El inicio del TELETON es una flecha clave que permite ubicar el principio del fin del México independiente y revolucionario. Es el antes y después de la crónica de una muerte anunciada. Es la irrupción de la tecnología mediática, de la intromisión grosera, abrupta y contundente del monopolio de la televisión. Fue un diciembre de 1997, en que tras los gestos apurados, sufridores y sobreactuados de los payasitos de la televisión; detrás de las máscaras compungidas y las frases repetidas por los vendedores de cremas y talcos retumban los jingles, hostigan los tímpanos sensibles de la faramalla y tinglado especialmente preparado para convocar a la donación y al altruismo, a la farsa y el embuste. Lágrimas, risas y amor, pero al dinero. Se cumplen 14 años, de la masacre económica contra las clases medias nacionales, disparada deliberadamente por Ernesto Zedillo, para complacer el objetivo del tratado comercial con los EUA y, de paso, culpar a su antecesor Salinas de Gortari. Entonces, apenas comenzábamos los mexicanos a darnos cuenta de la nueva realidad. Subordinados a los Estados Unidos, económicamente anexionados, socialmente atorados en su tiempo, el nuevo horario de las finanzas; en su escala de valores, miedos y placeres gustosos. Un México noqueado, arruinado y económicamente esclavizado, que aún no podía reponerse de la marejada inaugural de muerte, de traición, ambición y engaño, de ruina y quiebra masiva, brutal, descarada, deliberada, decidida intencionadamente para que ocurriera de esa manera, a partir de ese año de 1994. Las consecuencias están diariamente a la vista: migración y desintegración social, muerte, jóvenes sin esperanza ni trabajo ni ganas, adultos sin espíritu, mexicanos obesos por la dieta de papas, Bimbo y Coca Cola que la necesidad ha obligado e impuesto.
Trastrocamiento de valores, sueños y realidades, contrarrevolución acelerada de la vida nacional, de 1994 en adelante. De la erección de una nueva superioridad superior. Derrumbe de la autoridad real, desplazamiento del símbolo origen que dio vida y destino a la nación, de la Presidencia de República pervertida y desplazada por la tiranía y despotismo de las mayorías y las riquezas monetarias. Sustitución descarada: del Tlatoani Azteca por el Dios Rating. Desmantelamiento del Monarca Republicano, y erección del manager como cabeza de Estado. Cambio maquiavélico en la forma de dominio –anticipado por el florentino- tránsito del modelo del Gran Turco por el del Rey de Francia; de poder vertical a consensos horizontales, de fortalezas por debilidades. La pantomima del TELETÓN inaugurada entonces es una recreación desfachatada de la nueva realidad política del país. Los ricotes haciendo de la caridad negocio, con el altruismo, la donación, y de los débiles espectáculo.
A partir de 1997 los actores de la televisión comenzaron con descaro intencionado a traer al Jesús en la boca para saludar, despedirse, rogar, pensar, amar, odiar. Pero no a Quetzalcoatl o al Tloque Nahuaque, sino el Dios de las tierras de Canaán, dios poderoso que todo lo puede: salvar vidas, rescatar alcohólicos, pasar exámenes, maldecir bendecir, abusar, torear, educar, concebir, premiar, castigar y claro convocar, pedir, extorsionar y engañar. La manipulación de la desgracia y enfermedad, en vez de reconocer la solidaridad o la frugalidad. Del “no me mueve mi Dios para quererte, el cielo que me tienes prometido” a la imposición forzada de creencias y dogmas particulares, venidas de muy lejos de México. Un tránsito que acertadamente señala el analista Rafael Cardona, ha cambiado de la teología dogmática a la teología de la liberación, hasta arribar a lo que bien pudiera constituir la teología de la justificación. En referencia al absurdo y provocador “Dios sabe porqué hace las cosas…” con que Felipe Calderón pretende explicar el escenario de muerte, discordia, degradación, encono y desesperanza del México sujeto a sus dictados.
Es muy diferente y contrastante el caso del Centro de Rehabilitación Integral Municipal (CRIM), similar al modelo de los Centros de Rehabilitación Infantil Teletón (CRIT), pero mucho más barato, administrado con fondos públicos y eficientes. Ubicado en el municipio maya de Felipe Carrillo: Aquí llega cualquiera y le hacemos una pre-evaluación socioeconómica. Este es un centro laico – advierte la directora Alejandra Priego…. porque en el CRIT del Teletón les exigen que sean católicos y que recen. Orgullosa de este pequeño centro, inaugurado en febrero de 2008 con una inversión pública de apenas 4 millones y medio de pesos –muy inferior a los 170 millones que costó el CRIT de Cancún- . Mientras que en todos los CRIT se respira un aire híbrido entre Disneylandia y la basílica de Guadalupe, en cambio la mayoría de los 25 pacientes que se atienden en el CRIM no ven payasos ni disfraces y si en cambio una sala de mecanoterapia, tinas para hidroterapia, salones sensoriales para niños con autismo y terapias sicológicas, de lenguaje y ocupacional.
La opacidad es una de las modalidades del negocio del Teletón. Desde su creación, en 1997, la marca estrella de la filantropía al estilo Televisa, ha recaudado una suma cercana a los 5 mil millones de pesos, considerando la bolsa recaudada el pasado fin de semana, que ascendió a 474 millones, según se anuncio.
“El problema fundamental con este tipo de fundaciones es la triangulación de sus fondos, que les permite a las grandes donadoras tener mecanismos fiscales privilegiados para exentar impuestos “El mundo ideal de iniciativas como Teletón es ‘yo dono, tú donas, todos exentamos… Tampoco se auditan públicamente los recursos posteriores para el “mantenimiento” a los CRIT. Estos fondos son públicos. Por ejemplo, el 9 de diciembre de 2006… Enrique Peña Nieto, agradeció que su entidad fuera la primera en contar con dos centros de este tipo (en Tlalnepantla y Ciudad Netzahualcóyotl) y se comprometió a aportar anualmente “entre 20 y 30 millones de pesos” para el mantenimiento de los centros.
Sin embargo, todos los donantes y los gobernadores beneficiados rezan para que el Teletón siga haciendo mercadotecnia con los niños discapacitados. A cambio, los políticos obtienen rating en pantalla y los empresarios evaden la fiscalización” (PROCESO Edición Especial La Infancia en México)
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