Tras unas vacaciones en el mundo
de la fantasía, el regreso al trabajo periodístico representa un esfuerzo que
agobia y desanima. El presente es más surrealista que cualquier leyenda conocida.
La realidad nacional rebasa todo intento de análisis racional, objetivo, conciso
y certero. Nada se entiende, el tiempo regresa rápidamente las manecillas del
reloj de la historia.
Como en la “Carta Robada” de
Edgar Allan Poe, la respuesta se encuentra a la vista de todos: nadie quiere
ver. A unos les llaman “anarquistas”, aparentemente alejados, opuestos a lo que
califican de “sociedad civil” y son lo mismo. El nuevo oráculo de Televisa, attaché
favorito de Salinas de Gortari escribe, en un libro de reciente publicación, cuyo
título funde el surrealismo autóctono con el discurso político atosigante, “Adiós
a los Padres”. Dice el de Nexos, “Describa a su papá en una palabra: Un
enigma. Describa a su mamá en una palabra: Un abrazo”. Héctor Aguilar Camín (el
salinistas más salino, salado) reproduce en el título y en el contexto del
nombre, la demencia nacional, el reflejo de México, la síntesis persecutoria:
El deseo de matar al Padre, apoderarse de todos sus bienes, incluyendo a su
esposa, la Madre que le abraza… amorosamente, incestuosamente.
Semejante
monstruosidad, privar de la vida al autor de la nuestra y despojarle de la
pareja con la que ayuntó, para reproducirse en los hijos, constituye un enigma
y un deseo. Matriz perversa que se consuela con las ganancias obtenidas, la
satisfacción del tener, erradicación de la falta, cura de la duda. Existe un
problema: la Autoridad del Padre. La que se origina en la naturaleza de la
vida, la sabiduría del tiempo, el orden jerárquico de las cosas. Autoridad que
no poder, aunque la fuerza este del lado del más fuerte.
Para
unos es cuestión de negar la Autoridad, son los “anarquistas”. Para otros es la
machaca sobre el estado de derecho, es el clamor de los hermanos parricidas,
deseosos de un ordenamiento jurídico que proteja la propiedad antes que a la
vida, que castigue las faltas antes que procurar los servicios básicos de la
sociedad. Justicia y fuerza pública en vez de autoridad. Estado de Derecho que
asegure la convivencia entre los “blanquitos”, la gente “nice”, los hipsters,
los wanabes, las clases medias “aspiracionistas”, “juniors”, tecnócratas, los
narcos, “el sueño americano”, los que nunca fueron Supermachos. Toda esa masa
social que aterrada y sin espíritu ni conciencia social, recula y convoca a la
providencia divina.
En
México, la desfachatez creyente, salir del closet santurrón, rogar y bendecir
abierta y sin vergüenza alguna, arrancó el día que se transmitió el primer Teletón
(1997). La fiesta de la caridad del Dios rating. Es el día del perdón, la
compasión inducida por gente discapacitada, anormal. Es el Yom Kipur de la “sociedad
civil”. La orgia parricida, de los hermanos asesinos, esperando ser perdonados un
día a la semana, para seguir usurpando, asesinando, traicionando, los días restantes. Ese mismo año, una élite inauguró en tierras sureñas, el rito anual,
con los ojos puestos en el negocio y el despojo. Empezó la migración en semana
Santa de los oriundos de Nuevo León, el avance de los nuevos cruzados, adalides
de la sociedad civil que tanto pregonan,
que no entienden ni jota: se espantarían.
Es
el Surrealismo en el que existe la Normal de Ayotzinapa, pero hay que profundizar más. No se
entiende el Surrealismo sin André Bretón, y cuentan quienes saben, que antes
del personaje francés, que combatió el orden que llamaba burgués, a través del dadaísmo
o negación total, existieron Descartes –“No
quiero ni siquiera saber si antes de mí hubo otro hombre.”-; Jeronymus Bosch,
cuyo lienzo “El Jardín de las Delicias” es mi acompañante de cabecera desde
hace 40 años y antes aún, el sabio al que apodaban “El Oscuro” Heráclito, aquel
que afirmara dialécticamente, surrealisticamente, matemáticamente, que “Nadie
se baña dos veces en el mismo rio”
Para Bretón, El Surrealismo es "sustantivo,
masculino. Automatismo psíquico puro, por cuyo medio se intenta expresar,
verbalmente, por escrito o de cualquier otro modo, el funcionamiento real del
pensamiento. Es un dictado del pensamiento, sin la intervención reguladora de
la razón, ajeno a toda preocupación estética o moral… El Surrealismo se basa en la creencia de una
realidad superior de ciertas formas de asociación desdeñadas hasta la aparición
del mismo, y en el libre ejercicio del pensamiento”
Mas oscuridad es la que rebosa el autor de la
palabra “Surrealismo”, pues Guillaume Apollinaire dejó escritas obras que
superan, todavía, la carnicería en que esta convertida nuestra nación. Nos hemos
horrorizado con la desaparición de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de
Ayotzinapa, el drama, la violencia, la muerte de un jovencito de 15 años, que
viajaba a bordo de un autobús que transportaba a un equipo de futbol de tercera
división, al chofer que conducía la unidad, una señora que pasaba por la calle,
la muerte sanguinaria, demencial de Julio Cesar Mondragón, “El Chilango”... desollado y sin ojos.
