He leído muchas cosas que tratan sobre la Revolución Mexicana. La Interrumpida de Gilly, la que pregunta si ha muerto y que reúne trabajos de Reyes Heroles, López Portillo, Don Jesús Silva Herzog, Lombardo Toledano, Octavio Paz, Heriberto Jara, López Mateos. Sobre su Ideología, de Arnaldo Córdova, casi todas las biografías escritas por Enrique Krauze. Por supuesto que no me han podido faltar las obras clásicas de Luis Cabrera en el Hijo del Ahuizote y relativas al Ejido y la Esclavitud, así como, “Los Grandes Problemas Nacionales” de Andrés Molina Enríquez.
He leído a Francisco Bulnes, Daniel Cossío Villegas, el clásico “La Constitución y la Dictadura” de Emilio Rabasa, Gastón Garcia Cantú, o los importantes trabajos de investigación del recientemente fallecido, Friedrich Katz. He revisado incluso algunos exponentes del cientificismo porfiriano, como Vera Estañol, Federico Gamboa o Justo Sierra, sin faltar por supuesto, en contraste, todo lo que ha escrito Don Eduardo del Rio (RIUS). He visto una y otra vez los archivos de los hermanos Casasola -la Revolución Mexicana fue el primer gran movimiento social en el mundo que se fotografió y filmo- incluso el especial que apenas saco a circulación la Revista PROCESO.
Sin embargo me ha dejado sorprendido el magnífico documental de dos horas que presento el canal Discovery, cuyo título lleva el nombre que le he puesto a esta Carta Sureña. Una visión completa, documentada, llena de imágenes pero sobretodo enfocada históricamente, de manera amplia, objetiva muy completa, probablemente mejor que cualquier otro testimonio que haya tenido frente a mí, con anterioridad.
Documento importante que con lenguaje preciso y económico señala causas, personas, motivos, desarrollo y consecuencias de lo que constituyo más que un movimiento revolucionario, la auténtica Independencia de México. Porque la separación de España fue un parto viciado que produjo una nación en pugna y débil. Porque la Independencia fue ajena a la constitución real de México: mestizo, indio, prehispánico y español. Porque se impuso la necedad de convertir a México en un país católico, monárquico y con privilegios. A expensas de los imperios que se repartían el mundo, México apenas y era un país dividido y vulnerable. La independencia política de España, fue sustituida inmediatamente por una dependencia financiera voluntaria. Con yugos y cadenas de papel, el México inaugural se subordinaba a los capitales de Inglaterra y Francia, a los colonos norteamericanos, las bendiciones papales y el armamento yanqui.
Es donde comienza el programa transmitido el pasado domingo 13 de noviembre, son los antecedentes que llevaron a la perdida de la mitad del territorio mexicano, ante los Estados Unidos y soberanía ante el Emperador venido de ultramar y la invasión de Francia. MÉXICO: 100 AÑOS DE REVOLUCIÓN es una producción de PBS International y su director es Raymond Telles. El documental comprende las causas de la revolución a partir de 1847 y se extiende hasta el levantamiento zapatista en 1994, sin dejar de mencionar el movimiento estudiantil de 1968. De la Guerra del Álamo a los divertimentos en Ocosingo Chiapas. Documento elocuente, testimonial y analítico, no concede espacios para las ideologías que insisten en regresar los restos de Porfirio Díaz, el de la pax de 30 años, la represión, los latifundios y la entrega de las riquezas y la economía a manos de los gringos.
La Revolución de México es una tragedia épica, que causo la muerte de 2 millones de personas, la sexta parte de la población de principios de siglo. Drama que comprende varios capítulos: el de Díaz y Madero, la encrucijada armada y la guerra cruenta, el ímpetu de Villa y Zapata y el momento sublime de nuestra historia: el ranchero del norte y el campesinado del sur, sentados en la silla presidencial. Tragedia donde los traidores se muestran con insolencia y descaro: Victoriano Huerta se inscribe como el tercer gran traidor de México después de Iturbide y Santa Anna, antes que la historia juzgue a Carlos Salinas de Gortari.
