Publiqué
el 25 de enero, en la edición No. 7 de Liberal Mexicano un ensayo que
deliberadamente lo concluí con estas palabras: “… haré por ahora un adelanto
del remedio contra el Malestar en la Cultura: un diccionario no es solamente un
catálogo de noticias, de un mismo género, ordenadas en forma alfabética.
Larousse advierte sobre la etimología latina de dictionarium o acción de decir…”
De uno de los diccionarios que mejor conozco y reconozco, pues yo mismo participé de muchas maneras en su elaboración, organización, edición y publicación, del Diccionario Clásico y Literario de la Democracia Antigua y Moderna, de Patricio Marcos, es de donde tomaré las citas para analizar el recorrido de la palabra LIBERTAD, su naturaleza y papel que es esencia de la felicidad, no sin antes ser la ruina de los que se exceden y padecen sus efectos perniciosos.
Veamos a continuación algunos gazapos literarios por esquivos, que
pueden ser joyas del lenguaje, que adornen a aquellos interesados en una vida
política, que antes que idea o concepto es un género comunitario de vida, una
vida elegible frente a la vida pasiva o dormida. El desafío radica en transitar
de la vida pasiva a la vida despierta, incluso con pretensiones de arribar a la
vida sabia para hombres y mujeres… “que exige del lector de este Diccionario,
de un esfuerzo propio insustituible para conquistarlo…”
Jugada audaz en un contexto de pesimismo creciente, sobre los poderes
de la literatura para ayudar a los lectores a entender mejor la complejidad
humana, mantenerse lúcidos sobre las deficiencias de la vida, alertas ante la
realidad histórica e indóciles a la manipulación de la verdad por parte de los
poderes constituidos, que para eso se creía que servía la literatura, además de
entretener…
1. LIBERTAD (codicia y gloria del estado popular. Platón)
Platón advierte sobre la
conveniencia de plantear su antecedente, la causa de la quiebra del estado
oligárquico, bancarrota de la que nace la democracia a través de una revolución
popular.
Las preguntas retóricas forman
parte de la mayéutica practicada por Sócrates. En ellas aparece la razón por la
que sucumbe el Estado oligárquico dando paso al Estado democrático: Pregunta
Sócrates: ¿No es cierto que el exceso de riquezas es el bien que el oligarca se
propone para sí mismo, y los medios por los cuales dicho bien es conservado? ¿No era también esa misma lujuria insaciada de
riquezas y la negligencia de todas las demás cosas –negligencia debida al afán
de hacer dinero-, la ruina de la oligarquía?... Y ahora tercia ¿La cosa que a
la democracia también le acarrea su disolución no es la avidez de eso que es la
definición y el criterio de su bien? ¿Qué bien, le preguntan a Sócrates?... Contesta,
Sócrates: la libertad, la cual, como
te dicen en una democracia, es la gloria del Estado, y es por esta razón que
los hombres de espíritu libre quieren vivir únicamente en esta Ciudad… Más iba
a contestar –agrega Sócrates- que la codicia de libertad y su exceso, así como
la negligencia de todas las demás cosas, cambia a esta constitución y preparan
el camino hacia la necesidad de la tiranía.¹
2. LIBERTINAJE: (hacer y decir lo que viene en gana.
Platón)
Al responder a la pregunta sobre
la forma de vida y la clase de gobierno de la democracia, Platón hace decir a Sócrates: como es el gobierno así es el hombre².
En primer lugar, ¿no serán libres y la ciudad no estará asfixiada de
libertad y licencia para que el hombre diga y haga lo que le venga en gana…, y
donde hay licencia, el individuo no tiene el poder de ordenar como le plazca su
propia vida?
“Cuando una ciudad sedienta de libertad y gobernada democráticamente, consigue a escanciadores alevosos en calidad de líderes y presidentes del festín, una vez intoxicada por beber en exceso el vino fuerte de la libertad, castiga entonces a sus así llamados gobernantes, y si estos no son enteramente condescendientes con ella negándose a servirles bebida copiosamente, los llama a cuentas y los castiga tachándolos de villanos y oligarcas malditos”.
Sócrates exhibe esta nota sobresaliente del Estado democrático a través de una metáfora mordiente, centrada en la consecuencia más destacada que produce el régimen popular, el rapto intoxicante arraigado en la reivindicación permanente de la libertad, entendida como derecho para que cada quien haga y diga lo que le plazca: “Los elementos de esta construcción literaria son los siguientes: 1. La democracia se compara a un cuerpo intoxicado, sediento, ávido de bebida, conminado por el ansia de la embriaguez; 2. La libertad se parangona con el efecto de los vinos fuertes; 3. Los dirigentes del régimen popular a quienes de plano se les niega el nombre de gobernantes, ya que en vez de educar se dedican a corromper al pueblo, a deseducarlo y a traicionarlo, se equiparan a escanciadores y presidentes de banquetes o festines.”
