Como todos los años, el término de un calendario y el inicio de otro es motivo de regocijo y de fiesta en todo el mundo. Un año más, un año que comienza otra vez. Doce meses por adelante, y 366 días esta vez, por que como cada cuatro periodos, es un año bisiesto. Es el calendario Juliano original, el que duro de tiempos de Julio Cesar hasta 1582, en que el Papa Gregorio XIII reforma en el Concilio de Trento el calendario civil, para hacerlo coincidir con el año litúrgico.
Un año nuevo, es el año solar que suplió a las mediciones de los movimientos de la luna, en que se basaban antes del año 46 A.c. las medidas del tiempo. Pero Sosígenes demostró que ya en tiempos del Antiguo Egipto, casi tres mil años antes del nacimiento de Jesucristo -la fecha que Occidente toma como base para explicar el antes y el después de todo- ya se utilizaba un calendario que relacionaba al planeta tierra respecto al sol: en su traslación alrededor de su orbita y respecto a la rotación de la esfera terráquea.
Otro ciclo que se cierra y uno nuevo que se abre. Casi dos milenios después se ha perdido la noción del significado del año y de la regencia de la mitología grecolatina en el contar de los días. De un año que comenzaba en el mes consagrado al dios Marte (marzo), seguido por el dedicado a Afrodita –dicen unos- (abril), después por el mes en homenaje a la madre del dios Mercurio: Maia (mayo); y luego el de Juno, el mes del hogar y la familia (junio). A continuación los meses Quintil y Sextil que en el 44 y el 23 A.c. serian modificados por Julio y Agosto, en homenaje a Julio Cesar y Octavio Augusto.
September, October, November y December significaban sencillamente el séptimo, octavo, noveno y décimo meses del año, para que Januarium, dedicado al dios Jano, se colocara como el onceavo mes (enero) y finalmente el año concluía en Februarium, que significa purificación y que los Sabinos celebraban alrededor del 15 de ese mes.
Fin de año es símbolo de esperanza renovada, de fe encontrada, es momento de volver a empezar, recuperar la esperanza perdida, sonreír como si todo fuera a ser diferente. Olvidar el “gatopardismo” que en México se ha instituido como la simulación: todo cambia para que todo siga igual. Comenzar por reconocer la preeminencia de la sabiduría antigua sobre la tecnología operativa contemporánea, seria un buen comenzar de nuevo.
Año bisiesto porque se origina en el conteo romano que hace dos mil años contabilizaban las “calendas”, los días primero de cada mes con los “idus”, los días entre el 13 y 15 del mes que es cuando corresponde al plenilunio de la luna, la luna llena, según sea el mes de 30 o 31 días. Así el “dia sexto antes del primero de marzo” correspondía en el calendario romano, que no conocía del dia 29 aún, al dia 24 que cada cuatro se repetía, existiendo entonces un 24 bis. Literalmente empezamos con un año que contiene un dia bix sexto antes del primero de marzo.
Celebrar que inicia nuevamente otro periodo calendario. Festeja todo el mundo como punto de partida anual el primero de enero, que a partir del año 153 A.c. pasa a representar el inicio del año romano, en vez del tradicional 1 de marzo. Cambio en la cuenta de los días por motivos atribuidos a las campañas militares romanas, particularmente las que se desarrollaban en la península Ibérica, lo que seria luego España y Portugal, en vez de los ciclos agrícolas-lunares.
Comienza un año de doce meses y 365 días 5 horas-48 minutos-45 segundos y 16 centésimas de tiempo. Que es la aportación del Calendario Gregoriano al reemplazar al almanaque Juliano, el que cerraba el calculo del tiempo redondeado a 365.25 días. La diferencia entre uno y otro arrojo que para 1582 se habían extraviado 10 días y que no concordaban entonces las fechas de inicio y culminación de la Pascua, la fecha de mayor importancia en el rito de las religiones católico y judío. Fecha que no existe formalmente ni en el calendario solar gregoriano ni en el antiguo romano-lunar. Dia concelebrado por tradición, siempre el siguiente a la primera luna llena posterior al equinoccio.
Año nuevo y deseos de felicidad y regocijo, de esperanza necesaria. Por eso: “Yo brindo dijo una voz, porque en mi mente brote un torrente de inspiración divina y seductora; porque vibre en las cuerdas de mi lira, el verso que suspira, que sonríe, que canta y que enamora…
Y alzo su voz otro bohemio: ¡Brindemos por el año que comienza! porque nos traiga ensueños; porque no sea su equipaje un cúmulo de amargos desconsuelos…
¡Yo Brindo por la esperanza! que la vida nos lanza, de vencer los rigores del destino, por la esperanza, nuestra dulce amiga, que las penas mitiga y convierte en vergel nuestro camino.
