Entre “El Pueblo que no Quería
Crecer” que bajo el pseudónimo de Polibio de Arcadia escribiera la añorada
Ikram Antaki y el Tambor de Hojalata del Nobel Gunter Grass, parece
estacionado, hace mucho tiempo, mas de 30 años, el pueblo de México.
Como Oscar Matzerath, el niño
permanente, el infante irresoluto, el parricida solapado, de grito estridente y
chillón, atenido y mantenido, tocando solamente su tambor de hojalata. Sociedad
en un estado de perpetua infancia, de apenas adolescencia púber, fascinada con
el no pensar, el mirar la televisión, recibir y pedir más, como mujer rajada,
como hembra violada, sujetos a los caprichos y atropellos de los chingones, a
los políticos, los narcos, los ricotes y ahora otra vez los militares.
Hace 40 años se rebelaba la
juventud mexicana y nuestro país se inscribía en todo el mundo, a partir de
principios políticos nobles y justos. Hoy que en Chile no paran las revueltas a
favor de la educación, que medio oriente (Ikram nació en Damasco Siria en 1948)
ha derribado los tiranos y la gente exige y participa, vive y muere, lucha por
ideales, hoy México no tuvo las agallas ni para votar en la UNESCO a favor de la
independencia de Palestina, para no causar el enojo de sus amos yanquis.
Dice Ikram, que tuvo que usar del
pseudónimo, como defensa ante la crítica y la amenaza latente, tal y como ahora
parece ser nuevamente indispensable, ante la incontinencia de la muerte y el
terror. (Acaban de encontrar 23 cadáveres en el centro de Guadalajara y ayer
asesinaron mas de 26 en Sinaloa): “Temo a mis conclusiones. No amo lo que
digo. Algo en mi se rebela contra esto que parece una condena. Pero he querido
en estas pequeñas obra, liberarme; decir lo que durante años no he podido y
querido decir; lo que yo mismo he reprimido en mi alma. Y lo que escribo no me
agrada”. “He escuchado los lamentos de quinientos años de quejas contra los
españoles y su conquista. Ellos no aman el mundo, por eso los ignoran. En la
política, en las informaciones jamás hablan de él. Los mexicanos se
sienten agredidos. No comprenden. No aceptan lo que ven”. “¿Cuál circunstancia
ha provocado esta lejanía, esta incapacidad casi biológica de volverse adultos?
Han vivido en un mundo donde los dichos remplazan a los hechos. Violentos hasta
la demencia, exigen una formalidad en el lenguaje que nadie aceptaría en otras
partes por la expresión de una hipocresía extrema. No llegan o llegan tarde a
sus compromisos, y tachan con extremo desprecio a quien se atreve a reclamarle
sus hechos. Así la vileza pasaría por el lado de quien reclama, no por el lado
de quien causó el reclamo”. Si mi vocabulario fuera moral, diría yo que
la forma en este pueblo es máscara pura. Entre los demás pueblos el sentido
común lleva al discernimiento, y éste lleva al intelecto. Pero aquí la
especulación no ha tenido infancia. Desde que empezaron a pensar, el modo
primitivo no llegó a verificarse entre los mexicanos. No es que, a través de
los diferentes tiempos, no se haya encontrado frente a las ideas; lo que pasa
es que se situaron contra las ideas”
“El problema inicial es la
educación. La sociedad, la casa y la escuela deben educar de igual manera. (Auténtica
joya del pensamiento de una mujer valiente, que no se contiene en ir contra los
derechos humanos, o la supuesta defensoría de un pensamiento individual y
completamente enajenado) Antaño, se enseñaba a los niños a utilizar sustantivos
precisos. Debían escribir jacaranda o ciruela, no flor y fruta. Entonces,
primero la precisión. Luego, la síntesis. Esta sigue siendo la virtud
clásica de la inteligencia. En México, asistimos al estallido de una cultura
que prohíbe la síntesis. A los que van armados con el rigor y el conocimiento,
difícilmente se les podrá embrutecer con las ideologías y las mentiras”. “Vengo
de un país derrotado y he llegado a un país derrotado, México, donde amaron la
afirmación que aseguraba la eficiencia de la educación por medio del
juego. La avidez del esfuerzo, la búsqueda por las noches, la fatiga, el largo
y austero camino que lleva, entre rocas y accidentes, al conocimiento, no
estaban hechos para ellos. Tenían que lograr todo lo que deseaban de la vida
por medio del encanto solo”. “El medio intelectual mexicano es la guerra y ha
logrado constituir una de las sociedades más terroristas que existieran contra
la inteligencia. Con el paso del tiempo, mi terror dejó lugar a mi risa. Ya los
conocía bien”. “Para los mexicanos la libertad es opuesta a la ley, que
es limitante y represiva”. “El sentimiento de inferioridad no se casa con
la hombría. Como consecuencia, ésta es prácticamente inexistente en México.
Machos por la evidencia de su sexo, su ludicismo, su liviandad, su pereza, y
ante todo, por su apocamiento”.
El México que describe con
precisión quirúrgica, Ikram es el México deformado por el PRI, por los
apocados, machos, embrutecidos, reprimidos, infantes caprichudos, imberbes
adolescentes que no crecen, no quieren madurar y hacen todo porque así sea
siempre. Que mejor ejemplo de todo lo anterior que la imagen de Enrique Peña
Nieto, el de la foto que acompaña a
quien escribe y SUE®ÑA
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