“Al
salir el sol del 28 de abril de 1402, que entonces se llamaba Ce mázatl o 1
Venado, del año Ce tochtli, o 1 Conejo, nací en Tezcoco, capital del señorío de
Acolhuacan…” Y puedo ser considerado el Rey más sabio que ha existido en
Mesoamérica, lo que ahora es la República Mexicana.
Frente
a mí, son mis pares, Cuauhtémoc y su valentía, Miguel Hidalgo y su arrojo, el
cura Morelos y su gallardía, Benito Juárez, el más cercano por su patriotismo,
Villa y Zapata, merecen estar también y el Tata Lázaro Cárdenas, quienes
cultivaron el secreto de todo buen Gobierno, el del discurso poético, hacer el
bien, lo mejor y hablar con el corazón a nuestros hermanos mexicanos.
Soy
Acolmiztli Nezahualcoyotl y mi nombre significa “fuerza de león” y “coyote
hambriento o ayunado”, y el día de mi nacimiento, todos los oráculos y
astrólogos profetizaron que mi vida estaría dotada de fortunas, nobleza y
generosidad. Nací predestinado para Gobernar con sabiduría y forjar con los
señoríos de Tenochtitlan, de Aztcapotzalco y el de Texcoco, mi reino, el que
heredé de mi Padre Ixtlilxochitl: una triple entente de bien.
De
la mano de Itzcoatl Huey tlatoani de los mexicas, nuestro tiempo se caracterizó
por alianzas y unidades con otros señoríos: los tlaxcaltecas, matlatzincas,
tecpanecas… todos vivimos en paz y no como ahora, en el lugar que aún se llama
México, más de 500 años después…
“Amo
el canto del zenzontle, pájaro de las
cuatrocientas voces…. Amo el color del jade, y el enervante perfume de las flores, pero
lo que más amo es a mi hermano, el hombre.”
Nuestro gobierno fue un Estado victorioso,
poderoso, educado, gracias a la naturaleza del pueblo que nos toco gobernar de
“tigres y águilas”, a los usos y costumbres de nuestra época, y por preservar la palabra de los Reyes Reales
como herencia y legado: las Ochenta Leyes que dejé, divididas en cuatro partes,
para cuatro consejos supremos, mantuvieron la paz y la felicidad en la
república tridente.
En ellas, establecí que se castigara con gran rigor
todo género de delitos, por ejemplo al ladrón que robaba en poblado, aunque
fuesen cosas de poco valor, se le convertía en esclavo de quien había hurtado,
y si no, moría ahorcado; al adulterio los condenaban a la muerte lapidaria, la
horca adulterina o a ser asados vivos en caso de que el adúltero matara al
marido... Quien se alzara contra las tres cabezas
(Tenochtitlan-Tezcoco-Azcapotzalco) se enviaba al frente de batalla y si no moría
en la guerra, al regresar se le reventaba la cabeza con una porra. Igualmente
pasaba con aquel señor que tomara las riquezas y tesoros que pertenecían a los
reyes.
Son realidades mitológicas pero ciertas y que se
necesitan traer a los tiempos en que el “guey tlaconete” Peña Nieto se dedica a
robar impunemente y toda su grey, la que se amamantó de Chalmecatecuchtli y Tlazoltéotl: la muerte y
la putrefacción. De quien le llamaron en el siglo XX, Carlos Hank González.
“¡Amigos
míos, poneos de pie!... Desamparados están los príncipes, Yo soy
Nezahualcóyotl, Soy el cantor, Soy papagayo de gran cabeza. Toma ya tus flores
y tu abanico ¡Con ellos ponte a bailar! Tú eres mi hijo, Tu eres Yoyotzin”…
Pero de todas las ordenanzas que legislé con mi
palabra de Rey, la más necesaria, y de
urgente ejercicio contemporáneo, es la que condenaba al traidor al Rey o a la
República: “lo hacían pedazos por sus coyunturas, y la casa de su morada la
saqueaban, y echaban por el suelo sembrándola de sal, y quedaban sus hijos y
los de su casa como esclavos hasta la cuarta generación” (J. L. Martínez FCE)
Veríamos entonces que todos y cada uno de los
integrantes de la Dictadura encabezada por el que ha comprado la Presidencia,
sus secretarios de estado, representantes populares, de la federación, de los
estados y de los municipios, los líderes de las Cámaras de Diputados y de
Senadores. Todos y cada uno de los legisladores e institutos políticos que se
aliaron en una siniestra entente invertida, para subastar nuestra tierra,
nuestros litorales, nuestros mares, nuestras risas y alegrías, nuestro tiempo y
nuestra historia. Además de Peña Nieto, se consignarían los ediles municipales
que se dicen gestores, que caminan en vehículos blindados, en camionetas de
cientos de miles de pesos, y se construyen casas enormes, templos y palacios.
