Entendida
como educación, en su aceptación capital, la Política es la esencia del Ajedrez
como herramienta pedagógica. La Política –con mayúsculas- o el gobierno con base en los principios de la virtud, del
honor o de la justicia. Política como ejemplos y gobierno del alma humana, de
los apetitos depositados en la parte que razona y aquella que desea conforme a
la razón. El Ajedrez es a la Política, lo que la Política es a los ciudadanos de
cualquier comunidad que se asocian y se gobiernan para el beneficio de todos, de
manera virtuosa, honorable y justa.
El
Ajedrez nace como un evento político. El mito que da origen a la leyenda del Ajedrez es una ficción política, entre un Tirano que conoce las
virtudes de la razón jugando al Ajedrez. Y en esta coyuntura, en México, el primer
Seminario de la Fundación Kasparov para la Formación de Maestros Certificados
en la Enseñanza del Ajedrez, hay que pensarlo como una fábula de animales y
moralejas, como un cuento cuyo final aún no se vislumbra, porque el principio
apenas empieza, estamos en el prólogo, en la apertura. Somos las primeras jugadas de una linea novedosa, sobre un tablero desvencijado, en una arena donde brilla por
su ausencia la Autoridad Política y en cambio existen poderes, cotos, mafias, cárteles,
intereses mezquinos, patrimonialistas, individualistas, en todos y cada uno de
los 64 escaques de la vida diaria.
Me
parece que los tres mil Maestros inaugurales, debemos vernos y sentirnos como los
aqueos cercando Troya –figurémonos a la Patria misma como Helena, raptada por
Paris Peña Nieto- y al Seminario que acudimos, como el Caballo por donde vamos
a penetrar dentro de esa fortaleza que guarda y esconde la tortura, el hambre,
la ignorancia, la injusticia, que protege a los Amos de los medios de
comunicación, de la religión, del sistema de partidos políticos, del comercio y narcotráfico.
O
mejor ¿Por qué no recrear la imaginación de esta primera generación en Normandía?
Somos la primera línea, próximos a asaltar las costas de México, en el día “D”
de la liberación nacional. En la hora que con denuedo, sacrificio, heroicidad,
asumamos la escalada contra la Línea Maginot, la reconquista de los baluartes
que han sido arrebatados por el fascismo de la televisión, que embrutece,
duerme, convierte en estúpido al auditorio cautivo. Una invasión basada en el
juego de la razón y del pensamiento, en contra de los Himmler, Goering, Goebbels
que han impuesto un Hitler de bolsillo, presto a subastar la nación, vender el
agua, rematar la industria petrolera, entregar playas y fronteras y asumir como
regla de convivencia, de sobrevivencia, el paradigma De la Guerra, en el contexto
de la obra del Barón Karl Von Clausewitz: “La guerra es la continuación de la
política por otros medios”.
Retrocedamos
un momento, antes de seguir. “El gran problema de los mexicanos es que son
mudos como la Coatlicue o solo se reúnen para mentarse la madre… La gente que
se reúne a conversar, a dialogar en nuestro país es muy extraña- Dos mexicanos
se reúnen y cada uno está diciendo “este cabrón qué se trae; yo no abro la boca
porque me va a chingar” La tradición mexicana es ser opresor o ser oprimido. En
todo interlocutor ves a alguien que quiere oprimirte” Esto opinaba Carlos
Fuentes en una célebre entrevista a la revista “El” en 1973.