Brindo porque ya hubiere a mi existencia puesto fin con violencia esgrimiendo en mi frente mi venganza; si en mi cielo de tul limpio y divino, no alumbrara mí sino una pálida estrella: Mi esperanza.
Un año nuevo, es el año solar que suplió a las mediciones de los movimientos de la luna, en que se basaban antes del año 46 A.c. las medidas del tiempo. Pero Sosígenes demostró que ya en tiempos del Antiguo Egipto, casi tres mil años antes del nacimiento de Jesucristo -la fecha que Occidente toma como base para explicar el antes y el después de todo- ya se utilizaba un calendario que relacionaba al planeta tierra respecto al sol: en su traslación alrededor de su orbita y respecto a la rotación de la esfera terráquea.
Otro ciclo que se cierra y uno nuevo que se abre. Casi dos milenios después se ha perdido la noción del significado del año y de la regencia de la mitología grecolatina en el contar de los días. De un año que comenzaba en el mes consagrado al dios Marte (marzo), seguido por el dedicado a Afrodita –dicen unos- (abril), después por el mes en homenaje a la madre del dios Mercurio: Maia (mayo); y luego el de Juno, el mes del hogar y la familia (junio). A continuación los meses Quintil y Sextil que en el 44 y el 23 A.c. serian modificados por Julio y Agosto, en homenaje a Julio Cesar y Octavio Augusto.
September, October, November y December significaban sencillamente el séptimo, octavo, noveno y décimo meses del año, para que Januarium, dedicado al dios Jano, se colocara como el onceavo mes (enero) y finalmente el año concluía en Februarium, que significa purificación y que los Sabinos celebraban alrededor del 15 de ese mes.
Fin de año es símbolo de esperanza renovada, de fe encontrada, es momento de volver a empezar, recuperar la esperanza perdida, sonreír como si todo fuera a ser diferente. Olvidar el “gatopardismo” que en México se ha instituido como la simulación: todo cambia para que todo siga igual. Comenzar por reconocer la preeminencia de la sabiduría antigua sobre la tecnología operativa contemporánea, seria un buen comenzar de nuevo.
Año bisiesto porque se origina en el conteo romano que hace dos mil años contabilizaban las “calendas”, los días primero de cada mes con los “idus”, los días entre el 13 y 15 del mes que es cuando corresponde al plenilunio de la luna, la luna llena, según sea el mes de 30 o 31 días. Así el “dia sexto antes del primero de marzo” correspondía en el calendario romano, que no conocía del dia 29 aún, al dia 24 que cada cuatro se repetía, existiendo entonces un 24 bis. Literalmente empezamos con un año que contiene un dia bix sexto antes del primero de marzo.
Celebrar que inicia nuevamente otro periodo calendario. Festeja todo el mundo como punto de partida anual el primero de enero, que a partir del año 153 A.c. pasa a representar el inicio del año romano, en vez del tradicional 1 de marzo. Cambio en la cuenta de los días por motivos atribuidos a las campañas militares romanas, particularmente las que se desarrollaban en la península Ibérica, lo que seria luego España y Portugal, en vez de los ciclos agrícolas-lunares.
Comienza un año de doce meses y 365 días 5 horas-48 minutos-45 segundos y 16 centésimas de tiempo. Que es la aportación del Calendario Gregoriano al reemplazar al almanaque Juliano, el que cerraba el calculo del tiempo redondeado a 365.25 días. La diferencia entre uno y otro arrojo que para 1582 se habían extraviado 10 días y que no concordaban entonces las fechas de inicio y culminación de la Pascua, la fecha de mayor importancia en el rito de las religiones católico y judío. Fecha que no existe formalmente ni en el calendario solar gregoriano ni en el antiguo romano-lunar. Dia concelebrado por tradición, siempre el siguiente a la primera luna llena posterior al equinoccio.
Año nuevo y deseos de felicidad y regocijo, de esperanza necesaria. Por eso: “Yo brindo dijo una voz, porque en mi mente brote un torrente de inspiración divina y seductora; porque vibre en las cuerdas de mi lira, el verso que suspira, que sonríe, que canta y que enamora…
Y alzo su voz otro bohemio: ¡Brindemos por el año que comienza! porque nos traiga ensueños; porque no sea su equipaje un cúmulo de amargos desconsuelos…
¡Yo Brindo por la esperanza! que la vida nos lanza, de vencer los rigores del destino, por la esperanza, nuestra dulce amiga, que las penas mitiga y convierte en vergel nuestro camino.
Brindo porque ya hubiere a mi existencia puesto fin con violencia esgrimiendo en mi frente mi venganza; si en mi cielo de tul limpio y divino, no alumbrara mí sino una pálida estrella: Mi esperanza.
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