Aniversario 70 de la Expropiación Petrolera por Lázaro Cárdenas
El mundo neoliberal, es solo un término utilizado para llamar de otra manera, el estado de guerra que se vive entre naciones. Confusión de términos, la virtud en el dar y en el tomar, la liberalidad en los bienes, se confunde con el de libertad. Diógenes de Sinope decía que Alejandro Magno era siervo de sus siervos: el miedo, la lujuria y la ira. Joaquín Sabina afirma que solo es libre quien no depende del automóvil y del celular. La libertad es la conquista del fantasma interior. Y la guerra hay que entenderla como lo que es: la continuación de la política, pero por otros medios, sentencia Von Klausewitz.
Si de la política devienen los ejemplos grandiosos, entonces hacer política es educar y los pueblos así, saben obedecer y atender a las virtudes de sus gobernantes. Cuando no, la política busca imponer la voluntad del uno, a sus adversarios: bien con argumentos, otras con premios o castigos, si no, con el uso de la fuerza. Justo es que cada pueblo tenga, el gobierno que se merece.
Pero cuando el uso de la fuerza se vuelve indiscriminado, entonces ya no se hace política, es un estado de guerra. Las guerras modernas se libran con balas, pero también con producción y tecnología. El comercio es guerra incruenta, no reglamentada por la sangre, pero guerra, más allá de la política. Las guerras modernas se libran con productos, mentiras y vendedores.
Por eso afirmo: vivimos en un estado de guerra, contra el poder imperial de los Estados Unidos, decididos a someter la voluntad de nuestro país, claramente en el mercado del petróleo
Sin decir que el problema es que el crudo desde medio oriente, les cuesta a los norteamericanos, la friolera de 300 dólares por barril; 100 dólares por petróleo y 200 por cada barril, por los ejércitos estacionados, en los territorios de Iraq y Afganistán.
Arrecian los ataques en contra de Hugo Chávez, los de siempre contra Cuba, cualquier pretexto es bueno con tal y dividir una unidad latinoamericana, nunca alcanzada hasta la fecha. El bombardeo a las FARC en Ecuador tendría esta lectura.
Porque la premura en extraer el oro negro, enterrado en medio del golfo, nombrado por México, con la amenaza de que la dona que se forma con los límites impuestos por el derecho internacional, el de las 200 millas náuticas y no las 12 que solo reconoce el imperio yanqui, serán objeto de perforación. Por eso y el riesgo del albur involuntario
Es bien conocido que la bonanza petrolera alardeada, primero, desperdiciada, después y mal administrada en tiempos de López Portillo, fue producto de los atinados y generosos presupuestos canalizados por Luis Echeverría Álvarez, a la exploración, investigación y desarrollo tecnológico de PEMEX; así como la patriota dirección, en manos de Don Antonio Dovalí y de Don Jesús Reyes Heroles, el padre y no paradojas de la vida, el hijo, que hoy, dirige el desmantelamiento de la empresa, que su padre ayudó a construir.
Desaparecido el Instituto Mexicano del Petróleo, por obra y gracia de la tecnocracia que solo convalida ganancias, sin atinar riesgos, me pregunto ¿Qué sería, si en vez de empeñarse en engañar a los mexicanos, a nosotros, Felipe Calderón intentara quitarse el mote de pelele, con el anuncio, inimaginado, de que del excedente de casi 50 dólares por barril exportado, en relación al precio utilizado para organizar el presupuesto federal, se destinaran jugosos partidas a empresas, institutos o escuelas, para desarrollar las técnicas indispensables y llegar al fondo de los océanos o a las cimas de los volcanes? Y si no comprarlas, rentarlas o robarlas…En vez de insistir, en la entrega de nuestro recurso más valioso a empresas extranjeras piratas, los filibusteros contemporáneos.
Educar con la política, para deshacer los fantasmas del miedo, lujuria e iracundia, claramente observados en los jóvenes perdedores del futbol olímpico. En vez de mantener una educación pública que confunde a la juventud, mientras la fuerza pública somete, con el poder de las armas.
Si de la política devienen los ejemplos grandiosos, entonces hacer política es educar y los pueblos así, saben obedecer y atender a las virtudes de sus gobernantes. Cuando no, la política busca imponer la voluntad del uno, a sus adversarios: bien con argumentos, otras con premios o castigos, si no, con el uso de la fuerza. Justo es que cada pueblo tenga, el gobierno que se merece.
Pero cuando el uso de la fuerza se vuelve indiscriminado, entonces ya no se hace política, es un estado de guerra. Las guerras modernas se libran con balas, pero también con producción y tecnología. El comercio es guerra incruenta, no reglamentada por la sangre, pero guerra, más allá de la política. Las guerras modernas se libran con productos, mentiras y vendedores.
Por eso afirmo: vivimos en un estado de guerra, contra el poder imperial de los Estados Unidos, decididos a someter la voluntad de nuestro país, claramente en el mercado del petróleo
Sin decir que el problema es que el crudo desde medio oriente, les cuesta a los norteamericanos, la friolera de 300 dólares por barril; 100 dólares por petróleo y 200 por cada barril, por los ejércitos estacionados, en los territorios de Iraq y Afganistán.
Arrecian los ataques en contra de Hugo Chávez, los de siempre contra Cuba, cualquier pretexto es bueno con tal y dividir una unidad latinoamericana, nunca alcanzada hasta la fecha. El bombardeo a las FARC en Ecuador tendría esta lectura.
Porque la premura en extraer el oro negro, enterrado en medio del golfo, nombrado por México, con la amenaza de que la dona que se forma con los límites impuestos por el derecho internacional, el de las 200 millas náuticas y no las 12 que solo reconoce el imperio yanqui, serán objeto de perforación. Por eso y el riesgo del albur involuntario
Es bien conocido que la bonanza petrolera alardeada, primero, desperdiciada, después y mal administrada en tiempos de López Portillo, fue producto de los atinados y generosos presupuestos canalizados por Luis Echeverría Álvarez, a la exploración, investigación y desarrollo tecnológico de PEMEX; así como la patriota dirección, en manos de Don Antonio Dovalí y de Don Jesús Reyes Heroles, el padre y no paradojas de la vida, el hijo, que hoy, dirige el desmantelamiento de la empresa, que su padre ayudó a construir.
Desaparecido el Instituto Mexicano del Petróleo, por obra y gracia de la tecnocracia que solo convalida ganancias, sin atinar riesgos, me pregunto ¿Qué sería, si en vez de empeñarse en engañar a los mexicanos, a nosotros, Felipe Calderón intentara quitarse el mote de pelele, con el anuncio, inimaginado, de que del excedente de casi 50 dólares por barril exportado, en relación al precio utilizado para organizar el presupuesto federal, se destinaran jugosos partidas a empresas, institutos o escuelas, para desarrollar las técnicas indispensables y llegar al fondo de los océanos o a las cimas de los volcanes? Y si no comprarlas, rentarlas o robarlas…En vez de insistir, en la entrega de nuestro recurso más valioso a empresas extranjeras piratas, los filibusteros contemporáneos.
Educar con la política, para deshacer los fantasmas del miedo, lujuria e iracundia, claramente observados en los jóvenes perdedores del futbol olímpico. En vez de mantener una educación pública que confunde a la juventud, mientras la fuerza pública somete, con el poder de las armas.
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