Wednesday, October 22, 2014

MITOS Y LEYENDAS: CULTURA Y EDUCACIÓN TEMASCALTEPEC V

La quiebra de 1994 me desfondó, pero no acabó conmigo, ni con mis sueños e ilusiones sureñas. Nunca antes se había visto que de golpe se devaluara nuestra moneda y que los bancos elevaran las tasas de interés de manera salvaje, quebrando algo más que las economías familiares, las esperanzas, expectativas, los sueños de tantos millones de mexicanos. Recuerdo como nos cobijábamos comerciantes y agricultores de Temascaltepec, el aliento era indispensable para nosotros, los peor afectados por esta decisión deliberada (Córdova Montoya), “fríamente calculada” (Ernesto Zedillo), calculada, “típica” (PRI) y por eso, torpemente inesperada por la ciudadanía.
Debí anticiparla, fallé como Economista, porque estos ciclos de ruina y acaparamiento se repiten y suceden en todos los países llamados capitalistas, en donde impera la ganancia monetaria y si es a expensas de otros, mejor. Fue un robo, un asalto financiero. En mi caso, por ejemplo, los abonos a un crédito hipotecario pasaron de 2 mil a 20 mil pesos y las “letras” por un auto nuevo escalaron de $1,500 a $9,500, por el efecto combinado de la devaluación, los intereses y las condiciones de usura, escritas en letra chiquita, en los contratos firmados sin mirarlos. De cualquier manera, el propósito de la ruina decidida por los grupos de poder en México, el arrebato entre Carlos Salinas de Gortari en contra del candidato que él no puso ni dispuso, Ernesto Zedillo, tenía como padrino y promotor el gobierno yanqui de los USA, que necesitaba miles, millones de compatriotas como peones de trabajo, para hacer los trabajos que ya “ni los negros quieren hacer”, como mano de obra migrante con un doble propósito: enviar remesas de dólares indispensables para poder comerciar en el marco del Tratado de Libre Comercio, firmado a principios de ese año de 1994; y por otra parte –más importante aún- dar inicio a la enajenación de la sociedad mexicana, de la gente, por los valores gringos repulsivos: comida de plástico pintado, música monocorde de letras idiotas, la enajenante y alienante fe religiosa, los dogmas y creencias fanatizantes, indispensables para acceder al perdón celestial, para estar en libertad de cometer cuanto robo, traición o crímenes terrenales, se ejecuten con tal de hacer dinero y gastar dinero. No para el ahorro, sino para el lujo y la ostentación.
El crack monetario me “pego” pero no me rindió. Estaban todas las cosas, los autos, casas, y tenía a mi familia y mis talentos personales. Por allí no me perdí. Lo que a mí me desánimo (en el sentido de arrebatarme el alma) en Temascaltepec, me perdió, lo que me “mató”, fue la pobreza cultural y la mala, nula educación. Pero iré por partes.
He reconocido en Mitos y Leyendas anteriores, que el hallazgo que me maravilló al venir a vivir al sur del estado de México, fue darme cuenta que no sabía hacer nada. Y esta muestra de honestidad personal, primera vez que la hago pública, además, se refiere a mi falta de experiencia en cosas de la vida, especialmente –aunque no solamente- en la vida campirana. Nunca había vivido en un medio rural y me daba cuenta que la gente tenía valores diferentes a los círculos familiares y sociales con los que convivía en la Ciudad de México. Mis amigos de Los Timbres, Jesús del Monte o San Pedro Tenayac, sin duda son gente mucho más valiosa –por sus virtudes- que mis parientes o amistades citadinas.
Pero esas lagunas ¡que va océanos! de ignorancia, en asuntos tan elementales como identificar una ortiga de una buganvilia, preparar mezcla para enjarres o mezcla de cemento para pisos, usar un machete, podar una flor, beneficiar el café, desde que aún son bayas en los cafetos, el corte, secado, molido, aireado, cribarlo y luego tostarlo y molerlo, eran retos apasionantes. Por fin me enfrentaba a conocimientos que no estaban en mi biblioteca. Y me aboqué con determinación, a aprender-haciendo. Es mi método, solo puedo incorporar conocimientos en mi cabeza, cuando, por ejemplo, yo mismo cortaba o desgranaba las mazorcas, bajaba cargando bultos de maíz a la casa de Don Panchito, en el barrio de San Francisco, quien molía el grano para después revolverlo con el concentrado alimenticio y preparar el alimento, para las decenas de marranos que engordábamos en el rancho.
