¿Qué significa para ti ser un
escritor de izquierda?... Le preguntan a Carlos Fuentes quien se refiere a las
ilusiones… “son necesarias para el despegue literario, y se refieren al poder
que tiene la literatura para transformar el mundo”… y agrega “Se que tal poder
no existe. Conozco los límites de la literatura y el papel efectivo que cumple:
el de abrir la conciencia, a largo plazo” y concluye este razonamiento
señalando que “Hoy en día no aspiro a concederle a mi trabajo gran trascendencia
política: la política no se hace a través de la literatura ni la literatura a
través de la política”
No podría ser de otra manera, lo
sabemos a ciencia cierta todos aquellos que además de un saber y de mayor
experiencia dedicados al oficio de escritor, contamos con una buena dosis de
prudencia, a la que atinadamente llamaba Aristóteles “el mayordomo de la razón”.
Sea entonces: quien cree redimir
al pueblo de México a través de la literatura, no camina bien ni derecho; pero
quienes se nieguen a ver el poder que tiene la literatura en la procuración de
la conciencia, en el ejercicio de la reflexión y la deliberación, en la materia
del dialogo, además de ciego y sordo, no
sabe lo que dice.
“En los países europeos en donde
la opinión pública está diversificada, donde existen partidos, sindicatos (sin
líderes que se eternizan por años) parlamentos independientes, el escritor
puede darse el lujo de ser únicamente un creador; en nuestro país se siente la
obligación de ser algo más que un creador, de ser voz para numerosas personas que
no la tienen. En un país como el nuestro donde existe un monopolio político
(PRI +PANPRD y adláteres), donde funciona un magnavoz continuo de propaganda (Televisa
y corifeos que la imitan), donde la opinión pública no se ha desarrollado,
donde la irracionalidad asume las funciones de la razón, conviene que los
escritores hablen a su pueblo”¹
Desde hace varios años (2006-2015)
cumplo fielmente con esta obligación, reforzada y fortalecida con la presencia
de los pilares que ha construido mi familia, a partir de su voluntad, vocación
y amor por la región donde viven: Danzarte de Claudia, la estancia infantil
Pingos Planet de Cristina y la Librería La WeB ó N@D@ de Carmen: Un conjunto de
tareas y funciones, de sabiduría y belleza, de cuidados y amor, de deporte y
gracia, de consulta e información, descubrimiento y magia.
Es así que conocí a un beocio de
nombre Plutarco, por allá de los años 50 al 120 de nuestra era, durante el
gobierno del emperador romano Claudio, que además de historiador, estudió filosofía, retórica y
matemáticas en
la Academia de Atenas, y que un buen día se dedicó
a escribir las biografías comparadas de hombres en calidad de dioses, de héroes
verdaderos, de Dioses humanos y por ellos mas divinos, que los que la
imaginación recrea: Teseo – Rómulo, Licurgo - Numa Pompilio, Solón – Publícola,
Temístocles – Camilo, Pericles - Fabio Máximo, Alcibíades – Coriolano, Arístides
– Catón, Filopemen – Flaminino, Pirro - Cayo Mario, Lisandro – Sila, Cimón –
Lúculo, Nicias – Craso, Alejandro - Julio César, Agesilao – Pompeyo, Foción -
Catón el Joven, Tiberio y Cayo Graco, Demóstenes – Cicerón, Demetrio – Antonio
y otros más.
Debo
reconocer en esta Leyenda que me declaro ferviente admirador de Alejandro, de Pericles,
de Julio Cesar, de Solón, Cicerón y de Temístocles. Ver las vidas de los Padres
Políticos, los Reyes que vivieron y
gobernaron con Autoridad a Grecia y a Roma, genera vida y alumbra el camino por
donde debemos seguir. Es importante destacar que Plutarco se propuso como
objetivo extraer, en cada caso, el carácter moral del personaje, antes que la
narración de los acontecimientos políticos de la época, por eso el tratamiento
exhaustivo sobre la educación y natural disposición de las personas, y el
relato de anécdotas, calculado para revelar la naturaleza del hombre. Las
circunstancias que forjaron a los hombres.