“Se soltó el tigre”, dicen que dijo Porfirio Díaz, y en su destierro a bordo del Ipiranga, agrego “a ver si Panchito (Madero) lo puede dominar”. La revolución Mexicana fue un estallido, de hombres y mujeres, de campesinos y la incipiente clase obrera; de caciques y terratenientes, caudillos y héroes, de brillantes militares, intelectuales y artistas. Madero y Carranza fueron familias de terratenientes acaudalados, completamente diferentes a Emiliano Zapata, fiero campesino o Pancho Villa glorioso bandolero. Contrastes y por eso estampa del México que realmente somos y no el que a fuerza de repeticiones se intenta imponer, el de los niños teletones, las risas y bodas de televisión, la felicidad de oropel.
La Revolución Mexicana fue el triunfo de las mayorías sociales y de las minorías mejores. Obra del verdadero genio político, producto de un auténtico gesto democrático, todas las voces, los intereses y las demandas, nuestra historia y realidad quedo plasmada en la Constitución Escrita, la de 1917, las bases alcanzadas para dotarnos de una Constitución Política, corazón, alma, sangre, cuerpo y piel de la Constitución Real de un México que entonces entendía su historia, combatía por su presente, y se planteaba un futuro deseado, claramente, bien definido.
Es de gran interés que el programa del Discovery menciona temas que fueron guardados con sigilo, discreción e hipocresía histórica, como los contactos entre Venustiano Carranza y Alemania, el telegrama Zimmerman, la promesa del Káiser Bismark de restituir los territorios robados por los Estados Unidos a México. Toda una novela de espionaje, audacia y esperanza nacional, frente a la grosera y descara intervención del gobierno Norteamericano, el Embajador Henry Lane Wilson, los desplantes de Taft y la mesura de Woodrow Wilson.
Pero la Revolución Mexicana es arte y son conquistas laborales, reparto de tierras, desmantelamiento de Haciendas, de privilegios y monopolios. Es visión de Estado, es recuperación de riquezas nacionales, es organización política, son los tiempos de las instituciones, es la educación pública gratuita, la seguridad social y la propiedad de la tierra como pertenencia de la nación que somos todos. Son los intentos por dominar “al tigre” advertido por el Dictador Porfirio.
Son el retorno de la derecha, de Miguel Alemán hasta Fox y Calderón. Es de nuevo el tigre suelto, ahora como bestia criminal, de horror y narcotráfico. Es el cinismo del PRI y la desvergüenza que no quiere ver, es la impudicia. Reedición de la acometida de los nuevos Científicos-TELEVISA, en contra de Andrés Manuel López Obrador, la visión de las mayorías pobres, de la provincia y la sangre indígena. 100 años después, la Revolución Mexicana sigue viva, está vigente y aun le faltan capítulos por escribir.
He leído a Francisco Bulnes, Daniel Cossío Villegas, el clásico “La Constitución y la Dictadura” de Emilio Rabasa, Gastón Garcia Cantú, o los importantes trabajos de investigación del recientemente fallecido, Friedrich Katz. He revisado incluso algunos exponentes del cientificismo porfiriano, como Vera Estañol, Federico Gamboa o Justo Sierra, sin faltar por supuesto, en contraste, todo lo que ha escrito Don Eduardo del Rio (RIUS). He visto una y otra vez los archivos de los hermanos Casasola -la Revolución Mexicana fue el primer gran movimiento social en el mundo que se fotografió y filmo- incluso el especial que apenas saco a circulación la Revista PROCESO.
Sin embargo me ha dejado sorprendido el magnífico documental de dos horas que presento el canal Discovery, cuyo título lleva el nombre que le he puesto a esta Carta Sureña. Una visión completa, documentada, llena de imágenes pero sobretodo enfocada históricamente, de manera amplia, objetiva muy completa, probablemente mejor que cualquier otro testimonio que haya tenido frente a mí, con anterioridad.
Documento importante que con lenguaje preciso y económico señala causas, personas, motivos, desarrollo y consecuencias de lo que constituyo más que un movimiento revolucionario, la auténtica Independencia de México. Porque la separación de España fue un parto viciado que produjo una nación en pugna y débil. Porque la Independencia fue ajena a la constitución real de México: mestizo, indio, prehispánico y español. Porque se impuso la necedad de convertir a México en un país católico, monárquico y con privilegios. A expensas de los imperios que se repartían el mundo, México apenas y era un país dividido y vulnerable. La independencia política de España, fue sustituida inmediatamente por una dependencia financiera voluntaria. Con yugos y cadenas de papel, el México inaugural se subordinaba a los capitales de Inglaterra y Francia, a los colonos norteamericanos, las bendiciones papales y el armamento yanqui.
