Como cada año, desde hace veinte,
en esta fecha se recuerda la coincidencia de la vida y de la muerte. El sol
irradiante, luminoso y majestoso simboliza
el inicio de la primavera astronómica y el comienzo del eclipse político. El
equinoccio remite a la grandeza de nuestros ancestros toltecas, mayas y
teotihuacanos, que por casi un milenio, gobernaron con sabiduría toda la
Mesoamérica, hasta centro y Sudamérica. Los testimonios de la grandeza de un
pasado que es presente, se perfilan al ver descender a Kukulkan, lentamente,
conforme se precisa el momento del fenómeno anual, hasta formar en la
pirámide de Chichén Itzá, la presencia completa, de la serpiente emplumada.
Se sabe que Ce Acatl Topiltzin
Quetzalcoatl. (El Uno, Nuestro Príncipe, Año Caña) vivió entre nosotros a
finales del primer milenio (947-999), dando ejemplos de creación y destrucción,
en su faceta de Tezcatlipoca: dualidad que heredamos los mexicanos. Mas el
culto a la ciencia y el arte quedo para la posteridad en Teotihuacan, el Tajin,
Tula, en todos los confines donde se asentaron los Mayas, en el Templo de
Kukulkan, que en los solsticios exhibe dos caras de la pirámide iluminadas y
dos completamente oscuras: dualidad vida y muerte. Es una forma de explicar lo
que sucedió en 1994. Creo que es la única manera de comprender el sacrificio de
un cordero -Luis Donaldo Colosio- en representación de una nación entera:
México anexionado a los EUA, con el Tratado de Libre Comercio.
Porque la mayoría de la población,
aun no alcanza a entender lo que pasó en 1994. La muerte de Colosio, con el tiempo, le ha ocurrido lo que pasó con el
asesinato de Álvaro Obregón –ambos sonorenses y los dos candidatos a la Presidencia de México- ha perdido su significado, se olvida que se
cometió una forma de parricidio en la República mexicana. Pero si con el “Manco
de Celaya” se estableció una conexión entre el ejecutor confeso (León Toral) y
los movimientos de fanáticos “cristeros” (Conchita Acevedo de la Llata y Miguel
Pro), con “Luis Don Aldo Colosio” -como lo recuerdan los PRImates de cepa- resulta que se han escrito muchas páginas, y aunque
se han esgrimido múltiples hipótesis (que son 22 según el último fiscal
especial), la sociedad, nunca ha aceptado una que resulte probable o creíble, a pesar de
tener preso al asesino confeso del crimen: a la fecha prevalece como
explicación del magnicidio, la idea de que el asesino, Mario Aburto, actuó de
manera solitaria, se levanto ese 23 de marzo, tomo un arma y se dirigió a Lomas
Taurinas en Tijuana, con el fin de ejecutar a Colosio.
Es la fecha inaugural del rito de
la muerte, banderazo de salida al salvajismo contenido, puerta que se abrió para
la parca, parteaguas simbólico, bautizo de sangre. La ejecución a mansalva de Colosio, en el registro político, equivale
a los regicidios de Carlos I de Inglaterra (1649), el de Luis XVI de Francia
(1792). En el plano simbólico significa caída, derrumbe, sustitución de los últimos
vestigios de Autoridad Real, por el imperio del orden imaginario: del tener
dinero y ser hijo de Dios.
Dude mucho abordar nuevamente
este tema, tratado dos veces, en dos de mis libros publicados (Cartas Sureñas y
Cartas Mexiquenses). Sin embargo, al cumplirse dos décadas de aquel magnicidio,
proliferan declaraciones y textos, recuerdos y homenajes, elegías y apologías,
infaustas comparaciones y groseras explicaciones. El cinismo, la desvergüenza,
el caos me mueve a volver a presentar mi teoría, que parte de la premisa
siguiente: que José Cordová Montoya, es
el autor intelectual del asesinato de Colosio y Miguel Montes García es autor
del encubrimiento institucional del crimen de Estado.
Esta vez, el cambio de estatus –ahora
le llamo Teoría lo que antes nombre como Hipótesis- reside en un detalle del
que me percate en este aniversario. Una carta robada, como la de Edgar Allan
Poe, que de estar tan claramente colocada donde debe estar, no la veía, es la
premisa mayor: todos fueron cómplices.
Carlos Salinas de Gortari y su
familia, el General Absalón Castellanos, el subcomandante Marcos, Manlio Fabio Beltrones,
Doña Rosario Ibarra, Diego Cervantes de Cevallos, Manuel Bartlett, Manuel
Camacho, Cuauhtémoc Cárdenas, Castillo Peraza, Ortiz Arana y Beatriz Paredes, Humberto
Benítez Treviño y Pichardo Pagaza, Ernesto Zedillo, Genaro Borrego, Pedro Aspe,
los Ruiz Massieu, Aguilar Camín, Octavio Paz y Carlos Fuentes, Jacobo
Zabludovsky, Carlos Hank, Talina Fernández, el general Domiro, Liebano Sáenz, Fernando
Solana, Jorge Carpizo, Mejía Barón, los estudiantes, los campesinos, empleados
y obreros, fueron Diana Laura y el mismo Luis Donaldo, discípulo probo,
actor protagónico del remate nacional,
soldado fiel, conserje, funcionario solidario, cavador de su propia tumba, todos
fuimos cómplices: porque el crimen se cometió en Uno para que supieran Todos. Y
callamos.