Debo
hacer un paréntesis, para asentar que en este momento, mientras escribo este
mito, estoy escuchando el tercer movimiento de la Tercera Sinfonía de Ludwig
Von Beethoven, Scherzo (Allegro), la
marcha, andante, que lleva como título “La Heroica”, dedicada a Napoleón
Bonaparte. Otro par de Dioses, cuyas vidas paralelas, hay que recordar y llevar
consigo siempre, en el alma y corazón.
Al
escuchar las notas vibrantes de la marcha, se me ocurrió que se pude jugar con
esta misma idea, y aprovechar el desprecio que el sistema educativo público guarda
hacia las vidas ilustres, de hombres y mujeres que han forjado la historia de
México y recrear algo que pudiera intitularse Vidas Para-Lelos y comparar pompa
y circunstancia de dos traidorcetes a la patria. Uno en vida, apoderado de la
primera magistratura del país, la Presidencia de la República comprada a
billetazos: Enrique Peña Nieto; y el otro, en referencia obligada, por la triste herencia que forjó: Antonio López
de Santa Anna.
Creo
que la primera consideración que hay que establecer para revisar y comparar las
vidas de estos dos antihéroes, es que con mucho, Don Antonio fue mucho más
hombre e historia que “el chacal” de Atenco. Santa Anna
“Vivaracho
y alegre, servicial y meloso con los superiores, zalamero, de adulaciones
siempre a flor de labio… parece dispuesto a todo, por subir”.
Santa
Anna, quien reuniría entre muchos otros pendones y medallas, títulos nobiliarios
y ofertas, la de ser considerado “Alteza Serenísima”
mientras asciendía en la pirámide social, en tiempos que se remontan a la Colonia novohispana, “No
hace nada más que cortejar a las señoritas o leer libros de la biblioteca del
señor Dávila"… es parte del surgimiento en él del vicio de la megalomanía… "gusta de los clásicos de Grecia y de la
vida y obra del pequeño Bonaparte... lee ávidamente”.
Es la biografía de Santa Anna la
de un extraordinario militar y General, que ordenaba con prontitud y perfección
los ejércitos, los equipaba, vestía, reunía y convocaba: pero que fallaba
terriblemente a la hora de las batallas. Se extraviaba, perdía el sentido
militar, el pánico lo investía, se desataba en él una locura guerromaniaca
equivocada, daba órdenes y contraórdenes y, con excepción de algunas victorias
pírricas a lo largo de su vida militar, todas las grandes guerras libradas por
este farsante culminaron en derrotas desastrosas, de amargas y terribles
consecuencias
La ambición sin límites, vanidad
e irresponsabilidad hizo que Antonio López de Santa Anna se convirtiera en el
paradigma del fracaso militar. En el gobernante que sufrió las mayores pérdidas
territoriales de la historia, solo atrás de Fernando VII Rey de España, que perdió
un continente. Don Antonio tuvo que ceder, vender o reconocer la pérdida de un
millón trescientos cincuenta mil kilómetros. Y si no fue un traidor, su vida ha
sido un cúmulo de hechos marcados por la cobardía, torpeza y envidia, que
hicieron posible que “EUA engrandece con el petróleo de Texas y el oro de California…
México se convierte en una nación débil a la que no le queda sino la altivez…”
Quizás, uno de los aspectos más
importantes que hay que descubrir al comparar a Santa Anna con Peña Nieto, son
las circunstancias que les toco vivir y
el pueblo que les toco gobernar. Pero antes de seguir es necesario citar
la obra principal que uso como fuente de referencia, se trata de “Santa Anna El
dictador resplandeciente” de Rafael F. Muñoz (1936) editada por el FCE –que por
cierto ha sido muy bien recibida y comprada en nuestra librería- El problema de
leer a Santa Anna (Santa Ana, como la Madre de la Virgen María) es que corres
el riesgo de embelesarte y terminar seducido y admirarlo.
