En este día se recuerda un aniversario mas del asesinato de Luis Donaldo Colosio, que no tendría nada de importante si no es porque es la fecha en que la llegada del Papa Benedicto XVI, concentra la atención de mucha gente, que ha claudicado en la necesidad principal que puede desear cualquier ser humano, que es ser libre.
Por eso me llena de satisfacción que al momento de escribir estas líneas, el sol irradiante, luminoso y majestoso me recuerda el inicio de la primavera. Que el equinoccio me remite a la grandeza de nuestros ancestros toltecas, mayas y teotihuacanos, que por casi un milenio, gobernaron con sabiduría toda la Mesoamérica hasta centro y Sudamérica. Que los testimonios de la grandeza de un pasado que es presente, se perfilan al ver descender a Kukulkan, lentamente, conforme se precisa el momento del equinoccio, hasta completar en la pirámide de Chichén Itzá, la presencia completa de la serpiente emplumada.
Se sabe que Ce Acatl Topiltzin Quetzalcoatl. (El Uno, Nuestro Príncipe, Año Caña) vivió entre nosotros a finales del primer milenio (947-999), dando ejemplos de creación y destrucción, en su faceta de Tezcatlipoca: dualidad que heredamos nosotros los mexicanos. Mas el culto a la ciencia y el arte quedo para la posteridad en Teotihuacan, el Tajin, Tula, en todos los confines donde se asentaron los Mayas, en el Templo de Kukulkan que en los solsticios exhibe dos caras de la pirámide iluminadas y dos completamente oscuras, mientras en los equinoccios, ya se dijo, recibe a Quetzalcoatl.
Es una tragedia que con una herencia cultural inmensa, producto de centurias de sociedades maravillosas, hoy se olvide nuestro pasado y lucre con el recuerdo de la efímera existencia de un cordero sacrificado, y se celebre el paso de aquellos que devastaron y pisotearon a nuestros padres originarios. Porque con excepción de los codicies de Dresde, el de Madrid, el de Paris y un fragmento conocido como el de Grolier, las miríadas testimoniales en ciencia, arte y sabiduría precolombina, fueron destruidas para siempre, por los mismos emisarios del Gran Eunuco Blanco, como le llamaba Voltaire, al Papa que avasalla nuestro presente.
En buena medida, esta realidad que nos ha tocado padecer, se origino hace 18 años el día en que con el asesinato político del entonces candidato presidencial del PRI, Luis Donaldo Colosio no sólo se acabó de manera violenta con una larga tradición de herencia sexenal del poder en México -en donde el presidente saliente designaba casi a su antojo a su sucesor-, sino que también se rompió el recambio generacional del PRI, que cada sexenio producía nuevas camadas de políticos afines al elegido en turno. “Esa cíclica renovación sexenal había sido uno de los secretos de la sobrevivencia del PRI por siete décadas”
Probablemente la muerte de Colosio ya esté borrada en el recuerdo de muchos y para otros, aun no alcanzan a entender lo que pasó en 1994. Se han escrito muchas páginas y se han esgrimido tantas hipótesis, pero nunca se ha señalado una que resulte probable o creíble, a pesar de tener preso al asesino confeso del crimen. A la fecha prevalece como explicación del magnicidio la idea de que el asesino, Mario Aburto, actuó de manera solitaria: se levanto ese 23 de marzo de 1994, tomo un arma y se dirigió a Lomas Taurinas en Tijuana, con el fin de ejecutar a Luis Donaldo Colosio.
Presento este análisis y adelanto una hipótesis, pero comienzo por mencionar que hay dos personas muy poco señaladas, pero que son muy probablemente autores de la muerte de Luis Donaldo Colosio, entonces candidato del PRI a la presidencia de la República: Joseph Marie Cordová Montoya y Miguel Montes Garcia.
Colosio era parte de un grupo de economistas egresados del TEC de Monterrey cuya arrogancia y desprecio por México era evidente. Formaban parte de aquel grupo Sócrates Rizzo, Lerma Candelaria, Rogelio Montemayor, Manuel Camacho Solís (este de la UNAM era visto con desprecio), y muchos otros que se convertirían al paso de los años en burócratas de primer nivel, gobernadores e incluso Presidente de México. Quiero señalar que a todos ellos los conocí personalmente y de hecho, conservo aun copia de mi renuncia entregada al entonces Director General Rogelio Montemayor, que posteriormente sería (des) Gobernador de Coahuila. En esa época llegaron también varios asesores internacionales como Hening o Malkin mis amigos, y un francés el Dr. Cordová, de quien se decía, solía pintarse los labios de rojo y usar una texana y botas los viernes, al salir a cazar a jóvenes tecnócratas, a su gusto.
