Espero
que para la mayoría de los lectores de esta entrega, el titulo los lleve a
pensar en Chava Flores y sus albures, en casa Julia, en Cleta y el changuito
que me vacila, la vitrola, Carola y la pistola, el llegar de la “julia” y a la
cárcel todos hechos bola… Y, entonces habrá cumplido su propósito inicial, el
de atrapar la atención del público, y lo más importante, recordar que la
tertulia es la convivencia social, es el medio privilegiado para vivir, convivir
y hasta para morir feliz.
Pero
el tema es más profundo que los alegres retratos musicales de la vida urbana,
en la capital de la República, compuestos por el citado Chava Flores. Se trata
de exhibir que la peor corrupción que se vive en México es la que se origina en
la corrupción de la palabra, en la perversión del lenguaje. El discurso
político ha llegado a extremos en que las palabras han comenzado a perder sus
sentidos, a cambiar los conceptos que designan, a modificar los significados,
tanto los lineales conocidos, como los oblicuos, los perpendiculares, los
cuadráticos, redondos o parabólicos que contienen.
El
despotismo que se ha establecido en México, ha entendido perfectamente la
fuerza que adquiere la corrupción de las palabras, como forma de dominio y de
sometimiento. Ya no hay manera de predicar con los ejemplos, si el bombardeo
criminal de los términos empleados para someter es más poderoso y genera
impunidad: son los casos de reforma, modernidad, nos preocupamos, empleo,
salarios, propiedad, privatizar, vándalo, terrorismo, luz, Dios, amor, paz…
y la lista es tan amplia, como la intención
manifiesta de alcanzar el completo control de la razón, la confusión social y
la conservación del poder.
Adelanto
como tesis que este descarrilamiento de la palabra, la corrupción del discurso
político en México es responsabilidad de todos los actores políticos, y por
todos me refiero por supuesto también a los que se agrupan en esa masa amorfa y
atildada que se llama “izquierda”. Y agrego que no es el caso de AMLO, quien
manifiestamente ha recurrido al adjetivo “verdadero”, para matizar su lenguaje personal.
La
idea de esta Carta la tome de la columna que publica Sabina Berman en PROCESO
de esta semana (1937), titulada “Reforma Lingüística” pero la idea que subyace
en la esencia de mi literatura, es la misma que se organiza en el Colectivo Grito más Fuerte, con la
presencia de notables actores del arte nacional, particularmente, la
congruencia entre el decir y el hacer de Damián Alcázar.
Y
que la fuerza de la argumentación que pretendo transmitir en este ensayo, la
encuentro en la sabiduría de Gabriel Zaid, a quien tuve la fortuna de conocer
en los albores de mi nacimiento profesional como universitario, a través de mi
Maestro Patricio Marcos, uno de los sabios más grandes que existen en México y,
que como otros muchos más, se encuentra alejado de reflectores y cámaras, allá
por Akumal, en Quintana Roo.
Y
todo es tan simple como una invitación para que la gente común y corriente, se
ponga a platicar, hacer de la charla la charada, de la ocasión el mitote, de la
tertulia, el medio para que los contertulios se pongan a dialogar entre todos,
y, así, desterrar a los responsables del caos y del miedo, del horror y la
traición. Porque la verdadera esencia de la palabra es la creación y no al
revés.