La
primera batalla que habremos de librar, en este mito de la Leyenda del Ajedrez
en México, será en contra de los “esclavamos” al servicio de los poderes más
fuertes. “Contra las patrias” escribió Fernando Savater. En México esos contra,
son los que se han apoderado de parcelas –pequeñas o grandes- en defensa de un
orden que los somete pero les comparte, aunque sea migajas. Son los acólitos de
la fe religiosa. ministros del fanatismo que asola nuestros espíritus, son los
profes y profas “turquesas” que solicitan cursos y talleres al por mayor, con
tal de recibir aumentos en el cheque quincenal y espejitos brillantes en la currícula
académica. Son los estancos y monopolios que sobreviven en nichos de mercado
siempre bajo su control. Son una parte importante de la ciudadanía que defiende
al “sistema”, que viven muertos de miedo, que no lee, no se atreve; a unos le
llaman “voto duro”, otros son adictos a los placeres del bajo vientre, a las
recetas de la superación personal, místicos, espiritualistas, junioras. Con
ellos serán las primeras escaramuzas. Son “coyotes”, chapurnecos, de tácticas
ligeras, sin profundidad ni estrategia. Serán derrotados “With a Little Help of
my Friends” or “All Together Now”
Retomo
al Ajedrez y ahora discurro sobre su naturaleza Política. Porque el Ajedrez
responde a formas de gobierno de este orden: hay que empezar por
entender que el Ajedrez se fundamenta en la importancia absoluta del Rey-Realeza-Realidad.
En la soberanía del monarca (monos-arcos) que se constituye en el principio de la Virtud (el Areté). Rey que gobierna un
tablero rodeado de todas las partes de un Gobierno Político: la Dama, que no
reina, y que originalmente correspondía al Visir, al Consejero, al Primer
Ministro. De los Alfiles y las Torres, que surgen en referencia a los
elefantes y las carrozas de los ejércitos orientales, y que más tarde asumieron las
figuras de los obispos y las atalayas de los castillos de los monarcas. Y de la
más aristocrática de las armas de la corte del Rey, los Caballeros a caballo, estampa
clásica de los hombres nobles, de los miembros clásicos de los gobiernos fundados
en el principio del Honor.
El
juego se redondea y adquiere fundamento histórico y filosófico, al contar que
la parte más numerosa de las piezas de su comunidad política –su ejército-, la
que a cambio de un menor poder material, “guarda en su mochila un bastón de
mariscal”, arengaba a su ejército nacional Napoleón Bonaparte: son los ocho
peones. Es la parte del juego que resume la naturaleza y esencia del
Ajedrez, la que incluye el principio Republicano (res-pública): que prueba y
comprueba la presencia única, de las tres
formas de gobierno Políticas: Realeza – Aristocracia - República: La ciudad Perfecta.
El
análisis Político de las partes que componen el juego del Ajedrez, es
demostración suficiente de la naturaleza
humana del juego. Iremos mejor si observamos ahora que las formas espejo del
ejercicio de poder, las asociaciones de comunidades que se llaman gobiernos
solo por semejanza, son en el orden concluyente inversas y contrarias a las
señaladas hasta ahora. A pesar de que a diario se diga lo contrario, a costa de
los llamados a claudicar en despotismos basados en el numero y la pobreza, o en
el de las riquezas, o en aquel estado donde reina el temor a la muerte y el miedo que acarrea.
