Sunday, January 26, 2014

EL ESCRITOR Y LA EDUCACIÓN

La primera reflexión que me asaltó, al momento de escribir esta ponencia, fue desde que lugar debo hablar ante un auditorio especializado en la educación de México: si como vecino y paisano, como Universitario egresado de la UNAM, como  politólogo, como filósofo o como profesional de la librería. Tal vez sería mejor hacerlo como Padre de familia y decir lo que veo y pienso y siento, sobre la educación en el sur del estado de México. O discurrir el ensayo a través de los personajes imaginarios de mis Cartas Sureñas: el citadino y el provinciano. O como periodista, o como comentarista de noticias en el Canal 28 de la televisión regional. O como fuereño, o empresario, o como lector.
Creo que sería importante y novedoso escribir en este II Foro, como Psicoanalista, pues mis años invertidos en Freud y Lacan me llevan a observar inmediatamente, que el primer gazapo que brinca en la convocatoria, es el mal uso del lenguaje, abusivo en retruécanos, esdrújulas y esa monserga plagosa de convertir los sustantivos en verbos (problemática, vivencian). Quizás, no obstante todo lo antes dicho,  mi discurso para este evento debe provenir de mi experiencia profesional en la SEP y mi responsabilidad como “inventor” del Sistema Nacional de Orientación Educativa, cuya primera Expo Orienta en territorio mexiquense, en la ciudad de Toluca, en el edificio clásico de Instituto Literario, en el año de 1988, inauguré personalmente a nombre del Secretario del ramo que entonces era el “que le conseguía las muchachas al Presidente”,  hablo de Miguel de la Madrid y de Miguel González Avelar, en compañía del Rector de la UAEM,  Efrén Rojas. O bien,  dirigirme a este auditorio, en voz del Catedrático de la FCPyS UNAM, que por más de una década disfruté, antes de cambiar mi género de vida y decidir radicarme en este sur del estado de México.
Me apuran muchos otros personajes que me reclaman ser el medio para hablar: el estudiante de escuelas públicas que siempre obtuvo la calificación de “10”, el lector empedernido formado con los encantos de mi Madre y el ingenio de mi Padre. O el profeta que entraba por primera vez a la antigua Hemeroteca de la UNAM, en el Coro de la Iglesia de San Agustín, en las calles del Carmen, en el Centro de la Capital de México. Podría ser el periodista que aprendió a vivir con el diario bajo el brazo desde la edad de los ocho años, gracias a una argucia beisbolera de mi Papá. El niño que caminaba en la Alameda central con sus abuelos, entre las mesas de los libros de la desaparecida Librería de Cristal, a un costado de Bellas Artes, o a través de aquellos sentidos que descubrieron en el peso y firmeza, el olor a hojas impresas y la claridad de la tipografía, la belleza de la mitología, la historia, fábulas, tecnología, cuentos, novela, religión, aventuras, contenidas en los seis tomos de la Enciclopedia de Oro de los Niños, que en 1967 me regalara mi Tía Guadalupe Garcia Vd. De Torrentera, como Premio a mis Estudios, y que empezaba con un pensamiento que decía “Luis Guillermo, Para que nunca olvides… Que un libro abierto, es un cerebro que habla…”