“El
verdadero saber no está en las aulas, ni en las universidades, está en los
libros. Las burocracias culturales estrangulan al arte –como sucede en
cualquier municipio del sur del edo. Mex.- Marx, Freud, Einstein, Picasso, Le
Corbusier, que marcaron las tendencias dominantes del siglo XX, crearon y
pensaron por su cuenta y riesgo, en libertad. Las instituciones culturales
fueron naciendo en la memoria, la corte, el campus, la tertulia, la imprenta,
desde la prehistoria hasta el Renacimiento”
“La
cultura superior aparece en las cortes de la Antigüedad... Nace libre, pero
pronto queda bajo la tutela del monarca –nuevamente como sucede en Tejupilco y
los bailes, en Temascaltepec y las competencias en vuelos alados- La educación
superior también nace libre, pero pronto queda bajo la tutela de la Iglesia… La
universidad se vuelve dominante por su relación con el poder, primero de la
Iglesia y luego del Estado, que le da autoridad para establecer quién sabe y
quién no sabe; y, por lo mismo, quién sube y quién no sube. La universidad
administra las credenciales del saber para subir” Son los casos hegemónicos del bestialismo
docente en territorio mexiquense y en cualquier patio sometido al poder del PRI
-es el caso de Veracruz que conozco perfectamente- que tramita títulos
académicos, tal y como antaño se expedían títulos nobiliarios. Pero en hogaño,
la presteza de las “maestrías y doctorados” patito, van de la mano de la
perversión del lenguaje y del silencio obligado, le llaman Omertà o ley del silencio en el código de honor siciliano, el
que prohíbe informar sobre los delitos considerados asuntos que incumben a las
personas implicadas. Así es y así reciben plazas docentes, chambas en el
gobierno, becas e invitaciones para formar parte de la “suciedad” en el poder
público.
Sigue
Zaid “La cultura libre nace en el mundo comercial. Gutenberg era empresario,
Leonardo contratista, Erasmo freelance. Nace al margen de la universidad, y
hasta en contra. Erasmo, Descartes y Spinoza rechazaron dar cátedra
universitaria. No querían ser profesores, sino contertulios (platicantes) y
autores. Frente al saber jerárquico, autorizado y certificado que se imparte en
las universidades, prefirieron la conversación y la lectura. Las academias
nacen como tertulias de aficionados a leer: como instituciones de la
conversación entre iguales, no como membrecías ostentables en el currículo… La
conversación libre de las academias pasa de la tertulia a la imprenta: una
tertulia invisible que se reúne sin necesidad de un lugar y momento de reunión.
Eso abre el diálogo a los contertulios lejanos en el espacio y en el
tiempo” Así es, reunirse, y charlar,
“comadrear” al margen de las escuelas, de los Institutos Culturales, los que
reprimen el ánimo y callan el espíritu.
“La
cultura libre prospera en la animación y dispersión del diálogo y la lectura
libre: las imprentas, librerías, editoriales, revistas, cafés, tertulias,
salones, academias; los teatros, grupos de músicos, cantantes y danzantes,
casas de música, galerías, talleres de arquitectos, pintores, escultores,
orfebres. Prospera en las microempresas de discos, radio, cine y televisión,
mientras son artesanales: no integradas a monopolios mediáticos. Prospera en
los blogues y otras formas de publicación en la internet, que nació del Estado,
pero se volvió un instrumento de la cultura libre, a pesar de intentos de
control vertical” ¡Chapeaux!
Y
es que la tertulia, como la práctica del deporte, son formas de convivencia que
unen y organizan a la sociedad. Por eso se desalientan y difieren o bien no se
ejercitan, porque entonces, se podrían discutir los temas que importan a todos
los mexicanos, como las Reformas Política, Energética, de Telecomunicaciones,
Educativa o Laboral, pero también sobre la preeminencia de las religiones, y
los cambios avalados por el PRD para modificar el artículo 24 constitucional,
que libera a las fuerzas más oscuras y erige en símbolo máximo la idea de Dios,
sobre cualquier otro valor social.
El
PRD no solo ha sido comparsa, patiño y asociado en el despojo y traición a la
Patria mexicana, sino actor principalísimo en su contumaz necedad, para hacer
de la tiranía de las mayorías, del imperio de la igualdad, la voz que impone a
la democracia sobre seres mayores, sus antagónicos y antípodas: la Autoridad
Paterna y por ende el Presidente de la República. Reformas que sin estar aun avaladas
por las legislaturas locales de manera necesaria –van solo 16 de las 17
requeridas- ya provocan exclamaciones fanáticas y llenas de miedo como sucede
en Monterrey o en Luvianos.
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