Por la trascendencia del discurso, por el contenido del programa, por la certeza del diagnóstico, por constituir un auténtico Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), paso a analizar los pronunciamientos expresados por Andrés Manuel López Obrador, el pasado domingo 20 de marzo, atendiendo a mi estilo personal de escribir que, declaro, combina el análisis, con la teoría política clásica, con la historia y conocimiento que mi pasión enciclopédica reborbotea gracias al internet, con mis experiencias sensibles, esto es los hechos que dicen en la TV son “datos duros” (y que suelen causar desaguisados y dolencias, pasiones encontradas de los actores que son exhibidos) y mi consabida presencia autobiográfica, que representa el leit motive por el que vivo y escribo.
En esta ocasión habrá que dejar de lado el aniversario número 17 del asesinato de Colosio que se empata con la aparición de la obra de Oriel Malló, titulada “El Cartel Español”, la historia no oficial de la reconquista de América Latina por España, que ha pasado por los exabruptos del Rey Juan Carlos, histérico exclamando ¿Por qué no te callas? al Presidente Chávez de Venezuela y la fantasía de colocar un Presidente en México nacido en España, en Juan Camilo Mouriño, un corrupto conservador que despachaba como Virrey, a favor de los intereses patrimonialistas de España, de manera exclusiva y que, dice el autor, fue “bajado” (casi de la nube en que andaba) por los servicios de inteligencia norteamericanos, en una demostración de fuerza y poder, que como tantas otras historias (niña Paulette, José Ruiz Massieu, Enrique Salinas de Gortari, “amigos de Fox”, 49 bebes en Sonora etc. etc.) son arrojadas fuera de la atención de la sociedad, por unos medios de comunicación que solo están para señalar, lo que interesa a los grupos plutocráticos en el poder.
También deberán esperar, por el momento los dos eventos que se llevaran a cabo este próximo domingo, muy noticiosos, completamente demagogos y perversos: el “destape” del “candidato de unidad” del PRI, en el mas deleznable proceder arcaico, majadero, retórico y retrograda. Simulación de un acto ritual en “pequeñito”, en tamaño petite, para enanos, de la unción de otro voraz depredador, que se apresta a conservar el poder para la dinastía del Grupo Atlacomulco, en desprecio del resto de los ciudadanos mexiquenses. Lo que anteriormente era un ritual de boato nacional, al más puro estilo del “dedazo” el próximo domingo el PRI se dispone a ejecutarlo en Toluca, con formas despreciables y sin fondo Político.
Igualmente no vale la pena detenerse más allá de lo informativo en la consulta por la alianza. En la terca necedad por validar una barbaridad, que busca beneficiar únicamente a los vividores de presupuestos electorales, de chambas de oportunidad, de farsantes que se dicen de izquierda y son mochos, ladrones, corruptos y cuando no, tontos. La pretendida encuesta para decidir si la izquierda y derecha: los ricos y pobres, los libres y los esclavos (who is who, you know my dear?), los jacobinos y fanáticos religiosos, las minorías elitistas con las mayorías desposeídas, los “Gastón Billetes” de Abel Quezada, con diamante en la nariz, túnicas de mink y vestidos de frac, junto con los jóvenes sin escuelas, madres solteras, desempleados, campesinos, obreros y millones más que ya no pueden seguir así.
Atendamos mejor a MORENA, que es el futuro, la apuesta, el porvenir necesariamente obligado, por ser el único camino para preservar a la nación, antes que los déspotas, destruyan y entreguen a México en pedazos al imperialismo neocolonial, o como dicen ellos, al mundo globalizado en donde la independencia o la soberanía son remilgos del pasado, de un ayer que para los sirvientes imperiales, procónsules, sátrapas, ya no tiene utilidad ni vigencia.
Decía entonces que el pasado 20 de marzo, en la Capital de México, Andrés Manuel López Obrador dio lectura a un auténtico programa político, denominado Nuevo Proyecto de Nación y que basado en 50 puntos, comienza con el estado de la cuestión: Hay desempleo, migración, carestía, corrupción, impunidad, inseguridad, violencia, pérdida de valores, temor, tristeza y desencanto… y es muy importante la precisión del diagnóstico, atendiendo al propósito médico, se trata dice AMLO “la felicidad del pueblo”
Santo remedio a los males del corazón, porque ¿de que sirven los bienes materiales, los caminos firmados, las obras de relumbrón, si no hay el propósito explicito de ser feliz? Justamente en eso radica el aspecto toral del discurso del 20 de marzo, en la certeza de saber el origen de la enfermedad de la sociedad mexicana y del necesario radicalismo para aliviar al cuerpo social. No es posible ninguna mejora, de ninguna especie si no se corrige al Estado y se recupera el obligado ejercicio de la Política, como el acto educativo. Entonces es cuando la Política se convierte en el arte superior de toda acción y pasión humana.
