Sunday, January 10, 2010

ESTEBAN ARCE

¿Qué sentido tiene ofrecer casos de conducta homosexual en animales si el tema es la homosexualidad humana? Tiene al menos dos sentidos: uno, que refuta el viejo prejuicio de que se trata de prácticas contranatura, ajenas a la naturaleza, si bien es curioso que, en cuanto se argumenta presentando casos de homosexualidad animal, la réplica gira en sentido contrario: ya no somos animales. Y dos, que desde 1859 nos sabemos parte de un largo proceso evolutivo. Nos separan apenas unos siete millones de años de nuestro abuelo común con los chimpancés. Así que la conducta animal, sobre todo la de éstos que comparten con nosotros más del 98 por ciento de los genes, algo nos dice de nuestra conducta.

NORMAL-ANORMAL. No definir un término es perder tiempo en discusiones donde cada persona lo usa como se le da su real gana. Normal, estrictamente, significa “dentro de la norma”, y la norma es la mayoría estadística. No es normal ser mexicano en Finlandia, es anormal; no es normal ser católico en Londres, sino anglicano; es anormal ser heterosexual en un bar gay; es anormal encontrar comentaristas inteligentes en TV, lo normal es que sean burros, ignorantes y prepotentes. Es anormal ser un Einstein o retrasado. Tampoco está en la norma ser homosexual ni ser obispo. Pero el término ha adquirido carga negativa, peyorativa. ¿Anormal significa fuera de la norma común? Entonces el homosexual lo es. ¿Anormal lo usas como sinónimo de enfermo? Entonces te equivocas.

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