Montesquieu
El escenario nacional, me recuerda mucho al que privaba poco antes de que José López Portillo decretara la expropiación del sistema bancario, el 1 de septiembre de 1982. Por una razón, porque resulta insostenible, como entonces, mantener un modelo que genera sus propias antítesis, que cada día produce más entropía, en ruta suicida que lleva al caos. A cada momento el desorden crece y para evitar el estado caótico, se adoptan medidas que a su vez producen más ruido, mayor inestabilidad, en una espiral que no se podrá detener ya.
Resultan evidentes las posiciones de los actores en el poder y las medidas y decisiones que asumen para contener lo inevitable. El gobierno de Calderón ha optado por la mentira y el delirio, con la esperanza puesta en sobrevivir un año más: México esta bien, todos somos felices, no hables mal de México, ahora tienes salud y carreteras y la guerra civil es para salvarte y defenderte de aquellos que “se meterían hasta tu casa”. Poderes fácticos como el de Elba Esther Gordillo y el enorme sindicato de maestros que controla, se comporta en esta coyuntura de manera muy parecida a la iglesia católica en México: ambos grupos de presión, por un lado intentar retardar el estallido, al mantener a la población en un estado de ignorancia, sopor y miedo; por otro apoyan y exigen cuotas cada vez mas altas, para aliarse con aquellos partidarios que estén dispuestos a pagar y cumplir sus exigencias.
El PRI, en cambio, apuesta a conservar la paz social con las recetas antiguas que antes le dieron resultados: trabajo de bases y trampas (“mapaches, alquimia electoral”); alianzas inconfesables (narcos, caciques locales, delincuencia, Carlos Salinas de Gortari…) y compromisos con los grupos económicos poderosos. Pactos con el Vaticano y los EUA, pero sobretodo, el PRI ha optado por la negociación con TELEVISA, para garantizar el control de la señal de televisión abierta, conservar para su aliada el monopolio televisivo, en contra del principal competidor y eventual partidario de los cambios radicales indispensables, el considerado hombre más rico del mundo, Carlos Slim.
Quiero aquí hacer una confesión impropia en un periodista, pero necesaria para entender mi análisis. Me cae muy bien Carlos Slim. Excepto porque tiene más de 60 mil millones de dólares, ambos tenemos en común, ser originarios de los barrios del centro histórico de la Ciudad de México y nos une la pasión por el béisbol. Pero la coincidencia que me hace admirable este “marchante” es la seguridad de que el proyecto que salvara a México, el único que ahorraría miles de muertes, perdidas de valores, soberanía o recursos a manos de los EUA (petróleo, minerales, oro, bases militares) o de la iglesia (educación confesional en escuelas públicas, tolerar las persecuciones por motivos religiosos) o magnificar los contrastes que orillen a la insurrección armada, ese proyecto tiene nombre y hombre: Por México, primero los pobres: Andrés Manuel López Obrador.
Además me consta que el trabajo de estos dos mexicanos, uno tabasqueño y el otro chilango libanés han devuelto la vida, el brillo, orgullo, fuerza a la Ciudad de México y su Centro Capital. Carlos Slim es un hombre que nació en el seno de una familia de comerciantes y como pocos mexicanos, justamente en la debacle que orillo al Presidente López Portillo ha expropiar el sistema bancario, se metió a comprar, invertir y adquirir las miles de empresas que dejaban de ser subasta de las cofradías financieras, en manos de los Trouyet, Garza Sada, Legorreta, Iglesias, Iturbe, Vallina, quienes eran los apellidos de las familias que se habían adueñado de México y saboteaban al estado mexicano, con chantajes y deslealtad. (¡No nos volverán a saquear! fue el grito agónico del Jolopo)
Con la expropiación, dejaron de ser patrimonio bancario no solo el ahorro social y las sucursales bancarias, sino también las aseguradoras, crediticias, afianzadoras, transportistas, inmobiliarias y tanta empresa propia o embargada que solo existía en la contabilidad numeraria. Cuentan que el Padre de Carlos Slim, Julián compro a su hermano mayor el 50 por ciento restante del negocio que tenían en común, llamado "La Estrella de Oriente", creyendo así en México y en su destino. «Si mi papá, en plena Revolución, con el país sacudido, sin todavía tener familia, siendo extranjero y sin el arraigo que te da el tiempo, confió en México y en su futuro, cómo no iba a hacerlo yo», ha dicho Carlos Slim en algunas entrevistas
Hay que señalar que las revistas de negocios de entonces, apenas sabían de la existencia de Slim, a quien en 1987 lo consideraban el empresario 54 entre los 100 según la revista Expansión de México. Es a partir de 1985, con la compra de Seguros Bancomer, que Slim comienza a adquirir las llamadas bancoempresas, hasta formar una holding diversificada: Cigatam (Philip Morris México), fabricante de los cigarros Marlboro, Hulera El Centenario, Bimex (bicicletas), Hoteles Calinda y Reynolds Aluminio. Luego compró el paquete accionario de Seguros de México, y así se conformaría lo que hoy es Grupo Financiero Inbursa. También compró: Artes Gráficas Unidas, Fábricas de Papel Loreto y Peña Pobre, la mayor parte de Sanborns y su filial Denny's. Adquirió también la compañía Minera FRISCO (oro) y Empresas Nacobre, así como las empresas de neumáticos Euzkadi y General Tire. En 1990 adquirió TELMEX, junto con France Telecom de Francia y SBC Telecomunicaciones de los Estados Unidos, la única compañía que brindaba servicios de telefonía fija en México, ahora convertida en el gigante de las comunicaciones, junto con TELCEL y AOL para toda America Latina. Esta dinámica empresarial, visionaria, arriesgada, puesta en duda muchas veces por sus supuestas alianzas con Salinas de Gortari, no ha dejado que Carlos Slim sea un mecenas artístico, ni que cambie su porte desgarbado, de bajo perfil (low profile) sin excesos, a pesar de la multimillonaria fortuna que se le atribuye. Carlos Slim representa el mejor amigo y el enemigo a vencer por quienes luchan por conquistar y conservar el poder y quienes luchamos por México. Designado los últimos dos años por la mítica revista Forbes, como el Hombre mas Rico del Mundo, a Slim se le reconoce por el don del sentido común, tan necesario en esta hora crucial, tan ausente en quienes son cegados por la ambición.
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