La realidad es que Cordová Montoya se hizo incondicional de Salinas de Gortari a su paso por la Secretaria de Programación y Presupuesto y después, cuando ganó la candidatura para la presidencia por el PRI, José Cordová paso a ocupar la coordinación de su campaña, desplazo a Camacho Solís, quien siempre se consideró el amigo y el segundo de Salinas de Gortari y una vez en la Presidencia, fue Cordová Montoya el artífice del Tratado de Libre Comercio con EUA y Canadá, el coordinador de todas las políticas públicas y el hombre más poderoso del sexenio de Carlos Salinas, su “eminencia gris”.
Pero Salinas de Gortari enfrento una elección muy disputada y más discutida. Cuauhtémoc Cárdenas por el Frente Cardenista y Manuel “El Maquio” Clouthier por el PAN, pelearon el triunfo, que les fue arrebatado, primero cuando a medianoche del 5 de julio de 1988, el Instituto Federal Electoral, conducido por Newman Valenzuela, dependiente aún de la Secretaría de Gobernación, cuyo titular era Manuel Bartlett, se enfrento con un sistema de contabilidad que se “cayo” o se “callo”, después que los primeros resultado daban una victoria abrumadora a Cárdenas. Al restablecerse la contabilidad electrónica, los resultados concedían la victoria al candidato del PRI y la mayoría relativa.
Las protestas no se hicieron esperar y aquí es donde el abogado Miguel Montes, entonces presidente del Congreso de la Unión, con el apoyo de Fernández de Cevallos y todo el PAN que abandonó a su candidato, realizo la defensa jurídica y con argumentos tramposos y “chicanos”, paso la votación requerida que le daba el triunfo legal a Carlos Salinas de Gortari.
Ambos personajes son clave para entender que seis años después y tras del asesinato de Colosio, por un lado, Cordová Montoya abandono el país inmediatamente, después de haber dejado a su candidato Ernesto Zedillo, como abanderado suplente del PRI. Cordová Montoya no iba a permitir, de ninguna manera que Colosio alterara el plan económico que el mismo diseño, negocio y firmo con EUA. Cordová Montoya, quien construyo la carrera política de Zedillo desde que lo nombro subsecretario en la extinta SPP y lo convirtió en el único aspirante con posibilidades legales para suceder al malogrado Luis Donaldo, es el autor intelectual del asesinato de Colosio. Salinas lo acepto, lo entendió y se responsabilizo políticamente, de este que sin duda es todo un crimen de Estado.
Ambos personajes son clave para entender que seis años después y tras del asesinato de Colosio, por un lado, Cordová Montoya abandono el país inmediatamente, después de haber dejado a su candidato Ernesto Zedillo, como abanderado suplente del PRI. Cordová Montoya no iba a permitir, de ninguna manera que Colosio alterara el plan económico que el mismo diseño, negocio y firmo con EUA. Cordová Montoya, quien construyo la carrera política de Zedillo desde que lo nombro subsecretario en la extinta SPP y lo convirtió en el único aspirante con posibilidades legales para suceder al malogrado Luis Donaldo, es el autor intelectual del asesinato de Colosio. Salinas lo acepto, lo entendió y se responsabilizo políticamente, de este que sin duda es todo un crimen de Estado.
La existencia de dos o tres Marios Aburtos, muy diferentes entre cada uno y de todas las muertes que comenzaron en los siguientes días, en contra de los testigos presenciales o de los policías locales que investigaban, de los abogados y comisionados: Tras las hipótesis de un asesinato concertado, de la detención del “clavadista”, de un segundo tirador, del grupo TUCAN y del desplazamiento del General Domiro, quien era el encargado de la seguridad del candidato. Tras tanta desinformación que se dijo, se filtro, se supo, es con el nombramiento de Miguel Montes, -recuerden que es quien preside la sesión legislativa que reconoce y hace oficial la victoria de Salinas de Gortari- como encargado de la comisión investigadora del asesinato y ante la inminente muerte de la viuda de Colosio por cáncer terminal que la aquejaba, quien se encarga de las pesquisas para concluir que Mario Aburto actuó de manera solitaria y es el único asesino de Luis Donaldo Colosio Murrieta.
Queda asentado entonces que Miguel Montes es autor del encubrimiento institucional y José Cordová, es el autor intelectual del asesinato de Colosio.
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