No, definitivamente, esas limitaciones personales no fueron nunca un problema. No lo son aún, porque si algo me diferencia precisamente de la población nativa, es la facultad para observar, aprender y cambiar. Aquí no sucede nada de esto. Es lo que mata la vida: el conservadurismo, las resistencias, la repetición. La gente no sabe pensar, no está acostumbrada a usar la cabeza. No entienden de lógica, las matemáticas no existen en los programas educativos, y consecuentemente no relacionan, asocian, comparan. Nada
Además, la desinformación que se padece en la región, desde hace muchos ayeres, entonces era peor. Sin periódicos, ni noticias, apenas con un par de canales de televisión, sin radio, es increíble, pero este medio de comunicación, que es tan familiar en el DF, tan útil como se comprobó en tragedias como las del terremoto de 1985, tan variado y entretenido, no se escucha en el sur del estado de México.
Tampoco había teléfono en 1989. Bueno, en realidad si existía el servicio, pero era atorrante, una desesperación pavorosa. Resulta que al llegar a la casa del rancho, lo que primero nos llamó la atención era un viejo teléfono desconocido por su tamaño, cuadrado, negro, pesado y con una manivela en el centro, en lugar del disco clásico de números que giran. Un día, mis hijas jugaban con el aparato telefónico y de repente me avisaron que por el auricular se escuchaba una voz que preguntaba ¿A dónde quieren hablar? Así conocí a Panchita y a Cristy, las operadoras del servicio que solo funcionaba por unas horas, se transmitía por impulsos electromagnéticos y había que esperar a que ellas contactaran el número deseado y esperar el aviso para entablar la comunicación. ¡Increíble! ¿No lo creen? Seguramente no, pero así era la vida, hace poco más de dos décadas. No había teléfonos celulares, ni fax, escáneres, email, iPad, fotocopias, whats app, sin chat. Nada
Era espantoso tratar de hablar por teléfono. “Pa’ mis pulgas”, intolerable porque había que pedir las cosas “por favor”, saludar y decir “buenos días”… todo un ritual que tuve que aprender y cumplir, pues de lo contrario no había poder que hiciera que este par de buenas vecinas (del Cerro Pelón y del Fortín) atendieran mis necesidades de comunicación a distancia.
Pero la gente tampoco leía y entonces, las charlas eran repetidas y redundantes: ¿cree que lloverá? y las preguntas del clima eran tema obligado, a veces, algunos chismes de la gente que descuidaba su vida personal y los asuntos relativos al estado de las siembras o de las cosechas, que siempre eran lo mismo. La gente no opina, no habla, si acaso repite algunos consejos, recuerdos recurrentes. No saben de tecnología o de ciencia, de política ni de historia, de arte, de museos. Nada.
Como no soy religioso, entonces tampoco sabía, ni me enteraba (ni me interesa) de los ritos y anuncios eclesiásticos. Como no soy creyente, poco se acercaban los emisarios de la llamada Mayordomía, la consagración de fieles que organiza el año católico en Temascaltepec. Tampoco venían los miembros de otras “sectas”. En la cabecera municipal de Temascaltepec, la religión destruye los encantos de la vida, convierte –a la vida- imaginaria, anunciada, son circunloquios aburridos, castrantes, nefastos, opuestos a toda idea de la felicidad, basada en la amistad, en las virtudes propias de la belleza, de la inteligencia, de la sabiduría.
Esa es la diferencia que hay que señalar y subrayar para entender Temascaltepec y adaptarse: que la educación en estos pueblos está construida sobre dogmas y no existen facultades para tratar epistemológicamente una idea distinta, ni se hacen esfuerzos gnoseológicos para comenzar un porvenir mejor. No hay filosofía, ni ganas de pensar. Allí es donde radica la enorme diferencia y superioridad de la gente, que como nosotros –pienso en Mike, Adolfo, el Dr. Müller- fuimos educados en otras latitudes, bajo otros esquemas y por otros Maestros. Actualmente, hay que decirlo con todas las letras, los asuntos de la religión están peor. No se diga en el reino vecino de Tejupilco, donde el fanatismo religioso y sectario alcanza proporciones delirantes (Cristo me ama, el Señor es mi Dios…) enfermas y peligrosas.
Pero antes de hablar de la educación que recibíamos hace siglos en el ombligo de la luna, en Mixitli, quiero decir que he sido testigo y actor de la educación en Temascaltepec. Como en todos lados, mis hijas conocieron buenos, regulares y malos Maestros. Destaco a una de nombre Cristy, que cuidó de dos de mis hijas, de Artemia y de Cristiana. La Maestra de primaria, emprendió un programa original e importante dedicado a localizar, elegir y desarrollar aquellos alumnos con mayores facultades intelectuales. Se llamó Grupo CAS (capacidades y aptitudes sobresalientes) y solo duro un año calendario. Comenzaba el empoderamiento del gremio magisterial –además la Maestra Cristy es originaria de Tejupilco- y las envidias y celos y cuchichearon, hasta desaparecer este esfuerzo muy importante porque reunía dos veces a la semana, por unas horas, a los mejores alumnos de 4° y 5° grados.
