Debí precisar
en el título que se trata de mi propia historia de los Juegos Olímpicos. Ensayo
sobre la idea original que se ha convertido en una cuestión de fe, es mi
filosofía al respecto, es una obsesión que trata el asunto de la salud, el
problema de la galanura, la superioridad física, al máximo esfuerzo, la
resistencia como medio y la audacia para superar los limites naturales de cada
quien y de cada cual. Las olimpiadas eran, cuando empecé a entender la vida, un
asunto de paz y de amistad, al mismo tiempo que un duelo mundial entre la
empresa individual en contra de la vida en comunidad.
Cuando se
habla de Olimpiadas necesariamente hay que voltear a Olimpia y a la Magna Grecia , no se pueden
entender de otra manera los Juegos Olímpicos, si no se recuerda que fue hace
casi tres mil años, cuando se celebraron por primera vez, como una especie de
tregua o paz, en la ciudad de Olimpia, convocados por el Dios Heracles, en
honor a su Padre Zeus. Cuenta Pindaro en uno de sus poemas, que eran cuatro los
juegos que se llevaban a cabo, además de los de Olimpia en honor a Zeus,
estaban también los Juegos Píticos, de carácter poético, celebrados
en Delfos, en honor a Apolo y las Musas; los Juegos Nemeos,
competencia de jinetes, celebrados en Argos,
en honor a Hera; y los Juegos
Ístmicos, competencia celebrada en Corinto,
en honor a Poseidón. Fue en el año 776 a .C. que inicio la costumbre, de que cada
cuatro años se llamara a las
ciudades de estado griegas, para celebrar el tiempo de los juegos olímpicos. La
guerra se suspendía para dar paso a los juegos, por su profundo valor religioso
y cultural.
La caída de la Magna Grecia ,
de sus ciudades estado y mas tarde la preeminencia del espíritu bestial romano,
por los juegos de horror y muerte, hicieron que la tradición deportiva y
cultural se perdiera. La aparición del cristianismo y su mística persecutoria,
termino por borrar todo vestigio, cuando en el 293 el Emperador cristiano
Teodosio prohibió toda celebración por considerar a las Olimpiadas como
paganas.
Pasarían muchos siglos antes de que un mecenas griego primero y un Frances
después, Evangelio Zappas y el Barón Pierre de Coubertain, entregaran vida y
hacienda para rescatar del olvido la celebración de estos Juegos, que son una
de las mayores expresiones de la humanidad entera. El trabajo decidido de estos
Pro-hombres a partir de 1859 rindió su fruto en 1896 cuando se llevaron a cabo
los primeros Juegos Olímpicos de la era Moderna.
“Olimpia y las Olimpiadas son
símbolos de una civilización entera, superior a países, ciudades, héroes
militares o religiones ancestrales” escribiría el Barón de Cubertain, poco
después de la inauguración de aquellos épicos primeros juegos modernos. Que es
donde comienza mi historia personal. Porque el despertar a mi conciencia, vino
aparejado con las noticias que hacían de México sede de los XIX Juegos Olímpicos
en 1968. A
partir de allí iniciaba mi obsesiva necesidad de saber y la imperiosa labor de búsqueda
de fechas, récords, nombres. Luego supe de los Juegos mas cercanos en el
tiempo, los de Melbourne en Australia, que coincidieron con mi natalicio, y la brillantísima
participación de Joaquín Capilla, el máximo exponente todavía del deporte nacional.
Por Joaquín Capilla fui llevado a las
instalaciones de la Unidad Morelos
del IMSS a enseñarme a tirar clavados. Muerto de miedo, debía obedecer las órdenes
de los instructores. Muchos niños acudíamos a practicar deporte. Al mismo
tiempo y frente a las albercas estaba la Liga Anahuac donde jugaba
béisbol en el equipo Ardillas, desde que tenia 5 años, así era la vida entonces.