Todos estos personajes que me habitan, en esta coyuntura nacional, exigen hablar. No mencione mi ser ranchero, aprendiz de los campesinos, cuya cercanía con la naturaleza, les hace dueños de la palabra natural y real, por eso la humildad –de humus- y certidumbre. Pero son ideas que no tienen voz ni voto, ni deslumbran en la Cultura del Progreso Improductivo. Son los gritos desesperados, iracundos de tantos jóvenes que han visto perder  muchos años en las aulas escolares,  al percatarse que son víctimas de estafas académicas, al tomar conciencia de su esclavitud, en el decadente orden de los nuevos títulos nobiliarios, que suplanta los heraldos de sangre  –los marqueses, barones o duques- por la novedosa escala de la meritocracia académica -maestrías, licenciaturas o doctorados-  casi a ritmo de mercado tepiteño: “bara bara… lleven sus títulos universitarios,  hay de chile, de dulce y de manteca; sin libros ni exámenes finales… llévelos, llévelos”
Yo elijo dirigirme a ustedes, como Escritor. Porque somos los que tenemos la facultad de liberar al lenguaje, que en México está secuestrado por el poder. Y el lenguaje no es propiedad de nadie. No hay censura, ni barreras que impidan que la palabra se convierta en un bálsamo para curar a la humanidad, toda. Porque como declaraba en una entrevista el Maestro Carlos Fuentes “en el momento en que se vuelve un lenguaje burocrático, mercantil o dogmático, se convierte en un lenguaje privado que expresa solo las necesidades de Marte, Júpiter…” (1) Y eso es lo que sucede en México. La mejor expresión de la restauración del Ancien Régime, es la supresión del lenguaje, es la pinza que asfixia a la palabra y la hace cautiva del poder.
Como escritor puedo entonces imaginarme muchas cosas y suponer otras tantas, pero puedo investigar y saber, rimar y maldecir, exclamar, enamorar y mandar  a la chingada, o bien honrar y recordar. Soy autor de tres libros que en realidad son uno solo: Cartas Sureñas, El Estilo del Genio… y Cartas Mexiquenses. ¡Tardamos 70 años pero llegamos! Constituyen un diálogo entre quien soy ahora y quienes he sido en tantas otras ocasiones: el hijo, el ajedrecista, el amante, el beisbolista, el abarrotero, el hermano, esposo, bon Papá o  el Ogro feroz. El que escala lugares donde la autoridad Real es el principio de todo lo que es bueno, noble y bello, o echarme un clavado y  contemplar la sima de los restos de humanidad que aun conservan los esclavos de las pasiones del bajo vientre, quienes creen que el principio de la mayoría simple, el de la ganancia o el miedo, son pilares irreductibles sobre los que se erigen despotismos seductores, que encantan a las grandes mayorías trashumantes.
Todo libro es hijo de otro libro. Nuevamente me apoyo en Fuentes,  quien acierta al afirmar que “los escritores tienen la fortuna de que las palabras aniden en sus lenguas por un instante. Pero las palabras no son nuevas, no las inventamos, vienen de antes” (1). Mi herencia cultural abreva directamente de un sabio mexicano desconocido y por eso más sabio, se llama Patricio Marcos, autor de Cartas Mexicanas, inspirado a su vez en las Cartas Persas de Montesquieu. Soy un lector omnipresente en todo lo que se escribe y publica. Domino una técnica que aprendí hace muchos años para leer a gran velocidad, y una perspicacia para leer realmente lo que se debe leer. Los autores consagrados en mi espíritu no rebasan las dos docenas encabezados por Aristóteles, pero me concentrare en lo que llamo modernistas -más bien los que son mis Amigos-  quienes como los personajes de Dumas, son tres y un cuarto adicional: Gabriel Zaid, Mario Vargas Llosa y Fernando Savater, y el D’Artagnan citado, mi Analista Patricio –Padre- Marcos.