Porque la educación en la década de los años 90’s, en el estado de México, dejó de ser un esfuerzo intelectual, de imaginación, estudio e inteligencia, para convertirse en un modelo de adiestramiento para la obediencia y el silencio. En eso han acabado los “profes y profas”, mejor pagaos, pero sin el respeto ni reconocimiento que acumularon a lo largo de medio siglo: hoy son burdos y vulgares burócratas chambistas.
El modelo educativo que sufrieron mis hijas –igual y como lo padecen todos los estudiantes inscritos, en las instituciones educativas de todos los niveles escolares en el sur del edo. Mex.- está diseñado para mantener cautivos a los estudiantes, obligarlos a obedecer, enseñarlos a aprender lo mínimo y a obtener buenas calificaciones cumpliendo con la “escala”, que es una kafkiana medición del aprendizaje, de cuadernos cosidos, tal o cual color, desfiles obligados en días feriados, manzanita al maestro. Es criminal el asesinato de los espíritus infantiles. Es un golpe de estado en contra de las almas estudiantiles. Es la Mala Educación mexiquense. Es la dinamitación de las Acrópolis juveniles por estos desalmados mentores, que al paso del tiempo se han empoderado y vuelto crueles y corruptos. Nada es más salvaje, pasa sin ser visto, es tolerado, incluso  aplaudido, a fuerza de repeticiones, forzamientos y ceremonias cursis y ridículas, que la Mala Educación impartida por el gremio magisterial: corrupto de manera escandalosa, chillón y sensible por costumbre –no generalice, es la monserga repetida- ambicioso y carente de escrúpulos.
Escribia a principios del año 1995 “Hay que imaginar: asistir a una función de teatro y ver el escenario en condiciones deplorables, la iluminación deficiente, las butacas sucias, rotas; la música desafinada, el telón desgarrado y parchado, los actores olvidando sus diálogos, con pausas y silencios. La entrada, por supuesto gratuita, no justifica el lamentable espectáculo. Sin embargo imaginemos a un público que aplaude y comenta entre sí: que buena obra de teatro estamos viendo…
No se practica deporte, las escuelas se constriñen al plan de estudios de manera rigurosa, la gente no sale del pueblo para conocer otros lugares. Es inaudito que las pocas clases de geografía o de historia se restrinjan al estado de México y específicamente a la región sureña. Como si el resto del mundo no existiera, ni otras ideas, alimentos, formas y modos de producción.
¡Bueno! hoy es peor. Todo está peor y por eso, solo por eso pasan las cosas que vemos y nos llenan de horror. Sobrevivimos en un Narco-Estado que corrompe todo lo que toca y que en connivencia con la gente más desalmada de la escala bestial, asesina a estudiantes libres, como los de la Normal de Ayotzinapa Guerrero. En cambio, los estudiantes de la Normal de Tejupilco o de los planteles de la UAEMex en Temascaltepec, se caracterizan por padecer  de represión por sus “profes”,  amenazas y el chantaje diario.
Recuerdo que el primer “ciber” que existió en Temascaltepec, lo instalé frente a la tienda del “Menudeo del Norte”… el comercio emblemático que distinguió a este poblado mientras quise y pude y aguanté. Funcionaba marcando un número telefónico para acceder el internet. Antes, abrí y operé con gusto,  un restorancito que se llamaba “El Refugio del Nuevo Temas”. Porque era urgente encontrarme con gente con quien platicar, jugar domino, al ajedrez, hacer círculos de lectura, bailar ballet, jazz, escuchar las rolas de Joaquín Sabina y juntos visitar los grandes museos de la Ciudad de México, las zonas arqueológicas connotadas y conversar, hacer de la palabra la vida y de la tertulia el medio para crecer y prosperar, ser felices.
Hice todo, batallé, trabajé, invité. Un día, a principios de 1992, el Virrey en turno de Temascaltepec, me pidió que me integrara a un rescate por la unidad de la UAEMex, que impartía la carrera de Veterinaria y que estaban por desaparecerla y llevarla a otro lado. Se trataba de un Patronato que promovería los estudios, que opinaría y, en mi caso, buscaría que a través de relaciones personales, se dotara de una buena biblioteca a la unidad. Nada se pudo hacer, pues el grupo estudiantil que pedía “teta” no quería, ningún tipo de intervención en los asuntos interiores del plantel. Ese grupo tenía planeado apoderarse de la institución educativa y lucrar con sus presupuestos y el menguado prestigio que mantiene lo que no es, ni universidad, ni autónoma, ni es del estado de México. El Chino, Cardozo, el Doctor, el actual Director, son los mismos que se han anquilosado en la escuela desde hace veinte años, con resultados nefastos, porque administran los diferentes planteles con que cuenta en la actualidad la unidad de la UAEM, con fines muy claramente definidos de apoyo al Gobernador del estado, al PRI y contrarios a cualquier expresión opuesta a la Dictadura del Peñejo.
