Ni la rebelión de la inteligencia
encabezada por los jóvenes admirables comenzó en un baño de la Universidad Iberoamericana ,
a donde se encerró Peña Nieto, en su loca carrera de huida al repudio
generalizado de los muchachos allí presentes, aquel 11 de mayo. Ni tampoco el
triunfo de la Selección
de futbol frente a Brasil, que represento la conquista de la medalla de oro,
fue resultado del buen partido jugado el pasado 11 de agosto.
Son procesos acumulados, son la
historia presente, el futuro anticipado. Son gazapos afortunados, es la
cuadratura del círculo, son excepciones que confirman una regla maldita que
parece haber terminado Porque las tres lunas que intermedian ambos eventos y
que la metafísica inexplicable haya convertido la conquista de la presea dorada,
en un numero simbólico en el cuadro de medallas para México, nuestro país: 1 de
oro 3 de plata y 2 de bronce (aunque podemos agregar como +1 la gran conquista
de ultimo momento y en repechaje de la sinaloense María Espinoza en Tae Kwon
Do) si son síntomas de que algo grande esta sucediendo y que vienen cosas mucho
mejores, aún por pasar.
Es una maravilla que sea la
juventud sobresaliente, la que encabece una revuelta que inicialmente se enfoca
en contra de la imposición del candidato del PRI y del manejo tendencioso y manipulado de los
medios de comunicación, prensa, radio y televisión, en especial TELEVISA, vista
la intención de comprar la
Presidencia de México para Peña Nieto. “Es un grupo entrenado”, dijo Pedro Joaquín
Coldwell, presidente del PRI, a una estación de radio, al hablar de los
estudiantes que en la Ibero
reaccionaron en contra de Peña Nieto. La
respuesta estudiantil llegó muy rápido y como llegan las respuestas hoy en día:
en las redes sociales. Entre el 17 y el 19 de mayo se generaron en la red más
de 600 mil tuits con su marca, según consultorías, lo que les valió no sólo ser
el trending topic más
mencionado en México, sino también en el mundo. El #YoSoy132 nacía en la “tuitósfera” en “clics” y “enters” de
estudiantes de universidades privadas.
En medio de la supuesta apatía y el desinterés de los jóvenes por la política.
El triunfo deportivo en el futbol olímpico, es parecido aunque no
igual. Son deportistas que han hecho de su esfuerzo individual, como Paola
Espinoza, la misma María Espinoza, las arqueras Mariana y Aída, la razón de su
éxito personal y de sus familias. Así se gesto la selección de Giovanni y Vela,
que se corono Campeón Mundial en la categoría para menores de 17 años en el 2005
y sentó las bases para repetir nuevamente, con los esfuerzos de los niños-jóvenes
que triunfaron en el Campeonato del Mundo en 2011, en un partido de
semifinales, épico frente a Alemania y después se proclamaron Campeones, al derrotar a Uruguay. Imágenes
imborrables, de estos jóvenes deportistas, son el gol inolvidable que le anota Giovanni, a la
selección de los Estados Unidos, en el momento
del triunfo en la
Copa Oro , el del “baile” al portero gringo
que se arrastraba y los defensas que saltaron desesperadamente antes de ver
anotarse el esférico en su portería. Sin embargo, es todavía mas importante, la
anotación de Julio Gómez, “la
Momia ” en el Campeonato Mundial 2011, por haber sido anotado
con la cabeza rota, en el ultimo minuto del juego y en un lance de las llamadas
“chilena” En cambio, la victoria olímpica frente a Brasil, se da en una conjunción
singular, además de marcar en el medallero el emblemático 132, lo hace un equipo donde hay jugadores de
refuerzo, que son auténticamente unos veteranos de 27 años, en relación a los
jovencitos de 18 abriles apenas cumplidos, como el defensa Diego Reyes, un
portento de jugadorzazo que tiene un futuro promisorio en la historia del balompié.
Por eso
no veo nada de casualidad y si mucho de causalidad entre el surgimiento del #Yo
Soy 132, con las victorias deportivas y las relaciones que se pueden desprender
entre al ámbito del atletismo, con la esfera de la política. Ambas
manifestaciones de la juventud mexicanas deben y pueden corresponderse una a la
otra. La victoria olímpica –engalanada con la presencia de la niña clavadista
de 15 años Alejandra Orozco- constituye una prueba de que la manera de
enfrentar la vida en México ha cambiado. Nada de sentir nostalgia por la lejanía,
como cuentan que le sucedía al mítico “Jamaicon” Villegas. Creo que también así
esta pasando en los escenarios nacionales, distantes del barbarismo, de la
corrupción, de la tragedia diaria. Se han sumado al #YoSoy132 otro tipo de
demandas y actores sociales, como son el #132 Académico —integrado por
profesores e investigadores— y el Movimiento de Aspirantes Excluidos de la Educación Superior
(MAEES), o los trabajadores de la CLyFC , de Mexicana de
Aviación, o del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra de Atenco.
Juventud
en movimiento que por ahora tiene como “deadline” -zona límite- el calendario político-electoral.
La integración del Congreso de la
Unión el 1 de septiembre constituye una fecha clave para
conjuntar movilizaciones sociales con propuestas político-legislativas. La cercanía
del dictamen del TRIFE sobre el resultado de la elección, es otro enclave
determinante para entender la orientación que seguirá el movimiento #Yo Soy 132,
que se ha definido como “apartidista” (por el repudio que concitan los partidos
políticos que hay en México), pero que sabe muy bien que la política es una
virtud que se debe ejercer con sabiduría y que el poder reside en el pueblo. Un
pueblo que mayoritariamente se manifestó en contra de Peña Nieto, Un pueblo que
ve con orgullo que su juventud, lo mismo se expresa, debate y piensa, que
compite y gana. La asociación de ideas es natural.
Muy
lejana a la idea del robo justificado, de los jóvenes borrachos, de los
estudiantes engañados. Juventud completamente opuesta a ese estilo del PRI, decadente,
de formas tan acostumbradas que se han convertido en leyes: del cinismo sinvergüenza,
de los complejos y vicios, de la hipocresía, la corrupción, la ignorancia como razón
de ser, la amenaza, la mentira y la prostitucion social, como esencia natural
de esa clase de zánganos, pervertida, ñoña y cobarde, como la niña Paulina Peña
y todos los juniors militantes, adherentes, agregados y “borregos” del PRI: son
los “operadores” cinturitas, mecapaleros, esbirros, sicarios, mendigos, ratas de dos patas…
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