Dice
un sabio muy poco conocido, pero no por ello mal ajedrecista, Patricio Marcos
que “Mientras los pueblos conservan su género de vida político bajo cualquiera
de sus especies, ya regia, aristocrática o republicana, al no haber patologías
en las comunidades regidas por estos tres gobiernos paternales, la enfermedad
en el registro ético tiende a ser la excepción, nunca la regla.” (Es decir que
no hay locos, ni neuróticos, menos psicóticos, paranoicos, delirantes, dementes, bajo estimados, -menos sobre estimados- bipolares, depresivos, angustiados, obsesivos, histéricas: nada)
“Una vez que las comunidades políticas dejan de serlo y se transforman en
sociedades animales –bien tiránica, bien plutocrática, bien democrática-
entonces la forma de vida patológica se transmite al registro ético haciendo de
la intemperancia, la incontinencia y la continencia las reglas antes que
excepciones.” (donde escasean los hombres y mujeres prudentes, honorables, románticos, valerosos, honestos, generosos, justos, leales, críticos: ciudadanos mal vistos en el mundo de las encuestas,
los sicarios, de los pesos y centavos)
Es el caso de la democracia o un ajedrez donde todas las piezas tendrían el
mismo valor y habría que inventar nuevas leyendas fundadoras: un ajedrez cuyo origen radica en la pobreza de sus partes, en los cuerpos de la gente y su número, los principios con que se decide y desgobierna de manera demagógica. O un
juego cuyo principio está en las riquezas. Un ajedrez parcelado, acotado, en
que las casillas tienen precios y las piezas un valor mercantil en dólares o en
euros, independientemente de si esta en el centro del tablero o en un esquina,
cercado por sus propias piezas. Un ajedrez semejante al que se practica actualmente
en México, con base en la ganancia interesada, los precios de los torneos,
los costos de las suscripciones, los premios y subsidios. Ajedrez que en vez de
coeficiente “elo” usaría las listas del Forbes, para clasificar a los mejores
jugadores. Un ajedrez elitista, repetido, sangrón, naive y muy lejano a la
niñez y la sociedad. ¡Vaya que tienen defensores de oficio estos granujas!
Finalmente,
la oscuridad total radica en aquel ajedrez que vemos y sabemos –aunque no lo
difundan los medios de comunicación- donde
el Tirano se mueve exclusivamente en beneficio propio, o incluso muerto de
miedo, al servicio de sus amos extranjeros, de otros tableros y otros ejércitos.
Un ajedrez extraño que es aplaudido –por unos cuantos- que celebran por
televisión, mientras el monarca despótico juega para él mismo, se come a sus
alfiles y caballos, vuela en sus torres a Vail; que golpea sin piedad a la Dama, abusa sexualmente de sus peones y hace pactos con otros tiranos que como él,
compiten a ver quién es peor. A ese horror, la Teoría Política le llama Tiranía y en México, se dice PRI
Por
eso es valioso este Primer Seminario de la Fundación Kasparov, y lo serán más
los que vengan, siempre y cuando agucemos las orejas y analicemos bien y a
fondo. Es indispensable valorar la posición del tablero y no
dejarse seducir ni engañarse con florituras de jugador del Bosque de
Chapultepec. Hay que derruir las líneas que han convertido al Ajedrez en México,
en un recuerdo y en un negocio muy pinche: la realidad es que no hay Ajedrez en
México, por más y que se desgañiten los proveedores de recursos y materiales, a
pesar de los berrinches de los junioras abajeños, usurpadoras de
heraldos familiares que caducan con el paso del tiempo.
La
naturaleza eminentemente Política, naturalmente Política del Ajedrez es un mentís
contundente, un jaque mate “inmortal” a las paradojas seductoras del mundo
moderno, el de impone la Galaxia Lumiere. Imaginario colectivo que exalta a la democracia como el sistema
político ideal; que llama “tierra de las oportunidades”, libre empresa, o neo liberalismo, a los despotismos oligárquicos y se voltean de lado, para no ver que el
Imperio que domina y se extiende amenazante, que se cierne y esparce sobre México, es el de la Tiranía en América,
aquel que por equivocación bautizara equivocadamente como “Democracia en
América”, Alexis de Tocqueville.
Conviene
recordar que “el diálogo mexicano es un ajedrez donde las primeras cuatro o
cinco jugadas son de protocolo: significan que ya estamos jugando. Como las
buenas maneras son un recurso defensivo, la verdad es un ingrediente de alto
riesgo. En el laberinto de nuestro idioma, la sinceridad puede implicar caída
libre. El que comienza diciendo "con todo respeto..." acaba
ofendiendo. Si no fuera porque existen códigos internacionales, para aterrizar
en el país, los pilotos tendrían que decir: "No sea malito, ¿me dice de
favor si la pista 1 está libre?". La preposición es importante: pedir algo
por favor es correcto; pedirlo de favor es cálido y popular.”
