"… la distancia con el Príncipe es la
única garantía de independencia
para el escritor, para el periodista, para el
intelectual"
Maquiavelo
La visita de Andrés Manuel López
Obrador a este SurMex, es ocasión para no olvidar que han transcurrido seis
años del fraude electoral, que privo al sector popular y mayoritario de la
nación, de tener un gobierno para todos. Fraude descarado, contunde,
organizado, avisado, previsible, cantado y cometido.
Participaron todos los
representantes de los sectores de poder económico y político que vieron
amenazados sus intereses particulares. Intervinieron las grandes empresas,
principalmente las dos cadenas de televisión abierta, TELEVISA Y TVAZTECA. Se
prestó al fraude la prensa escrita, excepto Proceso y La Jornada. Se allanó la
radio, menos Carmen Aristegui y Gutiérrez Vivo y su noticiero Monitor, quien ya
pago las consecuencias de abrir sus micrófonos a Andrés Manuel López Obrador.
Actores singulares del hurto de la voluntad popular, fueron la maestra Gordillo
y el magisterio nacional y el Instituto Federal Electoral, quienes operaron de
manera directa o encubierta, con disimulo o descaro.
Se entrometieron ciudadanos
extranjeros como el ex-presidente de España Aznar o bien se uso la imagen del
Presidente Chávez de Venezuela, sin ningún respeto, para amenazar y causar
temor social.
Se intento impedir la candidatura
del Peje con la colusión de los tres poderes federales de la nación: el Poder
Ejecutivo-Fox, El Poder Legislativo-PRI, PAN y Poder Judicial-Mariano Azuela,
Primer Magistrado de la
Nación.
Intervino la Iglesia Católica
y los grupos de fanáticos cobijados por esta cofradía. Cometieron fraude las
asociaciones patronales, los consorcios alimentarios, refresqueras, Bancos y
Financieras. Ahora se sabe que hasta el chino Ye Gon, el de los 205 millones de
dólares efectivos (premiado y reconocido como empresario ejemplar por el tío
Arturo Montiel) fue parte del arsenal utilizado para impedir que ganara López,
como terminaron llamando, la reacción mezquina, racista y soberbia, al
candidato representante de muchos millones de mexicanos pobres, desesperados y
fastidiados por las injusticias y contrastes. ¡Todos Somos López!
Y apenas y consiguieron
contabilizar un triunfo marginal de medio punto porcentual del gran total
elector, inédito hasta entonces. Número relativo que apenas y se traduce en
menos de 200 mil votos. Se desoyó el "Casilla por Casilla y Voto por
Voto" que hubiese revertido el resultado. Las huellas del fraude son
muchas y están todavía vigentes. Las consecuencias del atropello a la voluntad
popular, se tradujeron en la guerra fraticida, desatada por el Pelele Calderón,
para asegurar su permanencia en la presidencia usurpada.
A un sexenio del atropello a la
voluntad popular, Andrés Manuel no ha dejado de trabajar y de luchar por un
gobierno nacional, y la máxima de que lo que no destruye fortalece permite que
su ejemplo se convierta en bandera política para la juventud mexicana. Vale
recordar que López Obrador reúne en su naturaleza las características que hacen
del carácter nacional virtudes y vicios: la constancia, terquedad, necedad y
nobleza. Y para muestra de buen gobierno, un botón, tomado de la columna Bucareli 18, del Periódico El Universal.
“Se integro el Consejo Consultivo
del Centro Histórico: el cardenal Norberto Rivera, el ingeniero Carlos Slim, el
historiador Guillermo Tovar y de Teresa, Jacobo Zabludovsky... Fue decisiva la
voluntad política de López Obrador, quien asistía acompañado de sus colaboradores
a las reuniones mensuales del Consejo, para rescatar el centro en menos de seis
años.
Cambió el drenaje y la red de
agua potable instalados hacía más de un siglo. Quedaron ocultos bajo tierra los
ductos para la telefonía, electricidad y televisión por cable... Todo eso,
ahora invisible, está bajo el nuevo adoquín inspirado en el de Roma, que
resultó para esta ciudad más adecuado que el de París. Los postes de la luz
unificaron su estilo adecuado al paisaje urbano, aparecieron papeleras antes inexistentes.
Reubicaron y sustituyeron por casetas de aluminio y vidrio los viejos y
anárquicos puestos de los vendedores de periódicos. El Paseo de la Reforma fue rehecho con
nuevas banquetas, como la avenida Juárez, en ruinas desde el temblor. Las
fachadas más hermosas del centro fueron iluminadas por primera vez. Algunas
calles se limpiaron de basura y de malandrines, como la de Guatemala, atrás de
Catedral, de la cual María Félix dijo con acierto que apestaba a orines y en la
que no se podía caminar ni de día por las pandillas de rufianes adueñados de
manzanas enteras. Lograron que todos los días, más los domingos, decenas de
miles de turistas, la mayoría mexicanos, fueran a pasar el día al centro...
estimularon a los dueños de predios, a los inversionistas y a los empresarios a
construir hoteles, oficinas, departamentos, a abrir restaurantes y fomentar
espectáculos gratuitos. Y vivienda popular. Se logró algo intangible: amar el
lugar donde hace 700 años nació un gran imperio, albergue de la primera imprenta
de América, la primera Universidad, la primera Casa de Moneda, el primer
hospital, donde había poesía y cultivo de las artes plásticas, y del movimiento
de los astros habían deducido un calendario exacto. Un lugar donde ya había una
cultura sólida cuando en otros lugares de lo que después se llamaría América
era habitado por manadas de potros y bisontes pastando”.
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