Seguramente hace 150 años, la mayoría
de la gente que vivía en este país –creo que aquello, aun no era México, víctima
de un mal parto independiente- no sabía y además no entendía lo que significaban
las Reformas emprendidas por los gobiernos liberales, encabezados por Don
Benito Juárez.
Pero si podríamos suponer la
existencia de algunas semejanzas, quizás morales entre aquel país derrotado,
acosado, humillado, cercenado, mutilado de entonces y el México de hoy. Porque
las catorce veces que Antonio López de Santa Anna fue Presidente, entre 1833 y
1855, marco, de manera definitiva, hasta la fecha, el ritmo, sabor, clases
sociales, espíritu, carácter, modos, usos y costumbres de un pueblo que se ha acostumbrado
a vivir bajo el imperio norteamericano. A sufrir pérdidas territoriales y
asumirlas como naturales, a tronar cohetes, rezar a todo el santoral, suspirar
por Jenny Rivera, hacer peregrinaciones, ver la televisión, gritar ¡gool! y
sumisamente, religiosamente, agachar el testuz como esclavo obediente.
No obstante, el papel previsor y decidido de Benito Juárez, aliado con Juan Álvarez,
I. Comonfort, I. Manuel Altamirano, Ponciano Arriaga y muchos otros, la mayoría
olvidados, los llevo a empeñarse en una Revolución cruenta, para hacer de
México un país con un sistema político y una economía basada en la acumulación de
capitales, en el uso de todos los medios de producción –tierra, trabajo, edificaciones,
transportes- para generar una idea de progreso, en beneficio de aquellos que se
comenzaban a perfilar como mexicanos.
El ensayo tuvo un gran éxito. La
Reforma Juarista quedo plasmada en las Leyes conocidas como de Reforma, que
fueron varias y que algunas de ellas mismas, mantienen el nombre de su
promotor: Lerdo de Tejeda, La fragua, Comonfort y sobre todo las referentes a
la Iglesia, las que amortizaron los
bienes eclesiásticos, retiraron la propiedad de solares, templos, conventos,
escuelas y todos los bienes materiales acumulados por la iglesia católica, para
ponerlo en venta y generar así un mercado emergente de capitales.
Hoy estamos en una situación
parecida, pero completamente diferente. Porque la revolución emprendida por el
PRI, junto con el PAN y vergonzosamente en alianza con el PRD, tiene como
objetivo central la entrega de México –ahora
si ya todo un país con historia, nombre y patria- al Imperio que hace un poco
más de ciento cincuenta años, nos arrebatara, al alma de una nación en
formación y más de la mitad de nuestro territorio (Texas, Arizona, Nuevo
México, la alta California): La Contra Reforma Peñista es una Revolución encaminada
a integrar a México, subordinado a los EUA.
Quiero referir una anécdota que
me sucedió la semana pasada y que me remitió a la visión con la que inicie esta
Carta, resulta que entro una señora bonita,
a mi librería El Arete de Tejupilco y de golpe me preguntó ¿que son las
Reformas? Buscaba revistas o libros para informarse. Francamente no entendí y
además, por la edad y su indumentaria pensé que era una Maestra joven –sector que
nunca pregunta, porque asume que todo lo sabe y lo que no lo inventa- pero pronto
me di cuenta que no era así: dijo ser de Palmar Chico y laborar en el Sector
Salud. Me di cuenta de mi error, de mi falta de tino y de prudencia. Como ella,
la enorme, la inmensa mayoría de mexicanos no tiene la menor idea de las modificaciones
que se están aprobando por un puñado de traidores, de caporales y mayordomos, reunidos
en el Congreso de la Unión, para modificar sustancial y esencialmente, letra y espíritu
de nuestra Carta Magna.
