2 de octubre… NI PERDÓN, NI OLVIDO
Escribo afectado por la ira que me provoca, el estado de la nación
mexicana. Hablo de la sociedad y de las personas. De aquellas mayorías que
parecen haber perdido el juicio, la memoria y la sensibilidad. Un aniversario más,
43 años de una matanza que no puede ser perdonada ni olvidada. ¿A donde hemos
llegado, para que aquellos mártires, los 20 estudiantes y gente que allí murieron
oficialmente, en Tlatelolco, en la
Plaza de las Tres Culturas, la tarde del 2 de octubre de 1968
-los 65 cadáveres que registra Elena Poniatowska- victimas de la barbarie, la
ambición, la insensatez, no merezcan la atención y el recuerdo nacional
obligado? Políticamente seria una buena manera de convocar a los mexicanos, a
revivir, a salir de la tumba en donde el miedo mortal nos ha tumbado. Que mejor
ocasión para llamar a la solidaridad nacional, en un homenaje luctuoso, por los
43 caídos, decía en la primera plana, Excelsior de Julio Scherer, hoy que están muriendo mas de 27 compatriotas
(en promedio simple aritmético), nobles unos,
esclavos de sus pasiones la mayoría, pero mexicanos y antes que nada,
seres humanos. Es el ritmo frenético, la razón geométrica de la sinrazón lógica,
en que se asesinan -12 en Zihuatanejo y 8 en Acapulco, esta fecha emblemática-
cada vez con mayor celeridad, con mayor sadismo -49 en Veracruz en un solo día-
con descaro, audacia y desafío abierto.
Hace 43 años se persiguió a
la juventud que estudiaba, pensaba, reclamaba y exigía. Los asesinaron
por marchar en protesta, por sus derechos ciudadanos. Recuerdo que entonces,
una de mis playeras favoritas, color mostaza, tenia pintado un tiro al blanco
en el frente y espalda y encima la leyenda SOY ESTUDIANTE. Se persiguió el
saber, el intelecto, la lucidez. Por eso renuncio Octavio Paz a la embajada de
Francia, en desacuerdo con el gobierno represor. Hoy mueren diariamente, más que los 20 aceptados,
por la dupla Díaz Ordaz-Luis Echeverria y nadie renuncia. La gente se olvido,
cerro los ojos, para recordar mejor que había
muerto el “rey del humorismo blanco”, el tal Capulina. No hubo programas, ni
noticias, y los que marcharon en silencio, el pasado domingo 2 de octubre,
fueron ignorados por la sociedad absorta, banal, aterrorizada.
En México, hoy mueren mil veces los que murieron ese 2 de octubre
de 1968. La suma que alcanza 50 mil y contando, constituye un genocidio, no
reconocido aún, pero que así es. Pues están matando a jóvenes que extraviaron
el sentido de la vida; jóvenes que no encontraron ni empleo, ni metas, ni
entendimientos ni conocimientos para saber elegir. Jóvenes de clases sociales
pobres que han tenido que emigrar a los EUA y allí convertirse en desalmados,
guiados por el interés, el vicio y el dinero, la oscuridad de las ilusiones
forjadas en “el sueño americano”: perder las raíces y morir después.
Lo que sigue es ahora un breve ensayo que escribí hace cuatro
años, un día que una joven entro a preguntarme a “La Web o N@D@” sobre ese
movimiento estudiantil, pero “que no consultara en el Internet, porque lo había
prohibido el maestro de la Prepa Regional
de Tejupilco” Por eso pasa lo que pasa. Esa joven, que no he vuelto a ver, se
llamaba Jessie y le platique lo siguiente: “No solo ocurrieron en México hechos
de revuelta social en 1968, por el contrario el movimiento estudiantil mexicano
estuvo precedido por el verano ardiente francés que se convirtió en paradigma
mundial de la insurrección, contra el orden establecido, las estructuras
económicas, sociales y políticas incapaces para satisfacer, entender y ordenar
la vida de una manera distinta. A diferencia del mexicano, el movimiento
francés estuvo nutrido por estudiantes lo mismo que obreros, gente
perteneciente a la clase media y por connotados intelectuales, como Jean Paul
Sartré y Simón de Beauvoir. El objetivo de la revuelta, estaba dirigida a la
conquista de libertades y espacios de expresión para una sociedad que se abría,
crecía, maduraba; una generación que despertaba después de la Gran Guerra y que al
ritmo de la música de los Beatles, el cabello largo, en defensa de las luchas
heroicas del Che Guevara y Fidel Castro en la América Latina, de
Ho Chi Min en Indochina e imbuidos de las lecturas de igualdad social
marxista-leninista, demandaban un mundo mejor.
Ese mismo año, otro acontecimiento que marco la historia del mundo,
sucedió también en el viejo continente. Se conoció como la “Primavera de Praga”.
Ciudadanos Checoeslovacos, una nación que ahora ya no existe, se sublevaron
contra la tiranía soviética y hubieron de resistir la invasión de los tanques
del Pacto de Varsovia. Intelectuales como Václav Havel quien años más tarde
llegaría a Presidente de la
República Checa enfrentaron con flores, solidaridad y
heroísmo, las armas de guerra.
México no estaba aislado, por el contrario nuestro país se
preparaba para ser centro de la atención mundial. Años de bienestar económico
se traducían en la sede de los Juegos Olímpicos y sin embargo ocultas, en la
sociedad existían contradicciones y contrastes evidentes. El país comenzaba a
ser dominado por un partido político que iniciaba una época de represión y
corrupción El PRI que aún está. Los movimientos sociales de los
ferrocarrileros, de los médicos y enfermeras del IMSS y del magisterio a
finales de la década de los cincuenta y principios de los 60’, los nombre Valentín Campa,
Vallejo, Galván son algunos de los íconos de la resistencia civil en ciernes,
que explotaría por un mero incidente estudiantil, reprimido con brutalidad en
el otoño de 1968.
La reacción de los órganos de represión del estado fue de tal
magnitud, que estudiantes de la
UNAM y del Politécnico, la clase media con acceso a la
educación superior, empleo, condiciones sociales favorables, con presente y
futuro, decidieron caminar juntos y emprender jornadas cívicas de ejemplo y
valor, como la Marcha
del Silencio, convocada por el Rector Javier Barros Sierra. La masacre del 2 de
octubre de 1968 ha
quedado en la memoria histórica de un México que se resiste a claudicar en sus
demandas de libertad, de independencia, de respeto, de garantías sociales, de
igualdad de oportunidades, en un Estado laico y Republicano. Muchos de los
actores principales de esa gesta han desaparecido, otros aún viven, incluyendo
por supuesto al causante directo de la matanza: Luis Echeverría Álvarez, quien
por este medio logró la conquista de la Presidencia de México y gestor del desastre moral,
del cuál aún no se ha podido recuperar la sociedad mexicana”.
Pregunte en el Facebook que día era hoy 2 de octubre: alguien escribió
“Lo que este año mas me impacto es que tal parece que México lo olvido, ningún
reportaje. ¿Te percataste?... nada, la sociedad lo olvido. Le pregunte a mucha
gente que recordaba cuando decía 2 de octubre del 68. Nadie lo recordó. Muchas
muertes tras la sombra del olvido, tras la frialdad e indiferencia. Me siento
apenada. ¿Como es posible?” En cambio, abrumadoramente, la mayoría combino en sus respuestas, desde decir mucho
trabajo, hasta firmar el clásico, soy feliz. Casi todos contestaron: UN DOMINGO
MÁS.
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