Una creencia ampliamente generalizada es que el paso del tiempo significa cambio para mejorar. El mañana, la esperanza, los tiempos por venir, el progreso, son sinónimos de superioridad. La apuesta por el futuro es un dulce bálsamo seductor, lo mismo para los que no tienen nada que para quienes poseen mucho. Argumento político que cumple con la promesa de tener o tener más.
Sentencia suicida, camino equivocado, ver hacia adelante engaña dos veces: alejarse de los principios e ignorar que el tiempo corrompe.
Los hombres sabios que nos enseñaron a pensar sostenían, por un lado, que el principio es la mitad del todo. Por otro, ponían el ejemplo de una manzana expuesta a la acción del tiempo, para demostrar los efectos de la corrupción en la fruta, como en la piel humana o en las ideas de la humanidad.
Tal es el caso de la cuestión del liberalismo moderno, la doctrina hegemónica en Occidente y su impacto en México, donde se han ordenado un extenso campo de voces para entronizar su poder, hoy en día empleadas por convención e inercia como moneda corriente, a las que ha impreso un significado deformado para callar o convencer a la masa de interlocutores a las que su poder seduce y cautiva. Nada extraño si se piensa que la palabra política es la más expuesta al principio de la corrupción, no de la creación y libertad como acontece con la literatura, donde el poder de la palabra, el más excelso y a la vez terrible que posee la especie humana, se encuentra al servicio de los intereses de los que es expresión.
Valga como ejemplo de lo anterior el pasaje que reproduzco del Diccionario de Fernando Savater, sobre un extracto del poema de Ariosto, Orlando Furioso. Es la batalla entre el poderosísimo nigromante Atlante, contra la amazona Bradamante. Batalla espectacular librada volando sobre corceles alados, la poderosa Bradamante ve con admiración como su adversario, quien no ha sido derrotado hasta la fecha, no lleva arma alguna: solo empuña un libro. Pero pronto comprueba que no esta indefenso, porque el libro es mágico y cada golpe, cada estocada que Atlante lee en sus páginas, lo recibe inmediatamente ella, que apenas puede con semejante ataque.
Sea como fuere, lo importante es ese libro hechizado que ataca y defiende. Dice Savater. Yo soy de los que creen que todo libro es a su modo, mágico; aún más, considero que en el ya antiguo rito de la lectura, siempre hay algo de conjuro y brujería.
Establecer las diferencias entre el liberalismo, como una virtud en el dar y el tomar, propio de las clases aristócratas, y el liberalismo moderno o neo liberalismo, como expresión de la libertad oligárquica de la apropiación y la ganancia, servirá, entre muchas otras cosas para entender los rápidos cambios que ocurren diariamente.
Reciban entonces una invitación a leer, no a estudiar, sino a leer, libros, pero también periódicos y revistas, a estar informados, como único camino para la libertad y la independencia, como único camino para recordar y volver a encontrar el significado de la realidad.
Sentencia suicida, camino equivocado, ver hacia adelante engaña dos veces: alejarse de los principios e ignorar que el tiempo corrompe.
Los hombres sabios que nos enseñaron a pensar sostenían, por un lado, que el principio es la mitad del todo. Por otro, ponían el ejemplo de una manzana expuesta a la acción del tiempo, para demostrar los efectos de la corrupción en la fruta, como en la piel humana o en las ideas de la humanidad.
Tal es el caso de la cuestión del liberalismo moderno, la doctrina hegemónica en Occidente y su impacto en México, donde se han ordenado un extenso campo de voces para entronizar su poder, hoy en día empleadas por convención e inercia como moneda corriente, a las que ha impreso un significado deformado para callar o convencer a la masa de interlocutores a las que su poder seduce y cautiva. Nada extraño si se piensa que la palabra política es la más expuesta al principio de la corrupción, no de la creación y libertad como acontece con la literatura, donde el poder de la palabra, el más excelso y a la vez terrible que posee la especie humana, se encuentra al servicio de los intereses de los que es expresión.
Valga como ejemplo de lo anterior el pasaje que reproduzco del Diccionario de Fernando Savater, sobre un extracto del poema de Ariosto, Orlando Furioso. Es la batalla entre el poderosísimo nigromante Atlante, contra la amazona Bradamante. Batalla espectacular librada volando sobre corceles alados, la poderosa Bradamante ve con admiración como su adversario, quien no ha sido derrotado hasta la fecha, no lleva arma alguna: solo empuña un libro. Pero pronto comprueba que no esta indefenso, porque el libro es mágico y cada golpe, cada estocada que Atlante lee en sus páginas, lo recibe inmediatamente ella, que apenas puede con semejante ataque.
Sea como fuere, lo importante es ese libro hechizado que ataca y defiende. Dice Savater. Yo soy de los que creen que todo libro es a su modo, mágico; aún más, considero que en el ya antiguo rito de la lectura, siempre hay algo de conjuro y brujería.
Establecer las diferencias entre el liberalismo, como una virtud en el dar y el tomar, propio de las clases aristócratas, y el liberalismo moderno o neo liberalismo, como expresión de la libertad oligárquica de la apropiación y la ganancia, servirá, entre muchas otras cosas para entender los rápidos cambios que ocurren diariamente.
Reciban entonces una invitación a leer, no a estudiar, sino a leer, libros, pero también periódicos y revistas, a estar informados, como único camino para la libertad y la independencia, como único camino para recordar y volver a encontrar el significado de la realidad.
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