Ahora que me he podido liberar de los atavismos comerciales que me ataron tantos años a Temascaltepec, puedo disfrutar y ver que mis potencias estuvieron congeladas tantos años, en el surtimiento y abasto de los alimentos necesarios para el cuerpo de los habitantes de este municipio. Actualmente dedicado al comercio de alimentos, pero de otra especie y naturaleza, los bocados para el alma humana, son los libros, mi pasión y destino, puedo ver y entender con mayor claridad mi historia y la de esta región que se encuentran íntimamente entrelazadas.
Porque en cuanto llegué, cambié ritmos y costumbres. Me recuerdo en un día de Semana Santa, trabajando mientras sentía miradas encima de mí, hasta que el peón me comentó “la gente” veían mal que se trabajara en la Semana mayor para los católicos. Y de cómo al comenzar a mercar en la tienda del “Menudeo del Norte”, dejé de cerrar para comer, costumbre arraigada entre los empleados, igualmente que cerrar temprano, los días sábados y domingos.
Pero me enfrenté a un pueblo que no te ayuda en nada. Cuando necesité una niñera que cuidara a mis hijas pequeñitas, la gente de Temascaltepec (la de la cabecera claro…) no trabaja, porque llevan los apellidos de prosapia en la población. Y las que no son parte de la rancia aristocracia local, tampoco trabajan, porque ¡que van a decir!
Debía pagar sueldos muy elevados para contar –a lo largo de casi 15 años- con una media docena de empleadas y trabajadores –¡cuando más!-,  a pesar de que el empleo incluía  bañar, educar, alimentar y pagar semanalmente y siempre de manera puntual. La típica casa-comida y sustento- a no menos de una centena de jóvenes de toda la región.
Me cuenta mi amigo “el Español” que antes, mucho antes que nosotros, el con su familia intentó abrir una discoteca juvenil, para diversión, como negocio, en un lugar muy conocido y a la vista de toda la gente. Buenas personas, la discoteca era un intento por cambiar los paradigmas retrógrados y ñoños de Temascaltepec. Me cuenta que el día de la inauguración, se pararon enfrente de la discoteca una docena de mujeres vestidas con chal negro, a rezar el “rosario” en señal de desaprobación.
En mi caso personal, que provengo de un mundo universal y sumamente informado, aquella vida fue un martirio que acabó con mi paciencia y felicidad. Qué lástima que Paul se murió inesperadamente y no pudimos constituir el Club que tanto platicamos. Una suerte de Pub inglés donde beber, conversar y pasar el tiempo, hacer negocios y disfrutar la vida. Que malo que Mike se casara con una mujer que le cortó… las alitas y dejo de ser mí amigo. Qué pena que la soledad individualista que caracteriza la vida en Temascaltepec me llevara al exceso en el consumo del alcohol. Pero ¡qué coño,  si no hay otra cosa que hacer ¡!!
Fue increíble que durante años, me  levanté  solo, para hacer mis practicas de  atletismo y jogging que hacía en Los Viveros o en Chapultepec, mientras viví en el DF y ahora, en estos parajes de belleza inmensamente superior. Nunca… óiganme bien, no hubo un solo día que encontrara a otra persona con quien saludarme al menos. Mejor cometí la impertinencia de hacerme socio del Club Sport City en 1995 (el primero y original en Plaza Eureka), viajar un par de veces a la semana, subirme a unas bicicletas fijas, ver unas buenas “nalgas” y usar la tecnología de punta, nadar en una alberca de agua calientita y darme un vaporazo, pues en Temascaltepec, nadie te acompaña, ni convive con Otros. La gente “mochila” “persignada” y “mandilona” o está en su casa o metidos en la iglesia.

Mejor y venga un recuerdo en este día, al reflexionar sobre la educación, a la memoria de María Teresa Landa, quien fue, no solo mi Maestra de Historia en la Preparatoria 1 de la UNAM, sino la inspiradora de la libertad y la independencia que me caracteriza, de mi gusto por la historia. Maestra de Octavio Paz y de Jacobo Zabludovsky, la Maestra Landa fue la primera Miss México, fue la última acusada juzgada por un tribunal popular y público, pues le metió seis balazos a su esposo, con quien casó a pesar de que él era casado y Padre de dos hijos: y fue absuelta. A la Maestra Teresa, su Padre la quiso obligar a ingresar a un Monasterio y ella se negó, estudió en la Normal de Maestros y en Odontología en la UNAM. Son los Maestros indispensables, para qué México regrese a la realidad feliz.

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