“La pluma es la lengua del alma”
Cervantes.
Cervantes.
La noticia de la detención y traslado, consignación y reclusión del Ing. Jorge Hank Rhon paso inadvertida para el Sol de Toluca. El periódico emblemático del Estado de México, de Toluca, del Gobierno local, del partido en el poder, del PRI, no cubrió la información y si acaso lo hizo, fue de manera marginal. Es el estilo de Rafael Vilchis Gil de Arévalo, su Director; es el retrato de la manipulación, la censura y la inequidad social, ciudadana y electoral que priva en el estado de México. Don Rafael Vilchis consideró que la nota sobre Jorge Hank representa un golpe a la campaña del candidato del PRI y un ataque a uno de sus promotores y pilares fundamentales sobre los que se asienta el poder en el Estado de México, del cual forma parte este medio de comunicación, que como la mayoría que circulan en la entidad, se mueven y viven o sobreviven de manera similar e incluso peor.
El Sol de Toluca forma parte de la cadena periodística Organización Editorial Mexicana, cuya propiedad paro en manos de Mario Vázquez Raña, en una confusa operación de compra-venta con el gobierno de Luis Echeverría Álvarez (LEA). Fue o pareció un auténtico despojo de la cadena fundada por el Coronel José Garcia Valseca, que en 1975 era propietario de 26 periódicos en México, y que se ha convertido en símbolo de la relación perversa entre el poder político del Estado y el poder subordinado de la prensa, dependiente, corrupta, beneficiaria del presupuesto público, graciosamente a través de entregas de dinero que coloquialmente se denominan “chayote”, “embute”, “cochupo” y que eufemísticamente también se denominan subsidios, aportaciones o apoyos.
La historia de la venta de la cadena de los “Soles” está rodeada de un misterio que a la fecha resulta inescrutable, pero que se puede conjeturar sin dificultades que fue la ambición del Presidente, quien en esos años finales de sexenio, desbocado en su insania demencial en busca de la Secretario General de la ONU, del Premio Nobel de la Paz y de asumir un supuesto liderazgo internacional entre las naciones del Tercer Mundo, lo llevaron a terminar de tajo, con los beneficios que tenía el Coronel Garcia Valseca, a exigir el pago inmediato de las enormes cantidades que debía al Gobierno, a poner fin a ese mantenimiento de una casa periodística especializada en la extorsión. Quebrar al Coronel Garcia Valseca y pactar la venta a la Familia Vázquez Raña, en sociedad nunca probada, siempre denunciada, le permitía a LEA disponer ahora de un medio de difusión de sus propósitos, de sus logros, de sus hazañas, sus deseos y de sus delirios.
La venta de El Sol de México representó el primer movimiento de LEA contra el periodismo nacional. Ese mismo año de 1975, en el mes de marzo, el activismo desaforado del Presidente lo llevo a proponer la creación del Premio Nacional de Periodismo e Información, así como a promulgar una ley primigenia sobre el derecho a la información. Un año después el 7 de junio de 1976 se hizo entrega del primer Premio de periodismo en sus variadas categorías, destacando las entregas a la Fundación Cultural Televisa, al periódico El Siglo de Torreón y a Jacobo Zabludovsky. Un mes y un día más tarde, el 8 de julio de 1976, el gobierno de Luis Echeverría protagonizo otro artero golpe contra el periodismo nacional, a través de la intervención y manipulación de una junta de socios en el periódico Excélsior, que concluyo con la imposición de un nuevo Director General, el deleznable Regino Díaz Redondo y la intervención de la fuerza pública para desalojar a la administración que dirigía al Excélsior, comenzando por su Director, Julio Scherer Garcia, quien se vio obligado a abandonar las instalaciones de Paseo de la Reforma 18, conjuntamente con algunos de los representantes de la inteligencia mexicana y de la prensa nacional, que en solidaridad con su “jefe” salían también del que era el diario de mayor circulación e influencia en México. Ese atentado flagrante en contra de la libertad de expresión dio origen a la Revista PROCESO y unos meses después al periódico Uno más Uno.
Han transcurrido 35 años desde el surgimiento de este modelo de poder periodístico nacional, basado en la asociación cuasi delictuosa con el poder público. A lo largo de este tiempo, el Premio al Periodismo se entrego de manera ininterrumpida hasta el año 2000, cuando Vicente Fox decidió desaparecer el galardón, que siempre se movió entre el prestigio y la deshonra, entre el premio y la “compra” de voluntades. En todos estos años únicamente dos veces fue rechazado el premio por parte de los ganadores elegidos: por Herman Bellinhousen, y por Julio Scherer Garcia, además de otro incidente para recordar en la persona ya desaparecida de Magdalena Mondragón quien fue reconocida como periodista ejemplar por su carrera y quien en el año de 1983 decidió recibir el reconocimiento ataviada completamente de negro, en señal, diría ella, de que había muerto en México la libertad de prensa.
De entonces a la fecha el periodismo nacional ha transitado por esquemas particulares que desbordan el alcance y propósito de esta columna, donde ha imperado la corrupción y la deshonestidad, a la vez que han surgido magnificas demostraciones de responsabilidad social, de periodismo comprometido, de valentía y de imaginativas formas para sobrevivir y para hacer de las empresas periodísticas negocios sustentables, independientes y honoríficos.