“El
Rey ordena por escrito que se ciegue a tal niño... la orden llega al Serrallo y
es rápidamente comprendida... Los Eunucos lo conducen hasta el cruel mensajero
que les arroja la orden... coge al niño... el rostro hacia arriba, y le sujeta
la cabeza con el brazo izquierdo... Luego con una mano le levanta los párpados,
con la otra toma el puñal y le saca las pupilas, una después de la otra,
enteras, sin dañarlas... Las coloca en su pañuelo y se las lleva al Rey” (Chardin
1686)
En
uno de los cuentos de Apollinaire, se narra cómo los cosacos asolaban las
estepas gélidas de Rusia y de Polonia, el terror que causaban cuando atacaban algún
pueblo, la violencia y el sadismo, el placer que sentían estos bárbaros al
violentar bebes recién nacidos y cortarles la cabeza, al llegar al paroxismo
orgásmico. El horror surrealista no repara en escalas, es ilimitado. Siempre se
acogen al perdón.
Ayotzinapa
fue fundada en 1926 y con excepción del periodo de gobierno del General Lázaro
Cárdenas, antes por carencias presupuestales y después, a partir de Ávila
Camacho, la Normal, ha sido hostilizada por ser calificada como “semillero de
movimientos sociales”. Creadas por Moisés Sáenz, entonces Secretario de
Educación Pública, ante la urgencia de contar con Maestros que llevaran la “educación
al pueblo”, las Normales Rurales se convirtieron en baluartes generadoras de “Héroes”
que encabezaron las Misiones Culturales vasconcelistas, muy y a pesar de esa oscura mancha
en la historia mexicana, de lo que se llamó vergonzosamente “cristeros”. Las
Normales Rurales, con ahínco y convicción, abrazaron los principios de la
Educación Socialista, promovida por Lázaro Cárdenas.
A
partir de entonces, las Normales Rurales, especialmente la de Ayotzinapa han sido
abiertamente acosadas, política, ideológica y presupuestalmente. Baste saber
que desde los hechos ocurridos el pasado 26 de septiembre, se ha detenido la
entrega de las partidas presupuestales asignadas para la manutención ($49
diarios por estudiante) y tampoco se han pagado las becas escolares.
El
surrealismo combina la dieta ínfima asignada a cada estudiante, con el acoso a
que han sido sometidos los normalistas desde que en diciembre de 2011 el
anterior Gobernador del estado de Guerrero, Zeferino Torreblanca (PRD) intentó
reformar la organización de la Normal. Hubo resistencia, los estudiantes se
opusieron y dos de ellos cayeron abatidos por disparos a distancia, por la
espalda, por fuerzas federales, cuando mantenían cerrada la Autopista del Sol,
uno de los monumentos a la corrupción mas onerosos y detestables del México “moderno”
En
cambio, el rostro verdadero de los normalistas se puso de manifiesto, el
pasado miércoles 29 de octubre, cuando, mientras los papás de los estudiantes desaparecidos, asesinados y heridos por la policía guerrerense, encaraban a Enrique Peña Nieto, un contingente de 46
estudiantes salió de Ayotzinapa, rumbo a la aledaña ciudad de Tixtla, con una
misión especial: llevar a los niños y niñas de esta localidad un momento de
diversión y esparcimiento, que les permita distenderse, tras vivir de cerca, la
tensión social generada por el asesinato y la desaparición forzada de sus
compañeros.
Es
la labor normal, de la Normal, es el rostro de los estudiantes desaparecidos.
