Thursday, January 23, 2014

SOBRE LA GENERACIÓN Y LA CORRUPCIÓN

No he podido abstraerme a nombrar este ensayo, con el título de una de las obras que se conservan de Aristóteles. Me subyacen los conceptos que la forman. Instintivamente reconozco un inmenso océano en cada palabra que compone el título adjudicado, lo he sabido siempre, desde hace cosa de 30 años, cuando adquirí esta obra magnífica, en la edición mejor, publicada por Gredos y, debo reconocer, que desde entonces, había guardado en mi librero personal, el llamado “sueño de los justos”, o como reza un proverbio hindú que habla  sobre los libros: “cerrado, un amigo que espera”. Porque no podía ser de otra manera.
Ha llegado el momento de abrir este Thesaurus, repleto de combinaciones, de legados filosóficos, diatribas y conjeturas, reflexiones, preguntas, afirmaciones, símiles, analogías, paradigmas, leyes, criticas, materias, objetos, lógica, axiomas Me considero discípulo de Aristóteles, es mi Maestro, no obstante que únicamente he leído –realmente- cuatro textos del oriundo de la Ciudad de Estagira, dos de ellos de manera tan profunda, que me he llegado a extraviar a tal grado, de pensar que puedo entender todo y saber todo: La Ética y la Política. En el caso de la Ética, primero la dedicada a su Padre Nicómaco, luego la Gran Ética y también la dedicada a Eudemo de Rodas, discípulo de Aristóteles, que aún se alega fue el primero de los tres tratados sobre el carácter, las acciones y las pasiones de los seres humanos y también de los Dioses.
El hallazgo mayúsculo que me llego con la intromisión en el cuerpo de esta obra clásica, hablo de la Ética, fue entender que un descubrimiento mayor, siglos más tarde, la técnica del Psicoanálisis fue nada más y nada menos que un pasaje de ida y vuelta que ahora el vienes Sigmund Freud, realizo con la comprensión de la psyché, el alma, al redescubrir los tratados aristotélicos, olvidados, degenerados y corrompidos por siglos de interpretaciones convenencieras, perversas y pestilentes, en manos de los representantes del cristianismo y del catolicismo -de Santo Tomas de Aquino, en adelante-  hasta llegar a finales del siglo XIX y aquellas primeras charlas con Charcot y la experimentación con morfina, y la búsqueda de Freud para entender que el inconsciente, es un iceberg gigantesco que flota en un universo de significados y de significantes, disponible exclusivamente, a través de la palabra humana.
El segundo tratado magistral que anida en todo mí ser es el de La Política. Allí la fuerza lógica, el trabajo descomunal del Sabio (se sabe que Aristóteles recopiló y cuidó el análisis detallado de más de 158 Constituciones Políticas de los Estados de su tiempo, de las cuales y por desgracia solo conocemos la correspondiente a Atenas) las analogías, leyes, formas de conquista y preservación del poder, los gobiernos basados en las virtudes de la realidad, la excelencia y la justicia, contrarios a los despotismos, erigidos sobre el poder de las mayorías, la riquezas y el miedo. También saber que existen las ciudades perfectas y la educación, del carácter de los gobernantes, hasta llegar a esa interrogante tan gravitacional sobre las elípticas de aquellos seres que como es mi caso, nos hemos confundido en su momento y destino, con la Autoridad del Padre, la del Rey, la del Jefe Político y el poder del Amo. Estas vestimentas me arroparon, hace casi treinta años, me revistieron no sin antes encuerarme y fustigar los vestigios de la duda, de los apetitos, mis vicios y creencias y después, me armaron para decidir mi propia vida, navegando en tierras sureñas, aquí y ahora.
Otros dos trabajos más he aupado, de quien fundara una escuela conocida como Peripatética que significa ambulante, itinerante: son La Retórica y La Poética. Cuentan que en el Liceo, el nombre de la Institución donde enseñaba a sus seguidores, Aristóteles solía caminar entre enormes bosques impartiendo sus enseñanzas, a discípulos inmortales como Teofrasto, Estratón, el mencionado Eudemo y Andrónico de Rodas. Pero el Gigante mayor, el prohombre que trascendió incluso al mismo Maestro, fue Alejandro el Magno.
