El aumento en los salarios mínimos en México, que lleva las percepciones de los trabajadores a $1500 pesos al mes, obliga a la comparación con dos casos ilustrativos: España donde el salario mínimo para un lavaplatos es de 9 mil pesos y sobre todo California, donde el ingreso al mes es de $21 mil pesos por el mismo trabajo.
Es evidente amigos el escenario montado para nosotros, los mexicanos. Educación pública de ínfima calidad, nula formación. Garantía de que los jóvenes egresados no sepan leer ni escribir; hablar o razonar. Simulacro educativo, traición a la patria, botín para mercaderes, escuelas patito expendedoras de títulos caseros, al vapor. Deformación intelectual, ignorantes sistemáticos, carencia de medios, carne de cañón. Política deliberada para empujar a nuestros hijos a emigrar al norte; hacer los trabajos que decía el déspota de Fox, ni los negros quieren hacer, y apostar en el mercado laboral gringo, a bajar los salarios ofrecidos por los patrones yanquis. Porque nuestros desesperados paisanos, en la eufemísticamente llamada tierra de las oportunidades, están dispuestos a recibir mucho menos que los 2 mil dólares mensuales, pagaderos como mínimos para los trabajadores legales, mucho menos aún que los salarios de los ciudadanos gabachos.
Por eso es tan importante saber de historia, entender que Estados Unidos se fundó sobre el trabajo explotado e importado de manera ilegal. Ese es su destino manifiesto. Siempre ha sido así y toda la historia gringa gira en torno al aprovechamiento de mano de obra barata y si es regalada mejor. Les invito a leer la obra maestra de Steinbeck “Las Uvas de la Ira” Un retrato exacto, poético, del despojo, saqueo, engaño y desplazamiento de los hombres del campo norteamericanos del siglo pasado. Es entender la vida gringa como una apología de la mentira libertaria: que la dichosa liberación de los negros por Abraham Lincoln, o la Guerra Civil entre Norteños y Sureños, o la libre empresa. La apropiación de mano de obra para producir y para comprar, es la esencia imperial. Es la confirmación anticipada por Carlos Marx: la riqueza la origina el trabajo y la plusvalía, generada es apropiada inescrupulosamente por los capitalistas.
Y en ese ordenamiento mundial, los gobiernos mexicanos, los tecnócratas, de Miguel de la Madrid a la fecha, particularmente los de Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo, han entregado todo, incluso el poder político y la soberanía de la nación a gobiernos retrogradas y reaccionarios, y Fox y Calderón, han aceptado el papel comparsa, sátrapa, de proveedor de materia prima, de mano de obra y mercado de consumo.
Es el México de los contrastes y desigualdades, dividido, reprimido, controlado y manipulado. México herido, violentado, expoliado y despreciado. Ya no hay duda que ese capitalismo impuesto, moderno, salvaje, se ha propuesto acabar con todas las garantías sociales, con las pistas de hielo y los apoyos a los viejitos, con Oaxtepec y deportivos, la educación pública, los ejidos y cooperativas, la libertad de conciencias y el libre albedrio, con todo lo que impida llegar al paraíso consumidor. Y el magisterio y el SNTE y los sindicatos charros, los de PEMEX, los de Napito, electricistas se han confabulado y sometido a este propósito; ya el PRI no vacila en conducirse en sintonía con el PAN y el ala convenenciera y acomplejada, atormentada del PRD también. Periódicos y televisión, sacerdotes y monjas. Todas las fuerzas y poderes organizados, con el único propósito de hacer de México un negocio para el extranjero.
Es evidente amigos el escenario montado para nosotros, los mexicanos. Educación pública de ínfima calidad, nula formación. Garantía de que los jóvenes egresados no sepan leer ni escribir; hablar o razonar. Simulacro educativo, traición a la patria, botín para mercaderes, escuelas patito expendedoras de títulos caseros, al vapor. Deformación intelectual, ignorantes sistemáticos, carencia de medios, carne de cañón. Política deliberada para empujar a nuestros hijos a emigrar al norte; hacer los trabajos que decía el déspota de Fox, ni los negros quieren hacer, y apostar en el mercado laboral gringo, a bajar los salarios ofrecidos por los patrones yanquis. Porque nuestros desesperados paisanos, en la eufemísticamente llamada tierra de las oportunidades, están dispuestos a recibir mucho menos que los 2 mil dólares mensuales, pagaderos como mínimos para los trabajadores legales, mucho menos aún que los salarios de los ciudadanos gabachos.
Por eso es tan importante saber de historia, entender que Estados Unidos se fundó sobre el trabajo explotado e importado de manera ilegal. Ese es su destino manifiesto. Siempre ha sido así y toda la historia gringa gira en torno al aprovechamiento de mano de obra barata y si es regalada mejor. Les invito a leer la obra maestra de Steinbeck “Las Uvas de la Ira” Un retrato exacto, poético, del despojo, saqueo, engaño y desplazamiento de los hombres del campo norteamericanos del siglo pasado. Es entender la vida gringa como una apología de la mentira libertaria: que la dichosa liberación de los negros por Abraham Lincoln, o la Guerra Civil entre Norteños y Sureños, o la libre empresa. La apropiación de mano de obra para producir y para comprar, es la esencia imperial. Es la confirmación anticipada por Carlos Marx: la riqueza la origina el trabajo y la plusvalía, generada es apropiada inescrupulosamente por los capitalistas.
Y en ese ordenamiento mundial, los gobiernos mexicanos, los tecnócratas, de Miguel de la Madrid a la fecha, particularmente los de Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo, han entregado todo, incluso el poder político y la soberanía de la nación a gobiernos retrogradas y reaccionarios, y Fox y Calderón, han aceptado el papel comparsa, sátrapa, de proveedor de materia prima, de mano de obra y mercado de consumo.
Es el México de los contrastes y desigualdades, dividido, reprimido, controlado y manipulado. México herido, violentado, expoliado y despreciado. Ya no hay duda que ese capitalismo impuesto, moderno, salvaje, se ha propuesto acabar con todas las garantías sociales, con las pistas de hielo y los apoyos a los viejitos, con Oaxtepec y deportivos, la educación pública, los ejidos y cooperativas, la libertad de conciencias y el libre albedrio, con todo lo que impida llegar al paraíso consumidor. Y el magisterio y el SNTE y los sindicatos charros, los de PEMEX, los de Napito, electricistas se han confabulado y sometido a este propósito; ya el PRI no vacila en conducirse en sintonía con el PAN y el ala convenenciera y acomplejada, atormentada del PRD también. Periódicos y televisión, sacerdotes y monjas. Todas las fuerzas y poderes organizados, con el único propósito de hacer de México un negocio para el extranjero.
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