Nada me causa mayor placer que el
descubrimiento de lo desconocido, la sorpresa del hallazgo. Me encuentro
estupefacto, preso de un estado de estupor, que desata todas las obsesiones tan
conocidas por mi espíritu: son la muerte, el reconocimiento, las diferencias,
la búsqueda, las semejanzas, los propósitos, por supuesto que la duda, la
necesidad, la realidad, es la imaginación que agobia, que nutre, que sonríe y
enamora. La ausencia tan sentida del poeta y Nobel colombiano, me restrega lo
novel de mi condición, el océano inmenso
que descubro en un portentoso Garcia Márquez, que este día, será mi compañero
para recordar al mayor activo, siempre de toda comunidad que se precie de ser política:
es la niñez, son las niñas y son los niños, el mayor tesoro y la única posibilidad,
de que en México –tan diferente de Colombia- las cosas cambien, para bien.
¿Por qué no había leído al Gabo? ¿Si
“El Amor en los tiempos del Cólera” sigue siendo la novela que aún no acabo de
vivir? Si he leído dos veces los “Cien años de soledad” pero he canturreado en
miles de ocasiones Macondo, con el sonsonete de Oscar Chávez ¿Por qué, si “Los
Funerales de la mama grande” o la “Triste historia de la cándida Erendira y su
malvada abuela”, los considero la tragedia en que me metí al emparentarme, sin
desearlo, sin saber, con Ciudad Altamirano y que me condujo, sin pensarlo a
mudarme de piel y habitar en otra, tan
diferente a la que tenía cuando nací? ¿Si la “Crónica de una muerte anunciada”
y “Del Amor y otros demonios” me resultaron tan fascinantes, al igual que “El
general no tiene quien le escriba”? ¿Por qué si leí tanto a Garcia Márquez,
nunca lo había leído?
Esta paradoja me ha llevado a zambullirme
en páginas y páginas, en suplementos publicados sobre el de Arácata, a escarbar
y husmear en todos los orificios que tiene el internet, hasta encontrar una
serie de textos que voy a utilizar para recordar a la niñez este 30 de abril, que
celebra un día dedicado a ellos, en México. Se titulan “Manual para ser niño”, “La
vocación sin don y el don sin vocación”, “Las ventajas de no obedecer a los
Padres”, “Con que se comen las letras” y el que le da título a esta Carta
Sureña “Por un país al alcance de los niños”
Y comienzo por este último trabajo,
no sin antes señalar, reconocerme en ellos, en todos las textos que comienzan por los títulos, porque
en cada uno veo a los niños mexicanos, de la Albarrada o de la Primaria México
68, a los bebes que están bajo el
cuidado de la Estancia Infantil de mi hija Cristina, que abre sus puertas todos
los días en Tejupilco, a los chicos de
Balveria o de Tepito. Veo, me veo antes que a nadie: me veo a mí y mi niñez.
Siempre había pensado que nadie
es más sabio que un Poeta, porque el dominio de la palabra al que accede todo
literato es el Don mayor de la humanidad. Por encima del Médico que sana las
enfermedades y alivia el cuerpo, del químico que se adentra en las propiedades
de la materia, del chofer que maneja un vehículo de transporte, del maestro que
educa a la niñez en el conocimiento, del pintor que plasma las emociones de la
humanidad en un lienzo, inclusive del jefe político que gobierna en beneficio
de toda la comunidad: porque el Poeta construye las palabras que definen a la
realidad. Sin palabras no podría haber gobierno, ni entenderse el sistema
digestivo, no se comprenderían las imágenes ni se aprendería ningún saber
fáctico.
Pero al leer las historias que ha
dejado escritas sobre Colombia, confirmo en Gabriel Garcia Márquez lo que antes
solo creía: “Somos conscientes de nuestros males, pero nos hemos desgastado
luchando contra los síntomas mientras las causas se eternizan. Nos han escrito
y oficializado una versión complaciente de la historia, hecha más para esconder
que para clarificar, en la cual se perpetúan vicios originales, se ganan
batallas que nunca se dieron y se sacralizan glorias que nunca merecimos. Pues
nos complacemos en el ensueño de que la historia no se parezca a la Colombia en
que vivimos, sino que Colombia termine por parecerse a su historia escrita…” dice
que “Colombia. Lo habitaban desde hacía unos 12.000 años varias comunidades
dispersas de lenguas diferentes y culturas distintas, y con sus identidades
propias bien definidas. No tenían una noción de Estado, ni unidad política
entre ellas, pero habían descubierto el prodigio político de vivir como iguales
en las diferencias. Tenían sistemas antiguos de ciencia y educación, y una rica
cosmología vinculada a sus obras de orfebres geniales y alfareros inspirados.
Su madurez creativa se había propuesto incorporar el arte a la vida cotidiana...