Es importante detenerme en este punto, para recordar que Filipo II Rey de Macedonia, tras conquistar la supremacía en el mundo helénico, incluso sobre la culta Atenas y la guerromaniaca Esparta, mando llamar a Aristóteles para encargarle la educación de su hijo. Pero el Filósofo, rechazo ser preceptor del joven Alejandro si no se cumplían con tres condiciones: Reconstruir Estagira, su ciudad que había sido arrasada por Filipo; dar la mano de una hija de Filipo para un sobrino de Aristóteles; y la propiedad de un frondoso y enorme bosque, donde impartir sus enseñanzas, mientras caminaba con sus discípulos. Filipo II ni siquiera chisto, y aceptó las exigencias para que  el joven Alejandro de apenas 13 años se educara con el Sabio Mayor de la humanidad toda: ¡Vamos, en sus enseñanzas aprendieron tantos otros, incluso un judío nacido en un portal de Belén!
Es el caso de la Generación y la Corrupción a la que acudo, para entender las causas por las que en México la Corrupción prevalece en todos los órdenes de la vida y que incluso, la misma Generación se ha convertido en fuente de corrupción. Este Tratado –menor, en comparación a los primeros-  forma parte de las obras aristotélicas que generalmente se agrupan en las que corresponden a la Lógica, pero también  se incluye en el Corpus de la Física, la que aborda aspectos relativos a los animales, las plantas, los estados de sueño, vigilia, la materia, los astros y planetas. Aristóteles abarcó todo el universo conocido y también el desconocido,  y su sabiduría está muy lejos de ser aprehendida, muy lejos.
En el tratado de la Generación y Corrupción se plantean preguntas tales como las causas de una y otra, sus componentes, afecciones y es relevante la crítica al Fedón de Platón, donde Sócrates no es capaz de reconocer “la causa eficiente de todo devenir”. Bueno, algo así hay que urgir para poder plantear la siguiente tesis, seguida de un proemio de bastardeces: hay que decir que el poder, sea este en las formas que asume el dinero, las armas, la muerte, los medios de comunicación, los denuestos, los exordios por televisión, las amenazas, la injusticia, la crueldad y la impunidad, todo el poder, en todas sus formas, es quien ha secuestrado al lenguaje y lo corrompe, lo humilla, lo carcome, trivializa, lo pervierte y enflaca hasta dejarlo morir por inanición.
En contra de ello, somos los escritores los que tenemos que liberarlo: es nuestra misión. Para eso escribimos, para darle sentido, noción, agarrarlo a cachetadas y demostrar que lo menos natural es pretender que la normalidad de la palabra, resulte ser una tendencia central única, rígida y de propiedad privada. Porque el lenguaje, es lo más humano de la humanidad, es la ruta de salvación, es la mayor amenaza que enfrenta el poder inhumano: es su némesis. La palabra real vacuna, crea, Genera y Regenera al ser humano.

El preámbulo a lo que me refiero constituye una autentica catilinaria de retratos de la corrupción, que a fuerza de repeticiones ha trashumado a la sociedad, convirtiéndola en rebaño de borregos que dócilmente acepta lo que ve y obedece lo que le ordenan: Es Corrupción, el maestro que exige –por omisión o comisión- lecturas que dañan a los alumnos. Es el edil que envilece y prostituye a las mujeres. El inspector de gobierno que recibe dinero, por dejar que invadan las calles los vendedores ambulantes. El empleo de los mejores valores de nuestra raza, nuestros niños, la sonrisa de la gente, los ojos de los ancianos, para convencer a las mayorías de las bondades del asalto perpetrado, de la futilidad de los esfuerzos contrarios. Es corrupción, incluso, hacer del dominio público una lista con los nombres de los más Corruptos de México, para ocultar a todos los que están en casa, muy cercanos, en nuestros entornos, donde la corrupción asfixia, intoxica, mata.

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