Thursday, January 22, 2015

“PROCESO” AL ESTADO DE MÉXICO

Todos lo sabíamos, lo esperábamos, incluso lo temíamos: el regreso del PRI al Gobierno de la República vendría acompañado de una persecución en contra de todas las voces independientes o contrarias.
Los medios para hacerlo, los de siempre: compra de plumas, cooptación favoritaria (hacer favores y diseñar favoritos), amenazas veladas, abiertas, chantaje, extorsión, asesinato y muerte. Pero son dos los métodos más empleados para callar al periodismo de opinión libre y socialmente responsable, por una parte, es el desprecio y la ignorancia deliberada de las voces discordantes con el mundo fantástico que le interesa al PRI y en general al sistema de partidos de Estado (PAN, PRD, PVEM y PANAL); por la otra son los “convenios” suscritos entre los medios de comunicación y los Gobiernos, tanto en el ámbito federal, como estatal y municipal.
Si en Veracruz o Tamaulipas, el modo empleado que predomina es la violencia en contra de los periodistas, en el estado de México, el estilo Rafael Vilchis Gil y Arévalo (Sol de Toluca), heredero ingrato de prosapia de Carlos Denigri “la leyenda negra”, es la “ley” que se imita y se consigue con facilidad. Es la costumbre, de suscribir un acuerdo por el cual periódicos, radio y televisión reciben determinadas cantidades de dinero por hablar bien de la parte contratante y de no hablar nunca mal del patrón-gobierno. Incluso, hay todo tipo de extensiones en estos convenios para hacer periodismo tendencioso, frívolo, con dedicatoria, en contra de los que el gobierno en turno considera “enemigos” del sistema.
Por supuesto que son “convenios” recelosos y “legales”. La trampa está construida para que caigan en ella de manera mansa, los trabajadores interesados en la comunicación social. Son migajas para los novatos o reporteros de base, pero la dispensa es una pirámide invertida que da y ofrece mejores recompensas a los expertos, en lo que vulgarmente o en el lenguaje de la calle se le llama “cochupo” “embute” “chayote”. Carlos Gonzales en Televisión Mexiquense es obviamente de los peces gordos, pero en cada municipio mexiquense, compiten entre sí los panfletos y libelos cargados de la retórica más abyecta, zalamera e infausta, de fotos e imágenes cuidando los perfiles y ángulos del sátrapa en turno.
La formula está probada y estriba en que entre más páginas dedicadas a exaltar las “obras, los discursos y las acciones” de los Presidentes Municipales y menos espacios dedicados a difundir las carencias, reclamos o noticias de interés general que afecten el “mundo feliz” con el que intentan convencer a la población -como el autobús que incendiaron del grupo musical de la Dinastía de Tuzantla-  mejor es la paga.
Desgraciadamente, para la política y la cultura nacional, un suceso que no era esperado, aunque resultara natural, ha sido el fallecimiento en un año calendario -los tiempos no son casuales ni coincidentes, sino que resultan de las mismas condiciones psicosociales y políticas- de los más grandes exponentes del periodismo nacional e internacional en el último siglo: José Emilio Pacheco, Gabriel Garcia Márquez, Vicente Leñero y Julio Scherer. En doce meses han muerto cuatro figuras excepcionales de la prensa libre e independiente. Periodistas y Escritores fundamentales para entender y explicar a México.
La partida nada casual, podría decirse simultánea de cuatro amigos, fundadores de obras del pensamiento humano que trascienden su muerte, ha provocado un vacio que en las circunstancias actuales resulta muy difícil de ocupar por otros. Frente a la enorme masa de aduladores oficiales, de mentirosos contumaces empeñados en disfrazar la realidad con falsas noticias y halagos sin fundamento, del otro lado, los periodistas en quien recae el trabajo de Los Periodistas que ya no están con nosotros, es exigua y quizás muy especializada. No obstante hay que señalar que entre los diez comunicadores (prensa-radio-televisión) que abanderan las enseñanzas de los Maestros ausentes, especialmente del recién partido, Julio Scherer, figuran al menos dos mujeres, adalides en esto del periodismo: Carmen Aristegui, sobresaliente, y Denise Dresser, se unen a plumas como la de Julio Hernández, Carmen Lira y no quiero mencionar más, por dejar fuera a unos o incluir a otros, que no deben estar…
