Monday, November 01, 2010

EL REY DE LOS DEPORTES

Como cada año, el mes de octubre es tiempo de beisbol, del mejor beisbol del mundo. No es poca cosa porque el beisbol es el único deporte que combina la condición física a toda prueba de los peloteros, desde el pitcher y cátcher (me permio utilizar las formas comúnmente aceptadas en vez de lanzador y receptor), los jugadores, relevistas, filder y hasta el utility. Son los reflejos, la resistencia, velocidad, agilidad y fuerza, en combinación con una enorme destreza, especializada incluso para los mismos integrantes de la novena.
Pero el beisbol es además y a diferencia de otros deportes, una práctica que requiere de gran inteligencia, memoria y presteza de los cinco sentidos. El beisbol es un juego que combina la estrategia y la táctica, sin olvidar jamás las reglas producto de la experiencia que todos los que saben llaman “el librito”. Otra cualidad obligatoria para poder jugar este deporte es la disciplina, en el beisbol no se puede ser payaso, como sucede en el futbol y se requiere obediencia y respeto. Que mejor ejemplo que el jugador al que mandan tocar la pelota y desobedece bateando un homerun, le espera la banca; o la típica escena del jugador saliendo del dogout, con la cabeza agachada, quitándose la gorra, al agradecer a la fanaticada tras una jugada espectacular.
Sin embargo, por encima de todo lo anterior, para jugar al beisbol se requiere obligatoriamente de algo que no cualquier deportista tiene y demuestra: valor, un enorme y grandísimo valor a toda prueba, para encarar una pelota forrada de cuero duro, con centro de caucho que viaja a velocidades de hasta 100 millas por hora, (mas de 160 km), que la convierte en un proyectil con el que se práctica este deporte, que por eso es el REY.
Para Carlos Slim, gran aficionado al beisbol, este deporte es superior a todos los demás porque cuenta con una memoria estadística, el beisbol son números, porcentajes, índices y medidas. Porque el juego no se disfruta si no se registran jugador por jugador, todos y cada uno de los lanzamientos y batazos y porque esta costumbre tiene más de un siglo de ser llevada a cabo, por lo que se vuelven comparables y se pueden analizar, los jugadores y equipos que disputan año con año la tradicional Serie Mundial.
Yo comencé a jugar beisbol en la Liga Anáhuac a principios de los años 60 y pronto me volví fanático de los Diablos Rojos y me sentí campeón en 1968, cuando ganaron el Gallardete de la Liga Mexicana, con un equipo en donde Ramón “el Diablo” Montoya, Moi Camacho y Pilo Gaspar en la receptoría, con los pitchers, Ramón Arano y el zurdo de Medellín de Bravo, Alfredo Ortiz (cuyo discípulo Ron Washington es el manager de los Rangers en la Serie de este año), dirigidos por Tomas Herrera, dieron inicio a una época de triunfos, de este equipo tradicional de la Ciudad de México.
Fui seleccionado de beisbol de la Prepa y un anécdota inolvidable fueron las veces que jugué, en los enormes llanos que se perdían a lo lejos, después de pasar la Clínica 25 del IMSS, en la salida a la carretera a Puebla, que para quienes no conocen, es ahora el lugar donde se levanta esa megápoli llamada Ciudad Neza. Aficionado de “hueso colorado”, recuerdo las tantas y tantas veces, al menos un día a la semana que acudía, en compañía de los cuates de la “calle”, al Parque del Seguro Social, en la confluencia de Obrero Mundial, con Av. Cuauhtémoc y el Viaducto Miguel Alemán. Siempre con mi periódico La Afición de color verde pistache, sentados en las gradas del jardín derecho, del lado de la porra de los Diablos, cerca de los grupos de apostadores. En este deporte se apuesta a todo, al bateo, al lanzamiento, a la carrera inaugural. El ambiente festivo, a diferencia del futbol, el beisbol era una sana diversión, muy familiar y con fuerte presencia de provincia.
Ejemplo son, de los mejores jugadores mexicanos de todos los tiempos, destaca de Veracruz, Beto Ávila o el gran Fernando Valenzuela, de Echohuaquila Sonora, pero formado en la liga del sureste de Yucatán. No se diga Vinny Bravo, oriundo de Oaxaca, Héctor Espino de Chihuahua o el inolvidable “Buitre” Aurelio López, de Tecamachalco Puebla. En México existen dos ligas principales, la Mexicana que se juega en el verano y que convoca a equipos de casi todo el país, excepto los del norte, que disputan su serie del Pacifico en temporada invernal y que además cuentan con muchos de los jugadores que ya están de descanso o vacaciones, tras haber jugado en las Ligas Mayores.
Por desgracia el juego del beisbol en México –que nunca ha sido atractivo para la televisión, a pesar de jugarse casi a diario y en buenas rachas juntar de 15 a 20 mil aficionados en cada partido- ha sufrido dos duros golpes, como espectáculo para la gente popular: primero fue el despotismo de uno de los héroes mexiquenses, Alejo Peralta, quien sometió por fuerza a los jugadores a mediados de la temporada de los 70, en la mejor época del beisbol como deporte público, lo cual ocasiono que se fragmentara el gremio de beisbolistas, surgiera la ANABE, se retiraran extraordinarios jugadores como el “Abulón” Hernández y Luis Meré; lo otro fue la subasta criminal del Parque del Seguro Social, el antiguo Parque Delta, que fue vendido de manera subrepticia a un conjunto de especuladores que lo destruyeron y convirtieron en plaza comercial.
Además, como todo México, se han perdido espacios para ver este bello deporte. En el DF nadie asiste a ver beisbol al lugar al que arrinconaron al único equipo que se quedo en la capital, pues los Tigres de México, como sucedió con el Atlante FC, se mudaron a jugar a Can Cun y por otro lado, muchos estadios de la Liga del Pacifico se han convertido en gigantescas cantinas, en cervecentros con sonideros musicales, lo que descompone y arruina el espíritu de este noble deporte
Que gran diferencia con la primera Serie Mundial transmitida por televisión de 1947, entre Yanquis y Dodgers, patrocinada por las marcas Gillette y Ford, que pagaron 65,000 dólares por los derechos. En cambio se desecho una oferta de 100,000 dólares de una empresa cervecera porque el comisionado de las Ligas Mayores, Happy Chandler pensó que asociar la cerveza con el beisbol era perjudicial para la imagen del deporte.
Ojala se creara una figura así, de Alto Comisionado en este SurMex, que vigilara la venta de bebidas embriagantes a discreción, dentro de los parques y estadios públicos, en tienditas disfrazadas, en cervecentros o en las esquinas frontales a las instituciones educativas.

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