Entre
el pasado miércoles 19 de febrero y el viernes por la noche se escribió con
tinta indeleble, la nueva realidad mexicana. La que no queremos ver, muchos que
somos mayoría. La que parece definitiva aquí y ahora. La que ha sellado una
relación de subordinación y dependencia que atempera los ánimos de todos los
mexicanos y que produce estados tan variados de euforia y franca depresión, de
sorpresa, resignación –hasta los peregrinos anuales a la Basílica, tuvieron que
comenzar su recorrido en un origen alternativo- de optimismo desbordante, de promesas
inconclusas, de visiones maravillosas, arrancaderos de oportunidades, con
nombres rimbombantes –empresas multinivel- son el punto y aparte para muchos,
para todos aquellos que han decidido vender su “alma al diablo”, el diablo
Cojuelo, el de la tierra de la especulación
prometida
La
visita del Presidente de los EUA Barak Obama y la reunión con el Primer
Ministro de Canadá Stephen Harper, con Enrique Peña Nieto, en la capital
chiquita del nuevo México, Toluca, en una cumbre chiquita que duro ocho horas,
menos de las nueve horas que consumió el viaje del Dark Vader Imperial, recuerdan
a Julio Cesar Emperador pronunciando “Veni,vidi,vici” y la mejor prueba de ello
es que apenas dos días después de su partida, su Gobierno, el de los EUA, le
arroja unos pellejos a su perrito faldero, a su can bien portado, obediente,
leal y fiel: la entrega del Chapo Guzmán a EPN.
Gesto
que tiene varias lecturas. La orden de captura girada en la noche del viernes,
periodísticamente deja tres días para diluir el impacto entre la población. Hoy
lunes parece, una nota “vieja”. Ya se
esparció la información y difícilmente habrá marcha atrás, aunque al final
–como acaba de saberse con total cinismo, por el Mario Aburto detenido,
declarando que él no es el Mario Aburto magnicida, asesinado el 20 de marzo de
1994- tampoco sea este Chapo el verdadero Chapo. Creo que lo más siniestro es
inferir que la entrega del Chapo comprueba que las limitaciones culturales,
emocionales, de personalidad y de capacidades de Enrique Peña Nieto, son
reconocidas y elige, el Presidente de México, plegarse con humildad campirana y
tomar la parte de los dineros ofrecida. En el puritito estilo “Santa Annaesco”,
en vez de los 15 millones de lingotes de
oro y pata por la Mesilla, al son de “with the money dance the dog” acepta
recibir en pago las redes del narco controladas por el Cartel del Pacífico. Porque
la anexión pactada bajo los dominios de los EUA, laxa, llana, sin tapujos, sin
sobresaltos, controlada, mediatizada, atizada por los medios de control total
de la información, conlleva hasta un cambio en los dichos y refranes. Hoy son
los tiempos del “Time is Money”, “Yes we can”, “In God we trust”
Pero
esta Carta llevaba otro nombre. La titule inicialmente Joaquín Sabina y es una
de esas veces en que me disponía a escribir por petición expresa de una persona
que amo. La que se grabó un tatoo de este sabio-cantante-poeta-trovador, nacido
en el pueblito de Ubeda, en la región de Jaen, en la provincia de Andalucía, en
1949.
Supe
de Joaquín Sabina por primera vez, por allá de 1992, por boca de mi Padre,
siempre a la vanguardia de la música que debe escucharse. Igual que como a
mediados de la década de los años sesenta, cuando mi Pa’ traía consigo un LP de
Joan Manuel Serrat, no le preste atención, así ocurrió a principios de los años
90’s, que se presento por primera vez Joaquín Sabina en la Ciudad de México,
entonando composiciones como la del “Ataque de tos” que era tema para mi Madre,
aquejada de espasmos frecuentes, pero quizás la más recordada, un himno para
muchos fue la de “¿Quién me ha robado el mes de abril?”
Me
encontré una interesante entrevista, de la cual reproduciré algunos fragmentos,
publicada por el magazine Jot Down de España. Sabina es todo flamenco “Sabina
se evapora al doblar la esquina. Detrás de todas las respuestas, una carcajada”
Compositor y poeta, ha escrito una docena de libros, drogo confeso, bohemio, el
tiempo lo ha convertido en filósofo, con una autobiografía por escribir, dice “Me
lo planteo todos los días. No exactamente una autobiografía, pero sí un libro
collage. Lo que pasa es que soy bastante rápido para escribir en verso y un
desastre para la prosa… porque la prosa me cuesta muchísimo trabajo: trato de
imprimirle el rigor rítmico y métrico que pongo en los versos, y es una
tortura. Acaba saliendo una cosa espantosamente barroca y rebuscada que odio…
La prosa es disciplina militar… Y yo a eso soy muy alérgico, porque el verso,
la canción, te permite escribir borracho a las tres de la mañana, pero la prosa
no. La prosa es un trabajo.