Para esta ocasión he elegido la exposición de dos Grandes Problemas: al primer lo titularé “La visión de la educación”, parafraseando a Miguel León-Portilla, mientras que el segundo será “La Tertulia Improductiva” ahora recordando al inmortal Chava Flores, tomado de la mano de  Gabriel Zaid.
Trataré de llevar al auditorio así, de la mano, en un hilo conductor que se encuentra en capítulos marcados en la bibliografía, al final de esta exposición,  pero que se resume en mis tres libros publicados, de manera doméstica y personalmente, al frente de la Librería  El Areté de Tejupilco. Aprovecho la ocasión, para hacer saber que estas mismas obras están disponibles a través de la Librería Amazon, para su comercialización en los mercados hispanoparlantes de los EUA, en España y el resto de Europa, así como centro y Sudamérica. El mensaje que quiero dejar muy claramente dicho es que hoy en día, no existe censura que impida que el conocimiento llegue al destinatario correcto.

La Visión de la Educación
No puedo olvidar, el impacto profundo que me causo percibir lo que era la educación en el Sur del estado de México, hace cosa de 20 años. Fue estremecedor y la siguiente cita, antes de ser parte de un libro, la leí a través del Noticiero Vientos del Sur, cuando comenzaban mis Comentarios Semanales televisados: “Hay que imaginar: asistir a una función de teatro y ver el escenario en condiciones deplorables, la iluminación deficiente, las butacas sucias, rotas; la música desafinada, el telón desgarrado y parchado, los actores olvidando sus diálogos, con pausas y silencios. La entrada, por supuesto gratuita, no justifica el lamentable espectáculo. Sin embargo imaginemos a un público que aplaude y comenta entre sí: que buena obra de teatro estamos viendo.  Esta podría ser la situación que presenta la educación pública en el sur del estado de México. Veo y escucho con pesar, que no obstante las notorias carencias y la falta de capacidad en general para atender la educación de los alumnos inscritos, existe una opinión que acepta, justifica y defiende los estudios que se imparten en todos los niveles, con argumentos que en ocasiones son irracionales, en otros, recelosos, pero básicamente necios” (2)
El diagnóstico continua con “se privilegia la competencia por las calificaciones a base de puntos obtenidos en una kafkiana medición, donde coser los cuadernos, forrarlos de tal color o marchar en los desfiles, serán los parámetros para determinar quién es el mejor alumno… Por esto, ni siquiera vale la pena comentar sobre la ausencia de espíritu de competencia: es un término desterrado del modelo educativo público. Y con esto, otra de las grandes carencias de la educación pública, es la prácticamente inexistencia de actividades deportivas. Solo se recuerda esta indispensable actividad, cuando es necesario cumplir con el protocolo que manda la Secretaria de Educación… La cantidad de hechos que pintan a la educación es muy grande. La solución es compleja… planes de estudio deliberadamente organizados para contener los ímpetus estudiantiles, atraso tecnológico; el lastre de un sindicato que aplasta y asfixia cualquier viento de cambio. Directores de escuelas que se conforman con empleados, no catedráticos, que no constituyan una amenaza a los feudos que detentan” (2)
Al final de esta misma Carta, de desesperanza por el nivel académico tan bajo y pobre, dejo lo siguiente “Como las soluciones no son fáciles, ni mágicas, empezaría por proponer la necesidad de un espíritu crítico, un análisis diferente de un problema que se agrava en la medida que crece la población que demanda educación. Hace falta un espíritu inspirado en Voltaire, a quien se le puede reconocer como el inventor del intelectual moderno: un oficio que toma algo del agitador político, bastante del profeta y no poco del director espiritual. Maestros quienes estén en disposición de ejercer con la educación, un poder benéfico y curativo, que pueda aliviar del poder despótico de los gobernantes y del poder oscurantista de los clérigos” (2)

Igualmente, son importantes otros chispazos analíticos al hablar sobre las Preparatorias Regionales, -la de Temascaltepec y la de Tejupilco- y sobre la Universidad, la UAEM: “En 1989 llegue a vivir a Temascaltepec y decidí participar en la educación local, al contar ante todo con esa experiencia invaluable… mis estudios y años como Profesor de la UNAM. Encontré que solo la Preparatoria podía ser el espacio catedrático y lo tome con gusto y filosofía. Era una forma de retribuir a esta tierra, el beneficio de recibirme como vecino, con mi familia…. No obstante, desde un inicio pude observar que el atraso de la institución era de más de 20 años. Los programas obligatorios asignados por la UAEM, trataban entre otras materias, de un mundo marxista y de una división geopolítica bipolar que para entonces se derrumbaba en Berlín. Eran las exigencias de los burócratas enclavados en ese apéndice del gobernador en turno del estado de México, llamada UAEM”
Los contrastes “Tenía 16 años cuando ingrese a la Preparatoria #1 de la UNAM. Me entere que fui aceptado, por correo y el sobre que contenía la respuesta llego a la Imprenta de Don Luis, donde trabajaba siempre que tenía vacaciones. Todo lo que sucedió después de ese día, lo realice solo yo: asistir por primera vez al plantel, para inscribirme, esperar en una larga fila mientras los estudiantes mayores nos acechaban, nos rapaban y nos quitaban el dinero... Jamás mis padres entraron a ese recinto majestuoso, hasta años después que dejo de funcionar como colegio…” (3)  en la Preparatoria Regional de Tejupilco, no solo encuentro un edificio con puertas de hierro, siempre cerradas, entrega de boletas en juntas de padres de familia y textos obligatorios… Salir de este embrollo me lleva a recordar que el origen de la palabra ahorro proviene de una carta que se extendía a aquellos esclavos que conseguían pagar por su libertad. Se le llamaba carta de horr, originada a su vez en la voz árabe hurr (libre). En la prepa regional de Tejupilco, dicha carta se le conoce como Certificado de Estudios y cuesta más de $3,000. Es la carta que libera al estudiante que se fastidia de la mediocridad y busca otros horizontes”…. (3) No fue así siempre… “la Preparatoria de Temascaltepec era un ícono y una realidad maravillosa, para esta región que imaginaba a Temas, como la futura Atenas del Sur del Estado de México” (2)
Y como colofón, cito este párrafo cuyo contexto se origina en el mes de marzo de 2010 y la secuencia de dos actos político-burocrático: el informe del Rector y la Erección (sic) del estado de México, en ambos casos, con la presencia de Peña Nieto Gobernador “La interrupción de clases decretada es justamente la confirmación de que la UAEM, ni es universidad, ni es mexiquense y menos autónoma. La UAEM es una institución que imparte cursos que son reconocidos como de nivel superior –pero no existe ni la libertad de Cátedra ni la Autonomía académica-  es (un) semillero (es “banca”) de cuadros políticos para el Gobierno asentado en Toluca” (2)