Bajo estas condiciones, el Estado democrático es diagnosticado de alcohólico sin remisión, con las connotaciones etílicas del caso: perturbación, trastorno de la imaginación y de los sentidos, adormecimiento, pero sobre todo pérdida de la razón. Estado borracho, alcoholizado por la libertad, o como dicen los angloamericanos con su tendencia e inventiva para ahorrar en todo, inclusive con el lenguaje, libertahólico.
Si la analogía es exacta, entonces lo atribuido por Heráclito a los alcohólicos puede predicarse indistintamente acerca del hombre, de la familia y del Estado democrático, ya que a semejanza del adulto que se embriaga, el hábito y su apetito desmesurado de libertad los hace: “…ser conducidos por un niño púber, y tambalearse, ignorando por dónde caminan, por tener sus almas húmedas”.
Si una metáfora consiste en decir o escribir una palabra por otra, entonces conviene advertir que si la voz alcohólico sustituye a la de libertinaje, entonces conviene tomarse en serio la gravedad y las consecuencias de este diagnóstico, pues tal y como la adicción del alcohólico le resulta destructiva, así para el demócrata la libertad resulta también algo indispensable, necesario e imprescindible, no obstante su rasgo aniquilante o suicida.
Así
como al alcohólico puede matársele si se le retira abruptamente toda bebida
para someterlo a un régimen de abstinencia forzosa, reduciéndolo al agua,
ocurriría lo mismo con el demócrata si, en vez de reeducarlo lentamente para
que se desprenda de su segunda naturaleza por él mismo,
permitiendo
así la restauración de su naturaleza originaria o su vuelta a ella, que él no
podrá no percibir sino en calidad de ofensa y castigo frente al exceso tóxico
al que está acostumbrado, la enfermedad que le hace sentir bien y de cuya purga
pueden resultar consecuencias fatales.
Por eso la sentencia de Heráclito es certera, toda vez que además de centrar el carácter húmedo de las almas en la ignorancia del camino que llevan, sugiere que cuando un alma ha roto todo límite interno, lo primero es comenzar a poner algunos límites externos, de tal suerte que ella misma pueda después recoger y recortar su existencia derramada, como cuando un hormiguero en el que todas las hormigas están fuera de casa, necesita de tiempo para que vuelvan a ella…
4. LÍMITES. (Su ausencia en niños, borrachos, locos… asimismo en demócratas,
oligarcas y tiranos. Platón)
Luego de describir las
consecuencias del deseo insaciable de libertad, ese que las constituciones
democráticas convierten en fin por considerarlo un bien, el bien supremo y
absoluto, Platón concluye con la siguiente interrogación: En vista de esto ¿la libertad puede tener algún límite en la
democracia?
La pregunta formula una auténtica
paradoja, pues el concepto de límite es inseparable de la definición de la
libertad. El discípulo mayor de Platón, Aristóteles afirma que la carencia de
libertad responde a la existencia de obstáculos que pueden ser de dos clases:
internos –del alma y del cuerpo- y externos –de bienes materiales- Pero si
dichos impedimentos arrebatan la capacidad de ser libre, el exceso de libertad
igualmente arruina al ciudadano por ser el extremo contrario, el cual conduce
también a la carencia de libertad.
Por eso Heráclito asevera que las
almas secas son mejores a las húmedas debido a que poseen límites internos, de
donde concluye que los niños, los borrachos y los locos requieren, como el agua
desbordada, límites externos para ser contenidos. También demócratas, oligarcas
y tiranos por ser personas destempladas se aplica a ellos la carencia de
fronteras, a pesar de que en mayor o menor grado, todos ellos simulan tener
poder para contenerse.
5. COROLARIO: De donde se sigue que es libre quien puede y sabe gobernarse,
sólo si no enfrenta obstáculos internos
e impedimentos externos, pues cuenta con los bienes del alma, del cuerpo y los
bienes externos que le permiten desplegar una vida propia sin ataduras.
En Tejupilco y la “tierra caliente”,
como sucede en todo México, hay que reeducar al pueblo con vida política: vida
activa, despierta, en constante cambio, libre, justa, sensible y prudente,
administrada por la inteligencia imaginativa, que haga de la valentía
ciudadana, su virtud cardinal. Vida política significa el carácter real, que da
el gobierno propio. La autarquía, el poder de ser principio de uno mismo:
deliberaciones, decisiones, en general, acciones ante causas externas.
Que uno mismo sea principio o padre de sus propias
acciones, sin interferencia de terceros reales o imaginarios coloca a la libertad no en calidad de fin,
que solo lo es para quienes carecen de ella, sino como un bien intermedio e indispensable para alcanzar y conservar las excelencias más
elevadas que conducen a la vida
feliz.
¹ Platón La República VIII (1107)
² Platón La República VIII (1108)
Al llegar a este apartado final,
habrá que celebrar, caro lector y amigo la publicación del décimo número de
este esfuerzo periódico al que siguen afectando los “duendes” de edición, pero
ahí me detengo en la conseja paternal “echando a perder se aprende”. Pero ustedes
amigos sureños, igual que todo el mundo conocido, pueden volver a leer y opinar
sobre todos los textos que he publicado a lo largo de 25 años en Cartas Sureñas:
https://temascaltepec.blogspot.com/2025/02/liberal-y-mexicano.html