El Tratado Comercial suscrito por México con EUA sentó las bases del infierno político, electoral, económico y ante todo moral, que vive nuestra nación. Además de convertir a la economía mexicana en dependencia de la norteamericana (85% del comercio exterior de México es con el Imperio), el pacto ha impuesto el dinero y los valores mercantiles, en regentes de nuestra nación y ha provocado que todo se subaste, tenga precio, se compre y venda: mercancías, valores, personas, costumbres, dignidad, amistad, amor… todo.
Esto solo ha sido posible por el desmantelamiento de la República Presidencial y la construcción de una Democracia Oligárquica, en manos de partidos políticos. Veamos un poco como ha sido la historia de esta contrarrevolución cada dia mas violenta.
A partir de 1963 en que se aprueba la primera Reforma Electoral que reconoce a los partidos de oposición, se han sucedido otras cinco reformas. La de mayor trascendencia sin duda es la Reforma de 1977, promovida por Jesús Reyes Heroles, que por primera vez abre espacios para organizaciones políticas, que hasta entonces permanecían en la clandestinidad y crea los cargos plurinominales, para garantizar representación política, equidad y sobre todo gobernabilidad para el Presidente en funciones.
Diez años después, la reforma de 1987 es la que funda el Instituto Federal Electoral (IFE) y los Tribunales Electorales. La división dentro del PRI, la salida de Muñoz Ledo y Cuauhtémoc Cárdenas orilla al PRI de Miguel de la Madrid, a iniciar un proceso de transparencia, de escrupulosa vigilancia y de sanciones. Sin embargo las cosas cambiaron a partir de 1996. Ernesto Zedillo, convirtió la “sana distancia” con el PRI en una reforma encaminada a cambiar los principios de proporcionalidad, a la pérdida del control de representatividad y el de gobierno, por parte del partido del Presidente en turno.
La legislatura que promovió dicha reforma de 1996, considero que el ejercicio autoritario del poder de parte del Ejecutivo Federal era argumento sine qua non y entonces no se reconoció ninguna otra especie, causa ni razón fundamental para reflexionar. Lamentablemente para México esa reforma marca exactamente el año en que los procesos político-electorales experimentan una transición al dominio de lo privado, sobre lo eminentemente público. Entonces la lucha política se convirtió en negocio entre particulares, muy a tono con el cambio total que vivía todo México. Si para ese año el costo del gasto público otorgado como subsidio a los partidos políticos era de $2.50 por cada voto, tras la reforma de 1996 que el PRI impuso mayoritaria y arbitrariamente, subió a $20.
Fueron infructuosos los esfuerzos del entonces Presidente del PRD, Andrés Manuel López Obrador, exigiendo justamente lo contrario, bajar el costo a $1 a peso el voto y utilizar en cambio una prestación que siempre se mantuvo desperdiciada, la concesión que el Gobierno Federal había regalado a los dueños de las concesiones de televisión, para pagar impuestos a través de la cesión de tiempo aire, de un 12.5% que ahora “El Peje” exigía pero en horario AAA. Por el contrario dicha concesión-prestación se devolvió a cambio de nada para la sociedad y si en cambio para los actores políticos, a través de promoción y los infomerciales.
La fórmula propuesta por el PRD era lógica y consecuente con la visión de la izquierda mexicana y de López Obrador: llevar la lucha política a través de la televisión abierta, en los espacios que la ley reserva para el gobierno y que prácticamente no se utilizaban nunca; disminuir el gasto público asignado como subsidio a los partidos políticos; dirimir la lucha política en el terreno del esfuerzo, las ideas, propuestas, proselitismo, compromisos (reales y no falsos como los que Peña nieto usa para convencer a un electorado mexiquense ignorante: si el Presupuesto que el Edo México, suma en los 6 años de gobierno de Peña Nieto, 600 000 millones de pesos, los compromisos “ante notario” no rebasan los $1500 millones, apenas el 0.25% del total). Hacer del trabajo político el capital del gobernante y no al revés, hacer del erario público capital de las Televisoras –principalmente aunque también radio y medios impresos- y volver dependientes a los aspirantes a gobernar, como es el caso en el Estado de México.
