Diego y Frida nuevamente se aman
¿Cuántos casinos y lugares de (literalmente) mala muerte hay en el norte y el resto del país? ¿Cuántos museos? ¿Cuántas bibliotecas? Aun sin las cifras pertinentes, (se sabe que en México solo 6 % de los 2500 municipios tienen una o mas librerías) no es inexacto afirmar que la diferencia es brutal, como brutales son los sucesos que rodean a los casinos y otros giros negros que crecen sin control, en muchos sitios del territorio nacional. Por eso hay que intentar analizar los hechos de la semana, de la balacera el día del juego de futbol allá en Torreón, a la barbarie terrorista en contra de la gente obsesionada con el juego, la apuesta y el riesgo monetario, en Monterrey, como actos relacionados a la disputa por el poder político en México
Dos noticias que han puesto a nuestro país en la prensa de todo el mundo y que aparecen magnificadas, ante otras muchas más que suceden a diario, y tantas otras de las que solo se tienen conocimientos por los correos de voz, que pasan mucho mas cerca de nosotros, de lo que quisiéramos no imaginar. Ante las asechanzas cercanas, pareciera mejor no saber y esperar la inminencia del destino, como les ocurrió a los parroquianos que gastaban su dinero en esas maquinas de apuestas, en las mesas del garito donde comprar un trozo de esperanza, efímera, momentánea, inasible.
Resulta muy atinado recordar una declaración reciente del poeta y cantautor Joaquín Sabina, respecto a lo que dijo hace un año y que lo llevo a una encerrona de castigo en los Pinos, una especie de multa o sanción calderoniana, como la impuesta a la Lady Azalea, la policía mexiquense, por los tribunales del DF. Sabina volvió a responder a la pregunta sobre la percepción interna de la guerra civil: “Es mucho peor de cómo se ve desde fuera porque los mexicanos se han acostumbrado a esta violencia desmedida. La guerra contra el narco de Calderón es de lo más ingenua porque el narco está dentro del gobierno y dentro de la policía. Al final ha conseguido más violencia” Una autentica definición de sabio, de poeta que lo es. No pueden separarse los hechos criminales crecientes, por desgracia, con la disputa por el poder en México.
Cuando se cuentan más de 75% de los crímenes organizados en entidades gobernadas por el PRI (Nuevo León, Tamaulipas, Sinaloa, Durango, Coahuila, Veracruz, Chihuahua, Estado de México, Zacatecas, Nayarit) hay que encontrar las relaciones necesarias, asociar libremente e imaginar lamentablemente, lo peor. Porque en vez de investigar, se ofrecen premios de 30 millones a los delatores. Si la situación requiere de entereza, responsabilidad, aplicación estricta de las leyes y no torpezas acusatorias contra los vecinos consumidores de drogas y exportadores de armas o peor aún la exhibición desnuda de la corrupción, trafico de influencias, desorden completo, anarquía total.
Me viene a la memoria que en 1968 el batallón Olimpia cargo con las muertes de decenas de jóvenes estudiantes en Tlatelolco, tras ser alcanzados por balas disparadas desde azoteas que nunca han sido suficientemente explicadas. Un operativo orquestado, un helicóptero, bengalas en el cielo y el tableteo de las metralletas y la muerte. Es sabido que en 1971 una vez más la manifestación de estudiantes fue masacrada por huestes preparadas y entrenadas en los rumbos del Campo Militar 1. Ahora se confiesa Jorge Carrillo Olea –jefe del estado mayor en ese sexenio- y dice que en la última visita que realizo un Presidente de la República a la UNAM, nuevamente estaban preparados grupos de choque organizados y financiados por gente que llego a ocupar los gobiernos de Oaxaca o Puebla que ya ni vale la pena mencionar. ¿Como evitar pensar que las enormes entradas de dinero, el narcotráfico, los casinos donde se introducen por carretadas (lavado) los flujos, no guarden relaciones estrechas, vasos comunicantes entre las hordas bárbaras, sicarios, ejércitos mercenarios y nombres como Azcarraga-TELEVISA o Vázquez Raña-Excelsior, grandes beneficiados por los “books”, las concesiones para abrir casinos?
Tampoco puede dejar de venir a la memoria que Monterrey es una ciudad conocida por el gusto por la economía, la codicia, la avaricia, son amaretas, “codos”, miserables y si no ahí van las historias del patriarca del Grupo Monterrey, Eugenio Garza Sada, sacrificado por su hermano Roberto para evitar desprenderse de los complejos siderúrgicos, en un ataque por la Liga 23 de septiembre –tan temible como decir ahora la línea o los Z o el cartel de Golfo- fundada, financiada, organizada, protegida por los mismos barones regiomontanos, para desestabilizar y amenazar al Presidente Echeverria. Otra más es la historia que cuenta Roberto Gómez Junco y el despojo del periódico El Norte por parte de sus propios hijos, confabulados con su abuela y que dio origen al Periódico Reforma. Son síntomas enfermos de una capital que alguna vez se ufano de tener el mayor número de antenas parabólicas en el mundo y que ahora paga las consecuencias de adoptar como suyos los vicios norteamericanos, tanto como los valores simbólicos de la mas grande Tiranía Democrática en la historia: el robo-usurpación, el incesto-infidelidad y el parricidio-asesinato.
Y viene el cambio de gobierno en el estado de México y todo apunta que se llevara hasta el final la carrera del gobernador mexiquense Enrique Peña Nieto, una vez mas en la intentona atlacomulca de hacerse, de asirse a la Presidencia convertida en Gerencia, para administrar los negocios de los súper ricotes mexicanos, para abrir las puertas de par en par a las corporaciones internacionales. Los ejércitos de cada bando van a provocar muchos mas, muchos mas aniquilamientos contra ciudadanos inermes, contra la población aterrorizada. Unos por llegar y otros por evitarlo, después de todo se pretende imponer un estilo acomplejado, de raigambre provinciano, opaco y autoritario, en lugar de una clase política genuflexa, mocha, de rapiña y traidora. PRI vs. PAN
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