Transcendió un hecho singular, ocurrió hace poco tiempo, cuando le fue robado, pistola en mano, el auto a una mujer, quien solamente se limito a tratar de no recibir más daño, no poner en riesgo a su hijo que iba a bordo del vehículo y dejar a los delincuentes cometer su fechoría.
El suceso en si no llamaría a la atención, cuando son casos que ocurren más a menudo de lo que uno se puede imaginar, si no es porque la persona asaltada era ni más ni menos que la recién destituida Subprocuradora de Averiguaciones Previas del Distrito Federal.
Sin embargo, lo chusco o patético del caso, consistió en que el robo se dio en el momento en que dicha funcionaria compraba a un vendedor ambulante, unos discos compactos, por supuesto piratas, mientras esperaba a su esposo, Magistrado de la Suprema Corte de Justicia, que se daba vuelo escogiendo los títulos de moda, por un precio 10 veces menor a su precio de mercado.
Que un consumidor cualquiera adquiera este tipo de productos pirata, es comprensible dada la disparidad de precios con el producto original. Pero que estos conspicuos representantes de la ley y la justicia acudan a los mercados delictivos es verdaderamente ridículo.
Sin duda que la delincuencia organizada es un negocio, eso que ni qué, pero lo temible del caso es que constituye acaso uno de los síntomas más evidentes de la verdadera corrupción de la vida nacional.
Corrupción de usos y costumbres. Perversión de los modos de ser. Reflejo del verdadero cambio que si se dio de veras. La vinculación-dependencia con el imperio del norte; el tratado de libre comercio, impulsado y suscrito por Carlos Salinas de Gortari ha vuelto negociable todo lo habido y por haber. Subasta pública sin límites.
Es en estos momentos de transición política, en que se hunde un Estado, sin que se sepa a ciencia cierta lo que habrá de resultar, cuando la delincuencia organizada ocupa los espacios de poder para llevar a cabo negocios prohibidos; lo mismo son las drogas, que la venta de mercancía robada, el secuestro que la prostitución, el ambulantaje y los productos piratas.
Supuestamente la panacea que remedia este comercio ilegal es impulsar las llamadas soluciones de mercado. Eliminar todo tipo de prohibiciones para que el mercado delictivo deje de ser parte de la economía subterránea, que pague impuestos, abarate la mano de obra, fomente el consumo… bla, bla, bla.
Sin embargo habrá que repensar estas soluciones de mercado, ya que el crimen organizado tiene su origen mismo en el poder del Estado. ¿De dónde más? Hay contrabando porque la Secretaria de Hacienda la cobija; venta de mercancía robada ya que cuenta con protección policiaca, giros negros, debido a que les conviene a los inspectores, compraventa de productos pirata, robo de energía eléctrica… ¿Por qué?: por las mordidas, los cochupos, los entres, para cada representante del gobierno, para cada parte del Estado que acepta, protege, impulsa y tolera esta forma supuestamente de vida, de sobrevivencia, que tanto daña a la nación.
El suceso en si no llamaría a la atención, cuando son casos que ocurren más a menudo de lo que uno se puede imaginar, si no es porque la persona asaltada era ni más ni menos que la recién destituida Subprocuradora de Averiguaciones Previas del Distrito Federal.
Sin embargo, lo chusco o patético del caso, consistió en que el robo se dio en el momento en que dicha funcionaria compraba a un vendedor ambulante, unos discos compactos, por supuesto piratas, mientras esperaba a su esposo, Magistrado de la Suprema Corte de Justicia, que se daba vuelo escogiendo los títulos de moda, por un precio 10 veces menor a su precio de mercado.
Que un consumidor cualquiera adquiera este tipo de productos pirata, es comprensible dada la disparidad de precios con el producto original. Pero que estos conspicuos representantes de la ley y la justicia acudan a los mercados delictivos es verdaderamente ridículo.
Sin duda que la delincuencia organizada es un negocio, eso que ni qué, pero lo temible del caso es que constituye acaso uno de los síntomas más evidentes de la verdadera corrupción de la vida nacional.
Corrupción de usos y costumbres. Perversión de los modos de ser. Reflejo del verdadero cambio que si se dio de veras. La vinculación-dependencia con el imperio del norte; el tratado de libre comercio, impulsado y suscrito por Carlos Salinas de Gortari ha vuelto negociable todo lo habido y por haber. Subasta pública sin límites.
Es en estos momentos de transición política, en que se hunde un Estado, sin que se sepa a ciencia cierta lo que habrá de resultar, cuando la delincuencia organizada ocupa los espacios de poder para llevar a cabo negocios prohibidos; lo mismo son las drogas, que la venta de mercancía robada, el secuestro que la prostitución, el ambulantaje y los productos piratas.
Supuestamente la panacea que remedia este comercio ilegal es impulsar las llamadas soluciones de mercado. Eliminar todo tipo de prohibiciones para que el mercado delictivo deje de ser parte de la economía subterránea, que pague impuestos, abarate la mano de obra, fomente el consumo… bla, bla, bla.
Sin embargo habrá que repensar estas soluciones de mercado, ya que el crimen organizado tiene su origen mismo en el poder del Estado. ¿De dónde más? Hay contrabando porque la Secretaria de Hacienda la cobija; venta de mercancía robada ya que cuenta con protección policiaca, giros negros, debido a que les conviene a los inspectores, compraventa de productos pirata, robo de energía eléctrica… ¿Por qué?: por las mordidas, los cochupos, los entres, para cada representante del gobierno, para cada parte del Estado que acepta, protege, impulsa y tolera esta forma supuestamente de vida, de sobrevivencia, que tanto daña a la nación.