Directo,
cínico, tan ingenioso como mordaz, dice de Cesar Vallejo, el poeta
guatemalteco, que era recriminado por su esposa, quien le preguntaba si se harían
ricos con lo que él escribía “Mujer”, le contesta el marido, “si viviese de eso
estaríamos escribiendo todos”. Saltimbanqui de la hilaridad a la veracidad,
honra a Joaquín, en los tiempos del efectismo, la tecnología y la fantasía
decir que “Uno tiene la impresión de que la ficción es más prescindible o que
las buenas cosas de ficción uno ya las ha leído; las biografías y la historia
contemporánea me interesan más”. Encanta saber de dicho y hecho, que Sabina no
usa teléfono celular y cada vez menos el automóvil.
Sin
dejar de lado esa vena tan castiza, Sabina triunfa en el ánimo de aquellos que
aun continuamos siendo Cómicos, cuando agrega al “Cuanto más vende uno, más
vendido.” para relacionar su afecto por los dineros con su determinación por
venir a América “Todo lo que me pasó después ni estaba previsto, ni peleé por
eso ni nada parecido. Solo ir a América, ¡ya no a cantar, sino ir! Y a la
entrada que le da el Magazine, quien le afirma que “Pues en América aún te
quieren más que aquí” El mejor Sabina, sentencia lapidariamente, entre sorbo y
sorbo de tequila y fumada tras fumada de un Ducado, que “Bueno, siempre se han
dejado engañar por los conquistadores españoles”
Un
Sabina que puede comparar “Hasta hace
quince años nos íbamos después del concierto al pub de la ciudad a tocar, a hacer
tonterías y a emborracharnos….Ahora estoy un poco recluido en mis habitaciones.
Menos mal que en los hoteles a los que vamos hay unos buenos minibares”… “Yo no
sé leer y escuchar música al mismo tiempo, así que prefiero cien veces leer. Y
luego tengo algunos filtros. Me fío de mis hijas, que de pronto me llegan con
alguna cosa”…
Yo,
lo entiendo, también cuando afirma “Recuerdo un día que estaba con uno de estos
sociólogos muy coñazo, tertuliano, que hacía una defensa tremenda entre la
igualdad de los hombres y las mujeres y yo decía que no… No es que sean
incomprensibles (las mujeres), es que somos dos especies muy distintas. Ellas
tampoco nos entienden a nosotros. No tienen ni puta idea, vamos… De su afición a las drogas, “Daría cualquier cosa por verme en esa
situación otra vez. No lo hago porque soy un cagón y no me quiero morir” Y del
sexo, Sabina confiesa “¿Sabes lo que pasa con el sexo? Que con los años deja de
importar tanto y se convierte más en un motivo literario. A mí me encanta estar
rodeado de chicas, pero ponerse en el trance de follar es agotador”
Sobre
política y las amistades, con sinceridad declara que todos sus amigos son rojos
y hay uno que otro del PP (algo así como el PRIAN totonaka), pero destaca que “Lo
colectivo, que suele ser bueno en casi todo, en asuntos del pensamiento es muy
malo”, aunque defiende el caso de Marinaleda (Andalucía), que es un pueblo en
el que se vive esa utopía comunista tan pasada de moda, pero donde todo el
mundo tiene su casa y su trabajo. Yo me pregunto: “¿Esto no se puede hacer en
más sitios?” Y lo han hecho con no violencia activa…. ¿Tú has estado en
Marinaleda? Pues te lo recomiendo. No
hay policía. ¡Y es un pueblo limpio, con todas las casas preciosas!
Y
como si fuera Aristóteles, Joaquín Sabina, el de “Amores que matan”, “Es mentira que diga
que te quiero” y “No soporto el Rap”, anticipa “Es muy difícil perder de vista
que después del crack del 29 vinieron Hitler y Mussolini, la Segunda Guerra
Mundial. Ahora se están viendo cosas un poco parecidas y alarmantes. La
xenofobia, los partidos de ultraderecha. La debacle absoluta de la imagen del
político” (Esta historia habrá de continuar algún día)