Mas existe otro grave problema en el estado de México,  de naturaleza menor pero de importancia mayúscula, para entender el pantano en que se encuentra el periodismo y la comunicación social. Reina un espíritu de grandilocuencia consentido. Impera una medianía que convierte a los “(periodistas) tuertos en reyes en tierra de (lectores) ciegos”; que construyen estancos, carteles y monopolios de la mediocridad, repelentes a cualquier vientecillo de cambio. En territorio mexiquense los “periodistas” son los “chingones entre los chingones”. Saben dirigir, escribir, editar, fotografiar, opinar, revisar, reportear, entrevistar, comprar, vender, “chimuelos masca tuercas, tullidos alambristas”… hasta que la realidad los retrata como incultos, iletrados, torpes, serviles, incapaces de pensar un proyecto periodístico libre, como podría ser el caso empresarial del diario Reforma, y menos nunca, un semanal como la revista Proceso.
Un caso reciente y que comprueba la arrogancia en que se abrazan los exponentes del mal periodismo a que me refiero, es que el numero 1993 dedicado íntegramente a recordar la obra del Periodista Julio Scherer ha sido despreciada en los anaqueles de los expendios de revistas, por estos que se creen dueños de la verdad absoluta (en su tierra claro… en su rancho…)  Soberbia combinada con miedo, pero que se aplauden y en la que confían los exponentes de esta versión corrupta de un género de prensa que bien podría definirse como inmarcesible en la región. Un anécdota que me acaba de suceder es que tras el despido de uno de estos fantoches de la comunicación por televisión local, me visitó y tras llamarme “Memo” (siempre he dicho que solo mi Madre me llamaba así y ella ya se murió) que son las formas que usan para igualarse –no obstante los vicios y corrupción en sus vidas propias o en el uso del lenguaje- y darme unas palmadas (otro de los rasgos fastidiantes del protocolo mexiquense) me pidió “que le ayudara”… que quería escribir un libro. Es el desprecio absoluto de lo que ignoran y les atemoriza. Algo así como “hoy amanecí con ganas de ser escritor y es cuestión nada más de voluntad y un “empujoncito”
“Los periodistas” mexiquenses son un gremio uniformado. Existen notables excepciones y debo señalar ante todo el portal “Nuestro Tiempo” donde entre otros escriben periodistas como Francisco Cruz o Toribio Montiel. Aclaro y declaro que las generalizaciones no son nunca un argumento ni convincente ni demostrativo, pero en territorio mexiquense suelo apelar a este recurso, ante la magnitud de la enfermedad social que impera y deliberadamente se ignora.
La Presea estado de México es otro caso, porque algunos exponentes premiados merecen una distinción de esta naturaleza con gusto y con orgullo, como sucede con Don Félix Garcia, Director de este semanario, pero habría que recordar que Julio Scherer se negó a recibir el Premio Nacional de Periodismo, que aceptó pocas veces otros reconocimientos internacionales y que no fue sino hasta que la designación de los premios anuales dejo de ser oficial, de contar con la presencia del mandatario en turno y por su Trayectoria como Periodista, que  en 2003 aceptó el primer galardón con este formato ciudadano.
El “Día de la Libertad de Prensa”. Se trataba, bien lo sabemos, de un auto homenaje cínico del poder. Como sucede anualmente y hasta tres veces, en el estado de México, (día de la Libertad de Prensa, del Periodista mexiquense, del Periodismo internacional… más las que se acumulen) los “periodistas” “se reunían con el primer magistrado y lo invitaban a un festejo por las libertades de que disfrutaba el país... El presidente priista aceptaba, gustoso. En los discursos, los periodistas hablaban de la luz refulgente de la prensa libre, y el mandatario respondía con su reconocimiento a los comensales
“Si el diablo me ofrece una entrevista, voy a los infiernos”  dicen que decía quien de manera inesperada la vida lo llevó a solicitar empleo a la Cooperativa del Periódico Excélsior. Escribe Elena Poniatowska “¿Cómo entender la realidad de México sin el periodismo de Julio Scherer García? Hace más de 60 años, un estudiante del Colegio Alemán y más tarde un universitario abandonó sus estudios de leyes (hizo Derecho y luego Filosofía pero no se tituló) y se inició como mandadero en el periódico Excélsior en 1947”. Hay mucho que aprender de la vida de Julio Scherer, a quien el periodismo lo tomó por asalto. En uno de esos momentos que cambian para siempre la vida de los hombres. A él llegó por necesidad. Y para siempre hizo de él su necesidad. Nunca más pudo desprenderse del oficio.
Su biografía en el periodismo, la única que reconoce, comenzó hace 60 años. Scherer era un joven a punto de cumplir 21 años que había transitado de las leyes a la filosofía, su pasión intelectual junto a la literatura. A ellas pretendía dedicar su vida, consagrada hasta entonces al deporte y la lectura, voraz ya desde entonces. Familia de posición y dinero, los Scherer García enfrentaron un desfalco que los llevó a perder todo. Hasta aquella famosa casa de la plaza San Jacinto, en San Ángel, donde hoy se encuentra el Bazar de Sábado. Entonces Julio, el menor de los tres hijos, tomó la responsabilidad de la familia. Había que trabajar para sobrevivir y contribuir al pago de deudas.