Creo que eso es lo que le ha ocurrido a México y al PRI. Baste con
reconoce que Enrique Peña Nieto (creo también que a diferencia de Santa Anna,
este “balín” no sabe ni leer) y sus Reformas Estructurales significan para
México: la entrega de 22 millones trescientos mil km cuadrados, derivado de la
suma de los litorales mexicano que alcanza los 11,592.77 km2, más una
superficie de 357,795 km2 de plataforma continental y una zona económica
exclusiva de 21 millones 946 mil 825 km2. Sin incluir los productos extraídos
del subsuelo: el petróleo, gas, oro,
plata que nuevamente se entregan a las mismas corporaciones que mandan en el Imperio
norteamericano y que entre 1845 y 1848 invadieron y arrostraron a los soldados
mexicanos mal comidos, peor dirigidos, abandonados, sin armamentos, pólvora ni
municiones.
Es interesante destacar que Santa Anna pasó a la historia con dos motes
infaustos “El Villano del Álamo” porque en uno de esos momentos de
desequilibrio emocional que padecía, en la angustia y desesperación que lo
acosaba, en campaña contra los independentistas, ordeno el fusilamiento de
todos los “hermosos” presos (así se reconocían los texanos güeritos) y después
la incineración de sus cadáveres, día y noche hasta que se consumieron en su
totalidad y solo quedaron cenizas.
El otro epíteto fue el de “El Villano de Padierna”, el día en que más
preocupado por no compartir la gloria de una batalla que pudo poner fin a la
invasión norteamericana; cuando estaban encajonados en un barranco en las
inmediaciones de Tacubaya la división Worth y la Twiggs, en medio de dos pinzas
formadas por los ejércitos del General Gabriel Valencia (un ambicioso por
igual, pero que en ese día expió todos sus errores y se batió hasta la muerte)
y de su Alteza Serenísima, este prefirió mantenerse inamovible y no atacar
sobre los yanquis, abandonar a sus compatriotas y ordenar la retirada.
Pocas veces mostró crueldad Santa Anna, pero en el Álamo sus
continuados accesos de locura lo llevaron a ser odiado y defenestrado por los
norteamericanos, que a la fecha no le perdonan su crimen. Un episodio muy
parecido, diría idéntico, como pasará por siempre en México y Peña Nieto,
mientras no aparezcan con vida los 43 estudiantes de la Normal de Ayotzinapa
Guerrero.
Creo que es momento de establecer algunas hipótesis para poder seguir
avanzando en estas Vidas Para-Lelos. Santa Anna es inconmensurablemente mayor a
Peña Nieto, en una escala que parte del cero hacia lo negativo, pero en esa
misma escala y sumado a Peña Nieto la parafernalia de lo que ambiguamente se
llaman poderes fácticos: TV, prensa, institutos políticos, poderes legislativo
y judicial, crimen organizado, clero. Hoy Peña Nieto es superior con mucho a
Don Antonio.
Santa Anna fue un actor hipócrita y sinvergüenza que lo mismo “paseó”
su pierna frente al público que le rindió honores y misales, que acaudillo
asonadas, decenas de veces contra los gobiernos que el mismo creaba, recreaba y
luego derrumbaba. Fue Presidente de México once veces y se le consideraba el único
capaz de defender a la patria, de organizar el gobierno. Odiado y despreciado
desde tiempo de los Virreyes de Mendoza, O’Donojú, luego por Agustín de Iturbide
y por todos los Generales a quienes siempre uso y culpó de sus errores y
derrotas, Santa Anna era un merolico, jugador, audaz, embaucador, mentiroso
consumado, que se perdía en el juego de gallos hasta el delirio (cuentan entre
tantas anécdotas, una que trata de la vez que estaba en una reunión de singular
importancia con embajadores de Portugal y España y que de repente se levantó tras ser informado por un propio… que
el “espada de plata” su gallo mas ganador estaba enfermo…): como militar, gobernante, como hombre, Peña
Nieto es un petimetre que no resistiría un minuto frente al Benemérito de la
Patria (otro de los títulos recibidos por el de Manga del Clavo)… Pero detrás de
las cámaras, con un teleprompter, en sociedad con las mafias inmobiliarias,
respaldado por los criminales con las armas que los EUA venden y venden y revenden.