Es
Juan Villoro, que se recrea con la ilusión de un “México Virreinal” que amenaza
con volver. El país de lo cursi y lo ridículo, capaz de desatar vendavales
opinantes, que critican el uso de un lenguaje que les parece poco educado:
entonces, llamar extremistas a mis pensamientos, o amenazarme por opinar (me sucede cada vez con mas frecuencia) es
actuar al estilo Donad Trump con Sean Penn el día del Oscar a González Iñárritu,
o a las damas de la vela perpetua con El Laberinto de la Soledad y sus
categorías de chingada o pachuco.
O
tal vez no he visto con suficiente claridad y dejo aquí un llamado de alerta.
Es probable que las escaramuzas que ya se están dando en el mundillo del
ajedrez en México, atiendan más que a la preservación de los nichos de mercado
que se creían eternos, a la conquista de los grandes mares que se pueden abrir
con la Formación de Maestros por la Fundación Kasparov. En un gatopardismo
clásico de los usos y costumbres del sistema político nacional, es cambiar para
que nada cambie.
Hoy
por hoy, la realidad es que en México, parece que la gente ha dejado de pensar,
no piensa, se ha olvidado de pensar. Que el Ajedrez podrá tener algunos garbanzos
de a libra como es Lorena Ochoa y el golf, pero nada más. Repito, porque el
Ajedrez lo detentan mafias, (empleo la palabra que convulsiona a los anti Peje),
son monopolios, estancos que se aprestan a cooptar a los legisladores –no tengo
respuestas a esta fecha- que son cabezas visibles de las iniciativas de ley,
para que el ajedrez sea parte de la currícula escolar en nuestro país. Es el
caso de Fernando Zárate Salgado, quien acaba de renunciar al PRD que lo postuló
en un distrito que comprende la delegación Álvaro Obregón y la tradicional zona
ajedrecística de Chimalistac, en la Ciudad de México
Soy
autor de cuatro libros que tratan de Ajedrez y de Política ¿Por qué me interesa
el Ensayo Político? Porque creo que en México, el escritor tiene obligaciones
que van más allá de su vocación estrictamente literaria. En virtud de la
mentira, el silencio, el ocultamiento que han sido la característico de la
historia de este país. Si un escritor no dice lo que la historia no ha dicho,
la historia no lo dirá en su nombre.
Una
de las cosas que le dan fuerza a un escritor, es saber soldar la imaginación
literaria con la revelación de la verdad ocultada por la historia. Una historia
de dictaduras, de opresiones, de leyes
que no se cumplen, de formalismos vacuos, de medios de información dominados,
de periódicos absolutamente mentirosos, de congresos legislativos corruptos…
Acudo
nuevamente a Carlos Fuentes, quien señala que “Le incumbe a los escritores
decir lo que la historia no ha dicho. Porque de otra manera no tendremos un
pasado. Y si no tenemos un pasado tampoco tendremos un presente o un futuro… Lo
ejemplifica Sor Juana Inés de la Cruz. Esta monja, esta mujer maravillosa
empieza a hablar… y el clero, el poder, el virreinato la obligan a guardar
silencio… ella se queda callada y con ella la cultura colonial guarda silencio
también, y México llega a la independencia sin saber lo que fue su cultura
colonial”
Entonces
hay que romper la ley del silencio en México, esto es importantísimo. Hay que
hablar desde todos los puntos de vista y no solo de tratados de aperturas o de
peticiones al gobierno, advocaciones religiosas, invitaciones a orar en el
reino del Ajedrez. Hay que dialogar, de norte a sur, de arriba abajo, de este a
oeste, de la derecha a la izquierda, hay que darle un curso vivo a las ideas, a
las inquietudes de la gente, porque si no estaremos continuando la ley de
nuestra historia que es la ley del silencio y el silencio es la antesala de la tumba…
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