No sucede así en el estado de México, cuyo periodismo se encuentra estacionado en las mismas prácticas de hace 40 años. De la corrupción de los intereses, del poder, como es el caso del Sol de Toluca y su Director Rafael Vilchis Gil de Arévalo o como bien me comentaban en la Unión de Voceadores del Valle de Toluca ¿Cómo es posible que un periódico como el 8 columnas que nos envía 500 ejemplares diarios y solo se alcanzan a vender 20 cuando mucho, pueda mantenerse en circulación? Y es el caso del ABC, del Diario Amanecer de México, del Diario o el Informante por citar algunos ejemplos nefastos del supuesto periodismo mexiquense, que eso si, continúa celebrando opíparamente el 11 de abril como el día del periodista mexiquense, el 7 de mayo el día internacional de la libertad de expresión o el 7 de junio, como el día de la libertad de expresión, a través de una especie de relación de amasiato con el Gobernador en turno e incluso con su candidato, como sucedió apenas con EruFiel que prometió muchas cosas también, al gremio reunido felizmente con él.
La historia de la venta de la cadena de los “Soles” está rodeada de un misterio que a la fecha resulta inescrutable, pero que se puede conjeturar sin dificultades que fue la ambición del Presidente, quien en esos años finales de sexenio, desbocado en su insania demencial en busca de la Secretario General de la ONU, del Premio Nobel de la Paz y de asumir un supuesto liderazgo internacional entre las naciones del Tercer Mundo, lo llevaron a terminar de tajo, con los beneficios que tenía el Coronel Garcia Valseca, a exigir el pago inmediato de las enormes cantidades que debía al Gobierno, a poner fin a ese mantenimiento de una casa periodística especializada en la extorsión. Quebrar al Coronel Garcia Valseca y pactar la venta a la Familia Vázquez Raña, en sociedad nunca probada, siempre denunciada, le permitía a LEA disponer ahora de un medio de difusión de sus propósitos, de sus logros, de sus hazañas, sus deseos y de sus delirios.
La venta de El Sol de México representó el primer movimiento de LEA contra el periodismo nacional. Ese mismo año de 1975, en el mes de marzo, el activismo desaforado del Presidente lo llevo a proponer la creación del Premio Nacional de Periodismo e Información, así como a promulgar una ley primigenia sobre el derecho a la información. Un año después el 7 de junio de 1976 se hizo entrega del primer Premio de periodismo en sus variadas categorías, destacando las entregas a la Fundación Cultural Televisa, al periódico El Siglo de Torreón y a Jacobo Zabludovsky. Un mes y un día más tarde, el 8 de julio de 1976, el gobierno de Luis Echeverría protagonizo otro artero golpe contra el periodismo nacional, a través de la intervención y manipulación de una junta de socios en el periódico Excélsior, que concluyo con la imposición de un nuevo Director General, el deleznable Regino Díaz Redondo y la intervención de la fuerza pública para desalojar a la administración que dirigía al Excélsior, comenzando por su Director, Julio Scherer Garcia, quien se vio obligado a abandonar las instalaciones de Paseo de la Reforma 18, conjuntamente con algunos de los representantes de la inteligencia mexicana y de la prensa nacional, que en solidaridad con su “jefe” salían también del que era el diario de mayor circulación e influencia en México. Ese atentado flagrante en contra de la libertad de expresión dio origen a la Revista PROCESO y unos meses después al periódico Uno más Uno.
Han transcurrido 35 años desde el surgimiento de este modelo de poder periodístico nacional, basado en la asociación cuasi delictuosa con el poder público. A lo largo de este tiempo, el Premio al Periodismo se entrego de manera ininterrumpida hasta el año 2000, cuando Vicente Fox decidió desaparecer el galardón, que siempre se movió entre el prestigio y la deshonra, entre el premio y la “compra” de voluntades. En todos estos años únicamente dos veces fue rechazado el premio por parte de los ganadores elegidos: por Herman Bellinhousen, y por Julio Scherer Garcia, además de otro incidente para recordar en la persona ya desaparecida de Magdalena Mondragón quien fue reconocida como periodista ejemplar por su carrera y quien en el año de 1983 decidió recibir el reconocimiento ataviada completamente de negro, en señal, diría ella, de que había muerto en México la libertad de prensa.
De entonces a la fecha el periodismo nacional ha transitado por esquemas particulares que desbordan el alcance y propósito de esta columna, donde ha imperado la corrupción y la deshonestidad, a la vez que han surgido magnificas demostraciones de responsabilidad social, de periodismo comprometido, de valentía y de imaginativas formas para sobrevivir y para hacer de las empresas periodísticas negocios sustentables, independientes y honoríficos.
No sucede así en el estado de México, cuyo periodismo se encuentra estacionado en las mismas prácticas de hace 40 años. De la corrupción de los intereses, del poder, como es el caso del Sol de Toluca y su Director Rafael Vilchis Gil de Arévalo o como bien me comentaban en la Unión de Voceadores del Valle de Toluca ¿Cómo es posible que un periódico como el 8 columnas que nos envía 500 ejemplares diarios y solo se alcanzan a vender 20 cuando mucho, pueda mantenerse en circulación? Y es el caso del ABC, del Diario Amanecer de México, del Diario o el Informante por citar algunos ejemplos nefastos del supuesto periodismo mexiquense, que eso si, continúa celebrando opíparamente el 11 de abril como el día del periodista mexiquense, el 7 de mayo el día internacional de la libertad de expresión o el 7 de junio, como el día de la libertad de expresión, a través de una especie de relación de amasiato con el Gobernador en turno e incluso con su candidato, como sucedió apenas con EruFiel que prometió muchas cosas también, al gremio reunido felizmente con él.
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