Eran
las 6 de la mañana oscura, fresca, húmeda y silenciosa, que se comienza a
romper discretamente, con bellezas cantarinas, con el trinar de las aves, el
piar de los polluelos, el correr del agua que se escucha a lo lejos, conforme
se aclara el día, al despertar el sol y abrirse paso la luz.
Resultan
insuficientes las palabras para expresar lo que registran las sensaciones de la
vista, el oído, el olfato y todo el tacto de la piel; los poros se abren, hasta
la lengua saborea los aromas que se levantan con el nuevo día, el de las flores
y la hierba mojada.
Pero
donde la mañana se convierte en un festival de la naturaleza es en el momento
en que se permite la libertad en las percepciones, aquellas que no se pueden
explicar con palabras y menos con razones Sensaciones extrasensoriales que la
humanidad milenaria ha llamado de diferentes maneras y nombres: magia,
embrujos, encantamientos, divinidad, milagros y que en estos tiempos de la
modernidad banal y ramplona lo atribuyen a una entidad metafísica, invisible,
insolente, ontológica, que de muchas y variadas maneras le llaman y repiten, Dios.
Estoy en Temascaltepec, donde todos los días trato de capturar lo que no veo y no escucho pero que ahí está. Disfruto no ver lo
invisible, sentir más allá de lo que permite mi pequeña vista limitada a un
espectro que no distingue ni los ultravioletas ni los infrarrojos, como lo
hacen los gatos y tecolotes.
Esta
mañana la presencia de mi hija mayor, la primogénita alteró el medio y la
circunstancia y la fiesta del despertar cobró una dinámica diferente. Sentía su
presencia, dormida aun a la hora en que me levanté de la cama, tras salir del
dormitorio de puertas de madera maciza, de pino oloroso, solo abrillantado con
barniz natural. Sabía que el magnetismo de la casa de pisos de barro y con
madera en el techo, construida con tabicones de la tierra de allí mismo,
quemados en algún lugar del rancho, rojos y grandes, sólidos como
piedras, se encontraba en movimiento.
Tras
pasar y lavarme como todos los días, dar la lectura temprana a un capítulo de
“Los pasos de López” de Jorge Ibargüengoitia, la primera que hago como siempre,
antes de todos los antes, escuché el primer ruido alterado de esa mañana, de un
día en la vida… “buenos días” sonó su voz desde la recamara. No sabía lo que me
deparaba esta jornada y por lo cual, como siempre, doy gracias por
vivir.
Me
apuré a poner café de grano, del que traje de Sam’s Club ante la mala
distribución de los cafés locales, los de San Andrés de los Gama de
Temascaltepec y los de Amatepec, que a pesar de la fuerza de su sabor, son
difíciles de conseguir. Es una tarea que podría generar empleos importantes –ya
abundaré en este tema más adelante a la pregunta que me formulara a raja tabla
-en medio de mujeres besos y alcohol, uno de mis buenos amigos, quien preguntó
“¿qué harías para resolver el problema del desempleo?”- en todo caso termino
por apuntar que el precio del kilo de café de Veracruz, comercializado por el
club de precios es $20 pesos menor y viene en un bote metálico con excelente
presentación: hay mucho trabajo por hacer. Pero los ineptos burócratas que van
a saber de la vida (me salí del amanecer bucólico)
Ver
despertar a la hija es un don que merece disfrutarse con pausas y observando
los movimientos, el tono de la voz, la sonrisa, el color artificial del
cabello, la figura casi perfecta, entrenada, el optimismo radiante que contagia
y el humor ingenioso que me provoca sonrisas para adentro. “Tengo una cara que
le cae bien a la gente”, me explicó, puso como ejemplo a Luis Gerardo Méndez,
el actor de moda (Nosotros los nobles), “por eso lo contratan para tantos
comerciales”. Dije que yo también tengo una cara agradable y carcajeándose
exclamo “¡sí, cómo no!”
Bebimos
un par de tazas de café, que ayudan a disfrutar con delicia las mañanas
temascaltepequenses. Es indispensable esta bebida caliente y cargada para
asentar el aura que nos rodea. Eso lo sabemos todos los que hemos resentido el
despertar en este lugar, imantado por el nacimiento de agua, las enormes peñas
que le dan nombre al barrio y los centenarios árboles que brindan sombras y
abrigo a conejos y ardillas, coyote, tecolotes, aves rojas, amarillas, verdines,
los fabulosos tzentzontles que alegran la llegada de la mañana con su canto de
las mil voces, pero hay tórtolas, gavilanes, cuiniques, pajaritos y pajarotes,
armadillos, víboras rayadas, negras y coralillas; mapaches y tlacuaches, ranas verdes que croan, y las
maravillosas luciérnagas que provocaron esta mañana la admiración de mi
chamaca, que brillan con luz propia, como lo hace ahora en su propia vida,
y no faltan las chachalacas que me rezumbaron el recuerdo de su madre, tan
presente también en la misma vida de la hija que me causa orgullo.
