La tragedia política que trata de la alianza entre el PRI y el PAN, tiene como origen la intentona golpista de Luis Echeverría, que llevo al desenfreno y oligofrenia de su sucesor; a la bacanal de final de sexenio, empapado en petróleo que resulto menos valioso que los empréstitos recibidos y usurariamente catapultados, que enloqueció al Jolopo, a destruir toda clase de alianzas, dejar en el desamparo a las organizaciones políticas naturales del PRI y entregar el aparato gubernamental a manos de los hijos de la reacción, la derecha agazapada, los conservadores y retrogradas.
De manera paralela en el mundo se experimentaron cambios profundos y fundamentales para entender el nuevo orden internacional. El ascenso de Ronald Reagan y Margaret Thatcher en Estados Unidos e Inglaterra, el Papado efímero de Albino Lucciani en Roma, el Juan Pablo I que solo vivió 33 días como sucesor de San Pedro y su reemplazo por el primer Papa no italiano en más de 500 años, Karol Wojtyla, el Juan Pablo II, entronizo una nueva Triple Entente en el mundo. Cambiaron los sistemas de precios de materias primas, se abandono el patrón oro y los Tratados de Bretton Woods perdieron su valor, se derrumbaron las economías centralmente planificadas, ante las alzas incontenibles de precios y de tasas financieras. La falta de libertad, la represión y el fin de la Guerra Fría, así como la presencia de nuevos líderes, como Lech Walesa en Polonia y Nelson Mandela en Sudáfrica, propiciaron las condiciones para la liberación paulatina de los países dominados, por los británicos y los soviéticos, hasta el derrumbe del Muro de Berlín y la reunificación de las dos Alemanas, divididas tras del fin de la Segunda Guerra Mundial.
Todo influyo sin duda para que el Estado Mexicano debilitado, sin autoridad moral, se dejara presionar y concediera al FMI y al BM el control de la economía y las condiciones que impusieron: desmantelar todo lo relativo a la esencia de nuestra Estado, la regresión en los artículos 3, 27 y 123: educación pública, laica y obligatoria; propiedad como concesión del estado y protección a los formas sociales de producción; y art. 123, dejar de ser arbitro de las relaciones entre empresas y obreros. Ahora bajo el cantar de jingles y alabanzas al liberalismo de mercado, a la apertura y la modernidad, la transparencia y los derechos humanos, en realidad lo que se ha desatado es la impunidad, la intromisión, el sometimiento y la desigualdad, como palancas del quehacer económico y social de la nación.
La historia tiene muchos detalles. Pero en este momento, la ambición desenfrenada de poder ha llevado a que los membretes de PAN y PRD, estén en busca de una alianza electoral, que no política, por los gobiernos en poder del PRI, y ahora por el del estado de México. Asociación con visos de mafia y ajuste de cuentas, es el empleo de los votos de los niños egresados de la UNID, los empleados de la Coca Cola, los asiduos a las discos de Metepec, Atizapán o Naucalpan, con los indígenas de Amatepec, los pobres de Luvianos, con los millones hacinados en Netzahualcóyotl, Ecatepec o Chalco, con la finalidad de disputar el poder del estado de México y mantener una supervivencia electoral, insisto en que no política –de principios, programas, objetivos y metas-, en los asuntos del gobierno y los presupuestos.
Lo cierto es que PRI y PAN llevan 30 años en alianza política y que los escenarios prefigurados ante la opinión pública, son la expresión del poder real, descarnado, absoluto. Son la Mafia que denuncia Andrés Manuel, es la oligarquía estrecha, quien ha decidido el camino por el cual debe forzosamente transitar México. Son las familias más ricas de México en asociación subordinada a las fortunas imperiales y globalizadas, las propietarias de complejos armamenticios, poder nuclear, corporaciones financieras y de espionaje. Son los dueños de los medios internacionales de comunicación y los patrones de los “perros de presa” que se abalanzan sobre el enemigo indicado, como es el caso de Julián Assange el enigmático “hacker” periodista, lanzado a la aventura de difundir cientos de miles de documentos clasificados como secretos. Para unos, agente de la CIA y cabeza de playa de un embuste mediático, para otros, fundador de la era postmoderna, enterrador del periodismo de papel, promotor de la libertad de expresión e información. Wikileaks y su propietario Julián Assange son en este preciso instante, perseguidos en todo el mundo, su trabajo saboteado y su vida reclamada por los niveles más altos en la política Estadounidense
Mucho más cercano a nosotros son las agresiones de TELEVISA a la revista PROCESO. Una, concesionaria del espacio nacional para transmitir señal de televisión, la otra, empresa líder, ejemplo, orgullo del periodismo mexicano. TELEVISA obligada a operar dentro de los límites que el interés público demanda y regulada por el Gobierno Federal, en realidad es la gran malformadora de la conciencia nacional, sin escrúpulos, perversa y dominante. PROCESO, en cambio es referencia, es testimonio. No es la primera vez que el semanario sufre agresiones. Desde su fundación han clamado en su contra “No pago para que me pegues” gritaba histérico López Portillo. El numero de esta semana de PROCESO que trae la imagen Juan Camilo Mouriño y la acusación contenida en el libro “Los Señores del Narco” de Anabel Ferreira, de que el difunto preferido de Calderón tuvo tratos con el Chapo Guzmán, desquicio al ocupante de la Presidencia de México y desato la virulencia de TELEVISA contra la obra de Julio Scherer. Mas que una tarascada, la insidia lanzada el pasado miércoles en los noticieros de TELEVISA, representa la señal de ataque, el banderazo de salida para desatar la persecución y represión contra del periodismo libre e independiente. Ejemplos, abundan. En Chiapas están en la cárcel Héctor Bautista por opinar contra el gobierno a través del internet y en Toluca se decomisan todos y cuantos ejemplares de “Negocios de Familia. Biografía no Autorizada de Peña Nieto y el Grupo Atlacomulco” llegan a las librerías.
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