Ellos, junto con sus hijos y con sus hijas (Sofía Castro o Yazareth Liz Abarca)
serán castigados implacablemente y con severidad, como escarmiento y su
progenie no será continuación jamás de nuevo. Solo así
Alguien como yo, mejor aún. Emilio Mújica, Rey de
una república oriental muy alejada de Tezcoco, declaró a la revista Foreign
Affairs Latinoamérica (México es una) “especie de Estado fallido, que los
poderes públicos están perdidos totalmente de control, están carcomidos… Yo apelo a que México reaccione en su ética y
en su moral.” El Presidente de Uruguay, deben saber que estuvo encarcelado,
preso por 14 años, durante la dictadura militar, como la que se cierne sobre “el
ombligo de la luna”. Emilio Mújica que con su ejemplo ejerce una Autoridad
natural, para el bien y la felicidad de sus gobernados, agregó “es posible (el
caso de México) por una gigantesca corrupción. La corrupción se ha establecido,
me da la impresión, visto a la distancia, como una tácita costumbre social.
Seguramente, el corrupto no está mal visto, es un triunfador, es un señor
espléndido. Por ese lado, estamos fritos.”
Porque entonces así y solo así sucede lo que asola
y deja inválida a nuestra gente: señoras que sufren, niños sin padres, jóvenes
que han sido desollados vivos, ciudadanos
inocentes detenidos y consignados a presidiarios alejados, por el
simple derecho de manifestarse en la vía pública. Gente común, víctima de policías
y soldados que han secuestrado, violado, asesinado a sangre fría, de
provocadores que azuzaron a la violencia y represión.
Es la hora de nosotros, Yoyotzin, que entre las Ochenta leyes para el buen
gobierno, había una sección que castigaba a todo aquel soldado que no cumplía
con las órdenes recibidas o no seguía los mandatos asignados, con el cadalso y
el degüello, y ¡ay aquél! quien tomara lo que no le pertenecía, porque a todos
ellos, los soldados (y estatales y ministeriales y PFP y granaderos…) les
esperaba el ahorcamiento, lo mismo que aquellos que les brindaran cautiverio, protección o refugio.
Dicen que tienen 70 detenidos relacionados con la
desaparición de 43 guerreros juveniles, aparte de los 6 Maestros a los que
asesinaron con crueldad y cobardía. En el absurdo del reduccionismo
microscópico, en la televisión se pretende resumir la maldad a las policías de
Iguala y la de Cocula Guerrero, y ¡nada más!. Mientras la televisión estatal de Francia, destapa otro secuestro silenciado, como la matanza que denunciara Miguel Ángel
Granados Chapa en San Pedro Limón, la que todos supieron y luego, pronto, olvidaron.
Dicen que se llevaron a 34 adolescentes el último día de clases, en Cocula, en
el verano de este año Ce Acatl 2014
Hay mitos que apremian a la búsqueda en regiones
serranas de las tierras pobladas por purépechas, cuitlaltecas, ocultecas y
matlatzincos, en la Tierra Caliente; los chontales, mazatlecos y tlahuicas en
la Sierra Norte; los coíxcas y tepuztecos en los Valles Centrales; los
tlapanecos y los mixtecos en La Montaña; los jopis, mixtecos y amuzgos en la
Costa Chica, y los tolimecas, chubias, pantecas y cuitlaltecas en la Costa
Grande.
A diferencia de nuestro tiempo, hace más de cinco
siglos, hoy estas regiones están tomadas por caciques como lo reportó la
revista Época el 11 de marzo de 2002, en la investigación titulada “En la
sierra todos lo saben, menos la policía: Tigre, el nuevo cartel de la heroína”
En Zirándaro y Acapulco, en el polvoriento caserío de Santa Teresa, en la capital regional de Ciudad Altamirano y
la otra cercana del vecino Michoacán, la que se llama Apatzingán. En el poblado
de las Cruces, Las Anonas, en Parancio, Paso de Arena, Tarétaro, Guayameo, Teleolapan, Arcelia Tlacotepec,
Apáxtla, Técpan de Galeana, Tlapehuala, Taxco y Zihuatanejo, Juchitán, Casas
Viejas, Placeres, Pandacuareo, Quiriricuaro… Se dice que en 62 de 80 municipios
del estado, el control criminal es completo y absoluto.
Todos ellos merecen la justicia que heredé junto
con mis poemas y enseñanzas. La que ya dije y repetí: la muerte para que nunca
más regresen los casos como la de la Casa Blanca y el trafico de intereses, las
mentiras de TELEVISA, la desinformación del monopolio, las ofensas de la “Gaviota”,
o las “tablets” a IUSA, el grupo de Atlacomulco, los millones de dispositivos
para idiotizar a la niñez mexicana, a nuestros hijos. Todo el tráfico de
influencias de Peña Nieto, comando y ejercicio de su despotismo. ¡Basta Ya!
