"la alegría de tener hijos. La pena de perderlos".
Hay quienes dicen que lo
importante es llegar –al gobierno- y luego hacer que cambien las cosas. Aseguran
que no importan los medios sino los fines, y quienes creen de esta manera, son
en su mayoría jóvenes ilusionados por las veleidades afrodisíacas del poder.
Son los Peña fans. En parpadeos que
dejan atisbar rastros de conciencia, suponen quienes opinan así, que la
política es un asunto de voluntad, que la virtud es una decisión personal, que
su plumaje no puede mancharse de cieno y que el vicio es involuntario, no
voluntario o contrario a la voluntad. Que pueden criarse cuervos, porque no
sacaran los ojos, que no aprenderán a aullar aunque anden con lobos y que
seguramente los dichos populares son cosa del Peje.
Son ilusionistas de la fortuna,
son una efebocracia que no paran de tararear
“el día que deje de salir el sol… y
la luna deje de brillar… ese día te dejare de amar (al poder)”. Articulados
en la mentira, dueños de la traición y la hipocresía como cartas de
presentación, son hijos de la miserable tragedia, los que no alcanzan a
entender y se olvidan que existe una realidad Real, una verdad mayestática que
los que aun les guardamos un poco de amistad, todavía tratamos de hacerles
recordar.
Son las juventudes del PRI, cuya
temprana y buena formación, en algunos casos, mas la mala educación simulada,
en la mayoría de ellos, resultan adornos inútiles para la comisión a la que están
destinados: simples soldados rasos, operadores electorales con intenciones de
conquista y mantenimiento del poder, gestores de la aplicación de presupuestos,
intermediarios entre el pueblo y el gobierno, interventores sociales,
representantes de oficio, padrotes de barrio, saltimbanquis, escaladores,
concubinas, caraduras, epígonos: son los sicarios del Cartel del PRI.
Son una minoría, pero influyen y
manejan presupuestos capaces de convencer a un electorado miserable. Porque no están
solos, por el contrario, la llamada “estructura” es una pequeña parte del gran
Cartel del PRI, que suma al magisterio corrupto y las burocracias de todos los
niveles y servicios que forman al estado mexicano. Si la estructura es la parte
del PRI que opera a nivel territorios, sobre todo en temporadas electorales, en
cambio el magisterio, es la parte del Cartel del PRI, que sistemáticamente
doblega la razón, que somete la voluntad
desde el aula escolar, que prepara desde el pupitre para el fracaso, que en
cada escuela se dedica a filtrar a los prospectos y socialmente reprime con
fiereza, cualquier manifestación de libertad o conciencia.
Es el brazo operativo “civil” del
Cartel del PRI, que se integra por otros dos brazos poderosos: el de la
manipulación sistemática, formado por los medios de comunicación y las modernas
encuestadoras y el del crimen organizado, el que lucha por mantener el control
del negocio multimillonario de la droga. Unos son un poder intermedio, son los
esbirros de la oligarquía servil a los intereses del dinero y los EUA que es lo
mismo. Son la cara angelada, son los rostros de la televisión, son los sicarios
de la palabra, los “halcones” de la noticia, como impúdicamente se denominan en
las estaciones de radio toluqueñas. Pero como en el “Brindis del Bohemio… faltaba
uno. Hay que identificar al tercer brazo,
el componente siniestro del Cartel del PRI. Si en su origen el partido se
formaba por los tres sectores agrupados en CNC, CTM y CNOP, ahora el PRI se
integra también de tres sectores pero diferentes: son el Sector Operativo, el
responsable de la gestaría de recursos y de la manipulación electoral, a
obreros, campesinos, estudiantes y empleados. Es el Sector Mediático, el de
inteligencia y espionaje, el de manipulación en prensa, radio y TV Y el Sector del Crimen Organizado, que es el
sector responsable de la ola de muerte y miedo… y del financiamiento enorme,
que no se ve ni registra.
Puede aventurarse una hipótesis arriesgada,
pero que permita entender de otra manera la tragedia de la guerra de Calderón. La
lectura correcta es que existe un enfrentamiento a muerte -teniendo a la
sociedad de rehén y victima- entre el Sector del crimen organizado al servicio
del Cartel del PRI, en contra del crimen organizado a las ordenes del
Presidente espurio Felipe Calderón y los grupos de poder y riqueza que
representa. Son los que dejaron que escapara el Chapo Guzmán un mes después de
que asumió el poder Ejecutivo desde el año 2000, para que capitaneara su propia
organización delictiva y arrebatar el
control en el tráfico de drogas, secuestro, extorsión y miedo, del que se
beneficia el Cartel del PRI. Una docena trágica después, los resultados arrojan
que la guerra la perdió Calderón y el sector ultraconservador del PAN y sus
sicarios comandados por el Chapo. Que de consumarse la imposición de Peña Nieto,
el escenario más probable, es que el crimen que trabaja para el cartel del PRI
se quedara con todas las plazas, que volverá la “santa paz” y que la captura
del Capo multimillonario de Forbes, el Chapo Guzmán, seria una de las primeras
demostraciones de poder, de un hipotético Peña Nieto Presidente.
Agregaría que la causa de la
derrota del PAN frente al Cartel del PRI atiende a los principios y origen de
cada organismo. Mientras el PAN no vario su espíritu oligárquico, la de los
iguales en una cosa pero desiguales en todo lo demás, la de los ricotes en
pugna. No obstante el PAN de Fox y Cervantes de Cevallos o de Cecilia Romero y
Martha Sahagún, fueron desplazados por el sector más moderado al interior del
mismo partido, el de Josefina y Madero, el de Corral y el Yunque.
En cambio el PRI afilo las
esferas del poder de manera vertical, piramidal, de única línea, de arriba
hacia abajo. Nunca como ahora las reglas de conquista y conservación del poder
al interior del mismo partido se habían radicalizado, al grado que nos ha
tocado en mala hora sufrir. Como un solo cuerpo, los tres sectores del Cartel
del PRI obedecieron. Todos los
gobernadores se disciplinaron, hacia arriba y en sus gobiernos estatales, hacia
abajo. Nadie oso chistar al mando único, al Mariscal de Batalla, a Carlos
Salinas de Gortari
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