Cuando Miguel Hidalgo y Costilla se detuvo a las puertas de la Ciudad de México en 1810, tras haber derrotado a los ejércitos realistas en la batalla del Monte de las Cruces y después de tomar la Alhóndiga de Granaditas -baluarte español en la Nueva España-, sello en ese instante el devenir y porvenir de México y lo mexicano. La indecisión, propia de las clases pudientes y acomodadas: el miedo a ser; el terror a la muerte. Justo la cadena que ata la idiosincrasia nacional a la condición de esclavos, que tanto gusta a los que emigran al norte, a los que juegan con el vellocino de oro, a los que venden su alma al diablo.
Vale recordar que la falta de determinación, no solo le costo a los criollos Hidalgo, Mina y Allende la batalla del Molino del Rey, sino la iniciativa de la guerra, su persecución, muerte y decapitación. Las cabezas enjauladas de estos primeros insurgentes colgaron de la Alhóndiga de Guanajuato por muchos años. Para escarmiento, como mensaje de poder, muestra de terror, igual y como 200 años después está pasando en nuestro país, a diario.
La guerra perdida de antemano que libra el Calderón, no toca ni de asomo, las causas reales del narcotráfico:
Cuarenta millones de mexicanos viven por debajo del nivel tolerable de pobreza. No se dijo. Se habló de nuevas cárceles. De nada servirán si las van a dirigir quienes gobiernan las actuales. Muchas y grandes tendrán que ser si uno de cada tres mexicanos sigue viviendo sin agua potable, sin drenaje, sin caminos, sin escuelas, sin hospitales, sin trabajo, sin esperanzas. Sin más salida a su hambre que el robo y sus variedades y agravantes. Es otra guerra perdida, de acuerdo con datos de Naciones Unidas que no coinciden, qué raro, con los optimistas análisis del gobierno. De eso nadie dijo esta boca es mía, quizá, otra vez, por temor a incomodar a alguien.
Cito nuevamente a Zabludovsky, de los pocos periodistas que señalan el hecho fundamental, criminal y natural que genera las condiciones para que florezca la delincuencia. Pero hay que escuchar a Joseph Biden, el compañero de fórmula perdedora, de Barak Obama, en búsqueda de la presidencia de los Estados Unidos.
México está sumido en una nube de corrupción e inseguridad. Tiene una democracia arcaica y que no ve realmente por los ciudadanos. Una minoría (1%) tiene la mayor parte de la riqueza de México, la clase media es mínima, y la mayoría de los mexicanos son pobres.
En verdad México transita por una revolución no declarada aún. Una revuelta armada atípica, violenta y cruel. Una guerra capitaneada por los medios de comunicación, por las televisoras abiertas, por Televisa. Mediatizada, sublimizada y determinada en beneficio exclusivo de ese 1% superior, por esa masa de burócratas federales, estatales y municipales que engordan a costillas de todos los demás y aplastan al que se deje.
Que mejor muestra, botón, que los contingentes de policías de negro, armados, provocadores, majaderos, que se pasean impunemente en las calles de Tejupilco, en este sur de México; que a la menor contraindicación, amenazan con tamaños riflotes, con gesto adusto y mirada retadora. ¡Que diferente cuando es necesaria su presencia!, cuando hay que enfrentar a delincuentes de carne y hueso y, por arte de magia, estas camionetadas de arrogantes violadores de todo derecho civil y humano, ni se aparecen.
Vale recordar que la falta de determinación, no solo le costo a los criollos Hidalgo, Mina y Allende la batalla del Molino del Rey, sino la iniciativa de la guerra, su persecución, muerte y decapitación. Las cabezas enjauladas de estos primeros insurgentes colgaron de la Alhóndiga de Guanajuato por muchos años. Para escarmiento, como mensaje de poder, muestra de terror, igual y como 200 años después está pasando en nuestro país, a diario.
La guerra perdida de antemano que libra el Calderón, no toca ni de asomo, las causas reales del narcotráfico:
Cuarenta millones de mexicanos viven por debajo del nivel tolerable de pobreza. No se dijo. Se habló de nuevas cárceles. De nada servirán si las van a dirigir quienes gobiernan las actuales. Muchas y grandes tendrán que ser si uno de cada tres mexicanos sigue viviendo sin agua potable, sin drenaje, sin caminos, sin escuelas, sin hospitales, sin trabajo, sin esperanzas. Sin más salida a su hambre que el robo y sus variedades y agravantes. Es otra guerra perdida, de acuerdo con datos de Naciones Unidas que no coinciden, qué raro, con los optimistas análisis del gobierno. De eso nadie dijo esta boca es mía, quizá, otra vez, por temor a incomodar a alguien.
Cito nuevamente a Zabludovsky, de los pocos periodistas que señalan el hecho fundamental, criminal y natural que genera las condiciones para que florezca la delincuencia. Pero hay que escuchar a Joseph Biden, el compañero de fórmula perdedora, de Barak Obama, en búsqueda de la presidencia de los Estados Unidos.
México está sumido en una nube de corrupción e inseguridad. Tiene una democracia arcaica y que no ve realmente por los ciudadanos. Una minoría (1%) tiene la mayor parte de la riqueza de México, la clase media es mínima, y la mayoría de los mexicanos son pobres.
En verdad México transita por una revolución no declarada aún. Una revuelta armada atípica, violenta y cruel. Una guerra capitaneada por los medios de comunicación, por las televisoras abiertas, por Televisa. Mediatizada, sublimizada y determinada en beneficio exclusivo de ese 1% superior, por esa masa de burócratas federales, estatales y municipales que engordan a costillas de todos los demás y aplastan al que se deje.
Que mejor muestra, botón, que los contingentes de policías de negro, armados, provocadores, majaderos, que se pasean impunemente en las calles de Tejupilco, en este sur de México; que a la menor contraindicación, amenazan con tamaños riflotes, con gesto adusto y mirada retadora. ¡Que diferente cuando es necesaria su presencia!, cuando hay que enfrentar a delincuentes de carne y hueso y, por arte de magia, estas camionetadas de arrogantes violadores de todo derecho civil y humano, ni se aparecen.
1 comment:
Y esa mayoria de gente pobre sigue votando por el PAN, quienes son unos vendepatrias...
Solo dos partidos politicos son suficientes en México, mas de la mitad de presupuesto nacional se va a los partidos politicos...
Saludos
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