la televisión, de manera unánime, sin disimulo, orquestadamente, siguiendo todo un script diseñado con la intención de callar, de una censura, por varios frentes, como que cada quien por su lado, de combatir lo que impide legitimar lo que la ley ha sancionado: la protesta, la manifestación, las ideas, la expresión contraria, el rechazo, el repudio.
Son tres momentos bien definidos los que se aprecian en este secuestro de la palabra pública. El “levantón” de la voz popular, gritona, exasperada, insumisa, conciente comienza en el acto protocolario el sábado 1 de diciembre, tras los cercos amurallados, en el estilo tan conocido y practicado en el estado de México. Adentro, en la Cámara de Diputados, Peña Nieto no equivoco una palabra del discurso elaborado. Como un alud, un soplamocos, un manotazo, lo primero a lo que se refirió, el investido Presidente, fue a la forma legal, a la democracia, y las reglas aceptadas. Ni un ápice de vergüenza cruzo por el rostro curtido en tantas batallas (en todas las oficinas publicas mexiquenses se repiten consignas, la mas escuchada es que Peña Nieto no es Pendejo). Menos en el día de mayor envergadura, cuando la conquista de la Presidencia, ¡Al fin! Para un nativo del estado de México, debía ser especialmente solemne.
Sabedor Enrique de la inexpugnabilidad de su sitial, apalabrados los moradores del recinto, protegido por los medios que son causa y destino de su existencia,  Peña no paro de tirar rectos, ganchos, uppercuts en el discurso inaugural: los destinatarios estaban afuera, la mayoría con una gran ingenuidad, en protesta la clase social con mayor grado de conciencia política, quizás mas desesperación, con valentía y alegre determinación, intentaba –y vaya que si lo consiguió- dejar constancia de que México no acepta a un presidente que compro el lugar soberano de la nación.
Como una cascada, más bien como una diarrea infecciosa, se sucedieron las voces ciudadanía, transparencia, certeza, libertad, cordura, tranquilidad, inédito, trabajo, justicia, democracia, moderno, democracia, exitoso, democracia, honradez… Incontinencia verbal en grado superlativo a fuerza de dejar testimonio, solo ser grabado y reproducido a partir de ese momento. Porque nada es verdad, porque el uso perverso del lenguaje político se desgasta, pierde su significado, deja de ser un medio de intercambios ciudadanos y se convierte en un arma mortal de la dictadura.
El segundo tiempo ocurrió entre el sábado 1 y el viernes 7 de la semana pasada. La batalla ahora pasaba a ser propiedad de los sicarios de la información. No hubo un solo medio de comunicación -con excepción por supuesto de PROCESO y la Jornada- que no se declarara indignado por el vandalismo que arruino la Alameda de Marcelo, recién inaugurada. Las escenas de subversión popular no solo fueron profusa y prejuzgadamente difundidas, llamando a la sociedad toda a rechazar a los que se manifiestan, a exigir las mas severas sanciones. No basto con esconder la verdad y proclamar que las “buenas conciencias” no permitirán nunca más el repudio, el rechazo, la expresión popular. Total si se trata de un retorno al pasado, el “carro completo” traería también el tufo diazordacista, uruchurtiano.
Mas la batalla apenas comenzaba, porque en este movimiento envolvente de la razón pública, de por si muy exigua y aturdida, el objetivo táctico era uno y con nombre y apellidos: Andrés Manuel López Obrador. Sobre él apuntaron todas las baterías de los halcones mas vistos, los que medran en los pasquines mas identificados en el vandálico acto de mentir y difamar. No fue sorpresa tampoco que el caballerango que se arriesgo a soltar una lanzada fuera Loret de Mola, el que acuso de manera directa a Andrés Manuel de sembrar odio, de atizar con gasolina. Porque el Peje es el baluarte que resta por vencer, ante la fortaleza de principios que ha demostrado el candidato de las mayorías populares, razonadoras y deseosas de otro país y de otro orden político, muy diferente al que representa el personero impuesto por Salina de Gortari y TELEVISA.
Finalmente la comedia trágica inauguro el tercer acto de la batalla en contra de la palabra pública, entre el viernes y el sábado 8 con la opereta bufa de Joan Sebastian en un Zócalo semivacío y la feliz coincidencia del programa TELETON TO. Entonces si el cambio fue radical, el lenguaje ahora enveneno a la sociedad en la hora de las palabras amor, éxito, capacidades, hermandad, felicidad, unión, triunfo, caminar, futuro, infancia. Cual merolicos callejeros, todos los participantes en el programa de marras no olvidaron la sonrisa –o las lagrimas ya bien calculadas a eso de la medianoche- y el espíritu de superación personal. Ni detenerse a opinar aquí de lo profundamente negativo, tramposo, injusto, repulsivo de este enorme negocio empresarial que conjuga la evasión fiscal, lavado de dinero… bueno… La presencia de dios a cada escupitajo que pronunciaban fue el tono que amarraba una campaña en contra del espíritu de protesta, mientras aun estaban 70 manifestantes detenidos y presos. La suerte o el destino nada manifiesto, deparo un colofón a la batalla inicial del nuevo desgobierno, pues la muerte de la cantante de moda, en trágico avionzazo corono con cereza el pastel de cloroformo, secuestro y rapto de la palabra que ha enmudecido a la sociedad.
“No somos guerrilleros pero pronto lo seremos”…”no somos libres mientras haya un solo detenido” ha sido la respuesta que se repite en las redes sociales, la única alternativa que existe hoy en día en México para mantener la resistencia.  ¿A que, a quien? No se si Puerto Rico sea el destino que tienen contemplado en Washington o mejor dicho en Nueva York, para México, aunque puede ser Corea, dividida –nunca les han gustado los mexicanos y menos los indios campesinos- a los gringos. Una nueva Cuba de congales y cabarets o un espíritu chileno de los aires de Augusto Pinochet. Una mezcla de la España franquista tal vez. Seguramente el destino ya esta diseñado y Peña Nieto advertido y entusiasmado con las recompensas prometidas: En nuestras manos esta impedirlo, en los mexicanos libres, concientes y activistas.

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