Peña Nieto es más poderoso y por eso el daño que ha causado a México hasta la
fecha es muchísimo mayor: Peña Nieto ha enajenado y concedido 20 veces, lo que Santa
Anna perdió por la fuerza de las armas, sumados vicios y defectos.
Santa Anna se declaro federalista y conservador, fue curro y “polko”
moderado e insurgente. Luchó al lado del Virrey y del Ejército Trigarante. Inauguró
el empleo del cortejo con una hermana del Emperador Agustín I, la Princesa Nicolasa
(vieja, gorda y fea), con tal de obtener peldaños en la corte imperial (hoy
Televisa facilita este trance lo mismo a Peña Nieto con la Gaviota, que al
marica de Chiapas con Anahí) Expidió proclamas y era expertísimo para los
discursos y proclamas cursis y ridículas: derramaré
hasta la última gota de mi sangre, mi vida política ha concluido, estoy para
servir siempre a la nación…
Un espíritu parlanchín,
diplomático, saludador… Santa Anna siempre le achacó al destino la derrota. Un
dictador cruel y duro que uso de la leva forzada para juntar ejércitos; que
impuso impuestos y alcabalas lo mismo a las ventanas que se abrieran hacia la
calle, a quien tuviera un perro o por cada rueda que usaran los carretones particulares.
Fue enemigo del clero de grandes
riquezas, a quien le exigió cooperaciones y ayudas, por la buena o por la mala. Llegó a levantar
inventarios para conocer las riquezas que guardaban y escondían en sus templos,
estos mercaderes de la fe. Fue tanto el odio clerical que cuando pasaban los
americanos por Puebla, el arzobispo de la ciudad prefirió recibir a los
invasores y celebrar Te Deums y todo el boato fársico clerical que auxiliar a
los ejércitos mexicanos.
Santa Anna usó y se apoyó en Nicolás
Bravo y en Valentín Gómez Farías, dos paladines inaugurales del liberalismo al
cual pertenece Peña Nieto, y los comprometía o despedía a su antojo. Santa Anna
siempre hizo lo que quiso. Peña Nieto en cambio obedece y allí esta su ángulo
de mayor peligro. No chista y no cambia un ápice las ordenanzas provenientes de
los EUA a través de su gestor (lobista dicen) Salinas de Gortari.
Esta historia habrá de continuar,
pero por el momento no puedo concluir sin señalar que el gran culpable de la
existencia de Peña Nieto y antes de Santa Anna, sin duda alguna es el pueblo,
son la gente, aquella indolente y cobarde.
Son los léperos que en Puebla se
abrazaron a los soldados gringos y bebieron pulque toda la noche entre cantos y
risas y gritos, son los taxistas e el estado de México. Es la gente que vende
su voto y se conforta con unos pesos y unas cuantas cosas. Son los mochos que
se persignan y se pasean anunciando el Apocalipsis, que ríen al ver “sabadazo”
y sufren y lloran con la Rosa de Guadalupe, que se emocionan con el futbol y
juran que el partido de la selección nacional el día de las votaciones no va a
interferir con la fiesta cívica. Son los “pochos” que idolatran la vida bestial
de sus amos yanquis del “otro lado” Ese pueblo, esa mala estirpe de mexicanos
es la responsable única.
En cambio TÚ con tu voto puedes cambiar
el destino y echar abajo las reformas de su “Alteza Pendejísima” Enrique Peña
Nieto: MORENA VA
¹ “Protagonistas de la Literatura
Mexicana” Emmanuel Carballo
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