Es donde comienza el programa transmitido el pasado domingo 13 de noviembre, son los antecedentes que llevaron a la perdida de la mitad del territorio mexicano, ante los Estados Unidos y soberanía ante el Emperador venido de ultramar y la invasión de Francia. MÉXICO: 100 AÑOS DE REVOLUCIÓN es una producción de PBS International y su director es Raymond Telles. El documental comprende las causas de la revolución a partir de 1847 y se extiende hasta el levantamiento zapatista en 1994, sin dejar de mencionar el movimiento estudiantil de 1968. De la Guerra del Álamo a los divertimentos en Ocosingo Chiapas. Documento elocuente, testimonial y analítico, no concede espacios para las ideologías que insisten en regresar los restos de Porfirio Díaz, el de la pax de 30 años, la represión, los latifundios y la entrega de las riquezas y la economía a manos de los gringos.
La Revolución de México es una tragedia épica, que causo la muerte de 2 millones de personas, la sexta parte de la población de principios de siglo. Drama que comprende varios capítulos: el de Díaz y Madero, la encrucijada armada y la guerra cruenta, el ímpetu de Villa y Zapata y el momento sublime de nuestra historia: el ranchero del norte y el campesinado del sur, sentados en la silla presidencial. Tragedia donde los traidores se muestran con insolencia y descaro: Victoriano Huerta se inscribe como el tercer gran traidor de México después de Iturbide y Santa Anna, antes que la historia juzgue a Carlos Salinas de Gortari.
“Se soltó el tigre”, dicen que dijo Porfirio Díaz, y en su destierro a bordo del Ipiranga, agrego “a ver si Panchito (Madero) lo puede dominar”. La revolución Mexicana fue un estallido, de hombres y mujeres, de campesinos y la incipiente clase obrera; de caciques y terratenientes, caudillos y héroes, de brillantes militares, intelectuales y artistas. Madero y Carranza fueron familias de terratenientes acaudalados, completamente diferentes a Emiliano Zapata, fiero campesino o Pancho Villa glorioso bandolero. Contrastes y por eso estampa del México que realmente somos y no el que a fuerza de repeticiones se intenta imponer, el de los niños teletones, las risas y bodas de televisión, la felicidad de oropel.
La Revolución Mexicana fue el triunfo de las mayorías sociales y de las minorías mejores. Obra del verdadero genio político, producto de un auténtico gesto democrático, todas las voces, los intereses y las demandas, nuestra historia y realidad quedo plasmada en la Constitución Escrita, la de 1917, las bases alcanzadas para dotarnos de una Constitución Política, corazón, alma, sangre, cuerpo y piel de la Constitución Real de un México que entonces entendía su historia, combatía por su presente, y se planteaba un futuro deseado, claramente, bien definido.
Es de gran interés que el programa del Discovery menciona temas que fueron guardados con sigilo, discreción e hipocresía histórica, como los contactos entre Venustiano Carranza y Alemania, el telegrama Zimmerman, la promesa del Káiser Bismark de restituir los territorios robados por los Estados Unidos a México. Toda una novela de espionaje, audacia y esperanza nacional, frente a la grosera y descara intervención del gobierno Norteamericano, el Embajador Henry Lane Wilson, los desplantes de Taft y la mesura de Woodrow Wilson.
Pero la Revolución Mexicana es arte y son conquistas laborales, reparto de tierras, desmantelamiento de Haciendas, de privilegios y monopolios. Es visión de Estado, es recuperación de riquezas nacionales, es organización política, son los tiempos de las instituciones, es la educación pública gratuita, la seguridad social y la propiedad de la tierra como pertenencia de la nación que somos todos. Son los intentos por dominar “al tigre” advertido por el Dictador Porfirio.
Son el retorno de la derecha, de Miguel Alemán hasta Fox y Calderón. Es de nuevo el tigre suelto, ahora como bestia criminal, de horror y narcotráfico. Es el cinismo del PRI y la desvergüenza que no quiere ver, es la impudicia. Reedición de la acometida de los nuevos Científicos-TELEVISA, en contra de Andrés Manuel López Obrador, la visión de las mayorías pobres, de la provincia y la sangre indígena. 100 años después, la Revolución Mexicana sigue viva, está vigente y aun le faltan capítulos por escribir.
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