La Tertulia Improductiva
Los conceptos Tertulia e Improductiva, hablando del Progreso, los aprendí de Gabriel Zaid, quien a su vez abreva de Iván Illich, que postula la “Sociedad Desescolarizada”, cuya expresión mayor, para un Padre de tres hijas y consumado ajedrecista, son las Hermanas Polgar, todo un paradigma, por haber sido planeadas, concebidas y educadas exclusivamente para ser ajedrecistas campeonas del mundo –también expertas jugadoras del ping-pong y hablan más de cinco idiomas-. Conocí a Zaid a principios de 1981, pero supe de la fuente de su praxis filosófica, los trabajos de Iván Illich en México, hasta entrado el segundo milenio. No obstante, me enteré de Susan, Sofía y Judith Polgar, hasta 1994 y estoy absolutamente seguro que de haber sabido de esta libertad e ingenio, cruzando la experiencia pedagógica imaginada por Lazlo Polgar, con el realismo mágico de la educación pública en el sur de México, hubiera aprobado esta experiencia, en quienes son mis herederas naturales.
Leía a Gabriel Zaid mucho tiempo antes, cuando mi Padre me regalo el número 1 de la revista Vuelta. La amistad que nacía en ese medio entre Octavio Paz, fundador de Vuelta, y Gabriel Zaid, acaba de ser traída de vuelta esta última semana de enero, cuando el periódico Reforma publica que la relación entre ambos polemistas aun no ha encontrado a su biógrafo. Y es que los dos Escritores han ensayado enfoques y explicaciones inéditas al discurso político y académico repetido. En el Laberinto de la Soledad  Octavio Paz, perfila las respuestas indispensables para comprender el rumbo obligado hacia donde debe caminar nuestra nación.
Las tesis de Zaid “El verdadero saber no está en las aulas, ni en las universidades, está en los libros… Marx, Freud, Einstein, Picasso, Le Corbusier, que marcaron las tendencias dominantes del siglo XX, crearon y pensaron por su cuenta y riesgo, en libertad… la cultura libre nace en el mundo comercial. Gutenberg era empresario, Leonardo contratista, Erasmo freelance. Nace al margen de la universidad, y hasta en contra… Descartes y Spinoza rechazaron dar cátedra universitaria. No querían ser profesores, sino contertulios y autores. Frente al saber jerárquico, autorizado y certificado que se imparte en las universidades, prefirieron la conversación y la lectura. Las academias nacen como tertulias de aficionados a leer, no como membrecías ostentables en el currículo…” (4)
En México nos enfrentamos al dilema del apetito de saber, tan humano –dijo Aristóteles en la Metafísica- “Pero otros griegos (los sofistas) pensaban que el saber es para prosperar; y ponían la muestra: prosperaban vendiendo educación superior. Los sofistas modernos venden títulos universitarios, credenciales de presunto saber” (2)
Modelo educativo netamente improductivo y costoso, además de elitista, un lujo que le sale muy caro al país y que produce rendimientos notoriamente decrecientes. Una manera de intentar solucionar este problema educativo que genera desigualdades, injusticia y que se agrava cada vez más, es cambiar radicalmente el modelo educativo.
Por ahora, hay que resignarse, al negocio de los títulos universitarios. “Pero no a que el negocio arruine lo principal: EL APETITO DE SABER. Hay opciones para evitarlo: Flexibilizar el menú de las canastas (curriculares). Quitarle presupuesto al campus en favor de la universidad virtual. Favorecer la educación a tiempo parcial durante muchos años, con títulos parciales sobre la marcha. Introducir el aprendizaje serio de un oficio durante la preparatoria y no permitir el ingreso a la educación superior a quien no demuestre su capacidad de practicar un oficio, su desarrollo intelectual sería mejor: La inteligencia es corporal” (2)

Bibliografía
(1)   Perspectivas Mexicanas desde Paris Un dialogo con Carlos Fuentes James R. Fortson (1973) pág. 18
(2)   Cartas Mexiquenses ¡Tardamos 70 años pero llegamos! (2013)  Luis Guillermo Garcia Ruiz   Editorial El Areté de Tejupilco:  páginas 198, 202, 204, 248 y 250
(3)   Cartas Sureñas (2010) Luis Guillermo Garcia Ruiz   Editorial El Areté de Tejupilco: páginas 55 y 114
(4)   Instituciones de la Cultura Libre Gabriel Zaid Revista Letras Libres (mayo,  2013)





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