Verguenza es robar y que te agarren en el robo
El ejercicio de la política en México ha llegado a extremos inusitados en la historia nacional, inesperados para la ciudadanía inconsciente, manipulada y absolutamente despolitizada. Falta lo peor. Yo pienso que el Estado Mexicano, organizado como Oligarquía Democrática a partir del sexenio de Salinas de Gortari, se hundirá por completo, que el país se incendiará abiertamente y que el descontento social llegara a la insurrección abierta. No es, de ninguna manera lo que deseo, pero si lo que espero, ante la ambición, el retroceso, la sumisión y la injusticia que priva en nuestro país. La corrupción y el grado de perversión del sistema político mexicano son insostenibles y se esparcen como gangrena, inexorablemente y a paso veloz. Como un cáncer, la descomposición política abarca todos los niveles de gobierno: La Federación, Estado y Municipios.
Todo, lo que hace o se deja de hacer por quienes detentan el ejercicio despótico del poder son mentiras: los programas sociales, los seguros populares, son las escuelas y universidades, los mensajes de comunicación y guarderías, el combate a la delincuencia, al narcotráfico y a la injusticia; las medallas y honores, exposiciones y promesas, explicaciones y festejos. Hace mucho tiempo que el Estado Mexicano ha dejado de lado sus deberes con la nación y ha concedido la soberanía de sus actos a los consorcios comerciales y financieros.
La mentira se ha convertido en el referente esencial del discurso político y tras la confesión de aprobaciones legislativas a cambio de acuerdos electorales, de aumento de impuestos por protección política en el Estado de México, valdría la pena recordar dos escenas necesarias para entender lo que pasa y hacia dónde vamos como nación. Dos lecciones del carácter olvidado en el vacio de la verdad. La de Tony Montana y la de Don Fidel Velázquez.
En la cinta clásica de narcotráfico y crimen ScareFace o Cara Cortada, interpretada magistralmente por Al Pacino en el papel de Tony Montana, el clímax del drama llega cuando, a punto de ser asesinado, Tony Montana enfrenta la vida con la sentencia: I only have two things in my life: my Word and my Balls. (Solo tengo dos cosas en la vida: mi palabra y mis guevos)
Y la gran sabiduría que tiene el PRI, el de hombres talentosos, patriotas, valientes e inteligentes. No el PRI que publicitan los medios de comunicación, menos el PRI que resultó, después que en 1994 se mataron entre ellos mismos. No el PRI al servicio de los intereses cupulares, sino el PRI de las bases, la organización, el orden y la disciplina.
De aquellos, Fidel Velázquez, el sempiterno líder de la CTM, decía el viejo que: si piensas una cosa, no la digas. Si la dices, no la escribas. Si la escribes, no la firmes, y si la firmas, échate pa’tras.
Beatriz Paredes, Cesar Nava, Felipe Calderón, Fernando Gómez Mont, Enrique Peña Nieto han quedado exhibidos, desnudados. Con las cartas volteadas y las mañas descubiertas. Es momento para que la sociedad se disponga a corregir errores, reorganizar acciones y sumar voluntades. Para recuperar el poder que las oligarquías detentan, desde que en 1982, los malos gobiernos de Echevarría Álvarez y López Portillo les entregaron, de manera deliberada y concertada.
Todo, lo que hace o se deja de hacer por quienes detentan el ejercicio despótico del poder son mentiras: los programas sociales, los seguros populares, son las escuelas y universidades, los mensajes de comunicación y guarderías, el combate a la delincuencia, al narcotráfico y a la injusticia; las medallas y honores, exposiciones y promesas, explicaciones y festejos. Hace mucho tiempo que el Estado Mexicano ha dejado de lado sus deberes con la nación y ha concedido la soberanía de sus actos a los consorcios comerciales y financieros.
La mentira se ha convertido en el referente esencial del discurso político y tras la confesión de aprobaciones legislativas a cambio de acuerdos electorales, de aumento de impuestos por protección política en el Estado de México, valdría la pena recordar dos escenas necesarias para entender lo que pasa y hacia dónde vamos como nación. Dos lecciones del carácter olvidado en el vacio de la verdad. La de Tony Montana y la de Don Fidel Velázquez.
En la cinta clásica de narcotráfico y crimen ScareFace o Cara Cortada, interpretada magistralmente por Al Pacino en el papel de Tony Montana, el clímax del drama llega cuando, a punto de ser asesinado, Tony Montana enfrenta la vida con la sentencia: I only have two things in my life: my Word and my Balls. (Solo tengo dos cosas en la vida: mi palabra y mis guevos)
Y la gran sabiduría que tiene el PRI, el de hombres talentosos, patriotas, valientes e inteligentes. No el PRI que publicitan los medios de comunicación, menos el PRI que resultó, después que en 1994 se mataron entre ellos mismos. No el PRI al servicio de los intereses cupulares, sino el PRI de las bases, la organización, el orden y la disciplina.
De aquellos, Fidel Velázquez, el sempiterno líder de la CTM, decía el viejo que: si piensas una cosa, no la digas. Si la dices, no la escribas. Si la escribes, no la firmes, y si la firmas, échate pa’tras.
Beatriz Paredes, Cesar Nava, Felipe Calderón, Fernando Gómez Mont, Enrique Peña Nieto han quedado exhibidos, desnudados. Con las cartas volteadas y las mañas descubiertas. Es momento para que la sociedad se disponga a corregir errores, reorganizar acciones y sumar voluntades. Para recuperar el poder que las oligarquías detentan, desde que en 1982, los malos gobiernos de Echevarría Álvarez y López Portillo les entregaron, de manera deliberada y concertada.
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