Tras
conversar animadamente de muchos temas, Diana y yo nos concentramos en el
problema que provoca la deslealtad de la gente. De la desgracia que significa
la belleza de Temascaltepec pero la demencial condición de vida que se
transpira en un pueblo cerrado y apático, en contraste con la fealdad de
Tejupilco, escandaloso, peleonero y agresivo pero con movimiento y gente que
sueña y respira, se mueve y mantiene la imaginación de tantas cosas que no se
han olvidado. Luego viajamos a Tejupilco para abrir la librería “La WeB ó N@D@”
y allí pasaron muchas cosas que voy a platicar ahora.
Es
indudable que en este establecimiento solo entra la mejor gente de la región,
incluyendo algunos despistados que toman sentido de la vida al momento de
cruzar el umbral que separa la luz de la ignorancia. Era temprano aún cuando
comenzaron los diálogos y tertulias. Me visitó una señora con una camisola
color de rojo que traía grabado el nombre de Lino Garcia en un lado del pecho.
Fue
interesante recibir una invitación del candidato del PRI a la Presidencia
municipal de Tejupilco, porque es el primero que lo hace (¿será el único?).
Entré en dialogo con la activista y fue de trato amable. Me percaté que además
de ánimo (¿interesado?) la señora no sabe más y no puede decir otra cosa –“le
voy a traer uno de los papelitos donde vienen los compromisos de Lino”- Le dije
que no me interesan las promesas y fantasías y que me gustaría conocer su plan
de gobierno. Estoy absolutamente seguro que ni Lino Garcia sabe que carajos va
a hacer y solo está en la puja por conquistar el poder por el poder. Títere de
un cacique, el candidato del PRI podrá ser una buena persona, pero el sistema
es corrupto y el poder corrompe absolutamente, es axioma.
Un
domingo de poca clientela, lamentablemente el comercio desleal que
se apodera de la plaza pública de Tejupilco afecta gravemente la actividad
comercial establecida. Las campañas políticas dañan aún más que la
informalidad. La gente anda a tontas y locas, chismosea, pregunta sin bases,
dice y contradice. No hay sentido, es tan bestial el sistema electoral
mexiquense que se olvidan los nombres de los institutos políticos y se reduce
todo el proceso electivo a rojos, azules o amarillos: patético…
Hago
un breve paréntesis para señalar un segundo momento respecto a la pregunta que
me formulara uno de los “asesores” del Presidente municipal (¿en funciones?) de
Tejupilco, ya dije que sobre el empleo y las medidas que se deben tomar para
solucionarlo. Debo señalar que la vida en estos pueblos hace que la gente se
imagine que los problemas se arreglan con recetas, pócimas y píldoras de acción
inmediata y no es así. Pero una de las medidas que se deben tomar de manera
inmediata si de verdad se desea solucionar el desempleo y la falta de ingresos
entre la gente, es cortando de manera radical el comercio informal, que
aparentemente resuelve situaciones particulares transitorias, de ocupación y
economía: urge erradicar la venta de mercancía “pirata” y las bases de taxis
que colonizan todo el espacio urbano del pueblo. Pero los burócratas, los
llamados “políticos” no son capaces de entender una ecuación sencilla de la
economía básica, ni les interesa y les “vale madres”
Ayudé
a un joven padre de familia que buscaba en libelos de superación personal,
entender la nueva dimensión que le genera la presencia de un hijo. En vez de
comprar las fórmulas de Walter Risso o Miguel Ruiz que cuestan entre 230 y 270
pesos, se llevó Edipo Rey, El Rey Lear y las Fábulas de Esopo por $100 y va a
ser un mejor Padre de Familia y el hijo querido comenzará una vida superior al
de los otros vecinos.
Pero
el día se convirtió en un don tangible cuando coincidieron dos eventos inesperados
y por eso asombrosos. Primero fue recibir el aviso de que me visitarían un
grupo de amigos que merecen mi reconocimiento periodístico. Son exponentes de
una comunicación que por radio, televisión y prensa han dejado constancia y
sentado bases indiscutibles. ¿Invitas el tequila? Me preguntaron y tras mi
afirmativa ficta, quedaron en llegar en treinta minutos.
Y entonces me toco presenciar una aparición ("Mother Mary comes to me. Speaking word of wisdom let it be...). Parecía un espectro que fue tornasolándose
en un ángel. El primer contacto trató de la venta de un par de publicaciones
religiosas, una con un imagen de lo que le llaman Sagrado Corazón y la otra no
alcancé a fijarme, porque ya veía los ojos y la boca que sonreía con paz… ese
fue el encuentro cercano del segundo tipo. Vi que me veía y sonreía, una paz
que contagiaba.