Basta esta estampa personal, para hacer un reclamo justo y a tiempo, a las generaciones actuales de jóvenes que se pierden en las mazmorras inventadas para retenerlos “mientras estudian”, en cárceles escolares, sin trabajo ni experiencia y en manos de sicarios de la educación, el brazo incruento de dominio y control del gobierno del estado.  Señalo el caso de la UTSEM, escuela cuyo proyecto inicial contemplaba buena preparación y rápida incorporación al mercado laboral y que las ambiciones personales, aunado a los complejos pueblerinos sureños han trastocado para convertirlo en una “universidad patito”.  Pero eso lo veré en otro lado…
Como muchos Rafael Pérez Gay reconoce y dice “Crecí y aprendí a leer periódicos en la era de Scherer, es decir, ese momento en el cual la prensa abandonaba las sombras donde sometía sus contenidos al poder a través de componendas y buscaba en cambio la intemperie de la libertad de expresión. Tres características de esta obra mayor del siglo XX: primero, la valentía, nada puede hacerse en el periodismo… sin arrestos…sin arrojo, no hay mucho que hacer en esta arena; segundo, alma de dirigente y mentor, todo gran periodista es un mandamás en  su oficio y sus terrenos; tercero, talento para la empresa y buena prosa, dirigir y escribir bien”
Otro gran mérito de Julio Scherer fue formar cuadros jóvenes y también orientar a los que ya no lo eran tanto.  A su llegada a la Dirección General del periódico, tras la muerte del histórico Rodrigo de Llano y a través de Manuel Becerra Acosta, fue electo Director por los miembros de la Sociedad Cooperativa en 1968 y de inmediato se abocó a estimular la libertad de expresión, de información, el derecho a investigar, examinar y calificar las noticias. Creó nuevas formas de publicaciones, renovó la Revista de revistas, inauguró suplementos culturales como Plural, abrió espacios a notas sobre arte y cultura, de manera equilibrada a los que ocupaban la política, el deporte o la economía. Organizó una agencia de noticias, la primera en nuestro país y al mismo tiempo se deshizo de tanto lastre y banalidades como las notas de sociedad, las fiestas de ricos (en el periodismo totonaco yo eliminaría todas las notas de los burócratas gobernantes inaugurando inicios o conclusiones a medias y sin terminar…) Suprimió el Magazine de Policía, que estimulaba la nota roja, el morbo y la desinformación.
Pero sobre todo Scherer buscó la independencia de la Cooperativa frente al poder. "Julio comenzó a publicar todo lo de Tlatelolco y ese fue un paso definitivo, porque se estaban jugando el pellejo". Frente a la dupla de Presidentes malos y malditos Díaz Ordaz y Luis Echeverría Álvarez…"Muy sencillo: limpió el periodismo porque antes era la corrupción total, estaríamos a años luz sin él".
Unos dicen que era un verdadero Cruzado, lo cierto es que Scherer enfrentó al poder con la fuerza de la honestidad… tras el golpe contra Excélsior, promovido por Luis Echeverría que lo destituyo de la Dirección, pasando por amenazas públicas consignadas por José López Portillo del no pago porque me pegues –en realidad el JoLoPo le llamo relación perversa del “te pago para que me pegues”-, hasta la persecución en contra de su hijo Julio Scherer Ibarra por parte de la bestia feliz, Vicente Fox… “me parece que nada compensa el desdén del actual presidente de la República por la cultura y la palabra escrita. Su diálogo con una mujer campesina, analfabeta, a la que felicita por su ignorancia, que la aparta de los sinsabores que traen consigo los periódicos, debería quedar inscrito en alguna plaza pública para vergüenza de todos”
Todos los datos de este injusto y cruel hostigamiento contra el semanario Proceso, puede ser revisado en “La Pareja” (Fox y Martha), uno de sus últimos libros de Scherer, reseñado y comentado por Carmen Aristegui, que termina con una sentencia final, que aún no se escucha ni se atiende: “Señor Presidente, es tiempo de detener la mezquindad”

Concluyo con un recuerdo y una definición necesaria: En mi casa había un ritual matutino: leer no pocas veces en voz alta a los articulistas de Excélsior. Así naci y crecí con mis Pa’s. La otra es que hasta su muerte nadie pudo definir a Scherer por su ideología.
Epilogo: este sábado último de mes concluye la Expo-Homenaje a Julio Scherer en la frente de la Librería La WeB o N@D@ con cientos de publicaciones originadas en Julio Scherer y sus colaboradores más destacados, libros y charlas.

Quiero destacar que el día de la inauguración –realmente es un evento sencillo y discreto, por eso resulta más emotivo- nos acompaño nuestro Director Don Félix, que como buen reportero fue a “hacer la nota”

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