No toda la TV es perjudicial al ser
humano. Por el contrario, la transmisión de imágenes a través de cables
digitales, de fibra óptica o por medio de ondas hertzianas que surcan los
confines del espacio aéreo nacional, constituyen un privilegio que nos ha
tocado vivir y una derecho que tenemos la obligación de preservar, como medio
educativo, de justicia, de equidad y de bien para todos los mexicanos.
Recuerdo que comencé a tomar
conciencia de la televisión, cuando apenas tenia 7 años. En ese año las
transmisiones del asesinato del Presidente Kennedy, de la Serie Mundial de béisbol Yanquis-Dodgers,
y la inolvidable pelea entre el “Zurdo” Saldivar y el galés H. Winstone me
enseñaron mucho sobre la señal vía satélite “Pájaro Madrugador” -México fue el
primer país que contrató un satélite para transmitir una pelea de box- Más tarde el Mundial de Inglaterra en 1966 y
la llegada del hombre a la luna, a partir de 1967 me volvieron adicto, a una
señal que en ese entonces se preocupaba por transmitir autenticas joyas de la
ciencia y el entretenimiento.
Para nadie debe ser un secreto
que la corrupción de México va de la mano del poder que ha adquirido TELEVISA.
Coinciden dos sucesos en la historia nacional que resultan forjadores del
presente nacional: la
Presidencia de Luis Echeverria y la fusión del antiguo Telesistema Mexicano,
con la empresarial Televisión Independiente de Monterrey. De allí nace TELEVISA
en 1972 y en ese punto de la historia se entrelazan los destinos de los dueños
del medio de comunicación (hay que recordar que la Familia Azcárraga
es fundadora del modelo comercial de la radio primero, y de la televisión después)
con los grupos de poder político (directamente la familia del Presidente Miguel
Alemán) y los barones del dinero regiomontano (los Garza-Sada). A partir de
entonces, la televisión comercial mexicana no ha dejado de aumentar poder e
influencia en el Estado político nacional, al grado tal que ha conseguido
instalar en la ruta de la imposición a Enrique Peña Nieto, como presidente
interino de nuestro país.
Justamente en la coyuntura política actual,
marcada por un despertar de la conciencia juvenil, acicateada por las tecnologías
alternativas que hacen ver a la televisión mexicana y a TELEVISA
particularmente –sin olvidar la inmundicia de TV Azteca- amo y señor de todos
los poderes fácticos, legales y metalegales, hace resaltar y cobrar importancia
indudable, otras opciones de comunicación, que no sea la televisión
convencional. Una de ellas es la programación del canal deportivo ESPN,
particularmente la presencia en la organización de la programación para México,
de un auténtico maestro de la comunicación, valiente y sumamente carismático: José
Ramón Fernández.
Creador del concepto de noticiero
deportivo que por casi treinta años dirigió, desde que estaba en la paraestatal
Imevisión y luego en TV Azteca, José Ramón Fernández ha sido siempre vanguardia
absoluta de las transmisiones deportivas internacionales. Joserra ha creado
espacios para personajes como Víctor Trujillo-Brozo y Andrés Bustamante- El
Guiri Guiri y apenas hace un año escaso, tuvo hasta el último aliento de su vida
a German Dehesa, quien prácticamente el día que se ausentó de las cámaras de
ESPN fue porque había fallecido.
Para esta edición de los
Juegos Olímpicos Londres 2012, nuevamente Joserra dá un campanazo en la
historia de los medios de comunicación, al invitar y tener como compañero de
comentarios de opinión, al maestro Jacobo Zabludovsky. Un auténtico bocado
cultural-televisivo –una derrota anticipada de TELEVISA y sus ratings- que no
deben dejar de ver nadie. Porque pueden revisarse las transmisiones, aunque
diferidas en el portal de la misma ESPN. Un elogio a la inteligencia, la memoria,
el gusto por el estilo, el buen decir, el ingenio y el rescate de la charla
amena y respetuosa, con pinceladas de todos colores.
Además, el agasajo televisivo
resulta mayor, si se atiende a la presencia, junto a estos dos grandes
comunicadores de la historia mundial de la televisión y radio, de sus
respectivos discípulos: David Faitelson por el lado de José Ramón Fernández, en
tanto que Heriberto Murrieta y Fernando Schwartz, acompañan a Jacobo
Zabludovsky. Joserra y Jacobo se llaman los espacios de una hora –seguramente
van a incrementar el tiempo conforme transcurran las Olimpiadas- que incluyen
charadas, reportajes, visitas y un sin fin de tópicos sobre Inglaterra, de sus
personajes, su historia monumental, sus costumbres, pero sobre todo su estilo,
esa tradición tan característica de la “Pérfida Albión” que hace que
prácticamente todo allí –hasta comer pescado y papas fritas- se convierta en una
tradición mundial.
La noche del pasado domingo,
buena parte del programa de Joserra y Jacobo fue dedicado a la vida y obra del
Ministro y Premio Nobel Sir Winston Churchill. Y a la vasta recreación de páginas
de la vida de este prohombre, hubo una muy atinada comparación de Churchill con
Benito Juárez, a quienes Zabludovsky les llamo Pastores de Pueblos.
Ser testigos en vivo y
directamente, de los artificios del lenguaje para encontrar que un político de
estas dimensiones es aquel que protege a su rebaño-pueblo, lo lleva donde hay
buenos pastos, lo cuida de los lobos, de noche los protege y calienta, es una
hermosa oportunidad de recordar que “Un estadista se mide en relación a la
magnitud del obstáculo que debe vencer”. Frase adjudicada a Churchill que dejo
otras inolvidables, como la que dice “Soy optimista. No parece muy útil ser
otra cosa” o la de “Nunca tantos le debieron tanto a tan pocos”
El programa nocturno de Joserra y
Jacobo hizo gala del empleo de términos como ¡estrambótico!, que corrieron al
parejo de sentencias como la de que “Los médicos entierran sus errores… los
periodistas simplemente dejan de hablar de ellos”
Sabiduría deliciosa al alcance
del Internet o del canal televisado de ESPN, que le recomiendo ampliamente a
toda la gente no deje de ver con atención. Y para aquellos que no dudo
protesten por el pasado de Jacobo o peor aun, su origen judío, creo que es
mejor aun, porque entonces habrá aun tiempo de reflexionar, que siempre existe
la oportunidad de volvernos buenos otra vez…
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