Las cosas de la democracia, por desagracia se han vuelto peores de lo que se vislumbraba en 1996. La reforma última, la de 2007 ha llevado el gasto público a extremos, en que los juegos de la democracia se han vuelto una afrenta, un insulto y una injusticia para todo México: El presupuesto asignado en 2010 al IFE ascendió a $8,600 millones de pesos, mas los presupuestos a los IFE por Entidad Federativa por 6,800 millones de pesos, lo que suma un total de $15, 400 millones de pesos, algo así como 1,300 millones de dólares.
Lo anterior significa que México es el país que tiene los procesos electorales más caros del mundo. Comparado con América Latina, el presupuesto electoral de México es 10 veces mayor al promedio de todos los países de la región y por voto, mientras que en México cada voto cuesta $17.24 dólares, países como Brasil con $0.29 y Argentina $0.41 demuestran el contraste abrumador y la razón para que existan tantas personas viviendo de los puestos públicos, y tan pocos porque se repiten, se aferran. Por ejemplo Isael Villa ha sido Diputado, ahora es Presidente Municipal y se dispone a ser Diputado Federal. Noé Barrueta, paso de Presidente Municipal de Temascaltepec a Diputado, incluso casos como el del Dr. Zeferino quien gobernado Zacazonapan por el PRI y ahora a Luvianos por el PRD. O los casos de familias sureñas como los Salgado o los Cacique Vences que no dejan de ocupar puestos públicos y ahora siguen en la fila sus parientes y allegados familiares.
De $2.50 el costo del voto en 1996, a la fecha se estima que el voto cuesta $318. Es la inversión, dicen unos, en realidad es un gasto sin fondo para el provecho de unos pocos. El IFE solicito un aumento de 22% en su presupuesto para este 2011 que apenas comienza, con lo cual el presupuesto electoral equivale al 10% del gasto en Educación Pública.
COLOFÓN: me llego un chistorete a mi correo electrónico que reproduzco al calce. Resulta que un peluquero en un pueblo como Temascaltepec o Tejupilco decide practicar una semana de compromiso social con la ciudadanía y a cada cliente que llega le regala el corte, sin cobrarle nada a cambio. Sin embargo el que vende flores le regresa un ramo al día siguiente, el panadero una canasta de pan, el maestro un libro y así hasta que llega un diputado y ante la sorpresa del maestro peluquero, al día siguiente se encuentra una fila de 10 diputados esperando corte gratuito.
Esto solo ha sido posible por el desmantelamiento de la República Presidencial y la construcción de una Democracia Oligárquica, en manos de partidos políticos. Veamos un poco como ha sido la historia de esta contrarrevolución cada dia mas violenta.
A partir de 1963 en que se aprueba la primera Reforma Electoral que reconoce a los partidos de oposición, se han sucedido otras cinco reformas. La de mayor trascendencia sin duda es la Reforma de 1977, promovida por Jesús Reyes Heroles, que por primera vez abre espacios para organizaciones políticas, que hasta entonces permanecían en la clandestinidad y crea los cargos plurinominales, para garantizar representación política, equidad y sobre todo gobernabilidad para el Presidente en funciones.
Diez años después, la reforma de 1987 es la que funda el Instituto Federal Electoral (IFE) y los Tribunales Electorales. La división dentro del PRI, la salida de Muñoz Ledo y Cuauhtémoc Cárdenas orilla al PRI de Miguel de la Madrid, a iniciar un proceso de transparencia, de escrupulosa vigilancia y de sanciones. Sin embargo las cosas cambiaron a partir de 1996. Ernesto Zedillo, convirtió la “sana distancia” con el PRI en una reforma encaminada a cambiar los principios de proporcionalidad, a la pérdida del control de representatividad y el de gobierno, por parte del partido del Presidente en turno.
La legislatura que promovió dicha reforma de 1996, considero que el ejercicio autoritario del poder de parte del Ejecutivo Federal era argumento sine qua non y entonces no se reconoció ninguna otra especie, causa ni razón fundamental para reflexionar. Lamentablemente para México esa reforma marca exactamente el año en que los procesos político-electorales experimentan una transición al dominio de lo privado, sobre lo eminentemente público. Entonces la lucha política se convirtió en negocio entre particulares, muy a tono con el cambio total que vivía todo México. Si para ese año el costo del gasto público otorgado como subsidio a los partidos políticos era de $2.50 por cada voto, tras la reforma de 1996 que el PRI impuso mayoritaria y arbitrariamente, subió a $20.
