Somos una familia
que emigró del Distrito Federal a Tejupilco,
hace más de 20 años. Somos una Librería que nació hace mucho tiempo, muy
lejos del sur del estado de México.
Pero estamos aquí
y ahora, porque nuestro trabajo como libreras, constituye en la “tierra
caliente” mexiquense, un polo de desarrollo y fomento cultural, que abre espacios para la comunicación y conocimiento, y combate
frontalmente, con el gusto por la
lectura, los vicios del alcohol, las drogas y la violencia.
Somos una librería
muy joven, dedicada a trabajar intensamente en favor de nuestra comunidad: sobre
el principio empresarial del comercio de libros, en LibrArte hemos antepuesto
la autoridad del Fomento a la Lectura y la Creación de Lectores.
No ha sido fácil y
hemos concitado enemigos, porque nos hemos convertido en
palanca de velocidades que acelera el desarrollo cultural, en una región
atávica y conservadora, en favor de grupos beneficiados con el NO Leer y
Escribir.
Porque somos una especie de Librería que
está a contracorriente con la tendencia del mercado librero en México, de
oligopolios y oligopsonios, de élites en urbes sobrepobladas, de plagios y
estancos en un mercado distorsionado, incapaz de acceder con el libro y la
lectura a regiones como las que atendemos, que además de Tejupilco, abarca al
menos media docena de municipios, e influye sin duda alguna en dos entidades
colindantes al estado de México: Guerrero y Michoacán.
Para llevar a cabo
nuestra misión hemos acuñado frases. Probamos con la Filosofía más que con la
mercadotecnia. Acudimos a Maestros Sabios que trazan los argumentos de LibrArte:
Gabriel Zaid, Fernando Savater y Patricio Marcos, son la santísima trinidad que
nos bendice a cada paso que damos.
Pero en esta
ocasión, por el lugar y el concierto que
celebra el Fomento a la Lectura y la Escritura nos hace voltear a un catalán,
Xavier Antich, que se propone desentrañar los misterios de las ciudades a
partir de sus cementerios y de sus librerías.
En la manera que una comunidad tiene de tratar
a sus muertos están ligados a estos dos espacios, en los que se celebran, los
rituales a través de los cuales una comunidad define lo que es, en relación a
su pasado y al legado del que es depositaria, en relación al futuro que, en el
fondo, no es sino una gestión del futuro de su recuerdo.
Nosotras no podemos olvidar que aquí, a poca
distancia del Parque Bicentenario de la Ciudad de México, donde alguna vez
estuvo la refinería de Azcapotzalco, también yacen los restos de nuestros
abuelos, bisabuelos y tatarabuelos. A todos ellos, les dedicamos sentidamente
este reconocimiento nacional.
Y es que el valor de
una comunidad, se define por la valentía a la hora de hacer frente al deshonor,
que no quiere tolerar y también, por el lugar y la importancia de lo que ha
sido y lo que es. En esta batalla, en la que se juega el pasado y el presente
de una nación, pero también su futuro, las librerías tienen un papel capital de
una magnitud inmensa y de una responsabilidad insustituible.
En el aniversario
que conmemora el inicio de la Revolución Social más importante del Siglo XX,
vale la pena recordar que una librería no es sólo un almacén de libros, sino el
lugar en que libreros y libreras hacen de oficiantes, y no sólo de
intermediarios, de lo mejor de lo que colectivamente somos. Y, como tales,
también, de lo mejor que colectivamente podemos aspirar a ser.
Porque en medio de
la precariedad generalizada y el desánimo al que tantas cosas nos invitan, las
librerías somos una embajada de futuro.
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