Le
dije que yo soy ateo y ella comenzó un argumento conocido, el de “dios lo he
sentido”, “dios está conmigo”. De unos 20-25 años, la “hermana” ataviada con
tocado en la cabeza y falda a los tobillos color azul lavanda, no me dijo su
nombre y olvidé también la orden religiosa a la que pertenece.
Pero
me di cuenta que estaba enganchada conmigo y que atendía con paciencia y gusto
lo que decía y por eso entré en modo “amabilidad”, es decir entonar la voz,
usar un lenguaje cortes, conducir el lenguaje corporal con afabilidad y
confianza, apaciguar los demonios que me habitan y se excitan ante la presencia
del fanatismo religioso y la sacralidad de lo prohibido.
Ya
dije que no supe su nombre y en eso podría encontrar similitudes a la escena
primera del encuentro de Marlon Brando y María Schneider en El Último tango en
Paris, la de Bertolucci. Creo que no fue necesario saber cómo llamarnos.
Dije
que tenía más experiencia que ella y notaba el vibrar de su labio inferior. No
dejaba de mirarme a los ojos, su mirada inteligente. Me observaba ella tanto,
como yo a ella. Le platiqué de la vez que en la iglesia del Buen Tono en las
calles de Ayuntamiento, sentí la última llamada de lo que imaginaba como divino
y que a pesar de ser tocado entre miles, renuncié al mundo de las casualidades
y las probabilidades, al de los dogmas y de la fe ciega y, allá
por mis lejanos 16 años me liberaba de miedos y cadenas.
Desde
entonces no he dejado de buscar en la razón y en la realidad las causas de lo
que me sucede y de ensayar explicaciones a lo que es necesario comprender y
entender. Me he valido del conocimiento y de la ciencia, de la información y la
experiencia, le decía. Y en tanto desarrollaba mis argumentos, notaba el
encantamiento que pasmaba a mi nueva amiga. Le hablé del ajedrez y las
millonadas de combinaciones y de la vida y de la superioridad sobre el tablero
de los 64 escaques. El flechazo era inevitable. Estaba a punto de pasar al
encuentro cercano del tercer tipo, cuando llegaron ellos y ahora me dispongo a
tarearear la parte final de la rola eterna de “Cartón piedra” de Joan Manuel
Serrat… Solo que en la sonata de Machado y musicalizada por el Serrat mas
anticlerical y revolucionario, “ellos” eran los loqueros del manicomio y Aquí
en Tejupilco, los que arribaron a la librería eran locos de atar.
El
primer orate que se bajó de lo que parecía “La nave de los locos” del Bosco y
que inmediatamente se postró a los pies de mi amada cautiva fue el actor, que
caracterizado como Don Juan Tenorio, besó la mano de mi conquista que se
alejaba espantada por los picaros seductores. Toda una lanzada adulterina, pero,
entre cuates se comparte todo…
Mi
“Brother” y súbitamente rival de amores, abría los ojos y exclamaba “soy un hijo de dios”…
“creo en dios” pensando que así conquistaría el corazón de la virginal monjita.
Mi diagnostico, por el contrario apuntaba en otra dirección. Tuve tiempo de
clavar una banderilla al decirle antes de que saliera huyendo, a la “Sor Juana”,
que al verla me recordó The sound of music” y ¡Ohhh! por increíble que les
parezca, amigos lectores, la monja sonrió abiertamente porque sabía que es la
película que se tradujo en México como “La novicia rebelde” y que trata del
amor de una bella religiosa por un viudo rico.
La
vi partir, no sin antes concluir este día con la llegada también, como todo en
este día, inesperada de un amigo que
llevaba mucho tiempo olvidado de mi existencia, sabedor de que no soy afecto a
los excesos ni a las salidas, las parrandas ni francachelas, pero en compañía
de un par de mujeres me dijo, “me acompañas” te “toca ella”… altota, grande,
bien buenototota, con unos ojos verdes hermosos, de Luvianos: dije
inmediatamente si acepto.
Terminaré
este relato con dos imágenes derivadas de un día inspirado en la canción de los
Beatles… Son el tocamiento de piel, las caricias y los besos apasionados, la
cerveza y los clamatos, la aventura y la sorpresa… Por la noche, en cambio, el inconsciente
que me habita cobro factura: soñé una niña vestida de blanco, que en la primera
escena onírica, que las reminiscencias diurnas me traen a la memoria, me abraza
y tomada de mi mano no se separa de mi… luego, en otra parte del sueño, me veo
regresando por la niña, que ahora duerme en el regazo de la madre
feroz y horripilante, que mira con furia como la extraigo de entre sus piernas,
porque quiero estar con ella… (Gulp) Freud ¡help! me we have a problem… Esta leyenda va a continuar...
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