Después supe de la proeza realizada en la Olimpiada en Roma por Abebe Bikila, al ganar la Marathon corriendo
descalzo. Hazaña que repetiría el mismo atleta etiope en los Juegos Olímpicos
de Tokio, esta vez ya usando unos pesados tenis. Los Juegos Olímpicos de Roma y
Tokio eran referencia del espíritu olímpico, por ser organizados en ciudades
devastadas por las guerras mundiales. No hay que olvidar que las Olimpiadas han
debido suspenderse en dos ocasiones: entre 1916-1920 por la Primera guerra Mundial y
entre 1936-1948 por la Segunda Gran
Guerra.
El escenario así dispuso que la secuencia
Londres-Helsinki-Melbourne-Tokio y Roma entre 1948-1964 se viera coronada con
la celebración de los primeros Juegos de la paz, las Olimpiadas de México. No
se me olvidan las imágenes de Enriqueta Basilio, la primera mujer en llegar con
la antorcha olímpica a prender el pebetero clásico, ni la emoción que vivimos
en la victoria heroica de Felipe “tibio” Muñoz, ni la verdadera consagración
del mejor ejemplo de pundonor, esfuerzo y coraje del Sargento Pedraza al no
conseguir el Oro y aventar patadas y manazos al aire, en señal de frustración.
Eso es auténticamente el gusto por competir y deseos de ganar. Pero lo que
nunca olvidare en 1968, porque además yo estaba allí presente en el Estadio
Olímpico de CU, fue cuando dos norteamericanos ganaron la prueba de 200 metros libres, eran
John Carlos y Tommy Smith, atletas negros quienes al subir al podio y al
momento de entonarse el himno de su país, levantaron los puños al aire, portando
unos guantes negros, en señal de protesta por el racismo y discriminación que prevalecía
todavía en la hipócrita sociedad yanqui.
Luego, los Juegos Olímpicos entraron en una
pendiente negativa. De Munich 1972 hasta Seúl 1988, las Olimpiadas fueron
reflejo de la guerra no declarada en el mundo bipolar. En Alemania, un grupo
radical secuestro a un equipo de atletas israelíes, mientras la policía alemana
masacraba a su vez a los integrantes del comando “Septiembre Negro”. Montreal
resulto severamente afectada por un boicot de todos los países africanos,
quienes no asistieron en señal de protesta por la presencia de Sudáfrica y su política
del apartheid, el racismo. No obstante Mark Spitz en Munich y Nadia Comanecci
en Montreal hicieron inolvidables estos eventos.
Después fue peor aun, porque a Moscu no
quisieron asistir los países del bloque capitalista y cuatro años después, el mundo
socialista no participo en Los Ángeles EUA. Juegos Olímpicos medianos, en que
la simulación disfrazada de amateurismo y profesionalidad confundía todo. Los
XXIV Juegos en Seúl se caracterizaron por la presencia del dopaje en gran
escala y la exhibición de la trampa. No fue sino hasta los Juegos Olímpicos de
Barcelona, una vez acordada la desaparición de los atavismos que impedían
competir a todos los deportistas, que el olimpismo resucito para bien de todo el mundo. Atlanta, Sidney, Atenas y
Pekín han cambiado diametralmente la lucha por la supremacía entre los EUA y la URSS y paulatinamente han
convertido al olimpismo en un gran negocio y una razón de Estado
Le toca el turno a Londres, que celebra por
tercera vez unos Juegos Olímpicos (1908-1948-2012) y hay que festejar que este
rito no solo no se haya perdido, sino que se ha adaptado al mundo contemporáneo.
Los Juegos Olímpicos son una fiesta de la humanidad, es un tiempo de paz
planetario. Para países como Barcelona-España y Pekín-China, las olimpiadas le
han significado beneficios morales, políticos, económicos y sociales
incomparables. Para otros como México o Atenas Grecia, las Olimpiadas han traído
ruina económica y política.
No hay que olvidar, para finalizar, que las
siguientes Olimpiadas se llevaran a cabo en Brasil, como premio a su sistema
político, a su pueblo, al trabajo de todo el país que se ha dado la oportunidad
única de ser gobernado por la gente interesada en el bien de todos y no, como
ocurre en México, para el beneficio de unos cuantos.
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