Es la razón que explica el surgimiento de guerrillas en México. Es el papel al
que fueron orillados estudiantes egresados de la Normal de Ayotzinapa, que como
Genaro Vázquez Rojas y Lucio Cabañas, entendieron que no se puede educar a
niños que no tienen para comer, desnutridos, “los nadie de Eduardo Galeano, los que
valen menos que la bala que los mata… los que en este país convertido en
estercolero, de niño quiero ser mayor. Para poder escapar rápido” (El Mundo)
Y todo se revuelve en el México
surrealista. Es la captura de la “Pareja Imperial de Iguala” a las dos de la
madrugada –cuando ya no se puede gritar ¡paren las prensas!- y cambiar la
cabeza principal de los diarios nacionales. Es en día martes, para que quien se
encargue de editorializar la noticia sea Televisa, en su programa se media
semana, al que hay que llamarle Tercer Legrado. Es la detención de los asesinos, en un domicilio
ubicado a tan solo 15 minutos de las instalaciones de la Policía Federal-AFI.
Es surrealista que no los localizaran antes, pero es muy realista que como
Presidente Municipal, José Luis Abarca entregaba mensualmente 450 mil dólares a
estas corporaciones policiacas y judiciales.
Es la relación de la esposa de José
Luis Abarca, epígono de Lady Macbeth, pero la de Shakespeare y no las
meretrices de los videos de moda. Resulta que María de los Ángeles Pineda,
además de ser la Presidente del DIF en Iguala –como todas las cónyuges de todos
los gobernantes en México: 2438 municipios, 32 gobiernos estatales y la
Presidencia ¿Por qué?- es hija de Salomón Pineda Bermúdez y Leonor Villa Ortuño
que tuvieron cinco hijos: Julio Guadalupe, Alberto (el Borrado), Mario (el MP),
María de los Ángeles y Salomón (el Salo)
¿Que es más surrealista que Papá y
Mamá estén en la cárcel al ser capturados junto con uno de sus hijos, por
traficar cocaína y otras drogas a EUA?; hay más, no es suficiente, y se descubre
que el “Borrado” y el “MP” fueron asesinados por los hermanos Beltrán Leyva
(narcos muy reconocidos, por desgracia), que se separaron del Chapo Guzmán, que
edificaron la “República Mariguanera” en la Tierra Caliente (Guerrero-Michoacán-estado
de México). La historia, que no tiene nada de magia ni racionalidad sigue, con la
detención del hermano sobreviviente, el “Salo”, capturado y liberado por los
expedientes judiciales armados “con las patas” por Jorge León, el mismo Subprocurador
encargado del legendario “michoacanazo”, cuya mala factura liberó a los 38
Presidentes Municipales detenidos. Es el frente de batalla surrealista que enfrentamos los ciudadanos: lo mismo se informa que nuevamente se ha detenido al "Salo" y resulta que nadie lo encuentra, en ninguna dependencia ni institución; como que el mentado abogado Jorge León colabora en el Gobierno de Guerrero, al
menos hasta la defenestración de Ángel Aguirre.
Es surrealista que la “clase
gobernante, los que se llaman políticos” están obsesivamente dedicados a echar
culpas, a obtener canonjías y prebendas electorales, atentar contra la
Autoridad de Andrés Manuel López Obrador. Es surrealista que haya quienes
intentan reformar el inmenso pastel de “caca” al que ha llegado el sistema político
mexicano. Justamente se llama Kakistocracia a los gobiernos que encabezan los
peores de un estado o nación. Acuñado por el politólogo Michelangelo Bovero,
derivado de Kakistos que en griego es el
superlativo de kakos. Kakos significa “malo”, y también, “sórdido”, “sucio”,
“vil”, “incapaz”, “innoble”, “perverso”, “nocivo”, “funesto” y crasos es lo que
significa poder o desgobierno.
La única realidad, de la que hay
que asirnos, lo que podría revertir las cosas, el corolario en el que hay que
creer, seguir, son las expresiones de descontento y fastidio, las 115 escuelas
en paro nacional, la unidad del IPN con la UNAM, la Ibero con el Tec. de
Monterrey, hasta la UAEMex. Porque estamos hartos. Hay que aullar, gritar ¡ya
basta! Organizarnos como sociedad y tomar el mando, conquistar nosotros, el poder.
O bien, con dulzura inteligente,
reencontrarnos con la nobleza y belleza de pasajes como la última noche del
Che Guevara, la que pasó en una escuela rural. Ya herido, contempló una frase
en la pizarra y dijo a la maestra: “Le falta el acento”. La frase era “Yo sé
leer”. Ya derrotado, el guerrillero volvía a otra forma de corregir la
realidad… “Yo sé leer”. (Juan Villoro)
El
México de las armas teme a quienes enseñan a leer: es nuestro trabajo, nuestra
apuesta y misión, destino, son otras personas y circunstancias, es la realidad
imaginada pero real. Con la misma determinación y objetivos “Librería El Areté
de Tejupilco”
Y
se marchó Jorge Saldaña
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