Se gobierna con el ejemplo, se trabaja con el pueblo, se contagian los principios rectores del Estado al que aspiramos. México es una República, antes que una democracia. Y una República es una forma de Gobierno basado en la justicia, para todos, para las mayorías, en razón de su número; para las minorías en función de sus virtudes o riquezas y de los ciudadanos mejores, atendiendo a sus ratos de excelencia.
Y una República es antes que nada un Gobierno de libertades y equidad, de virtudes y de ciudadanos valerosos. La apuesta de López Obrador por eso ha sacudido a los siempre canallas. Porque no repite las machacadas frases de siempre. Se trata de un discurso que parte de una necesaria democracia, que incluye la elección de los magistrados del Tribunal Superior de Justicia –ahora impuestos por Salinas de Gortari, Calderón, Cervantes de Cevallos- y que bien entiende que, desde los tiempos clásicos, Aristóteles llego a diferencias más de veinte formas de democracias, aquellas de pastores, las de comerciantes, diferentes a la democracia obrera o la de los agricultores, que por su cercanía al campo son menos propensos a romper la armonía. No se diga de las mezclas y combinaciones entre la voz democracia y las otras, de las demás formas de política y de poder, que no es lo mismo.
El discurso de AMLO el domingo que funda MORENA –bella palabra además en un México cargado hacia posiciones de racismo, discriminación y xenofobia- abre compuertas enormes para entender y discutir una democracia participativa, una democracia desarrollista como atinadamente señalaba Javier Tello, en su programa “ Es la Hora de Opinar”, a una forma de revolución cultural que obligadamente requiere de una transformación en las conciencias de los mexicanos, nosotros, victimas de mentiras, de manipulaciones y sometidos por eunucos blancos y negros que cuidan su chamba, el “hueso”, que no se arriesgan a luchar por causas mayores y se conforman, como en el Sur del Estado de México, en una “izquierda” oportunista, aferrada, en disputa por los dineros que reciben, exclusivamente en la batalla electorera, empleando un membrete que ni entienden, ni respetan.
En esta ocasión habrá que dejar de lado el aniversario número 17 del asesinato de Colosio que se empata con la aparición de la obra de Oriel Malló, titulada “El Cartel Español”, la historia no oficial de la reconquista de América Latina por España, que ha pasado por los exabruptos del Rey Juan Carlos, histérico exclamando ¿Por qué no te callas? al Presidente Chávez de Venezuela y la fantasía de colocar un Presidente en México nacido en España, en Juan Camilo Mouriño, un corrupto conservador que despachaba como Virrey, a favor de los intereses patrimonialistas de España, de manera exclusiva y que, dice el autor, fue “bajado” (casi de la nube en que andaba) por los servicios de inteligencia norteamericanos, en una demostración de fuerza y poder, que como tantas otras historias (niña Paulette, José Ruiz Massieu, Enrique Salinas de Gortari, “amigos de Fox”, 49 bebes en Sonora etc. etc.) son arrojadas fuera de la atención de la sociedad, por unos medios de comunicación que solo están para señalar, lo que interesa a los grupos plutocráticos en el poder.
También deberán esperar, por el momento los dos eventos que se llevaran a cabo este próximo domingo, muy noticiosos, completamente demagogos y perversos: el “destape” del “candidato de unidad” del PRI, en el mas deleznable proceder arcaico, majadero, retórico y retrograda. Simulación de un acto ritual en “pequeñito”, en tamaño petite, para enanos, de la unción de otro voraz depredador, que se apresta a conservar el poder para la dinastía del Grupo Atlacomulco, en desprecio del resto de los ciudadanos mexiquenses. Lo que anteriormente era un ritual de boato nacional, al más puro estilo del “dedazo” el próximo domingo el PRI se dispone a ejecutarlo en Toluca, con formas despreciables y sin fondo Político.