Fueron infructuosos los esfuerzos del entonces Presidente del PRD, Andrés Manuel López Obrador, exigiendo justamente lo contrario, bajar el costo a $1 a peso el voto y utilizar en cambio una prestación que siempre se mantuvo desperdiciada, la concesión que el Gobierno Federal había regalado a los dueños de las concesiones de televisión, para pagar impuestos a través de la cesión de tiempo aire, de un 12.5% que ahora “El Peje” exigía pero en horario AAA. Por el contrario dicha concesión-prestación se devolvió a cambio de nada para la sociedad y si en cambio para los actores políticos, a través de promoción y los infomerciales.
La fórmula propuesta por el PRD era lógica y consecuente con la visión de la izquierda mexicana y de López Obrador: llevar la lucha política a través de la televisión abierta, en los espacios que la ley reserva para el gobierno y que prácticamente no se utilizaban nunca; disminuir el gasto público asignado como subsidio a los partidos políticos; dirimir la lucha política en el terreno del esfuerzo, las ideas, propuestas, proselitismo, compromisos (reales y no falsos como los que Peña nieto usa para convencer a un electorado mexiquense ignorante: si el Presupuesto que el Edo México, suma en los 6 años de gobierno de Peña Nieto, 600 000 millones de pesos, los compromisos “ante notario” no rebasan los $1500 millones, apenas el 0.25% del total). Hacer del trabajo político el capital del gobernante y no al revés, hacer del erario público capital de las Televisoras –principalmente aunque también radio y medios impresos- y volver dependientes a los aspirantes a gobernar, como es el caso en el Estado de México.
Las cosas de la democracia, por desagracia se han vuelto peores de lo que se vislumbraba en 1996. La reforma última, la de 2007 ha llevado el gasto público a extremos, en que los juegos de la democracia se han vuelto una afrenta, un insulto y una injusticia para todo México: El presupuesto asignado en 2010 al IFE ascendió a $8,600 millones de pesos, mas los presupuestos a los IFE por Entidad Federativa por 6,800 millones de pesos, lo que suma un total de $15, 400 millones de pesos, algo así como 1,300 millones de dólares.
Lo anterior significa que México es el país que tiene los procesos electorales más caros del mundo. Comparado con América Latina, el presupuesto electoral de México es 10 veces mayor al promedio de todos los países de la región y por voto, mientras que en México cada voto cuesta $17.24 dólares, países como Brasil con $0.29 y Argentina $0.41 demuestran el contraste abrumador y la razón para que existan tantas personas viviendo de los puestos públicos, y tan pocos porque se repiten, se aferran. Por ejemplo Isael Villa ha sido Diputado, ahora es Presidente Municipal y se dispone a ser Diputado Federal. Noé Barrueta, paso de Presidente Municipal de Temascaltepec a Diputado, incluso casos como el del Dr. Zeferino quien gobernado Zacazonapan por el PRI y ahora a Luvianos por el PRD. O los casos de familias sureñas como los Salgado o los Cacique Vences que no dejan de ocupar puestos públicos y ahora siguen en la fila sus parientes y allegados familiares.
De $2.50 el costo del voto en 1996, a la fecha se estima que el voto cuesta $318. Es la inversión, dicen unos, en realidad es un gasto sin fondo para el provecho de unos pocos. El IFE solicito un aumento de 22% en su presupuesto para este 2011 que apenas comienza, con lo cual el presupuesto electoral equivale al 10% del gasto en Educación Pública.
COLOFÓN: me llego un chistorete a mi correo electrónico que reproduzco al calce. Resulta que un peluquero en un pueblo como Temascaltepec o Tejupilco decide practicar una semana de compromiso social con la ciudadanía y a cada cliente que llega le regala el corte, sin cobrarle nada a cambio. Sin embargo el que vende flores le regresa un ramo al día siguiente, el panadero una canasta de pan, el maestro un libro y así hasta que llega un diputado y ante la sorpresa del maestro peluquero, al día siguiente se encuentra una fila de 10 diputados esperando corte gratuito.
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