Así no se repetirán los Pineda y los Torre, los Beltrán
o los Cedeño, los Aldegundo, menos las asonadas de “enanos” como en Texopilli, o
el del presidente municipal de Iguala, ahora encarcelado junto a su esposa María
de los Ángeles Pineda, como autor
intelectual de la desaparición (y probablemente, matanza) de los 43
estudiantes de magisterio, a quien
siempre le siguió una sombra de terror. Es José Luis Abarca -el capturado en
Veracruz y “plantado” en Iztapalapa, para culpar al Huey tlatoani Andrés
Manuel- “de pelo corto, cuerpo depilado
y músculo de gimnasio, a quien le gustaba moverse a solas por una tierra donde
los políticos no dan un paso sin un enjambre de escoltas. A veces, al volante
de su deportivo gris, llegaba conduciendo sin ninguna protección al Palacio del
Gobierno, en Chilpancingo, y ante los otros alcaldes hacía demostración de lo
que todos sabían: que él, a diferencia de sus compañeros, no tenía nada que
temer… Quienes le han tratado le recuerdan como un pequeño déspota, tajante en
sus respuestas y con dificultades para enhebrar un razonamiento complejo” O
sea, un auténtico idiota.
Para
estos pervertidos, pregunto, ¿merecen debido
proceso? ¿Ejercicio del estado que llaman de derecho?: el que se compra
(amparos), presiona (sobornos), dilata, son tiempos, privilegios y canonjías.
¿O la aplicación irrestricta de la ley de Yoyotzin Nezahualcoyotl?
“crecí
en afán prolijo, y al verme solo prorrumpió mi labio: ¿Qué hace en la tierra
desvalido el hijo, si no lo sabe guiar consejo sabio?” es la voz de José Joaquín Pesado, liberal mexicano, miembro de la
Academia de Letrán y jurado para elegir el Himno Nacional
A ellos apelo, a ustedes guerreros y mujeres míos,
herederos de historias y vidas que fueron prósperas (y no la mamada esa sin
acento), vengan al templo que erigí al final de mi existencia terrenal, diferente
a la mitología de los aztecas, respondiendo a mis propias indagaciones, a mis
dudas y preguntas. Alejado de los sangrientos ritos de los sacrificios
dedicados a Huitzilopochtli entre los aztecas, tanto como de las injustas y
mortales cruzadas en el nombre del dios cananeo que los conquistadores han
impuesto entre nuestra gente, la de la adoración de un crucificado. Y aun
cuando los acolhuas profesaban el politeísmo, Yoyotzin Nezahualcoyotl
desarrollé la idea de un dios único, al cual llamé Tloque in Nahuaque, el dios
incognito, el señor del cielo y de la tierra.
El que nos ha de guiar para imponernos nuevamente
al Imperio del norte. Son los yanquis, los gringos, los “bolillos” los que han
pervertido todo y han convertido en prostitutos y prostitutas a los hombres de
poder. La "mota" y el “sugar brown” los han
orillado, dicen “Una ventaja es que la
policía no extorsiona como antes hacía: ahora pagas tu impuesto de 120 pesos
por kilo que sacas y ya está. La organización también frenó a los bandidos, que
robaban al productor y al intermediario. ¿Qué derechos se adquieren con el pago
de ese impuesto?... El derecho a salir y no tener problemas con municipales,
estatales ni federales. Cuando te topas al checador, te preguntan de quién
traes permiso. Das el nombre y ellos se comunican directamente con el
responsable. Él confirma y dice cuánto peso pagaste de salida. Con el ejército
es otra cosa, aunque dependiendo quién te detenga es que puedes arreglarte o
no.
¿Entonces como se reparte el dinero? Trescientos
pesos por kilo para el productor, 120 pesos por kilo para la organización
michoacana, 30 dólares por kilo para el transportista, 50 dólares por kilo por
derecho de paso al Cártel del Golfo, 50 dólares por kilo a quien cruce el Río
Bravo. Luego 160 dólares por kilo para dejarla en San Antonio o adelante… Yo
dejo en Houston. Así que por cada kilo invierto 320 dólares… A quien me la
compra aquí, en Tierra Caliente, se la vendo en 550 pesos el kilo y allá en el
“otro lado”: vendo la comercial, la mejor, en 800 dólares el kilo. La buena en
600 dólares, máximo” (La República Marihuanera” Humberto Padgett y Dalia
Martínez)
Y
así no hay poder, ni poesía ni brazos ni encantos que regresen el orden y la
paz.
Y
esto no es un mito… esto es la verdad
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