Igualmente no vale la pena detenerse más allá de lo informativo en la consulta por la alianza. En la terca necedad por validar una barbaridad, que busca beneficiar únicamente a los vividores de presupuestos electorales, de chambas de oportunidad, de farsantes que se dicen de izquierda y son mochos, ladrones, corruptos y cuando no, tontos. La pretendida encuesta para decidir si la izquierda y derecha: los ricos y pobres, los libres y los esclavos (who is who, you know my dear?), los jacobinos y fanáticos religiosos, las minorías elitistas con las mayorías desposeídas, los “Gastón Billetes” de Abel Quezada, con diamante en la nariz, túnicas de mink y vestidos de frac, junto con los jóvenes sin escuelas, madres solteras, desempleados, campesinos, obreros y millones más que ya no pueden seguir así.
Atendamos mejor a MORENA, que es el futuro, la apuesta, el porvenir necesariamente obligado, por ser el único camino para preservar a la nación, antes que los déspotas, destruyan y entreguen a México en pedazos al imperialismo neocolonial, o como dicen ellos, al mundo globalizado en donde la independencia o la soberanía son remilgos del pasado, de un ayer que para los sirvientes imperiales, procónsules, sátrapas, ya no tiene utilidad ni vigencia.
Decía entonces que el pasado 20 de marzo, en la Capital de México, Andrés Manuel López Obrador dio lectura a un auténtico programa político, denominado Nuevo Proyecto de Nación y que basado en 50 puntos, comienza con el estado de la cuestión: Hay desempleo, migración, carestía, corrupción, impunidad, inseguridad, violencia, pérdida de valores, temor, tristeza y desencanto… y es muy importante la precisión del diagnóstico, atendiendo al propósito médico, se trata dice AMLO “la felicidad del pueblo”
Santo remedio a los males del corazón, porque ¿de que sirven los bienes materiales, los caminos firmados, las obras de relumbrón, si no hay el propósito explicito de ser feliz? Justamente en eso radica el aspecto toral del discurso del 20 de marzo, en la certeza de saber el origen de la enfermedad de la sociedad mexicana y del necesario radicalismo para aliviar al cuerpo social. No es posible ninguna mejora, de ninguna especie si no se corrige al Estado y se recupera el obligado ejercicio de la Política, como el acto educativo. Entonces es cuando la Política se convierte en el arte superior de toda acción y pasión humana.
Se gobierna con el ejemplo, se trabaja con el pueblo, se contagian los principios rectores del Estado al que aspiramos. México es una República, antes que una democracia. Y una República es una forma de Gobierno basado en la justicia, para todos, para las mayorías, en razón de su número; para las minorías en función de sus virtudes o riquezas y de los ciudadanos mejores, atendiendo a sus ratos de excelencia.
Y una República es antes que nada un Gobierno de libertades y equidad, de virtudes y de ciudadanos valerosos. La apuesta de López Obrador por eso ha sacudido a los siempre canallas. Porque no repite las machacadas frases de siempre. Se trata de un discurso que parte de una necesaria democracia, que incluye la elección de los magistrados del Tribunal Superior de Justicia –ahora impuestos por Salinas de Gortari, Calderón, Cervantes de Cevallos- y que bien entiende que, desde los tiempos clásicos, Aristóteles llego a diferencias más de veinte formas de democracias, aquellas de pastores, las de comerciantes, diferentes a la democracia obrera o la de los agricultores, que por su cercanía al campo son menos propensos a romper la armonía. No se diga de las mezclas y combinaciones entre la voz democracia y las otras, de las demás formas de política y de poder, que no es lo mismo.
El discurso de AMLO el domingo que funda MORENA –bella palabra además en un México cargado hacia posiciones de racismo, discriminación y xenofobia- abre compuertas enormes para entender y discutir una democracia participativa, una democracia desarrollista como atinadamente señalaba Javier Tello, en su programa “ Es la Hora de Opinar”, a una forma de revolución cultural que obligadamente requiere de una transformación en las conciencias de los mexicanos, nosotros, victimas de mentiras, de manipulaciones y sometidos por eunucos blancos y negros que cuidan su chamba, el “hueso”, que no se arriesgan a luchar por causas mayores y se conforman, como en el Sur del Estado de México, en una “izquierda” oportunista, aferrada, en disputa por los dineros que reciben, exclusivamente en la batalla electorera, empleando un membrete que ni entienden, ni respetan.
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