Es importante repetir y dejar en
claro un punto nodal: estamos en un proceso Revolucionario, de manera más
correcta Contra-Revolucionario, por regresar a estadios sociales, políticos y
económicos anteriores. Estamos frente a un retroceso a formas de conquista y
conservación del poder y del gobierno en México, que se habían superado por instituciones
superiores, mejores y buenas para las mayorías. En 150 años hemos transitado de
una Oligarquía terrateniente y confesional en esencia, con una Dictadura
Tiránica en la forma, la encabezada por López de Santa Anna primero y Porfirio Díaz
después; hacia una Monarquía Republicana, la de un Presidente con todos los
poderes legales, metalegales y supralegales para Gobernar de forma Republicana:
atendiendo democráticamente a las mayorías, aristocráticamente a los mejores y oligárquicamente
a los ricos. Esta fue la manera como se organizo el poder en México entre 1917
y 1994, hasta que el interregno del PAN, dejo en claro que las clases
provincianas, católicas y adineradas no sirven para completar transiciones políticas.
Por eso, el regreso del PRI, tiene prisa en consolidar un Estado de naturaleza esencialmente
Oligárquica, pero muy estrecha -un gobierno de ricos para ricos- con formas democráticas
acotadas, legal o ilegalmente: participación electoral de las mayorías pobres,
condicionadas a cuidar forma y fondo de las expresiones públicas, lo que
significa que nada de protestar con exageración, y buscar la censura abierta o disimulada en
medios de comunicación y redes sociales. La pregunta más importante para
entender dichas Reformas y el proceso revolucionario en acto, consiste en saber si estas modificaciones,
como hace 150 años, serán en beneficio de los mexicanos, incluso extender la
duda a los ricos mexicanos y la respuesta es contundente: NO
Se trata de hacer del sistema
político un régimen semejante al de los EUA. Un sistema basado en partidos con distinto nombre, pero con
igualdad de principios y objetivos políticos. Se reforma el régimen fiscal que
le concedió ventajas impositivas a los empresarios mexicanos, a los ricotes
nacionales y que los ha llevado a posicionarse en la mítica lista de los más
ricos del mundo. Cambios que conviertan a la sociedad mexicana en una clase de
trabajadores o empleados, orientados a la costumbre del consumo formal, el que se contabiliza y paga con tarjetas
bancarias, no el abastecimiento en mercados públicos ambulantes, sino el que se
hace con facturas y paga impuestos. Consumo de mercancías nuevas, que deshecha lo
usado o rebasado tecnológicamente y destruye todo lo demás.
Y lo más grave, la Revolución -
una guerra fraticida no reconocida, que lleva decenas de miles de muertos-
tiene como objetivo central la cesión de todo acto soberano del Sistema Político
Nacional a través de la rendición de la explotación del territorio nacional a compañías
extranjeras: reservas petroleras, playas y litorales, yacimientos y extracción
de energéticos, generación de electricidad, venta de litorales, subasta del
territorio. Por eso y con buen ánimo dice la Diputada Layda Sansores que “privaticen
sueños, privaticen ánimos,… mejor vayan y privaticen a su pu… madre”
Se trata de vender y de hacer de
la compra-venta el orden primordial. Se renueva el control político autoritario
y centralizado, solo que ahora compartido, por un partido político,
representado en el Congreso, un Presidente-Gerente y un Quinto Poder, la
Televisión, que construye y destruye imágenes, en instantes.
Hay que señalar, a reserva de
tratar con mayor detalle que las Contra Reformas se agrupan en los siguientes
rubros: Educativa, la que busca tomar el control laboral antes que el de la
atención estudiantil o los contenidos educativos; Laboral, la que somete al
factor trabajo a salarios de miseria, sin prestaciones ni garantías, sin
seguridad social y de acuerdo a las necesidades de empleo de las empresas
globalizadas; La Fiscal, es la Reforma que asume un proceso de empatía con el
sistema tributario norteamericano. Y dejo las dos Reformas más importantes para
el final: la Política, que hace a un
lado el lema Maderista del Sufragio Efectivo No Reelección (se llega a la
paradoja de un sistema basado en el “Sufragio En Efectivo Si Reelección”) y que asegura el equilibrio de poder entre el
Ejecutivo y el Legislativo, como sucede
en los EUA. Finalmente la Reforma Energética que se pretende aprobar en esta
semana de diciembre de 2013, es la que entrega y capitula al estado mexicano
frente al comercio multinacional, los países
globalizados, ante los EUA y las mismas “siete hermanas” petroleras, que fueran
arrojadas de nuestro territorio patrio, en 1938, por el decreto de Expropiación del General
Lázaro Cárdenas.
No comments:
Post a Comment