Drug
war victim
La muerte del
Secretario de Gobernación Blake, se inscribe en la guerra por el control del
narcotráfico, como medio para conquistar y mantener el poder político en
México. Nunca antes cobro mas certeza la máxima del barón Karl Von Clausewitz,
de que “la guerra es la política por otros medios” y de que el uso ilimitado de
la fuerza y reglamentada por la sangre, con el propósito de someter la voluntad
del adversario, es el destino en que se ha embarcado a toda la nación mexicana,
a partir de 1994 con la firma del TLC con EUA.
Es el poder
económico el que asume o termina con los candidatos a gobernar. Es la
preeminencia de los principios oligarcas que convierten a la ganancia
monetaria, en la parte superior de un estado. Es el abandono de la constitución
republicana y la transmutación en fantasías de la democracia, siempre
manipuladas por la existencia de riquezas que compran votos, publicidad y armas
de fuego. La caída del helicóptero Súper Puma “que estaba resguardado por el
Estado Mayor Presidencial” –y allí Felipe Calderón da pistas- es el ultimo eslabón
de una cadena que inicia con el asesinato del Cardenal Posadas en Guadalajara,
se hace patente de corso el 23 de marzo en Lomas Taurinas, con el sacrificio de
Luis Donaldo Colosio y remata las reglas del juego, del nuevo modo de pactar la
cosa pública, con la ejecución a mansalva del Secretario General del PRI José
Francisco Ruiz Massieu.
Con el cambio de
gobierno, a las manos del PAN, han cambiado los métodos pero no la claridad
meridiana de los objetivos y las advertencias. La muerte el 21 de septiembre de
2005 del Secretario de Gobernación, Ramón Martin Huerta inaugura las
ejecuciones tecnológicas y demuestra los alcances del poder bélico de los
enemigos, agazapados, invisibles. Junto con el mejor amigo de Vicente Fox, murió
Tomas Valencia, comisionado de la PFP y los hechos derivados de las
investigaciones han sido declarados bajo reserva por 12 años.
El gobierno
ilegitimo de Calderón creyó que una batida en contra de los cabecillas visibles,
del trafico de drogas era entonces indispensable para sobrevivir en el puesto
que usurpa desde 2006. Las muertes de Juan Camilo Mouriño y ahora de Blake
demuestran absolutamente lo contrario y abren un peligrosísimo expediente de lo
que se puede prever y esperar para el porvenir cercano. Nuevamente, tras un
breve interregno de Ramírez Acuña en la secretaria primogénita del sistema
político mexicano, el ascenso del socio, confidente, intimo, compadre, Juan
Camilo como Secretario de Gobernación, planteo una estrategia política
entremezclada además con el destino de la producción y las reservas de petróleo
y el resultado fue el aparatoso accidente, profundamente simbólico, por haber
sucedido en el corazón de la capital de la republica, a unos metros de los
Pinos, residencia del Presidente y casi encima de la estatua que conmemora y
recuerda la Expropiación del Petróleo. Pero quizás lo más significativo, además
de haber “bajado” a la conciencia y ánima calderoniana, fue que en el avión en
que viajaba Juan Camilo, le acompañaba Santiago Vasconcelos, el personaje
central en la tragedia guerromaniaca que ha invadido México. Santiago
Vasconcelos había sido destituido del cargo de Comisionado en la lucha contra
el narcotráfico y quizás el haya sido el objetivo real y Mouriño el tándem mediático.
Le llaman incesto político al estilo con que mantiene el poder Felipe Calderón y resulta tan preciso que la designación de Blake al frente de Gobernación, provino de una relación estrictamente de amistad, sin antecedentes, experiencia ni cualidades para ocupar tan importante cargo. “Nunca vocifero” dijo Felipe Calderón en el duelo desmedido con que se despidió a este gris funcionario. Nunca hablo, nunca participo, nunca supo nada o quiso saber, habría que agregar. Blake, quien reemplazo al abogado Gómez Mont, muere el viernes 11-11-11, dos días después que se anuncia la captura de Ovidio Limón, operador –dicen- muy importante del Chapo Guzmán.
Le llaman incesto político al estilo con que mantiene el poder Felipe Calderón y resulta tan preciso que la designación de Blake al frente de Gobernación, provino de una relación estrictamente de amistad, sin antecedentes, experiencia ni cualidades para ocupar tan importante cargo. “Nunca vocifero” dijo Felipe Calderón en el duelo desmedido con que se despidió a este gris funcionario. Nunca hablo, nunca participo, nunca supo nada o quiso saber, habría que agregar. Blake, quien reemplazo al abogado Gómez Mont, muere el viernes 11-11-11, dos días después que se anuncia la captura de Ovidio Limón, operador –dicen- muy importante del Chapo Guzmán.
Fallece el tercer
secretario de Gobernación en la era de de las presidencias del PAN, caso nunca
antes visto desde que Héctor Pérez Martínez muriera como Secretario de
Gobernación de Miguel Alemán Valdez hace mas de 50 años. Muere además el tercer
amigo personal del que ocupa la Presidencia de México, y para coronar las
cadenas de desaciertos, las policías se lanzan sobre un tuitero. No entienden,
no aprenden.
Crónica de una
muerte anunciada, en viernes para disolver el impacto en la opinión pública, no
así para aglutinar a la “casta” política que se ve retratada en el teatro de la
guerra. Allí estuvieron, en el Campo Marte, otra vez. Homenaje de Estado,
disparos de cañones, otra vez ¿Por qué? Tras la guardia de honor y el toque de
queda que hicieran Calderón, el titular de las fuerzas armadas, los líderes de
los poderes Judicial y Legislativo y el gobernador de Baja California. Allí
estuvo casi todo el gabinete completo, salvo la canciller y casi todos los
gobernadores del país, alcaldes, líderes de ambas cámaras, el titular de la
Corte y los aspirantes a la Presidencia Marcelo Ebrard, Enrique Peña Nieto,
Ernesto Cordero, Santiago Creel y Josefina Vázquez Mota, salvo por supuesto el
único candidato real, Andrés Manuel López Obrador. No faltaron, por supuesto,
los empresarios Emilio Azcárraga, Olegario Vázquez, Ernesto Rivera Aguilar
(TELEVISA-Excélsior-Sol-IMAGEN). A Rubén Moreira y su hermano Humberto los
separaron sin querer. El gobernador electo de Coahuila y el presidente del PRI,
respectivamente, quedaron bastante distantes, aquél al lado del presidente del
INEGI, Eduardo Sojo, y éste de Alejandro Poiré, director del Cisen…
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