Colosio era parte de un grupo de
economistas egresados de TEC de Monterrey, con posgrados en universidades
norteamericanas, cuya arrogancia y desprecio por México era evidente. A la mayoría
de aquella legión los conocí personalmente y de hecho, conservo aun copia de mi
renuncia entregada a Rogelio Montemayor, que posteriormente sería Gobernador de
Coahuila. Fue la época en que llegaron
también varios asesores internacionales como mis amigos Hening o Malkin, y un
francés excéntrico, el Dr. Cordová, de quien se decía, solía pintarse los
labios de rojo y usar una texana y botas los viernes, al salir a “ligar” jóvenes
tecnócratas, a su gusto.
La realidad es que Cordová
Montoya se hizo incondicional de Salinas de Gortari (CSG), desde que este
ocupaba la Dirección General de Política Económica y Social, de la extinta SPP.
Cordová se gano la absoluta confianza de
CSG y posteriormente, cuando obtuvo la candidatura para la presidencia por el
PRI, el francés pasó a ocupar la coordinación de su campaña, desplazo a Camacho
Solís, quien alardeaba de la amistad
juvenil y los vínculos de lealtad universitaria con Salinas. Finalmente, una
vez en la Presidencia de la Republica Mexicana, José Cordová Montoya asumió el
control político, de seguridad y diplomático del gobierno mexicano y es quien encabeza,
fue el artífice del Tratado de Libre Comercio con EUA y Canadá, el coordinador
de todas las políticas públicas y el hombre más poderoso del sexenio de Carlos
Salinas. Decían que era su “eminencia gris”.
Hay que recordar que Salinas de
Gortari enfrento una elección muy disputada y más discutida. Cuauhtémoc
Cárdenas por el Frente Cardenista y Manuel “El Maquio” Clouthier por el PAN,
pelearon el triunfo, que les fue arrebatado, cuando a la medianoche del 5 de julio de 1988,
el Instituto Federal Electoral, dependiente aún de la Secretaría de
Gobernación, cuyo titular era Manuel Bartlett, se enfrento con un sistema de
contabilidad que se “cayo” o se “callo”, después que los primeros resultado
daban una victoria abrumadora a Cárdenas. Al restablecerse la contabilidad
electrónica, los resultados concedían la victoria al candidato del PRI y la
mayoría relativa.
Las protestas no se hicieron
esperar y aquí es donde el abogado Miguel Montes, entonces presidente del
Congreso de la Unión, con el apoyo de Fernández de Cevallos y todo el PAN que
abandonó a su candidato, realizo la defensa jurídica y con argumentos tramposos
y “chicanos”, paso la votación requerida que le daba el triunfo legal a Carlos
Salinas de Gortari.
Ambos personajes son clave para
entender que seis años después y tras del asesinato de Colosio, al día
siguiente, saliera al exilio Cordová Montoya, tras lograr imponer a Ernesto
Zedillo, como abanderado suplente del PRI. Cordová Montoya no iba a permitir,
de ninguna manera que Colosio alterara el plan económico que el mismo diseño,
negocio y firmo con EUA. Cordová Montoya, quien construyo la carrera política
de Zedillo desde que lo nombro subsecretario en la extinta SPP y lo convirtió
en el único aspirante con posibilidades legales para suceder al malogrado Luis
Donaldo, es el autor intelectual del asesinato de Colosio. Salinas lo acepto,
lo entendió y se responsabilizo políticamente, de este que sin duda es un crimen de Estado.
La existencia de dos o tres Mario
Aburto, muy diferentes entre cada uno y de todas las muertes que comenzaron en
los siguientes días, en contra de los testigos presenciales o de los policías
locales que investigaban, de los abogados y comisionados: Tras las hipótesis de
un asesinato concertado, de la detención del “clavadista”, de un segundo
tirador, del grupo TUCAN y del desplazamiento del General Domiro, quien era el
encargado de la seguridad del candidato. Tras tanta desinformación que se dijo,
se filtro, se supo, es con el nombramiento de Miguel Montes, -recuerden que es
quien preside la sesión legislativa que reconoce y hace oficial la victoria de
Salinas de Gortari- como encargado de la Comisión investigadora del asesinato y
ante la inminente muerte de la viuda de Colosio por cáncer terminal que la
aquejaba, quien se encarga de las pesquisas para concluir que Mario Aburto
actuó de manera solitaria y es el único asesino de Luis Donaldo Colosio
Murrieta.
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