Sunday, January 27, 2008

EL RITO CATÓLICO Y EL MUNDO AZTECA

Per omnia secula seculorum… kirie eleison… Gloria et nunc et semper… ora pronobis… que el ingenio popular, ha traducido en la liturgia callejera de las posadas por el simpático “ora por donde…”
Entre muchas de las afrentas que se vuelven a sufrir en nuestro México, resulta que otra vez la celebración de las misas se hará en latín, para desgracia o júbilo de aquellos devotos católicos de misa obligada, y que dejo de hacer dormitar a los feligreses que acudían a las iglesias, hace más de 40 años.
Y conozco los argumentos a favor, de los cantos gregorianos, las velas encendidas, el olor de los inciensos, las altas cúpulas y el andar pausado. Con el responso y los salmos ininteligibles, a cualquiera se le aparecen ángeles y visiones. Son estados de hipnosis colectiva.
La realidad es que son actos de poder. Contrariar y retar a un Estado Político sin fuerza ni orden moral. Exactamente el mismo síntoma que enfrenta al narcotráfico, en contra de las instituciones policíacas. Aunque unos se encarguen de envenenar a la clientela, con drogas y otros con encantamientos, probadamente efectivos.
Habría que recordar los orígenes del Estado Mexicano. Fundado en base a las raíces de dos estados monárquicos, teocráticos y republicanos: el azteca y el español.
Estados gobernados por el Uno, el Uey Tlatoani y el Rey Emperador; ambas civilizaciones ordenadas por leyes y credos religiosos severos. Monoteísta el español, acompañado de ejércitos de santos y de órdenes clericales, tan diferentes entre sí como los jesuitas y los franciscanos, los templarios y los dominicos. En cambio el panteón prehispánico, el del imperio azteca dominante, es adoptado y adaptado de la riqueza politeísta natural de sus antecesores. Y Tlaloc, Xipe Totec o el Tloque Nahuaque, conviven de manera desigual con Huitzilopochtli, y su hermana la Coyolxahuqui, Coatlicue o Tezcatlipoca No se entiende la aventura de la conquista sin partir de este marco religioso.
A su vez, los dos Estados en pugna respondían desde entonces a formas de organización republicana, tan diferente a las democracias que son justamente y por ello antagónicas en la lógica de su existencia política.
Estados organizados en torno a los ciudadanos armados. Monarquías sustentadas en la guerra como principio y fin de su existencia. A unas, les llamaban las guerras Floridas, la inexplicable captura de rivales para ofrendar a sus sanguinarios dioses. Los europeos, en cambio, en búsqueda de una ruta alterna por donde llegar a la legendaria Catay, la tierra de las especies y calidades. La China de hoy.
Estados preocupados por el cuidado de los súbditos ciudadanos. El mundo prehispánico a través del Calpulli. La colonia Española por medio de la encomienda. Dos mundos tan opuestos como iguales. Los aztecas, dueños y amos del mundo conocido, los aztecas de Izcoatl, Axayacatl y Moctezuma Ihuilcamina, temerosos de las asechanzas de la deidad caída, del Qutzalcoatl avergonzado y amenazante con su regreso. Los españoles, mezcla de inmigrantes y delincuentes aventureros. Decididos a darle la vuelta al mundo con tal de sazonar la comida, después de la derrota militar, ante el mundo musulmán que desde la Meca y Medina advertía al continente europeo, de la superioridad de sus creencias en Mahoma y Alá.
Han pasado más de 500 años y persisten las estructuras, regresan los ritos y el mundo que el Renacimiento desveló, el del saber y la filosofía; las máximas y entendimiento, se precipita de nueva cuenta en los abismos de la oscuridad, la persecusión y la tortura.
No obstante no ha cambiado en México el principio que establece que la propiedad de la tierra, desde la conquista misma en 1521, es una concesión, herencia de la costumbre prehispánica y del principio monárquico español que dicta que todas las tierras pertenecen al Rey.
En nuestra máxima ley se establece que todas las tierras, aguas y espacio aéreo pertenecen originalmente a la nación (entelequia constituyente), única soberana para otorgar en modal concesión, el usufructo de la propiedad. Por lo tanto no existe la propiedad privada.
Sin embargo ya hasta Virrey tenemos otra vez, y se llama Juan Camilo Mouriño. Gallego de nacimiento, hijo de padre y madre española, aunque se insiste en que esta última, mexicana por naturalización.
¿Saben la fama que se gastan estos testarudos negociantes, verdad?: Ya saben que dijo un gallego cuando supo que su esposa lo engañaba con su mejor amigo…. “Voy a matar a mi perro”…. Y saben ustedes que dijo una gallega cuando al momento del parto pregunto por su bebe y el doctor le explico que estaba bien, pero había tenido que ponerle oxígeno… dijo ashh yo quería que se llamara Juan Camilo.

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