El oro y las piedras preciosas no tenían para ellos un valor de cambio sino un
poder cosmológico y artístico, pero los españoles los vieron con los ojos de
Occidente: oro y piedras preciosas de sobra para dejar sin oficio a los
alquimistas y empedrar los caminos del cielo con doblones de a cuatro. Esa fue
la razón y la fuerza de la Conquista y la Colonia, y el origen real de lo que
somos... Ilusión pura, en una sociedad que era un modelo oscurantista de
discriminación racial y violencia larvada, bajo el manto del Santo Oficio” El
Gabo habla del mestizaje y de los negros que llegaron a Colombia a explotar las
minas, del desprecio de la sociedad colonial, clasista y de las castas, dice “Hasta
hace pocos años no se aceptaban todavía en los colegios de Colombia a los hijos
de uniones libres…”
Leer a Garcia Márquez en la hora
de la muerte es todo un disparo multicolor. Son tantas las piezas jugadas en un
tablero de ajedrez, un caleidoscopio multimillonario que se necesita mucho
tiempo y espacio de reflexión. Pienso y comparo con el México que retrocede a
zancadas a lo más recóndito del oscurantismo. Hoy se imponen obligatoriamente
tres años, ¡no! ¡qué va! ya son seis años de catecismo, para que los niños en
Tejupilco, de aquí a Altamirano, en Guerrero, los de Huetamo, en Temascaltepec
se pierdan para siempre en las asechanzas de la culpa y del pecado, del perdón y
el placer impropio, de los sacerdotes pederastas, de los ministros religiosos
delirantes, de los locos de atar. Aún recuerdo al Cura Abelardo, de la Parroquia
de Temascaltepec, entregándome un documento de Fe de Bautismo, en una vez que
necesitaba un pretexto social, con la leyenda de “Hija Ilegitima”: lo rompí en
pedazos, en sus “narices”, pero el daño estaba cometido, la afrenta por
escrito. Eso paso hace mas de 20 años, hoy es la Ley, en el día en que la feligresía
es conmovida por los anuncios que elevan a los santos altares a dos hombres que
juran milagros: Juan XXIII, el Papa Bueno y Juan Pablo II, el Papa mas anti
mexicano que ha existido.
Y como el sentido de esta carta
son los niños, nuevamente me atengo a lo que escribe el Nobel, que relaciona
historia, con vocaciones, sistemas educativos, felicidad, añoranzas, la
simpleza de la vida, lo creativo, las aspiraciones de superación, el arte y la
educación artística: “Por lo mismo, nuestra educación conformista y represiva
parece concebida para que los niños se adapten por la fuerza a un país que no
fue pensado para ellos, en lugar de poner el país al alcance de ellos para que
lo transformen y engrandezcan. Semejante despropósito restringe la creatividad
y la intuición congénitas, y contraría la imaginación, la clarividencia precoz
y la sabiduría del corazón, hasta que los niños olviden lo que sin duda saben
de nacimiento: que la realidad no termina donde dicen los textos, que su
concepción del mundo es más acorde con la naturaleza que la de los adultos, y
que la vida sería más larga y feliz si cada quien pudiera trabajar en lo que le
gusta, y sólo en eso”
Y en forma de perlas, escuchar
los dones inteligentes legados por el Gabo, quien señala, que en Colombia, porque en México parecen
elididos, irresponsablemente “sacados de la jugada” (mejor se ocupa el tiempo
de legislar en estupideces que tienen que ver con el orden de los apellidos y
no el papel central en la educación de los hijos), hablo de: “Los padres no
están preparados para la grave responsabilidad de identificarlas a tiempo, (las
vocaciones y los dones de los hijos) y
en cambio sí lo están para contrariarlas… Las aptitudes y las vocaciones no
siempre vienen juntas. De ahí el desastre de cantantes…que no llegan a ninguna
parte… de pintores que sacrifican toda una vida a una profesión errada, o de
escritores prolíficos que no tienen nada que decir. Sólo cuando las dos se
juntan hay posibilidades de que algo suceda, pero no por arte de magia: todavía
falta la disciplina, el estudio, la técnica y un poder de superación”. Que es
el asunto de las escuelas, el otro cáncer, ahora sí, regreso a México.
El mensaje paterno a la niñez,
del que me hago eco y por el que me pregunto ¿Por qué no lo entendí antes de
los antes? es “Aspiro a que estas reflexiones sean un manual para que los niños
se atrevan a defenderse de los adultos en el aprendizaje de las artes y las
letras. No tienen una base científica sino emocional o sentimental, si se
quiere, y se fundan en una premisa improbable: si a un niño se le pone frente a
una serie de juguetes diversos, terminará por quedarse con uno que le guste más.
Creo que esa preferencia no es casual, sino que revela en el niño una vocación
y una aptitud que tal vez pasarían inadvertidas para sus padres despistados y
sus fatigados maestros”
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